Lo que las personas dicen, cuando no saben qué decir | Adrianne Haslet-Davis | TEDxBeaconStreet

Esta conferencia fue realizada en un evento local de TEDx event, producido de forma independiente a las conferencias de TED.

Decimos muchas cosas cuando no sabemos qué decir. Cuando recibimos esa llamada en la que nuestra hija, madre, hermano, esposa, esposo o cualquier ser querido está pasando por lo inimaginable. Pasamos todo el trayecto en auto hacia el hospital componiendo y ordenando con cuidado las palabras, que de manera milagrosa harán que todo desaparezca. Lo hacemos por amor. Sin embargo, Adrianne Haslet-Davis cree que es inspirado por una emoción más profunda que el amor, lo hacemos por miedo. Miedo a la verdad; que no importa lo que digas, nada hará que las cosas sean mejores. Adrianne, una víctima, amputada, de la bomba en la maratón de Boston, nos da el manual de qué hacer en un momento de nuestras vidas por el que todos pasaremos. Esta profunda charla es narrada a través de la experiencia personal en recuperación de Adrianne, donde aprenderemos de manera muy rápida que incluso las palabras bien intencionadas nunca harán crecer su pierna de nuevo.

Recuerdo la mañana

del 15 de abril del 2013.

Desperté en una mañana como ninguna otra.

En ese maravilloso estado,
entre despierta y dormida

escuché los sonidos familiares

de la leche que sacan del refrigerador

y el sonido de verter café en la cafetera.

Y estoy tumbada en la cama,
medio despierta, medio dormida,

y pienso,

¡Sí!

Mis gatos han aprendido
a prepararme café.

¡Sí!

Estoy feliz por este descubrimiento,

tan feliz, de hecho, que abro los ojos

y de pie frente a mí,

hay un descubrimiento todavía mejor

un hombre alto, muy atractivo

que me es familiar pero irreconocible,

tiene dos tazas de café
en las manos y me dice:

"Cariño, te preparé café"

y entonces todos los recuerdos regresan.

Navidad sola. Acción de gracias sola.

Día de San Valentín sola.

Mi esposo estaba
de servicio en Afganistán

y ahora estaba en casa.

Así que nos acurrucamos
en el sofá con nuestro café

y encendimos el televisor

justo a tiempo para ver a
los corredores de élite

cruzar la meta,

y justo a tiempo para
escuchar las palabras:

Lelisa Desisa ha ganado
la maratón de Boston del 2013,

es su primer maratón en Boston.

Y pienso: por supuesto,

¿Por qué no se podría ganar,
la primera vez que lo intentas? ¿Por qué?

Yo también puedo, ¿cierto?

Por supuesto.

Miro a mi esposo y le digo:

¿Sabes? Deberíamos hacer algo hoy.

Todavía estamos en pijama

y este hombre ha corrido 42.2

Así que nos levantamos, nos vestimos

y nos fuimos a almorzar.

Él me mira y me pregunta:

¿Te acuerdas?

Cariño, ¿te acuerdas?,

y yo le digo: ¿Acordarme de qué?

y me dice: "Esta es la misma mesa,

este es el mismo restaurante

donde comimos por última vez,

antes de irme a Afganistán.

Donde hablamos sobre cómo sería

si no regresara.

Donde hablamos sobre cómo sería,

si perdiera una extremidad.

Donde hablamos sobre cómo sería,

si fuera herido,

de cualquier manera posible".

Ordenamos un par de cocteles

de lo cual estaría muy contenta más tarde,

y brindamos,

y empezamos a hacer planes

de la única manera
que una familia militar

puede hacer planes:

cuando tu ser querido
está a salvo en casa.

Y él me mira y me dice:

vamos a mirar el maratón.

Y le respondí: ¡Vamos!

Hagámoslo, claro que sí.

Cruzamos la calle Boylston y ¡bam!,

oímos una explosión,

y lo siguiente que supe,

fue que estábamos en la acera.

Vi una cascada de sangre

de lo que solía ser mi pie izquierdo.

Mi esposo, cubierto en metralla,

Y pensé dos cosas,

número uno:

no hay ningún hombre en este planeta

con el que preferiría
estar en este momento

Y segundo:

Este es el final.

Y justo cuando nos
empezamos a decir las cosas

que solo una pareja casada

se pueden decir en un momento así,

Llegaron los valientes de Boston,

me levantaron y me trasladaron
al hospital más cercano.

Y ahí estaba yo.

Tendida allí,

ya no era la bronceada

y hermosa bailarina de salón,

deslumbrante,

lista para el show.

Estaba partida, rasgada, engrapada,

cosida y pegada.

Ningún cirujano plástico me vio

si me permiten contarles.

Perdí 10 cm de pelo,

parecía una muñeca troll.

