Enamorarse es lo más fácil | Mandy Len Catron | TEDxChapmanU

Esta charla es de un evento TEDx, organizado de manera independiente a las conferencias TED.

¿Sabías que puedes enamorarte de alguien haciéndole solamente 36 preguntas? Mandy Len Catron probó este experimento, funcionó y escribió un artículo viral (que probablemente tu mamá te envió) sobre su experiencia. Pero... ¿es eso amor verdadero? ¿Sí duró? Y ¿cuál es la diferencia entre enamorarse y permanecer enamorados?

Publiqué este artículo

en la columna de Amor Moderno de
The New York Times en enero de este año.

"Para enamorarse
de alguien, haga esto".

El artículo es sobre
un estudio psicológico

diseñado para crear amor
dentro del laboratorio,

y mi propia experiencia
probando el estudio

una noche del verano pasado.

El proceso es sencillo:

dos extraños se turnan haciéndose
36 preguntas cada vez más personales

y luego se miran a los ojos

sin hablar durante cuatro minutos.

Estas son algunas preguntas de muestra.

N. 12: Si mañana amanecieras con
una nueva cualidad o habilidad,

¿cuál sería?

N. 28: ¿Cuándo fue la última vez
que lloraste delante de alguien?

¿Tú mismo?

Como pueden ver, cada vez
se vuelven más personales

N. 30. Esta me gusta mucho:

Dile a tu pareja
qué te gusta de él o ella

con toda sinceridad,

y di cosas que no le dirías a alguien
que acabas de conocer.

Cuando encontré este estudio
unos años atrás,

me llamó la atención un detalle,

y era el rumor que dos
de los participantes

se habían casado seis meses después,

y que habían invitado a todo
el laboratorio a la ceremonia.

Por supuesto, tenía mis dudas

sobre todo este proceso de fabricar amor

pero estaba intrigada.

Y luego tuve la oportunidad
de probar yo misma el estudio,

con alguien que ya conocía
pero no particularmente bien,

no esperaba enamorarme.

Pero sí nos enamoramos,

(Risas)

y creí que era una buena historia; por
eso lo envié a la columna Amor Moderno

unos meses después.

Bien, esto se publicó en enero,

y estamos en agosto;

por eso creo que algunos aquí
se estarán preguntando:

¿todavía están juntos?

Y me imagino que
se lo están preguntando

porque me han hecho esta pregunta

una y otra vez los últimos siete meses.

Y es sobre esta pregunta
que realmente quiero hablar hoy.

Pero volvamos al tema.

(Risas)

Una semana antes que saliera el artículo,

estaba muy nerviosa.

Había estado trabajando
en un libro de historias de amor

los últimos años,

y estaba acostumbrada a escribir
de mis propias experiencias

con el amor en mi blog.

Pero una entrada de blog podría alcanzar
unos cientos de visitas como máximo,

y normalmente son mis amigos de Facebook,

y calculé que mi artículo
en The New York Times

podría alcanzar unos miles de visitas.

Me pareció mucha atención

para una relación relativamente nueva.

Pero no tenía idea
de cómo iba a resultar.

El artículo se publicó en Internet

un viernes por la tarde,

y para el sábado, estas eran
las visitas que tenía mi blog.

Y el domingo, me habían llamado de
Today Show y Good Morning America.

En un mes, el artículo recibió
más de 8 millones de visitas,

y, por no decir más, no estaba lista

para este tipo de atención.

Una cosa es llenarse de confianza
para escribir honestamente

sobre tus experiencias en el amor,

pero otra es descubrir

que tu vida amorosa está en
las noticias internacionales...

(Risas)

y darse cuenta de que,
alrededor del mundo,

la gente está interesada
en tu nueva relación.

(Risas)

Y cuando me llamaban o escribían,
lo que hicieron por varias semanas,

siempre me hacían la misma pregunta:

¿todavía están juntos?

