Nacer niña en el lugar equivocado | Khadija Gbla | TEDxCanberra

Esta charla es de un evento TEDx, organizado de manera independiente a las conferencias TED.

Khadija Gbla se crió en Sierra Leona. Cuando era una niña, sufrió mutilación genital femenina (MGF). Como mujer adulta, vive cada día con las consecuencias. Está decidida a acabar con esta forma de abuso a las niñas, y está dispuesta a dedicar su vida a ello.

Hola.

Hoy voy a compartir
mi experiencia personal

con la mutilación genital femenina, MGF.

Siéntanse libres de llorar,
reír, cruzar las piernas

o de hacer lo que les pida el cuerpo.

No voy a hacer una lista de las cosas
que puede hacer su cuerpo.

Nací en Sierra Leona.

¿Alguien ha visto "Diamante de sangre"?

Si están pensando en algo...

No llevo diamantes, por cierto.

¿Han oído hablar del ébola?
Bueno, eso también pasa en Sierra Leona.

No tengo ébola. Están a salvo.

No salgan corriendo.

Siéntense, no pasa nada.
Me hicieron pruebas antes de llegar.

Mi abuelo tenía tres mujeres.

No sé por qué un hombre
necesita más de una mujer.

Hombres, ¿necesitan más de una mujer?

No creo. Ya lo ven.

Creo que lo que quería
era tener un infarto.

De verdad lo creo.

Cuando tenía tres años, en 1991,
estalló la guerra en Sierra Leona.

Recuerdo ir a la cama una noche
y que todo estuviera bien.

Al día siguiente me desperté

y caían bombas por todos lados

y había gente tratando de matarnos
a mí y a mi familia.

Huimos de la guerra y acabamos en Gambia,
en África Occidental.

Ahí también hay ébola,
así que no se acerquen.

Allí como refugiados

no sabíamos qué iba a ser de nosotros.

Mi madre solicitó refugio.

Es una mujer inteligente y maravillosa

y tuvimos suerte.

Australia dijo, nosotros los acogemos.

Buen trabajo, Australia.

Antes de irnos

mi madre vino a casa un día y dijo:

"Vamos a hacer un viaje,
una excursión".

Nos subió en un auto

viajamos durante horas
y llegamos a un lugar en medio del campo

en una zona remota de Gambia.

Allí encontramos dos cabañas.

Una anciana se acercó a nosotras.

Parecía de etnia aborigen, era muy mayor.

Habló con mi madre y se fue.

Después volvió y pasó de largo
hacia la segunda cabaña.

Yo pensaba:

"Esto es muy raro.
No sé qué está pasando".

Entonces,

mi madre me llevó a la cabaña.

Me desnudó

y me tumbó a la fuerza en el suelo.

Intenté soltarme pero no pude.

Entonces la anciana se me acercó
con un cuchillo oxidado

uno de esos cuchillos afilados

anaranjado, no conocía ni el agua
ni la luz del sol.

Pensé que iba a matarme,

pero no lo hizo.

Se deslizó despacio por mi cuerpo

y se detuvo a la altura de mi vagina.

Agarró lo que ahora sé que era mi clítoris

y con ese cuchillo oxidado
empezó a cortarlo poco a poco.

Grité y lloré

y le pedí a mi madre que me soltara
para que terminara ese dolor

pero todo lo que hizo fue decir "Cállate".

La anciana me cortó la carne
durante lo que me pareció una eternidad

y cuando acabó

tiró ese pedazo de carne al suelo

como si fuera lo más asqueroso
que hubiera tocado nunca.

Me soltaron y me dejaron allí sangrando

llorando y confundida
sobre lo que acababa de suceder.

Nunca volvimos a hablar de ello.

Muy pronto supimos
que íbamos a ir a Australia,

iban a ser las Olimpiadas en Sídney

y la gente decía
que íbamos al fin del mundo

que no había nada después de Australia.

Sí, eso nos tranquilizó bastante.

Tardamos tres días en llegar.

Fuimos a Senegal, luego a Francia
y después a Singapur.

Fuimos al baño a lavarnos las manos.

Y estuvimos 15 minutos
intentando abrir el grifo así.

Entonces entró alguien

pasó la mano por debajo
y empezó a salir agua

y pensamos ¿esto es lo que nos espera?

En serio.

Llegamos a Adelaida, un lugar pequeño

donde literalmente nos dejaron tirados.

