¿El dinero nos hace avaros? | Paul K. Piff | TEDxMarin

Es increíble lo que puede revelar una partida de Monopoly manipulada. En esta entretenida pero reveladora charla, el psicólogo social Paul Piff comparte su investigación sobre cómo se comporta la gente cuando se siente rica. (Un adelanto: muy mal). Pero aunque el problema de la desigualdad es un desafío complejo, también hay buenas noticias.

Esta charla es de un evento TEDx, organizado de manera independiente a las conferencias TED. Más información en: http://ted.com/tedx

Es realmente un honor estar
en esta importante y distinguida reunión

y tener la oportunidad de hablarles
un poco sobre mi investigación.

Quiero que, por un momento,

piensen que están jugando al 'Monopoly'.

Excepto que, en este juego, la combinación
de habilidades, talento y suerte

que los ha ayudado a tener éxito
en el juego, como en la vida,

ha pasado a un segundo plano

porque este juego ha sido manipulado
y Uds. tienen todas las de ganar.

Tienen más dinero,

más oportunidades
de moverse por el tablero

y más acceso a recursos.

Y mientras piensan en esta experiencia,

quiero que se pregunten:

¿Cómo podría la experiencia
de ser un jugador privilegiado

en un juego manipulado cambiar
lo que piensan sobre sí mismos

y sobre el otro jugador?

Hicimos un estudio en la Universidad
de California, en Berkeley,

para analizar exactamente esa pregunta.

Reunimos más de 100 parejas
de desconocidos en el laboratorio

y, tirando una moneda al aire,

asignamos al azar a uno de los dos
para hacer de rico en un juego manipulado.

Se les dio el doble de dinero;

cuando pasaban la casilla
de salida, cobraban doble salario

y podían tirar ambos dados
en lugar de uno,

así que tenían que hacer
más movimientos por el tablero.

(Risas)

Durante 15 minutos

observamos lo que pasaba
mediante cámaras ocultas.

Lo que quiero hacer hoy, por primera vez,

es mostrarles un poco de lo que vimos.

Perdonen la calidad del sonido

porque, repito, fueron cámaras ocultas.

Así que hemos puesto subtítulos.

[Video] Jugador rico:
¿Cuántos tienes de 500?

Jugador pobre: Solo uno.

JR: En serio?
JP: Sí.

JR: Yo tengo tres. (Ríe)
No sé por qué me dieron tantos.

Paul Piff: Los jugadores se dieron cuenta
rápidamente de que había algo raro.

Claramente, una persona tiene
más dinero que la otra persona.

Aun así, mientras el juego avanzaba,

vimos que empezaron a aparecer
notables y enormes diferencias

entre los dos jugadores.

El jugador rico empezó a hacer
más ruido al moverse por el tablero,

golpeando literalmente el tablero
con la pieza mientras la movía.

(Pieza del juego golpea el tablero)

Tuvimos la oportunidad
de ver signos de dominio

y señales no verbales, muestras de poder

y celebraciones entre los jugadores ricos.

Teníamos un plato con galletas
ubicado a un lado,

abajo, sobre la esquina derecha.

Eso nos permitió ver el comportamiento
de los participantes al comer.

Básicamente, estamos controlando
cuántas galletas comen los participantes.

[Video] JR: ¿Estas galletas
son una trampa?

JP: No sé.

Paul Piff: Pues bien,
no sorprende: sospechan.

Se preguntan qué hace ahí
un plato de galletas.

Uno incluso pregunta, como vieron,

si ese plato de galletas es una trampa.

Y a pesar de eso, el poder de la situación
parece dominar inevitablemente,

y los jugadores ricos
empezaron a comer más galletas.

(Risas)

[Video] JR: Me encantan estas galletas.

(Risas)

Paul Piff: Y conforme el juego avanzaba,

uno de lo patrones más
interesantes e impresionantes

empezó a aparecer.

