Buscando la magia perdida | Norberto Jansenson | TEDxRíodelaPlata

Esta charla es de un evento TEDx, organizado de manera independiente a las conferencias TED.

Una propuesta para recuperar la magia en nuestras vidas.

Norberto Jansenson lleva veinticinco años de de experiencia como ilusionista profesional. Realiza, produce y dirige sus propios espectáculos en donde utiliza sus recursos como narrador y orador en shows íntimos o ante miles de personas. Es organizador y creador de contenidos para eventos.

En un mundo en que la palabra
que define el camino que transito

suena cada vez más rancia,
yo digo con orgullo que soy mago.

Y también soy narrador.

Y hace relativamente poco tiempo
descubrí que ambas cosas son la misma.

"Abracadabra",
la palabra mágica por excelencia,

viene del arameo, el idioma semítico
más antiguo del mundo,

y significa "creo", de crear,
"a medida que digo".

Dicen que los magos nos dedicamos
a hacer aparecer y desaparecer cosas,

pero en verdad nuestro trabajo
consiste en asombrar,

que significa
quitar la sombra.

Descubrir, quitar lo que cubre,
lo que está oculto,

e integrar, reunir
lo que ha sido separado.

Como un rompecabezas,
que ha sido una imagen completa,

y solo puede recobrar su sentido
cuando sus piezas vuelvan a estar juntas.

Hace un tiempo, me invitaron a escuchar
a un orador muy reconocido

cuya charla resultó ser
un estuche lleno de monerías.

Terminaba con una historia que
seguramente alguno de Uds. conoce

sobre dos hombres,
en medio de la selva,

que de repente ven un león hambriento
que corre ferozmente hacia ellos.

Mientras uno se paraliza de miedo,
el otro se sienta tranquilamente

sobre una piedra, saca de la mochila
un par de zapatillas de correr,

y se las empieza a poner.

El otro, sorprendido,
le dice:

"Vos no estarás pensando que podrás correr
más rápido que el león, ¿no?"

Y éste, parsimoniosamente,
responde:

"Yo no necesito correr
más rápido que el león.

Solamente necesito correr
más rápido que vos".

(Risas)

(Aplausos)

El orador remató
su charla así:

"En el mundo de hoy, lo único que importa
es correr más rápido que la competencia".

Esta historia detonó el repaso
de mi propia carrera con la magia.

Empecé a estudiar
a los nueve años,

hice mi primer show profesional
a los quince.

Hasta los diecinueve,
fui un mago tradicional:

lograr el asombro
era mi único objetivo.

Yo era eficaz en mi trabajo.

La gente me volvía a contratar
y me recomendaba.

Había logrado, temprano en mi vida,
correr lo suficientemente rápido.

Pero no era feliz con lo que hacía
y no podía disfrutarlo.

Eventualmente, descubrí qué era
el vacío que sentía por dentro:

a mi magia
le faltaba magia.

Yo había catado una magia
en mi vida cotidiana

en un beso, en una puesta de sol,
en un abrazo,

y ese cosquilleo mágico, en mis públicos
y en mis espectáculos, no se producía.

Hasta que un día recibí de casualidad
un poema que me emocionó hondamente,

en el que sentí que había encontrado
la magia perdida.

Aprendí inmediatamente el poema,
y al final del siguiente show lo recité,

con mucho pudor,
y sentí una conexión.

Luego, mientras guardaba mis cosas,
se me acercaron dos señoras, emocionadas.

Una de ellas me tomó las manos y me dijo:
"Nos gustó mucho lo que hizo, joven,

pero sobre todo nos conmovió
lo que dijo al final,

porque le dio sentido
a todo lo demás".

Había logrado reunir dos cosas
que siempre han sido una sola cosa.

Mi magia había recuperado la magia.

Es que magia sin magia
es solamente un truco.

Un estuche lleno de monerías.

El secreto de esta reconexión
es bastante simple:

nuestra mente es una sola
pero está separada en dos partes.

El lado izquierdo es racional,
pragmático, estructurado, escéptico,

programado para cuestionar todo
y no creer en nada.

El lado derecho, en cambio, es emocional,
intuitivo, ingenuo, creativo, mágico,

programado para creer en todo
sin cuestionar nada.

Pero vivimos en un mundo
muy racional y frenético,

que nos obliga a depender de nuestra razón
y a dedicarnos casi exclusivamente

a la producción y al consumo.

Hoy en día, nadie tiene tiempo
ni disposición para jugar, para crear,

para contemplar con verdadera curiosidad
el mundo que nos rodea.

Nos hemos separado
de nosotros mismos.

Nos desintegramos.
Nos des-integramos.

Vivimos aprovechando apenas
la mitad de nuestro potencial

y el mundo nos quiere hacer creer
que así es como debe ser

y que así es suficiente.

Pero resulta que negar una parte nuestra
no la ha hecho desaparecer.

La invisibilidad no es lo mismo
que la inexistencia.

La experiencia mágica, si está preparada
para trascender el asombro,

favorece la integración
y la reconexión.