De hecho, cuando preparaba esta charla,

busqué rápidamente en mi buzón de email

la frase "¿todavía están juntos?"

y enseguida aparecieron varios mensajes.

Eran de estudiantes y periodistas

y amables desconocidos como este.

Aceptaba entrevistas radiales
cuando me invitaban.

Incluso, di una charla, y una mujer
gritó hacia el escenario,

"Oye Mandy, ¿dónde está tu novio?"

Y me puse roja de inmediato.

Entiendo que esto es de esperarse.

Si escribes sobre tu relación
en un periódico internacional,

deberías esperar que la gente
se sienta cómoda preguntándote.

Pero no estaba preparada
para tanta acogida.

Parece que las 36 preguntas
cobraron vida propia.

De hecho, The New York Times
publicó un siguiente artículo

el día de San Valentín,

que presentaba las experiencias de
los lectores que probaron el estudio,

con diferentes grados de éxito.

Mi primera reacción
ante toda esta atención

fue proteger mi relación.

Rechacé toda invitación

para salir juntos en los medios.

Rechacé entrevistas en televisión,

y le dije no a cualquiera que
pidiera una foto de los dos.

Creo que me preocupaba volvernos

símbolos accidentales del enamoramiento,

una posición para la que no me sentía
para nada calificada.

Y entiendo:

las personas no querían saber
solo si el estudio funcionó;

querían saber si realmente funcionó:

o sea, si era capaz de producir
amor duradero,

no una aventura, sino verdadero amor,
amor sostenible.

Pero esta era una pregunta
que me era difícil responder.

Mi relación solo llevaba unos meses,

y sentía que me hacían la pregunta
incorrecta en primer lugar.

¿Qué les indicaría realmente
si todavía estamos juntos o no?

Si respondía que no,

¿le restaría importancia a la experiencia

de hacerse estas 36 preguntas?

El Dr. Arthur Aron escribió
sobre estas preguntas

por primera vez en
este estudio de 1997,

y aquí, el propósito no era
producir amor romántico.

Más bien, quería fomentar

intimidad personal entre
estudiantes universitarios,

a través de lo que Aron llamó

"divulgación sostenida creciente
recíproca personal".

Suena muy romántico, ¿no?

Pero el estudio sí funcionó.

Los participantes sí se sintieron
más unidos luego de realizarlo,

y varios estudios subsiguientes han usado
el protocolo de Aron para amigos rápidos

como forma de crear confianza
e intimidad entre desconocidos.

Lo han usado entre miembros de
la policía y de la comunidad,

y también entre personas de
ideales políticos opuestos.

La versión original de la historia,

la que probé el verano pasado,

que conecta las preguntas personales
con 4 minutos de contacto visual,

fue citada en este artículo,

pero desafortunadamente nunca se publicó.

Hace unos meses, estaba dando una charla

en una pequeña facultad de artes liberales

y un estudiante se me acercó al finalizar

y me dijo con timidez:

"Probé tu estudio, y no funcionó".

Parecía un poco desconcertado.

"¿No te enamoraste de la persona
con quien lo hiciste?", pregunté.

"Bueno...", me dijo.

"Creo que ella solo quiere ser mi amiga".

"Pero, ¿se hicieron
buenos amigos?", pregunté.

"¿Sientes que llegaron a conocerse
después de probar el estudio?"

Asintió.

"Entonces funcionó", le dije.

No creo que esta fuera la respuesta
que él estaba buscando.

Es más, no creo que ninguno de nosotros
esté buscando esa respuesta

si se trata de amor.

Conocí este estudio
cuando tenía 29 años

y estaba pasando por
una difícil separación.

La relación había estado en pie
desde que tenía 20 años,

prácticamente toda mi vida adulta,

y él era mi primer amor,

y no sabía cómo iba a vivir sin él.

Entonces recurrí a la ciencia.

Investigué todo lo que pude
sobre la ciencia del amor romántico,

y creo que esperaba que eso
me vacunara contra el dolor de cabeza.