Fue que el jugador rico comenzó
a volverse más grosero

hacia la otra persona,

menos sensible a la situación
de los otros jugadores pobres,

y a demostrar de modo
más ostensible su éxito material,

con más tendencia a exhibir
lo bien que le estaba yendo.

[Video] JR: Tengo dinero...

(Ríe) Tengo más dinero para todo.

JP: ¿Cuánto es eso?

JR: Me debes 24 dólares.

Pronto vas a perder todo tu dinero.

Lo voy a comprar. Tengo mucho más dinero.

Tengo mucho más dinero,
me lleva mucho tiempo.

JR: Voy a comprar todo este tablero.

JR: Vas a quedarte sin dinero pronto.

Soy intocable en este momento.

(Risas)

Paul Piff: Y aquí está lo que
considero sumamente interesante:

tras los 15 minutos,

les pedimos a los jugadores hablar
sobre su experiencia durante el juego.

Y cuando los jugadores ricos se referían
a por qué inevitablemente ganaron

en este juego manipulado de Monopoly,

(Risas)

hablaron sobre lo que habían hecho
para comprar las diferentes propiedades

y lograr éxito en el juego.

(Risas)

Y estaban mucho menos conscientes

de todas las diferentes
características de la situación,

incluyendo el lanzamiento de la moneda

que los había puesto al azar
en esa situación privilegiada

al principio del juego.

Y esa es una increíble muestra

de cómo la mente interpreta la ventaja.

Este juego de Monopoly puede usarse

como una metáfora para entender
la sociedad y su estructura jerárquica,

donde algunas personas tienen
mucha más riqueza y estatus,

y otras personas no.

Tienen mucha menos riqueza y menos estatus

y menos acceso a recursos valiosos.

Y lo que mis colegas y yo hemos estado
haciendo durante los últimos 7 años

es estudiar los efectos
de este tipo de jerarquías.

Lo que hemos encontrando
mediante docenas de estudios

y con miles de participantes
de todo este país

es que a medida que el nivel
de riqueza de una persona aumenta,

sus sentimientos de compasión
y empatía disminuyen,

y la ideología de que tienen
derechos, merecimientos

e intereses propios aumenta.

En las encuestas, hemos encontrado

que los individuos más ricos
tienen más tendencia a moralizar

y decir que ser codiciosos está bien,

y que la búsqueda del interés propio
es favorable y moral.

Lo que quiero hacer hoy es hablar
sobre algunas de las implicaciones

de esta ideología del interés propio,

sobre por qué nos deberían
importar esas implicaciones

y terminar con lo que debería hacerse.

Los primeros estudios
que hicimos en esta área

fueron sobre las conductas de ayuda,

que los psicólogos llaman
"comportamiento prosocial".

Y estábamos muy interesados

en quién es más propenso
a ofrecer ayuda a otra persona:

alguien que es rico
o alguien que es pobre.

En uno de esos estudios,

convocamos al laboratorio
miembros ricos y pobres de la comunidad,

y le dimos a cada uno
el equivalente a 10 dólares.

Les dijimos a los participantes
que podían quedarse esos 10 dólares

o que podían compartir
una parte, si querían,

con un extraño,
completamente anónimo.

Ellos nunca conocerían al extraño,
y este nunca los conocería a ellos.

Y monitoreamos cuánto dio cada uno.

Individuos que ganaban 25 000,
a veces menos de 15 000 dólares al año,

dieron 44 % más dinero al extraño

que los individuos que ganaban
150 000 o 200 000 dólares al año.

Hemos visto personas jugando a juegos

para ver quién tiene
más tendencia a engañar

para incrementar sus oportunidades
de ganar un premio.

En uno de esos juegos,
alteramos la computadora

para que los dados no superaran
cierto número al tirarlos.

No podían sacar más de 12
en este juego, y aun así,

mientras más rico era el jugador,
más trampa hacía en este juego

para ganar créditos por un premio
en efectivo de 50 dólares,

algunas veces, hasta
tres o cuatro veces más.