Aquello que no podemos explicar
nos produce un cortocircuito

en la mente lógica
que nos hace perder el control

y debilita las barreras
que nos separan por dentro.

Y entonces, naturalmente,
nuestras partes se integran

y podemos transitar
la experiencia mágica,

cualquiera que sea,
la más pequeña y cotidiana,

completos, sin tironeos
y en plenitud.

Si no fuera por la mente racional
podríamos conectar permanentemente

con la magia que nos rodea.

La magia natural, como se la llamó
al comienzo de los tiempos,

se revela en cada instante
de la creación.

Para empezar, estamos aquí
y estamos vivos.

No existen dos seres humanos iguales
en el mundo.

La magia se manifiesta en el proceso
de gestación y nacimiento de una criatura

o en la música que con apenas siete notas
puede crear mundos infinitos

en combinaciones inagotables,
o en los viajes que en cuestión de horas

tienen la capacidad de trasladarnos
del más crudo verano al más crudo invierno

o en dos miradas que se encuentran
por primera vez y ya no pueden separarse.

Estoy convencido de que la magia,
en cualquiera de sus formas,

enriquece y potencia
nuestra experiencia de vivir.

A eso he venido: a invitarlos
a recuperar la magia que existe

adentro de cada uno
de nosotros.

Para lo cual lo único
que tenemos que hacer

es dejar de combatirla,
de temerle, de ignorarla.

Sin embargo, de ninguna manera
he venido a proponerles que abandonen

el escepticismo,
ni la búsqueda de respuestas,

que es de por si valiosa.

No creo que debamos convertirnos
en adeptos ni en fanáticos de lo invisible

ni que debamos reemplazar
nuestro lado izquierdo por el derecho,

aquí arriba, porque ninguna
de las partes puede ser el todo.

Lo que he venido a proponerles
es que reunamos,

integremos nuestras partes:

nuestro escepticismo
con nuestra ingenuidad.

Nuestra razón
con nuestra emoción.

Nuestra inteligencia
con nuestra intuición.

Y así todas nuestras partes.

Todas ellas son piezas indispensables
del rompecabezas de nuestra vida.

Y para poner a prueba esta propuesta
les pido que me acompañen a compartir

una experiencia mágica
aquí y ahora.

Van a participar todos Uds.

Y les pido a todos aquellos
que no están aquí con nosotros,

donde sea que estén
y quienquiera que sean,

que también participen
como si estuvieran aquí.

Necesito pedirles que cierren
los ojos ahora.

Les pido que confíen en mí,
les prometo que vamos a algún lado

con esta propuesta.

Anímense,
cierren los ojos.

Descrucen las piernas
y los brazos.

Les garantizo así el 30% más
de disfrute de la experiencia.

Los que tienen respaldo, apoyen
la espalda contra el respaldo.

Los que no tienen respaldo,
siéntense derechos.

Traten de bajar lo más que puedan
la respiración, hasta la panza.

Suelten la mano de las personas
que tienen al lado,

especialmente si no vinieron
con Uds.

(Risas)

Respiren lo más profundo
y pausado que puedan,

y traten de escuchar solo
mi voz y la música.

(Música)

Imaginen que están sentados
en el interior de vuestro lugar preferido.

Es aquel lugar donde podrían pasar horas,
el tiempo, simplemente estando allí.

Mientras disfrutan de este momento
sin preocupaciones, sin obligaciones,

frente a Uds. se empieza a formar
una imagen que les encanta contemplar,

de la que empiezan a poder distinguir
los colores, las formas, las texturas,

los personajes.

Es como si fuera una pintura,
una obra de arte que ha sido pintada

especialmente para el gusto
de cada uno de Uds.

Mientras disfrutan de esa belleza, de ella
se desprende un destello de luz blanca

que los distrae,
impidiéndoles la concentración.

Se levantan de donde están sentados,
y se acercan un poco para ver mejor,

y se dan cuenta de que ese destello de luz
es algo que falta en la pintura,

como si fuera una pieza
de rompecabezas ausente.

Se acercan un poco más, y se dan cuenta
de que la pieza de rompecabezas es grande,

tan grande como si fuera
una pequeña puerta que podrían atravesar.

Estiran la mano derecha, empujan la puerta
y pasan del otro lado.

Llegan ahora a una playa desierta.

Es la hora del ocaso, está despidiéndose
tímidamente el sol.

Pueden sentir la arena tibia
bajo los pies,

la brisa fresca en el cuerpo,

el sonido del mar llegando
muy cerca hasta la orilla.

Levantan la mirada hacia un costado,
y ven que a lo lejos hay alguien.

Es alguien a quien conocen muy bien,
pero que les extraña mucho encontrar aquí.

Van corriendo a estrecharse en un abrazo
que para Uds. podría durar por siempre.

Y en el medio de la emoción del abrazo,
le preguntan a este ser:

"¿Qué hacés aquí, qué hacés aquí?"

Escuchan por respuesta:
"Vine a verte, a darte este abrazo

y a traerte un regalo".

Les toma la mano con su mano,
y les pone en ella el regalo.