No sé si me di cuenta en ese momento

--creía que solo estaba investigando
para el libro que estaba escribiendo--

pero parece muy obvio en retrospectiva.

Creía que si me armaba de conocimiento
del amor romántico,

nunca más tendría que sentirme
tan mal y tan sola como me sucedió.

Y todo este conocimiento
me ha servido en varias formas.

Soy más paciente con el amor.
Soy más relajada.

Estoy más convencida
de lo que quiero pedir.

Pero también me puedo ver más claramente,

y puedo ver que lo que quiero es a veces

más de lo que razonablemente
se puede pedir.

Lo que quiero del amor es una garantía,

no de ser amada hoy
y que seré amada mañana,

sino que seguiré siendo amada por
la persona que amo indefinidamente.

Tal vez es esta posibilidad
de una garantía

lo que la gente buscaba en realidad

cuando quería saber
si todavía estábamos juntos.

La historia que los medios contaban
sobre las 36 preguntas

era que podría haber un atajo
para enamorarse.

Podría haber una forma para
mitigar algo del riesgo que implica,

y esta es una historia muy interesante,

porque enamorarse es increíble,

pero también aterrador.

Apenas admites amar a alguien,

admites tener a alguien a quien perder,

y es cierto que estas preguntas
ofrecen un mecanismo

para conocer a alguien rápidamente,

lo cual es también un mecanismo
para darse a conocer,

y creo que es esto lo que casi
todos nosotros queremos del amor:

que nos conozcan, que nos vean,
que nos entiendan.

Pero creo que cuando se trata del amor,

estamos demasiado dispuestos a aceptar
la versión corta de la historia.

La versión corta de la historia que
pregunta: "¿todavía están juntos?"

y que se conforma con un sí o un no.

Por eso, en vez de esa pregunta

propongo que hagamos
preguntas más difíciles,

preguntas como:

¿Cómo decides quién merece tu amor
y quién no?

¿Cómo permanecer enamorados
cuando las cosas se ponen difíciles,

y cómo saber cuándo hay que largarse?

¿Cómo vivir con la incertidumbre

que inevitablemente
aparece en toda relación,

o peor,

cómo vivir con la incertidumbre
de tu pareja?

No necesariamente sé las respuestas
a estas preguntas, pero

creo que son un buen punto de partida
para una conversación más profunda

sobre qué significa amar a alguien.

Entonces, si así desean,

la versión corta de la historia
de mi relación es esta:

hace un año, un conocido y yo
hicimos un estudio

diseñado para crear amor romántico,

y nos enamoramos,

y todavía estamos juntos,

y estoy muy contenta.

Pero enamorarse no es lo mismo
que permanecer enamorados.

Enamorarse es lo más fácil.

Al final del artículo escribí:
"El amor no nos sucedió.

Estamos enamorados porque
ambos escogimos estarlo".

Y me avergüenzo un poco
cuando leo eso ahora,

no porque no sea cierto,

sino porque, en ese momento,
no había considerado

todo lo que implicaba esa decisión.

No consideré cuántas veces
tendríamos que tomar esa decisión,

ni cuántas veces tendré que
seguir tomando esa decisión

sin saber si él me elegirá a mí.

Quiero que sea suficiente haber
hecho y respondido 36 preguntas,

y haber elegido amar a alguien
tan generoso, amable y divertido,

y haber publicado esa decisión en
el periódico más importante de EE.UU.

Pero lo que he hecho, en cambio,
es convertir mi relación

en el tipo de mito
que realmente no creo.

Y lo que quiero, lo que
quizá querré toda la vida,

es que ese mito sea verdadero.

Quiero el final feliz que implica
el título de mi artículo,

que, por cierto,

fue la única parte del artículo
que en realidad no escribí.

(Risas)

Pero lo que tengo es la oportunidad
de tomar la decisión de amar a alguien,

y la esperanza de que él decidirá
amarme a mí también,

y es aterrador,

pero así es como funciona el amor.

Gracias.