Un hospital verde | Gilberto Fleites | TEDxHabana

Esta charla es de un evento TEDx, organizado de manera independiente a las conferencias TED. Más información en: http://ted.com/tedx

Durante muchos años Fleites ha estado trabajando en un proyecto para la construcción de un "hospital verde" en Cuba. Su conocimiento de la medicina y la bioética lo ha motivado para defender la posibilidad de crear un espacio donde la gente no solo se pueda curar, sino también en el que se respete al medioambiente. Un hospital verde sustentable sería aquel en el que el propósito de la curación de seres humanos se combinara con el uso racional del agua, la energía renovable, y otros recursos.

Fleites es oncólogo cirujano general, con 30 años de experiencia en el campo. En el Instituto de Oncología (INOR), dirigió durante más de diez años el Servicio de Cirugía Esplácnica. Una de sus áreas de investigación desarrolladas a través de su enlace con el Comité Médico Cubano por la Supervivencia Global (filial cubana de IPPNW) y el Centro Félix Varela, es la bioética. En la actualidad Fleites trabaja como cirujano en el Instituto Pedro Kourí de Medicina Tropical (IPK). Entre sus últimos proyectos se encuentra la construcción de un hospital verde, como pilar para la medicina sustentable.

Soy un soñador y a lo largo de 20 años
he tenido un sueño recurrente.

El sueño de construir un hospital
que sirva de puente

entre la medicina y la ecología,
utilizando las herramientas

de la arquitectura ecológica.

Mi profesión es la cirugía oncológica.

Eso quiere decir que cada día mi trabajo
fundamental es operar enfermos con cáncer.

A lo largo de 25 años he operado
más de 2000 casos como este.

Se trata de la tomografía axial
de un paciente con un cáncer de pulmón

y, por desgracia, es una parte
muy frecuente de mi trabajo diario.

Pero no debería ser así.

Idealmente debería poder soltar el bisturí
gracias a una prevención efectiva.

Cuando miro en retrospectiva
el río de mi vida,

veo que mi contacto diario
con el cáncer, su estudio...

me ha hecho cambiar mi forma de ver
la medicina y mi forma de ver el mundo.

Antes solo pensaba en cortar, cortar...

mi mente ahora es más preventiva.

Esto me llevó, en el año 94,
a hacerme vegetariano

y a estudiar los temas ecológicos,
económicos, políticos, medioambientales...

para poder resolver los problemas,
o parte de los problemas

que afectan a nuestro planeta.

En este curso a lo largo de la vida,
me resultaron inspiradores

la vida y obra de revolucionarios
como Albert Schweitzer,

Premio Nobel de la Paz cuyo eslogan
era el "respeto por la vida"

y en ese respeto, lógicamente,
él también era vegetariano.

Y Potter, que creó el concepto moderno
de "bioética", "la ética de la vida"

que él veía precisamente como un puente
entre la humanidad y el planeta Tierra

hacia el futuro.

Me gusta hacer un paralelo entre
lo que hacemos con nuestros cuerpos

y lo que hacemos con el cuerpo
de la Madre Tierra.

Uds. conocen el grupo básico de
alimentos para una vida saludable.

Y conocen también el concepto de
"comida chatarra", "comida basura".

Desgraciadamente, en las imágenes ven
los cuatro grupos básicos de alimentos

para muchos en el pueblo cubano.

Las consecuencias las tenemos aquí:
el cáncer es la primera causa de muerte

para el pueblo cubano.

Y cuando caminamos por las calles del país,
vemos la creciente epidemia de obesidad

que va asociada a diabetes, hipertensión,
cardiopatía isquémica y muchas otras cosas

que probablemente muchos de los que están
sentados en el auditorio también padecen.

Pero esto no es una situación natural.

Hago el paralelo con la comida basura
con la que alimentamos a la Madre Tierra,

a la Pachamama.

Vean esas chimeneas que contaminan
nuestro aire, nuestra tierra,

nuestra agua, nuestra comida...

y vean que eso, que lo estamos haciendo
en Cuba también, provoca que

cuando por la mañana miramos
hacia el horizonte,

vean esa capa de gris, el humo, el smog
que cubre la ciudad cada día

y es lo que estamos respirando cada día.

Esto que ven ahora no es
la chimenea de una fábrica,

no es la chimenea de una
termoeléctrica o de una refinería.

Es la chimenea de un hospital y
les transmito entonces el concepto

de que el hospital tradicional,
en el mundo entero no solo en Cuba,

a la vez que cura, mata.

El hospital es un gran
contaminante del planeta.

Es un gran utilizador de energía
a partir de combustibles fósiles.

Es un gran utilizador de productos
que, después, botamos a la basura,

que no reciclamos, contribuyendo
al empobrecimiento de este planeta.

El resultado de todo esto es
cáncer y muchas otras cosas.

Aquí ven la imagen de un pulmón entero
de un paciente que tuve que operar

por un cáncer de pulmón.

Muchas veces le echamos la culpa
al fumador de su propio cáncer:

"Desarrollaste un cáncer y la culpa
es tuya, quién te mandó a fumar".

Pero, cada día, somos más los que
comemos saludable, hacemos ejercicio,

somos delgados, en fin, llevamos
una vida individual saludable.

Y, por culpa de un planeta enfermo,
también estamos cogiendo cáncer,

incluyendo el de pulmón.

Peor aún es que la epidemia de cáncer
infantil va en aumento en el mundo entero

y en Cuba también.

