Tycho Brahe, el astrónomo escandaloso - Dan Wenkel

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Si piensas que los científicos llevan vidas monótonas y aburridas, no debes conocer a Tycho Brahe. El astrónomo del siglo XVI que predijo con precisión el movimiento planetario, llevó una vida bastante dramática… que incluye un secuestro, un duelo de espadas e incluso involucra a un enano clarividente. Dan Wenkel se sumerge en la historia que hay detrás de este científico sensacional, y explica cómo siguió despertando la intriga, incluso después de su muerte.
Lección de Dan Wenkel, animación de Andrew Nam.

¿Cómo imaginas la vida
de un científico?

¿Aburrida y monótona,

pasando horas interminables
en el laboratorio

sin interacción social?

Quizá es así para algunos,
pero no para Tycho Brahe.

El erudito del siglo XVI que predijo
con precisión el movimiento planetario

y catalogó cientos de estrellas antes
de la invención del telescopio

también tuvo una vida estelar.

Tycho Brahe nació en 1546
entre nobles daneses,

pero a los 2 años fue secuestrado
para ser criado por su tío.

A sus padres no pareció importarles.

Tycho se supone que tendría
una carrera en derecho,

pero después de presenciar
un eclipse solar a los 13 años,

empezó a pasar más tiempo

con las matemáticas y los
profesores de ciencias,

quienes le enseñaron el arte
de la observación celeste.

Para cuando el tío de Tycho lo envió
a Alemania un par de años más tarde,

había perdido el interés
en sus estudios de derecho,

y en cambio leía libros de astronomía,

improvisando instrumentos,

y tomando notas detalladas
de los cielos nocturnos.

No pasó mucho tiempo antes
de que sus propias mediciones

fueran más precisas que
las de sus libros.

Ya en Alemania, Tycho discutió

con otro estudiante en una fiesta

sobre una fórmula matemática,

lo que terminó en un duelo de espadas

y Tycho perdió buena parte de su nariz.

Después de eso, se dijo que llevó

una prótesis de oro y plata

que pegó a su cara.

Por suerte, Tycho no necesitó la nariz

para continuar su trabajo en astronomía.

Siguió estudiando el cielo nocturno

y creando todo tipo de instrumentos,

incluyendo un cuadrante del tamaño
de un edificio para medir

el ángulo de las estrellas.

Luego de meses de cuidadosa observación,

Tycho descubrió una nueva estrella

en la constelación de Casiopea.

La publicación de este descubrimiento
le dio el estatus de estrella de rock

y ofertas de puestos científicos
en toda Europa.

Queriendo retenerlo en casa,

el rey de Dinamarca
le ofreció a Tycho

su propia isla con un
observatorio de vanguardia

llamado Uraniborg, con un costo de cerca
del 1 % del presupuesto de Dinamarca.

Este observatorio era
más bien un castillo,

con jardines formales,

habitaciones para la familia,
el personal y visitas de la realeza,

y una sección bajo tierra para
todos los instrumentos gigantes.

Tycho también construyó una
fábrica de papel y una imprenta

para publicar sus artículos,

y un laboratorio para estudiar alquimia.

Y como ningún castillo estaría completo

sin entretenimiento,

Tycho empleó un enano clarividente

llamado Jep como bufón de la corte.

Tycho vivió en su isla,

estudiando y de fiesta unos 20 años.

Pero después de pelearse
con el nuevo rey danés,

aceptó una invitación
del Sacro Imperio Romano

para convertirse en el astrónomo
oficial imperial de Praga.

Allí conoció a otro famoso
astrónomo, Johannes Kepler,

que fue su asistente.

Si bien el trabajo
de Kepler le interesaba,

Tycho fue celoso de sus datos,

y ambos se enfrascaban a menudo
en acaloradas discusiones.

En 1601, Tycho asistió
a un banquete formal

donde bebió mucho

pero como era demasiado educado para
dejar la mesa para hacer sus necesidades,

decidió aguantar.

Esto resultó ser mala idea,

porque le provocó una infección de vejiga

y murió unos días después.

Pero a más de 400 años de su muerte,

Tycho todavía tenía algunas
sorpresas bajo la manga.

Cuando su cuerpo fue
exhumado y estudiado en 2010,

la legendaria nariz de oro y plata

nunca se encontró,

y los restos químicos sugieren

que, en su lugar, llevaba una
nariz de bronce más informal.

También se encontró
en el bigote de Tycho

niveles inusualmente altos
del tóxico mercurio.

¿Era de un medicamento usado para
tratar la infección de la vejiga?

¿Un residuo de sus
experimentos de alquimia?

¿O su pendenciero compañero
de trabajo, Johannes Kepler,

lo envenenó para quedarse
con sus datos?

Puede que nunca lo sepamos,

pero la próxima vez que pienses que
los científicos llevan vidas aburridas,

averigua un poco más.

Puedes tener una historia fascinante
en la punta de la nariz.