Hicimos otro estudio

donde analizamos si las personas
se inclinaban a tomar un caramelo

de un tarro que estaba
explícitamente reservado para niños

(Risas)

que participaban de un estudio.

No bromeo, sé que suena como
si estuviera contando un chiste.

Explícitamente les dijimos
a los participantes:

"Estos caramelos son para niños que están
participando en un laboratorio cercano.

Están en estudios; esto es para ellos".

Y observamos cuántos
caramelos tomaron los participantes.

Los que se sentían ricos
tomaron el doble de caramelos

que los participantes
que se sentían pobres.

Incluso hemos estudiado coches.

No cualquier coche,

sino a los conductores
de diferentes tipos de coches

para saber cuán propensos
eran a violar las reglas.

En uno de esos estudios,

observamos si los conductores
se detendrían ante un peatón

que habíamos puesto a esperar
para cruzar por un paso de cebra.

Ahora bien, en California, como saben,

porque estoy seguro
de que todos lo hacemos,

es obligatorio parar si un peatón
está esperando para cruzar.

Este es un ejemplo de cómo lo hicimos.

Ese es nuestro cómplice,
a la izquierda, que hace de peatón.

Está por cruzar
y el coche rojo se detiene.

Al estilo típico de California,

lo adelanta el autobús
que casi atropella a nuestro peatón.

(Risas)

Aquí vemos un coche más caro, un Prius,

que no se detiene, al igual que el BMW.

Repetimos el experimento
con cientos de vehículos

en días diferentes,

y registramos quién se detenía y quién no.

Lo que encontramos fue que,
cuanto más caro era el coche,

(Risas)

mayor era la tendencia
del conductor a violar las reglas.

Ninguno de los coches

en la categoría de los más económicos

transgredió las reglas.

Casi el 50 % de los coches más caros

rompieron las reglas.

Hicimos otros estudios,
donde los individuos más ricos

eran más propensos
a mentir en negociaciones

para respaldar conductas
poco éticas en el trabajo,

como robar dinero
de la caja registradora,

aceptar sobornos, mentir a los clientes.

No pretendo sugerir

que solo las personas ricas muestran
estos patrones en su comportamiento.

Para nada. De hecho,
creo que todos nosotros,

en nuestra vida, día a día,
minuto a minuto,

luchamos con estas conductas competitivas

de poner o no nuestros propios intereses
sobre los intereses de otras personas.

Y eso es completamente entendible,

porque el "sueño americano" es una idea

en la que todos tenemos las mismas
oportunidades de triunfar y prosperar,

siempre y cuando nos esforcemos
y trabajemos duro.

Y parte de eso a veces significa

poner nuestros propios intereses

sobre los intereses y el bienestar
de las personas que nos rodean.

Pero lo que vimos es que,
cuanto más rica es la persona,

más tiende a perseguir
la idea del éxito personal,

del logro y de la realización

en detrimento de los demás.

Elaboré este gráfico que muestra
la media de ingresos familiares

de cada quinto
y el máximo 5 % de la población

en los últimos 20 años.

En 1993,

las diferencias entre los distintos
quintiles de la población

en términos de ingresos,

eran realmente indignantes.

No es difícil percibir
que hay diferencias.

Pero en los últimos 20 años,
esa diferencia significativa

se ha convertido en un gran abismo
entre las clases superiores y las otras.

De hecho, el 20 % de la clase alta

posee cerca del 90 % del total
de la riqueza en este país.

Estamos frente a niveles sin precedentes
de desigualdad económica.

Significa que la riqueza
no solo se está concentrando

en las manos de un selecto
grupo de individuos,

sino que el "sueño americano"
se está volviendo menos alcanzable

para la gran mayoría de nosotros.

Y si es el caso, como hemos visto,
que mientras más rica es la persona,

con más derecho
se siente sobre esa riqueza,

es más probable que priorice
sus propios intereses

sobre los intereses de las otras personas

y estará dispuesta a hacer cosas
para servir ese interés propio,

pues bien, no hay razón para pensar
que esos patrones van a cambiar.

