Visualiza lo imposible | Robert van der Wolk | TEDxNBU

Esta charla es de un evento TEDx, organizado de manera independiente a las conferencias TED. Más información en: http://ted.com/tedx

La vida de Robert es una historia increíble, y solo hay que verlo para comprender por completo el impacto que tiene en los demás. A pesar de su corta edad, su persuasiva actitud positiva en la vida y en las posibilidades que todos tenemos, logra hacernos sentir poderosos, preparados para la acción y aspirando a más.

No soy un atleta olímpico
que gana medallas de oro,

ni un científico
que realiza descubrimientos innovadores,

tampoco soy

un millonario con 500 empresas.

Bueno, al menos, no todavía.

Solo soy un chico apasionado

con una historia extraordinaria

y me gustaría contarles mi historia.

Mi historia comienza
cuando era un niño pequeño.

Era un soñador;

tenía la cabeza en las nubes,

no tenía los pies en la tierra,

y me gustaba estar ahí.

Me gustaba soñar,

me gustaba mirar a lo imposible
y soñar con un mundo de fantasía.

Y me gustaba estar ahí hasta un día

en septiembre de 1989.

Ese día el médico me dijo:

"Robert, tiene diabetes tipo 1,
esto es incurable y supone

tomar inyecciones de insulina,
vivir con regularidad y consistencia

y, sobre todo,

volver a la realidad".

Así que durante los siguientes años

tuve que enfrentarme a esta realidad.

Llevé mi adolescencia y el instituto

como todos los demás.

Era un rebelde, iba contracorriente

y hacía lo que yo quería.

Pero ni siquiera el instituto

parecía hecho para mí.

Dejé el instituto y empecé a trabajar

y para cuando tenía casi 21 años

no estaba satisfecho,

no me sentía realizado con mi vida
y no sabía qué hacer.

Un viernes por la noche
salí con unos amigos de fiesta,

tomé un par de bebidas

y volví a casa.

Y cuando me desperté
el sábado por la mañana,

jamás olvidaré ese día,

en 2002, el 16 de agosto,

abrí los ojos esa mañana

y mi mundo estaba negro.

Cuando me di cuenta de lo que pasaba

cundió el pánico

y deambulé como un zombi,

avanzando a tientas en la casa

en la que he estado viviendo 22 años.

Y encontré el refrigerador,

que, en ese momento, fue mi salvador,

y así me las apañé el sábado,

no encontraba el teléfono,

así que me las tuve que apañar
el sábado y el domingo

y el lunes por fin encontré el teléfono,

ese teléfono tan importante,

y llamé al hospital

y cuando pude explicarlo todo
me dijeron "Venga aquí".

Le pedí a un amigo que
me llevara al hospital

y ahí me dieron la explicación:

"Robert, tiene
retinopatía diabética avanzada".

Yo respondí "Soy un chico listo...
Pero no tengo ni idea de lo que es eso".

Y, básicamente, lo que dijeron fue:

"Una capa muy fina en el fondo del ojo
separada del ojo,

como una capa muy fina,

y por esto no ve,

por esto su mundo es negro".

"¿Y yo qué puedo hacer?" pregunté,

y ellos respondieron:
"Le podemos operar".

Como no terminé el instituto
no estaba seguro de mí mismo

y los seguí.

Y durante dos años

me hicieron procedimientos
y operaciones intensivos

y poco a poco recuperé mi vista.

Podía ver un poquito mejor

pero con cada operación
y cada procedimiento que me hacían

veía un poquito menos.

Era muy difícil para mí
vivir la vida que quería,

y aún más comprender
la vida que quería vivir.

Y en algún momento tras esos dos años

toqué el fondo.

Me deprimí.

Hice balance,
y el balance para mí era:

No tengo trabajo,
lo que significa que no tengo ingresos,

no tengo buena salud,

no tengo una relación, ni dinero,

no tengo vista, así que no tengo futuro.

¿Qué hago?

Cuando me di cuenta de
lo que tenía que hacer,

escuché una frase de un amigo mío

que me dijo esto:

"La gente cambia cuando el dolor
por quedarse en la misma situación

es más grande que el miedo por cambiar".

