El poder de contar historias | Andrea Gibbs | TEDxPerth

Con mucho humor, Andrea Gibbs nos cuenta una historia de amor.

Contando historias podemos entendernos mejor y encontrar cosas en común con otros. Podemos compartir pasiones, dificultades, momentos vergonzosos, alegres, dolorosos y otras experiencias típicas del ser humano. Las historias nos permiten conectarnos y sentir que no estamos solos en el mundo.

Andrea Gibbs es la co-creadora de Barefaced Stories y comediante principal en The Big HOO-HAA!

Esta charla es de un evento TEDx organizado de manera independiente
a las conferencias TED. Más información en: http://ted.com/tedx

No soy científica,
pero sí tengo una teoría.

Creo que cuanto más tiempo
has estado soltero

y cuanto más aburrido sea tu trabajo,

más probabilidades habrá

de que te enamores de alguien
que ves en el trabajo todos los días.

(Risas)

Ya sea un colega

o un cliente

o en mi caso, el mensajero.

(Risas)

Hace ocho años trabajaba para una agencia
de viajes en la Universidad Curtin,

y cuando conseguí el trabajo, pensé,

"Esto va a ser genial.

Muchos vuelos baratos,
muchas aventuras increíbles".

Ni soñando fue así.

La mayor parte de mis días
era solo registrar información

y reservar vuelos para chicos de 18
partiendo hacia sus aventuras,

aunque en realidad solo cruzan
al otro lado del mundo

para avergonzarnos al gritar,
"¡Somos australianos!"

y luego vomitarse encima.

(Risas)

En serio, eso es lo que hacían.

Estaba abierta a nuevas oportunidades

pero tampoco sucedía demasiado.

Salvo por el mensajero.

El único problema era

que no era nuestro mensajero,

sino el del negocio de al lado.

Así que toda nuestra relación

se basaba en él pasando
frente a nuestra vidriera

y saludándome con la mano.

(Risas)

Y yo lo saludaba a él

y el tiempo se detenía.

(Risas)

Estábamos tan enamorados.
A veces...

(Risas)

A veces pasaba saludando de ida

y luego saludando a la vuelta.

(Risas)

Ese fue un gran día.

Él era mi Isla hawaiana

en un mar repleto de reservas
de Contiki Tours.

Y en ese entonces yo era la única
chica soltera de la oficina,

una oficina llena de chicas.

Lo que básicamente significaba

que las conversaciones giraban
alrededor de mi falta de sexo,

lo que planeaba hacer los fines
de semana y me salía muy mal,

cómo dejar de ser soltera
y cómo pensaban ayudarme.

Cada vez que el mensajero
pasaba y me saludaba

se ponían a gritar histéricas
y se emocionaban,

"Por Dios, Andrea,
está enamorado de ti".

"Sal ya y coquetéale".

Y yo quería salir y coquetearle

pero no tenía la valentía,

y para ser honesta, creía
que no tenía la más mínima chance

porque él estaba buenísimo

y yo solía salir con nerds gorditos
más fáciles de atrapar.

(Risas)

Tienen rodillas débiles y se cansan fácil.

(Risas)

Pero este tipo estaba tan bueno

que me sorprendió

porque la gente guapa
no suele ser así de amistosa,

y me estaba saludando.

Era alto, de espalda ancha,

mandíbula marcada y glúteos firmes.

Parecía un tipo sencillo,

como alguien que podría
tomarse una cerveza con mi papá,

un granjero australiano de pura cepa.

Esa clase de tipos, sencillos.

Y yo era bastante cobarde

pero al mismo tiempo

disfrutaba de este romance

de saludarnos.

Era sencillo, inocente y hermoso

y sin tonterías.

Era como cuando estás en la secundaria

y tienes tu primera cita

y te sientas al lado de ese chico,
sus rodillas o meniques se tocan.

Sentías la chispa.

Y pensé,

"Este es el hermoso comienzo

de la gran historia de amor de mi vida".

Es como el comienzo de una película.

Una de esas historias

que conocerán tus descendientes,

que pasarán de generación en generación,

"¿Sabes cómo se conocieron
la abuela y el abuelo? Es muy gracioso".

Ese mismo año fue el funeral de mi abuela.

Estábamos en el velorio sentados

y todos, familia y amigos,

recordábamos hermosas
historias sobre su vida

y pensé,

"Supongo que al final
eso es todo lo que somos.

Somos historias".

Nuestras vidas están hechas de historias.

Nuestros recuerdos sobre la gente.

Historias que nos hacen sentir
no tan solos en el mundo.

Pero no son historias
a menos que algo suceda, ¿verdad?

18 meses después

(Risas)

de todos estos saludos,

me estaba poniendo ansiosa
y algo tenía que pasar.

(Risas)

E iba a tener que pasar gracias a mí.

Así que decidí hacer algo importante.

Decidí renunciar a mi trabajo.

No porque tuviese otro

sino porque me vería forzada
a mover mis fichas con este tipo

del que había estado enamorada
por los últimos 18 meses.

Soy buena con las fechas límite,
así que lo hice en mi último día.

Les dije a las chicas
y se emocionaron,

no tanto porque renunciaba,

sino por lo que estaba
por hacer con este tipo

y me sugerían cosas
para llamar su atención como:

"Sí, vamos, sal y dile algo como

'¡Pero qué paquete, amigo!'"

(Risas)

Y yo: "No gracias.

Déjenme los chistes a mí".

Y también quería conservar
esta comunicación no verbal

que ya estaba en marcha.

No quería salir con los tapones de punta.