Es una pieza de rompecabezas.

Es la pieza que faltaba
en vuestra pintura,

la pieza que los completa.

Estrechan en otro abrazo interminable
a esta persona,

a quien les encantó encontrar, y esta vez,
en medio de la emoción del abrazo

se dan cuenta de que ha llegado
el momento de soltar, de dejar ir.

Empiezan a separarse del abrazo
muy de a poco,

caminando hacia atrás para no perder
el contacto con sus ojos.

La pieza de rompecabezas
estrechada contra el pecho.

Y también muy de a poco,
pero muy de a poco,

empiezan a hacerse a la idea
de volver aquí...

y abren los ojos.

(Fin de la música)

De cada diez veces
que hago este ejercicio,

ocho o nueve veces me encuentro
con mi abuelo Lázaro.

Fue mi maestro
mientras estuvo aquí,

lo siguió siendo durante todos estos años
después de haber partido.

Él me regaló una gran cantidad de piezas,
que considero que, de a poco,

van completando
el rompecabezas de mi vida.

¿A alguien le pasó como a mí,
que se encontró con alguien

que ya pensó
que no iba a volver a ver

o que hace muchísimo tiempo
que ya no ven?

(A una mujer)
¿Cuál es tu nombre?

Mujer: Pato.

(Aplausos)

NJ: ¿A quién encontraste?

Mujer: A una amiga.

NJ: ¿Cómo se llama?

M: Julieta.

NJ: ¿Hace mucho que no la ves?

M: Muchísimo.

NJ: ¿Te gustó encontrarla?

M: Sí.

NJ: Pato, traje para compartir con vos
y con todos mi pintura preferida.

Se llama "La metamorfosis de Narciso",
la pintó Salvador Dalí,

y le falta una pieza, y es como un símbolo
de aquella puerta que puedo atravesar

por el camino cada vez que me pierdo
para llegar a alguna playa desierta,

adonde mi abuelo Lázaro
o alguno de mis maestros

me devuelve un regalo, una pieza
que me ayuda a volver al camino.

Y traje también para compartir,
con vos y con todos,

una bolsa llena de piezas
de rompecabezas.

Entonces necesito que,
con tu mano izquierda,

saques juntas, sin mirar,
tres o cuatro piezas.

M: ¿Juntas?

NJ: Ajá.

NJ: Hoy.

(Risas)

NJ: Y ahora, sin tapar con tu cuerpo,
para que todos puedan ver,

ponete de costado, y probalas
de a una para ver qué tal.

NJ: No, no. Muy bien.

Tomá la bolsa con tu mano izquierda,
así, y cerrá los ojos.

Necesitamos que, con tu imaginación,
vuelvas a la playa donde acabas de estar.

Y con la imaginación llames a tu amiga,
porque necesitamos su ayuda.

Pedile que se acerque,
que con su mano izquierda

tome tu mano derecha,
y no vas a mover tu mano derecha

hasta que sea ella
sea quien te guíe.

Metela otra vez adentro de la bolsa,
pero esta vez para sacar una única pieza,

que no puede ser cualquiera.

Tiene que ser la pieza que nos complete
a todos hoy a la tarde.

(Música)

Abrí los ojos.

(Aplausos)

M: Gracias.

NJ: ¡Pato!

De parte de mi abuelo Lázaro,
y mía, una pieza de regalo para vos.

Ojalá que encuentres pronto
el rompecabezas que la complete.

NJ: Gracias.

NJ: ¿Le damos otro aplauso fuerte
a Pato por habernos ayudado?

(Aplausos)

M: Gracias.

(Fin de la música)

Hace un tiempo, me alegró descubrir
que mi carrera empezaba a convertirse

en un camino, y entonces un día
recibí un email que me reveló

un nuevo descubrimiento.

El mensaje decía así:

"Hola Jansenson,
mi nombre es Sara.

La vez pasada te vi
en un programa de televisión.

Era una entrevista, no hubo tiempo
de que hicieras magia.

Al día siguiente del programa,
mientras daba mi paseo por el parque

con la enfermera que empuja
la silla de ruedas,

pensé que debía escribirte para decirte
que no creo en la magia,

pero si la magia existe
como sostenés,

si sos tan buen mago como dijo
quien te presentó en el programa,

deberías poder devolverme
la capacidad de caminar.

Pero ayer visitaste otra vez el programa,
y te vi hacer magia y tender un puente

hacia un mundo mágico
que yo no conocía.

Y me di cuenta de que debía escribirte
para decirte que la magia me dio alas.

Ahora ya no necesito caminar".

(Aplausos)

Hay un mundo en el que no hay
ninguna necesidad de correr

cada vez más rápido.

Es el asombroso mundo de la magia
que existe dentro de cada uno de nosotros.

Ojalá que la próxima vez
que se lo encuentren lo abracen fuerte.

Me refiero a uno de esos abrazos que uno
no quiere que terminen nunca.

Me refiero a un abrazo de esos
que nos hace sentir que los pies

se nos levantan
un poquito del suelo.

Ojalá.

(Aplausos)