Estaba cubierta en trozos de ropa

y sangre de otras personas.

Y era un desastre.

Y recibí visitas.

Recibí visitantes con bocas,

y esas bocas, tenían opiniones.

Y aprendí algo:

que la gente dice muchas cosas

cuando no saben que decir.

Y se nos enseña a una edad muy temprana

que cuando la gente dice cosas,

cuando no saben qué decir,

y cuando dicen cosas,

para hacerte sentir mejor,

lo hacen por amor.

Y me confundió, pensé,

esta enfermera que me dice:

"Es mejor que lo superes.

Supéralo de una vez,

porque tu familia te necesita,

ya han pasado cuatro días.

Supéralo.

Tu familia te necesita, está en ti

hacerlos sentir mejor".

O alguna otra persona,

que me miraba y decía:

"Hubiera venido antes,
pero no sabía que decir",

lo cual es un anuncio luminoso,

para aquellos que sufrimos, que dice,

"Es tan incómodo estar a tu alrededor,

que ni siquiera puedo estar

en la misma habitación contigo".

Lo que me convierte a mí en la persona

que tiene que hacerte sentir mejor.

Y convierte a cualquiera
en una cama de hospital

en hacerlos sentirse mejor.

Así que empiezo a repetir
"Amigo, no, estoy bien.

Estoy bien, voy a estar bien.

Voy a bailar otra vez
voy a hacer muchas cosas".

Incluso aunque yo no lo crea

porque me siento tan mal

de ser tan incómoda,

tan dañada y tan destrozada.

Se nos enseña a una temprana edad

que cuando la gente dice y hace cosas

lo hacen por amor,

en un momento difícil.

Sin embargo, estoy aquí
para opinar diferente.

Creo que viene de un lugar
más profundo que el amor

Creo que es inspirado por miedo.

Miedo a la verdad.

Pasamos todo el camino en el auto,

después de que recibimos esa llamada,

urdiendo juntos las frases perfectas
que espantaran el dolor.

Pero nuestro miedo a la verdad

es que no importa
cuántas frases entretejamos juntos,

nada podrá hacer que el dolor se vaya.

Lo he escuchado todo.

Mi pierna no volvió a crecer.

El miedo a esta terrible verdad

nos puede hacer decir cosas terribles.

En estado de pánico,

cuando ves un amigo destrozado,

o alguien a quien no nombraremos
que te mira y dice:

"Buenos, al menos todavía
tienes una cara bonita".

Inmediatamente respondí:

"Pues ya que hablamos de eso

mi cerebro y mi trasero
son igual de increíbles, gracias".

(Risas)

"Gracias por notar
que tengo una cara bonita

y que eso es todo lo
que me queda en la vida.

Lo aprecio".

O un doctor con el que te topas

que no es mi doctor, aclaro,

pone una mano en mi hombro,
yo, en la silla de ruedas

mientras recorro la habitación y me dice:

"Tengo que decirte algo.

Escuché tu entrevista esta mañana,

y te escuché decir

que querías volver a bailar,

y estoy aquí para decirte,

he estado aquí,

he estado aquí por años.

Estoy aquí para decirte

que no deberías tener esperanza.

Nunca he visto un amputado bailarín,

en todos estos años.

No pasará, tus oportunidades
son de una en un millón".

Levanté mi dedo al aire y le dije:

"Si son una en un millón, esa será mía"

--mezclado con otras palabras--.

Y luego,

me doy la vuelta

(Risas)

y ruedo en la dirección opuesta

llorando desconsolada

esperando que mis palabras fuesen verdad.

Y si creen que eso fue lo peor, no lo fue.

Recuerdo que alguien que fue mi amigo

se acercó a mí --sí, es por esto--

que se acercó a mí y dijo:

"¿Sabes?

Estoy empezando mi propia empresa

y los costos en manejo
de basuras son terribles,

simplemente terribles.

Y son tan costosos,

sé que te cortaron el resto de la pierna

y otras muchas partes en este hospital

¿Sabes cuánto costó

haberte cortado el resto de la pierna?"

Damas y caballeros,

las palabras son muy poderosas.

A golpes podrán

destrozarme los huesos,

pero las palabras
se quedarán conmigo

para siempre.

Especialmente en tiempos vulnerables

por los que tus amigos
y familia pasaran,

no necesariamente en mi situación

pero vas a recibir esa llamada

cuando tu madre, hermano
amigo o amante

esté pasando por lo inimaginable.

Así que estoy aquí para darles el manual,

porque todos recibimos esa llamada

por más que no queramos.

Número uno:

lo más importante,

fíjate en los estados de ánimo.

¿Está arrojando cosas?

Dale algo que arrojar.

Se está riendo de la TV

¿cuando crees que debería llorar?

