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Entonces, ¿dónde nos deja eso? ¿Poseer una imaginación sociológica
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es suficiente? ¿Basta con tener la capacidad de ligar lo público y lo privado?
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Sin lugar a duda la respuesta es no. Es un punto de partida para nosotros, pero
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es tan sólo el comienzo. Muchos de nosotros, mucha gente en América hoy en día, incluso en mayores cantidades
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que en la época de Mills, tienen imaginación sociológica.
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Pienso que la presencia de los medios, los cuales nos dan grandes dosis de información acerca de cómo
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es que otras personas viven y lo que sucede en otros lugares del mundo,
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en cierta medida tienen la capacidad de darnos información y de conectar aspectos pequeños de nuestras
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vidas con circunstancias de mayor magnitud. Me atrevo a decir que hay muy pocas personas que hoy
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estén perdiendo su vivienda y que no se percaten de que hay una gran crisis hipotecaria,
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y que ellos son parte integral de esta. Pero también
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hay una gran cantidad de información incorrecta circulando por ahí. Y nuestro trabajo
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como sociólogos, y el de los que piensan sociológicamente, consiste en filtrar la información
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que está a nuestro alcance. De tratar de usar el aparato teórico y conceptual
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que nos suministra la sociología como disciplina, para luego ponerla
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bajo una perspectiva que nos permita explicar lo que sucede. Y una porción
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de ese trabajo es metodológica. Requiere herramientas metodológicas, las cuales
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estaremos discutiendo en esta clase, y que nos ayudarán a pensar de una forma más rigurosa acerca de lo que sucede.
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Déjenme usar el proceso de admisiones universitarias para clarificar lo anterior.
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Una de las cosas con las que tengo que lidiar cuando salgo de la universidad al "mundo real,"
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en el momento en que las personas se dan cuenta que soy profesor en Princeton, es cuando me preguntan
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acerca de acción afirmativa, sobretodo los individuos que quieren ingresar a la universidad y que son blancos.
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Ellos preguntan, "¿es verdad que ser admitido a Princeton es difícil porque, tú sabes,
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muchas de las vacantes están reservadas para las minorías? Hay un mito que circula por ahí
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señalando que la razón por la cual los blancos no son admitidos en universidades como
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Princeton se debe a que hay muchos lugares ocupados por afroamericanos, hispanos, asiáticos
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y otras minorías. Me llama mucho la atención que esta pregunta me la hagan
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con tanta frecuencia. La persona promedio que se hace tal pregunta está utilzando
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su imaginación sociológica, tal y como Mills lo ha dicho. Ellos están ligando sus
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experiencias individuales, o la percepción de sus vivencias propias, con una concepción
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de lo que ellos creen que es la estructura social. Y esta es la concepción
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que circula por ahí. Está en los medios. La vemos en las noticias y en ciertos canales.
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La vemos en determinados periódicos y revistas. Es perpetuada como una idea.
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Ahora, cuando miramos los datos cuidadosamente, algo que ya hice,
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nos daremos cuenta de la imposibilidad de tal razonamiento. Entre los alumnos recibidos
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en Princeton, hay probablemente alrededor de 200 afroamericanos y latinos. Por lo tanto,
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si tenemos en cuenta que hubo por lo menos unas 20.000 aplicaciones a Princeton
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y que sólo 1.900 personas fueron admitidas, aunque muchos de los no admitidos crean que el lugar de ellos fue
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ocupado por un afroamericano o un latino, sabemos que eso no es posible.
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Por lo tanto, el manejo de los datos hace la diferencia. No podemos afirmar que 200 personas están bloqueando
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el acceso de las otras 19.000 que aplicaron a Princeton. Así que no es suficiente con poseer una imaginación
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sociológica. O en otras palabras, quizás la palabra "imaginación" no sea la mejor opción.
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Nosotros no queremos que la gente simplemente use su imaginación. En realidad queremos es que las personas
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evalúen la evidencia inicialmente con su imaginación y que ésta los lleve a los hechos,
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ya que estos hechos, junto con los métodos, les darán respuestas firmes y más adecuadas.
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Déjenme darles otro ejemplo cercano, justo aquí en el campus de Princeton.