Nos dejaron ahí.

Estábamos muy agradecidos.

Nos instalamos y nos gustó.

Y sentimos
"Estamos en casa, estamos aquí".

Entonces alguien nos llevó
al centro comercial.

Solo hay uno en Adelaida.

Es un lugar muy pequeño.

Y vimos a un montón de asiáticos.

Mi madre entró en pánico
y dijo de repente:

"Te has confundido de sitio.
Llévanos de nuevo a Australia".

Bueno, le tuvieron que explicar
que hay muchos asiáticos en Australia

y que estábamos donde debíamos.

No pasa nada, todo va bien.

Mi madre entonces tuvo la genial idea

de llevarme a un colegio de chicas
porque son menos racistas.

No sé en qué periódico leyó eso.
(Risas)

A día de hoy no he encontrado pruebas
de que sea cierto.

Era la única chica negra
entre 600 chicas blancas.

No, era la única persona
con algo de color en mi piel.

Dejémoslo así. Color chocolate.

No había asiáticas, ni indígenas.

Lo que sí había era chicas morenas,

que sentían la necesidad de tomar sol.

Pero no era lo mismo
que mi chocolate. No.

Adaptarme a Australia
me costó bastante,

pero fue aún más difícil cuando
me hice voluntaria de una organización

llamada Women's Health Statewide,

y empecé a formar parte de su programa
de mutilación genital femenina

sin ser consciente de qué se trataba
el programa en cuestión

ni de que tenía algo que ver conmigo.

Me pasé meses explicando
a médicos y enfermeras

qué era la mutilación genital femenina

y dónde se practicaba:

África, Oriente Medio, Asia,
y Australia, Londres y EE.UU.

porque, como todos sabemos,
vivimos en una sociedad multicultural,

y la gente que llega de esos lugares
trae su cultura consigo,

y a veces tienen prácticas culturales
con las que podemos no estar de acuerdo,

pero que siguen manteniendo.

Un día estaba mirando el esquema

de los distintos tipos
de mutilación genital femenina

MGF para resumir.

El Tipo 1 consiste en que te cortan
el capuchón del clítoris.

El Tipo 2 consiste en la mutilación
total del clítoris

y parte de los labios mayores o externos,

y el Tipo 3 consiste
en que te cortan el clítoris

y te cosen

dejando solo un agujerito
para hacer pis y para la regla.

Mis ojos se quedaron
clavados en el Tipo 2.

Antes de esto,
se podría decir que tenía amnesia.

Estaba tan traumatizada
por lo que había pasado

que lo había olvidado por completo.

Sí, sabía que algo malo me había pasado,

pero no me acordaba qué.

Sabía que tenía una cicatriz ahí,

pero pensaba que todo el mundo tenía una.

Que eso le había pasado a todo el mundo.

Pero cuando miré el Tipo 2,
lo recordé todo.

Recordé lo que me habían hecho.

Recordé estar en aquella cabaña

con aquella anciana
y con mi madre sujetándome.

No puedo expresar con palabras
el dolor que sentí,

la confusión que sentí,

porque entonces me di cuenta
de que me habían hecho algo horrible

que en esta sociedad
se consideraba bárbaro,

y se llamaba mutilación.

Mi madre lo había llamado circuncisión,

pero aquí se llamaba mutilación.

Y pensé, ¿estoy mutilada?
Soy una persona mutilada.

Dios mío.

Y luego vino la furia.

Me volví una negra furiosa.
(Risas)

Claro que sí.

Pequeña, pero furiosa.

Fui a casa y le dije a mi madre:

"Hiciste algo".

No es nada africano
eso de acusar a una madre,

pero estaba preparada
para las consecuencias.

"Me hiciste algo".

Y ella me dijo: "¿De qué hablas, Khadija?"

Está acostumbrada a mis malos humos.

Y le dije: "Hace muchos años
me circuncidaste.

Me quitaste algo que me pertenecía".

Y me dijo: "Sí, lo hice.

Lo hice por tu propio bien.

Lo hice por ti.

Tu abuela me lo hizo a mí,
y yo te lo hice a ti.

Es lo que te ha hecho mujer".

Y yo le dije: "¿Cómo?"

Y ella dijo: "Te ha empoderado, Khadija.

¿Te pica ahí abajo?"