Y eso para mí era totalmente cierto.

Tenía que cambiar porque
estar deprimido era horrible.

No poder ver era aún peor.

Así que, ¿qué hago?

Y por accidente o coincidencia,
si creen en eso,

encontré un curso
de desarrollo personal

y seguí ese curso.

En realidad me hizo sentir
un poco mejor

así que pensé "venga,
vamos al siguiente, y el siguiente",

y durante los dos siguientes años
y algunos meses

asistí a varios cursos y entrenamientos
de desarrollo personal,

hice un grado y un máster

en una ciencia llamada
"programación neurolingüística"

y aprendí a lidiar con la falta de vista,

aprendí a superar la depresión

y empecé a aprender
a cómo visualizar mi vida otra vez.

Así que... "¿yo qué puedo hacer?", pensé.

Aunque no tuviera el título
en educación secundaria,

aún quería llegar más lejos,
aún quería estudiar,

aún quería explorar lo imposible.

Así que hice un curso.

Hice un curso llamado
"recursos humanos".

Y pensé "esto está bien,
porque a mí

me permite hacer la parte humana

y la parte de la empresa,

y me permite explorar
lo que puedo hacer con mi potencial".

Y completé ese curso en cuatro años,

de 2005 a 2009,

y me fue genial.

Tenía mucho apoyo de la gente
que estaba dispuesta a ayudarme

y a darme una oportunidad

para descubrir mi potencial,

despertar las posibilidades

y ver hasta dónde podía extender
mi zona de confort.

Esto era muy agradable y me encantaba

pero había un problema:

aunque me faltaba la vista,

la razón principal de todo,
mi diabetes, seguía ahí.

Y un día mi médico me dijo:

"Robert, sus riñones
también están fallando

y en pocos meses tendrá que
afrontar diálisis renal".

Y para mí,
comprender lo que eso significaba,

meterse en una máquina 3 veces
por semana, durante 4 horas,

significaba quedarse sin libertad.

Y aprendí a lo largo
de los años anteriores

la siguiente fórmula.

Sigo teniendo
esta fórmula muy presente hoy.

Se preguntarán: "¿Qué significa esto?"
E + R = R,

bueno, se lo explicaré.

Representa "el evento +
su respuesta al mismo = su resultado".

Aunque me enfrentaba a la diálisis renal

aún quería investigar,
explorar y experimentar

lo que aún podía hacer.

Sabía que era inevitable,

que tendría que afrontarlo
en algún momento

pero aún tenía algo de tiempo,

solo unos meses,

y, con la falta de libertad,

que yo conectaba a la diálisis renal,

elegí hacer lo contrario
y vivir la libertad máxima.

Y para mí, la libertad máxima
fue hacer una peregrinación llamada

Santiago de Compostela.

Y, para los que ya lo saben,

Santiago es una peregrinación
de 600 millas o 1000 kilómetros

y es duro.

No practiqué porque no tenía tiempo.

Así que me llevé mi mochila, 25 kg,

la llené con todo,

nada importante, hasta mi portátil,

y me puse a andar.

Desde la parte al sur de Francia

hasta los montes Pirineos,
sobre los Pirineos, dentro de España.

Y el primer día, lo recuerdo muy bien,

solo anduve un 1 % de los 800 km,
en ese momento, del viaje

y pensé "Si esto va a seguir así
otro 99 % más, estoy seguro

de que no lo voy a lograr"

Pero me hice una pregunta crítica:

"¿Por qué hago esto?

¿Cuál es mi motivación
para hacer esta peregrinación?"

Y lo conectaba
a la sensación de libertad,

esa libertad máxima que quería vivir.

Y eso me dio
la motivación y el poder

para afrontar este viaje imposible.

Y durante las siguientes 6 semanas

caminé la peregrinación
de 600 millas, o 1000 kilómetros.

Y durante el camino
escribí un libro sobre eso.

Al llegar a casa

me enfrenté a la diálisis renal

pero... algo en mí había cambiado

y lo que cambió fue lo siguiente:

que, a pesar de que las circunstancias
parezcan determinar la resultado,

lo más importante es lo que usted crea.