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Hace unos diez años, cuando llegué acá por vez primera, no se le orientaba
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al profesorado en cómo calificar. Algo que sucedía
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en otros lugares donde yo había enseñado antes. Sin embargo, como en otras
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universidades de la Liga Ivy, el porcentaje de "As" había incrementado cerca de un 50 por ciento en el campus,
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dando la impresión que los estudiantes no estaban recibiendo
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comentarios valiosos respecto a sus trabajos. La administración de la universidad
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indicó que la tasa de inflación en las notas, de acuerdo a las palabras de Shirley Tilghman,
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presidenta en ese entonces, "no mostraban uniformidad con respecto al currículo general." Algunos departamentos
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otorgaban "As" en un 67 por ciento, mientras que otros otorgaban apenas un 35 por ciento,
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lo que permitía a los estudiantes graduarse con un promedio significativamente diferente
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dependiendo de las disciplinas que escogieran, lo que no era justo.
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Entonces, luego de muchos debates y discusiones, el profesorado decidió acoger la recomendación de que cada
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departamento se empeñaría en otorgar un 35 por ciento de "As" con respecto al total de sus calificaciones
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durante un período de tres años. Esta medida sería aplicada sólo a las clases,
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excluyendo los trabajos de investigación y las tesis de grado,
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que pertenecen a una categoría diferente. Y cualquier profesor que creyera que sus estudiantes
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merecían más o menos del 35 por ciento estipulado, tenían la libertad de otorgar las calificaciones que a su juicio
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les pareciera. Pero la universidad había empezado a hacer un seguimiento y a mandar notificaciones anuales
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a los profesores, haciéndoles saber la cantidad de "As" que habían otorgado
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y los porcentajes; y recuerdo que desde el inicio de este proceso comenzamos a recibir
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dichas notificaciones. Era una manera de mantener a las personas al tanto
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de las normas y para que vieran cómo sus calificaciones se comparaban
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con las del resto de la universidad. En el pasado nunca se le había prestado ni la más mínima atención
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a este tipo de detalles. Con el tiempo, de acuerdo a los números que fueron
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reportados por la presidenta hace un par de años, el número de "As" cayó de un 47 por ciento
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a un 40 por ciento. Algunos de los departamentos más exigentes se volvieron menos rigurosos.
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Pues, curiosamente el momento en el que la nueva norma cobró vigencia
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coincidió con la crisis financiera de 2008 al 2010. De hecho, los estudiantes que
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se iban a graduar en 2008 y 2009 fueron los primeros en pasar sus cuatro años de educación bajo
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las nuevas normas. En ocasiones mis estudiantes pasaban por mi oficina a expresarme
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lo difícil que sería conseguir empleo, y muchas veces se cuestionaban si
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sus bajas calificaciones tenían algo que ver con las nuevas normas. Ellos entendían que la crisis
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financiera había creado un ambiente difícil para todos. Pero también sentían que sus
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promedios académicos no les ayudarían. De cierto modo estaban usando su imaginación sociológica de la forma
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en que Mills hubiera querido. Ellos estaban conectando las condiciones de sus vidas
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con el estado de la economía mundial y con las normas de calificación
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en el campus de Princeton. Y en vez de ver sus problemas desde un ámbito privado, los ligaron
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con los asuntos públicos de su universidad y del mundo en general.
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Sin embargo, había un problema con este análisis. Aunque el promedio de "As" había bajado de un 47 por ciento a un
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40 por ciento, esto no tuvo impacto en el promedio académico. La mediana del total
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de los promedios académicos en el campus se mantuvo prácticamente igual desde 2003 hasta 2009.
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¿Cómo puede esto ser posible? De acuerdo a la explicación de la presidenta Tilghman en noviembre de
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2011, la razón está en el hecho de que varios departamentos con altos
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números de estudiantes matriculados, tales como Filosofía y Biología Molecular,
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pese a las nuevas normas, nunca habían cambiado su manera de calificar porque desde tiempo atrás
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estaban calificando dentro del rango del 35 al 40 por ciento.
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La mayoría de los departamentos que vieron un incremento gradual en sus notas fueron los de las humanidades,
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con cifras de matriculación bajas. Por lo tanto, pese al título que Mills le dio a su libro,
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'La imaginación sociológica,' en realidad no es suficiente el sólo imaginar. Es importante
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examinar la evidencia para entonces no conectar la experiencia individual con
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la estructura social de una forma imaginativa y sin base.