"No, ¿por qué iba a picarme?", le dije.

Y ella dijo:
"Bien, si no estuvieras circuncidada

te picaría ahí abajo.

A las mujeres no circuncidadas
les pica sin parar.

Y entonces se acuestan con cualquiera.

Y tú no vas a acostarte con cualquiera".

Y pensé

que su definición de empoderamiento
era muy rara. (Risas)

Ahí terminó la conversación.

Y volví a la escuela.

Eran los tiempos de las
revistas Dolly y Girlfriend.

Siempre traían una sección sellada.
¿Se acuerdan?

Ya saben, las cochinadas.

Ay, sí, me encantan.

El caso es que siempre había
un artículo sobre el placer

y las relaciones y, por supuesto, el sexo.

Pero siempre suponían que tenías clítoris

y yo pensaba "esto no es para mí.

Esto no va de gente como yo.

Yo no tengo clítoris".

Veía la tele y esas mujeres gemían
"¡Ah! ¡Ah!"

Y yo pensaba:
"Esta gente y su maldito clítoris"

(Risas)

¿Qué se supone que tiene que hacer
una mujer sin clítoris con su vida?

Eso es lo que me gustaría saber.

Yo también quiero hacer
"¡Ah! ¡Ah!" y todo eso.

Pero nada.

Así que volví a casa otra vez
y le dije a mi madre:

"Dolly y Girlfriend dicen
que merezco sentir placer,

que debería tener orgasmos,

y que los hombres blancos tienen
que aprender a encontrar el clítoris".

Se ve que a los blancos
les cuesta encontrar el clítoris.

(Risas)

No lo digo yo, lo dice Dolly.

Y pensé para mis adentros,
como una especie de broma interna:

"Me casaré con un hombre blanco.

Así no tendrá ese problema conmigo".
(Risas)

Así que le dije a mi madre:

"Dolly y Girlfriend dicen
que merezco sentir placer

¿y sabes lo que me has quitado,
lo que me has negado?

Me has invadido en lo más sagrado.

Quiero sentir placer.

Quiero estar cachonda, maldita sea".

Y ella me dijo:
"¿Quiénes son Dolly y Girlfriend?

¿Son tus nuevas amigas, Khadija?"

Y yo dije "No, mamá. Son revistas".

No lo pilló.

Veníamos de mundos distintos.

Cuando ella era joven,
no tener clítoris era la norma.

Era algo que se celebraba.

Yo era una chica afro-australiana.

Y vivía en una sociedad
totalmente clitocéntrica.

¡Todo se trataba del maldito clítoris!

¡Y yo no tenía!

Eso me enojaba muchísimo.

Así que cuando pasé
por esa fase de enojo,

dolor y confusión

recuerdo pedir cita con mi terapeuta.

Sí, soy africana y tengo terapeuta.
Ya ven.

Y le dije,

(tenía 13 años, era una niña.

me estaba adaptando a un país nuevo,

estaba enfrentándome al racismo
y la discriminación,

el inglés era mi tercera lengua,
y además estaba eso)

le dije: "Siento que no soy mujer

por lo que me hicieron.

Me siento incompleta.

¿Voy a ser asexual?"

Porque por lo que sabía de la MGF

el principal propósito era controlar
la sexualidad de las mujeres.

Para que no tuviéramos deseo sexual.

Y le dije: "¿Soy asexual ahora?

¿Voy a vivir el resto de mi vida
sin sentir deseo sexual?

¿Sin disfrutar del sexo?"

No supo responder a mis preguntas,

así que se quedaron sin respuesta.

Cuando me vino la regla,
como a los 14 años,

me di cuenta de que mis periodos
no eran normales debido a la MGF.

Mis reglas eran abundantes,
largas y muy dolorosas.

Entonces me dijeron que tenía miomas.

Son como una especie de bolitas.

Una de ellas cubría uno de mis ovarios.

Y entonces llegó el notición:

"No creemos que puedas
tener hijos, Khadija".

Y una vez más me convertí
en una negra furiosa.

Fui a casa y le dije a mi madre:

"Lo que hiciste, y no me importa
cuál fuera tu intención"

(porque ella pensó que lo hacía por amor)

"lo que hiciste por amor
me duele y me hace daño.

¿Qué tienes que decir a eso?"

Y me dijo: "solo cumplí
con mi deber como madre".

Sigo esperando una disculpa, por cierto.