Ya piense que va a poder o que no,
siempre va a tener razón.

Y me enfrenté a la diálisis renal.

Ese mismo año, en 2010, cuando
hacía frente a la diálisis renal,

empecé mi propia empresa,

me gradué de dos cursos,
uno de ellos universitario,

escribí y publiqué mi libro,

solo por nombrar un par de ejemplos
de las metas que conseguí realizar,

y sabía que había
mucho más dentro de mí.

Quería establecer una nueva meta,
y mi nueva meta fue

más imposible
y más grande que la anterior.

Y en 2010, aún bajo la diálisis renal,

pensé: "¿Qué es imposible que haga?"

Y me di cuenta:

¡Vamos a correr una maratón!

Y no solo una maratón,
no, vamos a correr La Maratón:

Nueva York.

Y practiqué.

Pero, desafortunadamente, ese mismo año,
fue demasiado tarde para apuntarme.

Ese fue mi primer intento.

Dos años más tarde quise probar otra vez.

En 2012 practiqué mucho
y fui de verdad a ello,

con toda la pasión y motivación

y el entusiasmo y la confianza
en que podría hacerlo,

quería que ocurriera.

Hasta que recibí una llamada
de mi médico otra vez.

Y mi médico, esta vez,
me llamó y me dijo:

"Robert, ¿cómo está?"

Respondí: "¡Genial!
Estoy de maravilla, hasta con diálisis,

hasta con diabetes,
y la falta de vista, ¡me va genial!"

Me dijo: "¡Fantástico!
¿Y le gustaría tener 2 nuevos órganos?"

Y pensé: "Guau...
Eso no lo veía venir".

Y durante un corto momento hice balance

maratón... doble trasplante de órganos...
maratón...

y, por supuesto,
tomé la decisión más sabia,

y me decanté
por el doble trasplante de órganos.

Y les puedo decir que fue duro.
Fue muy duro.

Me llevó un año recuperarme.

Pero siempre tenía esa fórmula en mente.

El evento no determina el resultado,

siempre será cómo responda al evento.

Y en 2013, me recuperé

y poco a poco empecé a
practicar y entrenar más.

Y con la confianza
en que podía conseguirlo

planifiqué mi viaje
para hacer la maratón.

Cuando llegó 2014,

este era mi tercer intento,

pensé: "Vale, tengo que hacerlo ya.

Ahora tengo que conseguirlo".

Y me apunté.

Entré, me aceptaron.

Y el día más frío que se
había registrado ese año en Nueva York,

con una temperatura
que parecía de -5 grados

y un viento ártico
que me recorría la espina

corrí esa maratón.

Y la terminé.

Y cuando la terminé, aunque
solo había dos pensamientos

en mi cabeza,

1. Quiero algo caliente,

2. Solo quiero bañarme,

había un tercer pensamiento
en mi cabeza:

"¡Lo he conseguido!"

Pueden hacer cualquier cosa
que se propongan.

Les dejaré con una última cita

y antes de hacer eso, solo quiero decir

que aunque mi vista
sea cada vez más débil

mi visión en la vida
jamás ha sido mayor.

Visualizar lo imposible y
despertar las posibilidades

nos permite hacer cualquier cosa.

Y en mi opinión

uno de los mejores y más famosos
boxeadores dijo:

"Imposible es una palabra grande
que dicen los hombres pequeños

que prefieren vivir en el mundo
que les dan,

que explorar el poder
que tienen para cambiarlo.

Imposible no es un hecho, es una opinión.

Imposible no es una declaración,
es un desafío.

Imposible es el potencial.

Imposible es temporal y, sobre todo,

imposible no es nada.

Así que, ya quieran ser atletas
olímpicos que ganan medallas de oro,

científicos que realizan
descubrimientos innovadores,

o millonarios con 500 empresas,

o cualquier cosa en sus vidas,

tienen el poder para determinar
su propia realidad,

para visualizar lo imposible
y hacerlo realidad.

Muchísimas gracias.

(Aplausos)