Estos bebés, ya todavía
en el útero de su madre,

donde deberían estar protegidos,
calienticos...

El problema es que ya están recibiendo,
"respirando" por la sangre que les entra

por el cordón umbilical, los venenos
que la madre ha recibido

y está recibiendo durante el embarazo.

Ellos no tienen la culpa,
la culpa la tenemos todos nosotros:

la sociedad.

Todavía hay quien, por razones espurias,
políticas, económicas...

plantean que no, que
no está ocurriendo nada,

que no estamos destruyendo la Tierra,
y el calentamiento global es una falacia.

Pero la evidencia, como ven, es mucha.

Ya no hay quien discuta esto con
un razonamiento científico claro

y llegó el momento de actuar.

Y llego a lo que quiero proponerles:
construir un hospital ecológico,

un hospital sostenible...

lo que me gusta llamar
un "hospital verde".

Es un hospital amistoso con
la sociedad y la naturaleza

y resuelve todos los problemas
que venía explicándoles previamente.

Sería un hospital que podríamos ver
como una empresa sustentable,

una empresa socialmente responsable
que, además de curar a las personas,

respetaría todos los principios, llamados
"tres pilares de la sostenibilidad"

que son el social, el económico
y, por supuesto, el ecológico.

A modo de ejemplo de lo que anda mal
con las construcciones, en general,

y en particular los hospitales, vean
algunos datos de mi propio centro.

El IPK, que es un líder mundial en
medicina tropical y en infectología,

consume mensualmente
20 toneladas de petróleo.

Imagínense regar 20 toneladas de
petróleo en cualquier lugar del país.

Y consume 10 megawatts diarios
de electricidad.

Fue construido sin aleros
que bloqueen la lluvia o el sol.

Las enormes superficies de techo,
pintadas de un color oscuro,

absorben el calor del astro rey
y lo transmiten a las habitaciones debajo.

Si yo pudiera cubrir esas superficies
con paneles fotovoltaicos,

pues podríamos cortar el grueso cable
de electricidad que alimenta el centro.

Estos, además,
son algunos de los materiales

que cada día utilizo
en mi salón de operaciones.

Son materiales de alto valor económico:
cada día cuesta más caro

en la práctica de la medicina, pero
además de una amplia huella ecológica.

Muchos de ellos
son derivados del petróleo.

Imaginen Uds., qué pasará en 30 o 50 años

cuando se acaben las reservas
mundiales de petróleo

y no tengan con qué fabricar guantes,
jeringuillas, catéteres, bolsas de suero.

¿Cómo practicaremos medicina entonces?

Me aterra pensar, yo como médico,
yo como cirujano,

en ese futuro en que tendré el "know-how"
pero no tendré con qué trabajar.

Al final de la jornada, estos productos
de gran valor económico,

no los reciclamos: los llevamos
a un basurero o, peor aún,

los llevamos a una incineradora donde
gastamos más petróleo todavía en quemarlos

generando humos tóxicos
a la atmósfera.

O sea, el ciclo es
totalmente problemático.

Les traigo entonces mi sueño:
construir el hospital verde.

Quiero cortar el tumor
que destruye a la humanidad

con el bisturí de la
arquitectura ecológica.

Este sueño, todavía no está construido

pero en mi mente sí:
es un castillo en las nubes,

es el trabajo de arquitectos jóvenes con
los que estamos desarrollando estas ideas.

Lo veo como un hospital amistoso
con los pacientes y con el planeta.

El concepto inicial que tenemos
es de una clínica quirúrgica

porque ese es mi trabajo,
conceptualizado alrededor

de cuatros salones de operaciones
y todo lo demás está en función

de esas unidades quirúrgicas.

Podría construirse dentro
de la ciudad, pero en mi sueño

lo veo en las afueras, a orillas
del mar o en la falda de una colina.

Sus techos y fachadas estarían
recubiertos de paneles fotovoltaicos,

calentadores solares,
generadores eólicos...

de forma que tendría un 100 %
de autonomía energética

a la vez que el consumo energético interno
sería bajo por muchas tecnologías

que tenemos ya actualmente disponibles.

De esta forma, logramos la idea
filosófica-bioética básica

de la cual les he estado hablando.

Sería un hospital, que además
que en su arquitectura material

y en la arquitectura espiritual
del personal que trabaje en él,

no generaría miedo
en los pacientes y sus familiares.

Sería un lugar alegre para trabajar
y, si se puede hablar de alegría,

para entrar en él como enfermo,
trataríamos de acercarnos lo más posible

a ese objetivo.

El momento está ya maduro,
listo para lograrlo.

Cuba es un lugar idóneo para
desarrollar este tipo de proyectos.

El hospital verde es una situación
de ganancia-meta:

ganancia social, económica,
ecológica, política...

Sería una forma adicional de cimentar:
es una revolución, una evolución

que cimenta más todavía
la ya merecida fama de Cuba

en el campo de la salud.

De esta forma, pudiéramos esperar
que, construyendo hospitales verdes

y resolviendo además todos los problemas,
muchos, que tiene el planeta,

dentro de 100 años quisiera
que estas imágenes

fueran solo pesadillas del pasado,
malos recuerdos del pasado.

Y espero que dentro de 100 años
mi profesión pueda dejar de existir.

La evidencia es suficiente:
ya es hora de dejar de hablar.

Únanse conmigo para construir
el hospital verde.

Muchas gracias.

(Aplausos)