Más tarde me casé.

Y una vez más,

la MGF es un regalo para toda la vida.

Te das cuenta de eso bastante rápido.

El sexo era muy doloroso.

Dolía todo el rato.

Y era consciente de que me habían dicho:
"No puedes tener hijos".

Y pensé: "Vaya, ¿esto es mi vida?
¿Esto es todo?"

Les puedo decir con orgullo

que hace cinco meses

me dijeron que estoy embarazada.

(Aplausos)

Soy una chica con suerte.

Hay tantas mujeres que han sufrido MGF

que tienen infertilidad.

Conozco a una niña de nueve años
con incontinencia, infecciones, dolor.

Es ese regalo para toda la vida.

Afecta cada aspecto de tu vida

y a mí me ocurrió porque nací niña

en el lugar equivocado.

Por eso me sucedió.

Canalizo toda esa furia,
todo ese dolor en el activismo

porque necesito que mi dolor
sirva para algo.

Por eso dirijo la organización
No FGM Australia.

Me han oído bien.

¿Por qué No FGM Australia?

Hay MGF en Australia.

Hace dos días tuve que llamar
a protección del menor,

porque en algún lugar de Australia

hay una niña de cuatro años
cuya madre planea su MGF.

Esa niña está en preescolar.
Voy a dejar que lo procesen: cuatro años.

Hace un par de meses conocí a una mujer
casada con un hombre malayo.

Su marido llegó un día
y dijo que iba a llevarse a sus hijas

a Malasia para que
les cortaran el clítoris.

Y ella preguntó por qué.
"Porque es algo sucio", dijo él.

Y ella:
"Bueno, tú te casaste conmigo".

Y él: "Bueno, es mi creencia cultural".

Entraron en una discusión
en la que ella le dijo:

"Por encima de mi cadáver
les harás eso a mis hijas".

Pero imaginen que esta mujer
no supiera lo que es la MGF

o que no se hubiera dado esa conversación.

Sus hijas habrían ido a Malasia

y habrían vuelto cambiadas de por vida.

¿Saben cuántos millones de dólares

nos costaría tratar un asunto cómo este?

Una de cada tres niñas en Australia

están en riesgo de sufrir MGF.

Este es un problema australiano, gente.

No es un problema africano,
ni de Oriente Medio.

No es ni blanco ni negro.
No tiene color, es problema de todos.

La MGF es abuso de menores.

Es violencia contra las mujeres.

Es afirmar que las mujeres
no tenemos derecho al placer sexual,

que no tenemos derecho
sobre nuestros cuerpos.

Bueno, me niego a eso.
Son mentiras.

Eso es todo lo que tengo que decir.

(Aplausos)

Puedo decir con orgullo que estoy poniendo
de mi parte para acabar con la MGF.

¿Qué van a hacer Uds.?

Puede que haya una niña en su clase
que esté en riesgo de sufrir MGF.

Puede que haya una paciente de su hospital

que esté en riesgo de MGF.

Pero esta es la realidad,

que incluso en nuestra querida Australia,

el lugar más maravilloso del mundo,

se abusa de niñas
poniendo la cultura como excusa.

La cultura no debería ser una excusa
para el abuso de menores.

Quiero que cada uno de Uds.
se tome la MGF como algo suyo.

Conviértanlo en algo personal.

Podría ser su hija, su hermana, su prima.

No puedo luchar contra la MGF sola.

Puedo intentarlo, pero es imposible.

Por eso le pido que me acompañen.

Firmen mi petición en Change.org

Escribiendo Khadija, mi nombre,
la encontrarán. Fírmenla.

El objetivo es conseguir apoyo
para víctimas de la MGF en Australia

y proteger a las niñas
que están creciendo aquí

contra esta horrible práctica

porque todas las niñas
tienen derecho al placer.

Todas las niñas tienen derecho
a que sus cuerpos se mantengan intactos,

y maldita sea, todas las niñas
tienen derecho a un clítoris.

Así que por favor ayúdenme
a acabar con esta práctica.

Mi cita favorita es:

"Para que triunfe el mal,

solo es necesario que un puñado
de personas buenas no hagan nada".

¿Van a permitir que el horror de la MGF

se mantenga en Australia?

No lo creo,

así que, por favor, ayúdenme a asegurar
que mi generación sea la última.

Gracias.

(Aplausos)