De hecho, todo indica
que cada vez será peor,

y así es el gráfico si todo se mantiene

en la misma tendencia lineal
en los próximos 20 años.

Ahora bien, la desigualdad económica

es algo que nos debería preocupar a todos,

y no solo por quienes están
al final en la jerarquía social,

sino porque a los individuos y grupos

con desigualdad económica, les va peor.

No solo a las personas
que están al final, sino a todos.

Hay muchas investigaciones
muy convincentes

realizadas en los mejores
laboratorios del mundo,

que muestran el rango
de aspectos que se debilitan

cuando la desigualdad económica empeora.

La movilidad social, cosas
que realmente nos importan.

La salud física, la confianza social,

todo empeora cuando
la desigualdad aumenta.

De manera similar, cosas negativas
en colectividades sociales y sociedades,

como la obesidad y la violencia,

el encarcelamiento y los castigos,

se complican a medida
que la desigualdad económica aumenta.

De nuevo, estos resultados
no solo se refiere a unos pocos,

sino que atraviesan todos
los estratos de la sociedad.

Incluso la clase alta
experimenta estos resultados.

Entonces, ¿qué hacemos?

Este efecto dominó de efectos negativos
que se autoperpetúan, que son dañinos,

darían la sensación
de que se han salido de control

y no hay nada que podamos hacer,

nada como individuos.

Pero, en realidad, en nuestro estudio
de investigación, hemos comprobado

que pequeñas intervenciones psicológicas,

pequeños cambios
en los valores de las personas,

pequeños empujones en ciertas direcciones,

pueden recuperar los niveles
de igualdad y empatía.

Por ejemplo, recordar a las personas
de los beneficios de la cooperación,

o las ventajas de la comunidad,

insta a que los individuos
más ricos sean tan ecuánimes

como lo es la gente pobre.

En un estudio, mostramos a varias personas
un video corto de 46 segundos

sobre la pobreza infantil,

con la idea de que tomaran consciencia
de las necesidades de los demás.

Y después de verlo,

observamos cuán dispuestas estaban
las personas a ofrecer su tiempo

a un extraño que se les presentó
en el laboratorio, que estaba angustiado.

Después de ver ese video,
una hora después,

las personas ricas se volvieron
generosas con su propio tiempo

para ayudar a esta persona, un extraño,

igual que alguien pobre.

Esto sugiere que estas diferencias
no son innatas o categóricas,

sino que son maleables para
influir en los valores de las personas

y dar pequeños empujones
de compasión y de empatía.

Y mas allá de las paredes del laboratorio,

incluso estamos empezando a ver
cambios en la sociedad.

Bill Gates, uno de los individuos
más ricos de nuestra nación,

en su discurso de apertura en Harvard,

habló sobre el problema de desigualdad
al que se enfrenta nuestra sociedad

como el desafío más difícil,

y habló sobre lo que debemos
hacer para combatirlo, al decir:

"Los avances más grandes de la humanidad
no son sus descubrimientos,

sino cómo se aplican esos descubrimientos
para reducir la desigualdad".

Y hay un compromiso

en el que más de 100 de las personas
más ricas de nuestra nación

han prometido donar la mitad
de sus fortunas con fines benéficos.

Y están surgiendo docenas
de movimientos populares

como "Somos el 1 %",

"Resource Generation",

o "Riqueza para el bien común",

donde los miembros
más privilegiados de la población,

miembros del 1 % y de otros sectores,

gente rica,

usan sus propios recursos económicos

tanto adultos como jóvenes,
que es lo más sorprendente,

usan sus privilegios,
sus recursos económicos,

para combatir la desigualdad

proponiendo políticas sociales,

cambios en los valores sociales

y cambios en el comportamiento de la gente

que van en contra
de sus propios intereses económicos

pero que, a la larga, pueden
recuperar el "sueño americano".

Gracias.

(Aplausos)