Además, estaba en una etapa
de fanatismo por Bob Dylan

y amaba el video musical de
"Subterranean Homesick Blues",

donde muestra la letra de la canción

con carteles, y pensé,

"Eso voy a hacer.

Le voy a escribir notas
de amor con carteles

y me voy a parar en la vidriera
cuando pase,

justo en mi último día.

¡Qué creativa!"

(Risas)

Así que el día anterior pasé por tiendas,

compré cartulinas de colores,
las llevé a casa

y escribí con letras negras enormes,

y después vi que mi letra
era muy desprolija,

le pedí a mi compañera
diseñadora que lo hiciera

porque por alguna razón,

creí que cuando el mensajero
viera mi letra pensaría,

"Ni soñando".

(Risas)

Así que los llevé al trabajo
mi último día,

les mostré a las chicas y les encantó,

no podían creer el trabajo
que me había tomado,

y yo les dije: "Vamos chicas,

no haría menos por el amor de mi vida".

Estábamos trabajando esa mañana;
escribía en mi computadora.

Alguien pasaba por la vidriera,
todas nos asomábamos ansiosas,

Mirábamos todo el tiempo.

Dan las 11:30, su horario habitual.

Me pongo nerviosa,

empiezo a enloquecer,

"No quiero tener que venir el lunes
y hacer esto sin que me paguen".

(Risas)

Entonces, se hacen las 11:45.

Todavía no pasa.

12 en punto, tenemos mucho trabajo
reservando vuelos para estudiantes.

Mis compañeras,

"Quédense. Se viene un espectáculo".

Se empieza a llenar la sala.

Se hacen las 12:30

y me dan ganas de tirar la toalla,

me voy al fondo para almorzar,

y cuando me paro, lo veo
pasando por la vidriera

y Shaz, mi compañera, entra en pánico:

"Se va Andrea. Se va".

Y yo: "Cálmate, Sharon.

Espero que pase a la vuelta

así me lleva románticamente
en su camioneta

después de hacer su trabajo".

Suena mal, ¿no?

"¿Llevarme románticamente
en una camioneta?".

(Risas)

Como sea, empiezo a levantar los carteles,

y le digo a mi jefe que suba la radio,

ya saben, como para tener
música de ambiente o algo así.

(Risas)

Lo veo salir del negocio de al lado,

me paro cerca de la ventana y me lanzo.

(Música: 'Kiss" de Prince)

[¡EY, SEÑOR! ¡DETÉNGASE!]

[HOY ES MI ÚLTIMO DÍA]

[NO MÁS SALUDOS]

[¿ME VA A EXTRAÑAR?]

[¿CUÁNTO?]

(Risas)

[¡ESO ES MUCHO!]

(Risas)

[¿LE GUSTA...

LA CERVEZA?]

[¡A MÍ TAMBIÉN!]

[¡TENEMOS TANTO EN COMÚN!]

[CERVEZA]

[Y SALUDARNOS]

[SALUDARNOS]

[Y CERVEZA]

[ME PREGUNTABA...]

[¿TIENE NOVIA?]

[¿ESPOSA?]

[¿NOVIO?]

(Risas)

[¡YO TAMPOCO!]

[¿LE GUSTA CÓMO LUCEN?]

(Risas)

[¡QUÉ BIEN! (A MÍ TAMBIÉN)]

[ENTONCES, ESTO LE VENDRÍA BIEN...]

[040810626]

(Aplausos y ovación)

Gracias.

Gracias.

Me alegro que lo aprecien
porque él no lo hizo.

(Risas)

No llegó a ver ni la mitad
de los carteles

porque cuando llegué
al de "¿Tienes novia?"

me dijo que sí.

(Público) Ohhh.

Y no había plan B.

No sabía qué hacer.
Sentí tanta vergüenza.

Y todos los que me estuvieron
animando mientras lo hacía

de repente estaban en las computadoras.

(Risas)

Y estaba tan avergonzada que escondí
la cabeza detrás del cartel,

deseando que me tragara la tierra,

aunque fuese científicamente imposible.

Pero aún así lo intenté

poniendo mi cabeza contra el vidrio
y deslizándome hacia abajo.

(Risas)

Estaba arrodillada mirándolo y pensando,

"Vete amigo. Solo vete".

Pero no se iba

y Shaz: "Va a entrar, va a entrar".

Y entró y yo estaba parada ahí,
roja de verguenza.

y él: "Último día, ¿no?".

y yo: "Sí, amigo".

Y me dio un abrazo,
el cual se sintió muy bien,

pero no tan bien

porque fue un típico, horrible
abrazo de lástima, como,

"Se te va a pasar amiga,
se te va a pasar".

(Risas)

Y seguí trabajando esa tarde, avergonzada,

y las chicas me preguntan: "¿Estás bien?".

Y yo: "Sí, estoy perfecta.

Me pasa todo el tiempo".

(Risas)

Tratar de conseguir tipos
haciendo carteles.

Estoy muy molesta.

Llego a casa, lloro un poco

y pienso, "¿Quién hace eso?".

Es decir, ¿cómo pensé
que eso me iba a salir bien?

La vida no es así.

¿Cierto?

Pero pienso, "Acéptalo".

Al menos le alegré un rato la vida

y ahora él tiene una historia

en la cual alguien tuvo
un gran gesto romántico.

Y si alguna vez no se siente amado

o triste o mediocre,

cuando se acuerde,

va a sonreír

y no va a sentirse tan solo en el mundo.

No siempre podemos elegir las historias
que son parte de nuestras vidas,

pero si nos arriesgamos,

y mostramos que somos
humanos y vulnerables,

ahí es donde están las mejores historias.

Gracias.

(Aplausos)

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