Ríete con ellos.

¿Está sentado en silencio?

Acompáñalo en silencio.

Las emociones estarán alteradas.

Es importante conocer
los estados de estas emociones.

cuando alguien enfrenta una tragedia,

especialmente antes de terminar

en esa habitación de hospital.

No le cuenten lo que acaban
de averiguar por internet

5 minutos antes de salir de la habitación,

o lo que tu religión dice sobre su condición.

Estén presentes.

Sean su amigo.

Recuerdo...

la tarde de un domingo lluvioso,

cuando mi esposo y yo veíamos

incontables folletos, volantes

y camisetas enviados de todos
los estudios de baile del país

--que todavía uso, gracias,

tal vez debería haber usado hoy--

y revisábamos todas estas cosas

cuando me topé con dos folletos.

Dos folletos,

que espero nadie en esta sala,

necesite nunca.

Uno era sobre que hacer
después de un ataque terrorista;

el otro, sobre cómo lidiar

con la pérdida de una extremidad.

Miré a mi esposo y le pregunté,

¿de dónde conseguimos esto?

No recuerdo de dónde salieron

y me dice,

"Bueno, el FBI trajo
el de ataques terroristas

y un grupo de apoyo trajo el otro.

Los tiraste por encima del hombro diciendo

"No sé por qué traen esos folletos
no soy una amputada".

Eso, damas y caballeros, es prueba

de que no aceptaras ayuda,
hasta que te sientas preparado.

Ese día estaba lista, él estaba listo.
Yo lloraba, el lloraba.

--lamento decirlo en público cariño--.

Llorábamos juntos,

y empiezo a hojear el folleto

luego de tirar el de ataque terrorista

"no gracias, estaré ahí algún día"

y mientras lo reviso
me digo: ¡Dios mío!

Adam, mira, ¡mira! ¡Mira esto!

Esto puede ayudar a
las personas a ayudarnos.

Son las etapas de duelo
luego de perder una extremidad,

que no son diferentes
a las etapas de duelo

por la pérdida de un trabajo,
un ser querido, una amistad.

Conmoción y negación, ira, depresión.

Súplicas. Más ira. Más depresión.

No es agradable, pero ahí está.

Y aceptación, y ayudar a otros.

¿Ayudar a otros?

Quería llegar a este punto.

Estaba muy lejos de eso,

pero solo ver la gráfica,

me hizo sentir mejor.

Le dije a Adam,
tenemos que decir esto.

Tenemos que contarle a la gente
porque hace la diferencia.

Esto ayuda a la gente a ayudar a otros.

Les diré algunos ejemplos que funcionaron:

algunos ejemplos que he aprendido
luego de ser invitada

a otras habitaciones de hospital,

desde mi tragedia,

y la esperanza de otras familias
de que los ayudaría.

Nunca olvidaré un amigo, que dijo,

después de una llamada,

"Oye vi que te perdiste tu show
de baile favorito la semana pasada,

lo repiten está noche, llevo pizza,
¿de qué la quieres?"

Sencillo. Directo.

Increíble.

"Queso, queso y más queso. Por favor.

La comida de hospital es horrible.

Por favor, trae dos,

pondré una en el refrigerador
de alguna manera".

Número dos:

Nunca olvidaré que alguien

que me traía un café de Starbucks.

Mi orden favorita de café Starbucks,
cada mañana antes de despertar.

Y tal vez esta es la más profunda,

porque nunca supe quién lo hizo.

Y eso es de lo que hablo hoy.

No se trata de nosotros
visitando nuestros amigos.

Se trata de nuestros amigos
o seres queridos.

Se tomaron la molestia de averiguar
qué tipo de café me gustaba,

y lo consiguieron.

Hicieron el viaje a Starbucks
y lo ordenaron por mí.

Sabían lo que apreciaba.

¿Tiene tu amigo un par de medias sucias,

con agujeros,
de los que siempre te burlas?

Eso es lo que aprecian, ofrezcan eso.

Impriman una foto de Facebook
de sus gatos, o su familia,

o sus perros, o gatos.

Y llévensela.

Háganlos sentir cómodos.

No tienen que ir de visita,
no tienen que decir nada.

No se trata de nosotros,
no se trata de ser el héroe.

No lo seremos y eso está bien.

Estoy aquí hoy,
para liberarlos de esa carga,

No, no, para aliviarlos del estrés;

para darles permiso de ir de visita,
estar en silencio,

y no decir ni una palabra.

Solo estén ahí, sostengan su mano
y si tienen que decir algo

repitan las palabras que
mi esposo me dice a mí:

"Cariño.

No puedo entenderte,

pero es muy importante para mi decirte

cuán desesperadamente quiero hacerlo".

Gracias por su tiempo.

Muchas gracias.