Anormal, seguramente anormal|Giulia Fois

Esta charla tuvo lugar durante un evento TEDx producto independiente de las conferencias TED.
Giulia Fois es una periodista de radio que escucha los testimonios de sus oyentes concernientes al sexo, los cuales llegan siempre a una misma conclusión: ¿Soy normal?
Giulia es la presentadora de un programa de radio francés llamado "Point G comme Giulia" en el que aborda todas las tardes temas sobre la sexualidad moderna y las relaciones humanas. Ella nos hablará sobre sexualidad pero con el tono y el talento que usa todos los días.

Buenos días, Simon al teléfono.

A veces al hacer el amor,
pienso en mi ex.

Me pregunto si es normal,
respecto a mi novia actual y todo eso.

Buenos días Point G.

Me llamo Maëva, tengo 18 años.

Las mujeres a menudo llegan al orgasmo
después que los hombres,

como si estuviéramos programadas
para ello, de hecho.

Como si a las mujeres
les llevara más tiempo

y los hombres, se supone
que van más rápido.

Bueno, el problema, es que con
mi novio, es a la inversa.

Es él quien alcanza el orgasmo
después de mi,

así que me pregunto
si debo preocuparme.

¿Somos anormales o no?

Bueno, gracias Point G. Besos.

Sí, hola, buenos días.

Soy Pierre para Point G.

Tras hacer el amor
no soy muy cariñoso,

mi novio querría
cogerme en sus brazos

pero yo necesito
recuperarme un poco primero.

Él me dice que no es muy normal
y eso me preocupa un poco.

Bueno, querría saber vuestra opinión.
Muchas gracias.

(Aplausos)

¿Soy normal?

¡Ah, ahí está!

La gran pregunta que oigo
todas las tardes en antena o casi

con cada oyente o casi,

que se dice de manera explícita o no.
Es también la gran pregunta

que escuchan los sexólogos
consulta tras consulta.

Entonces,creo yo,
esto puede hacer sonrreír.

Pero todos uds., todos en el fondo,
estoy segura

que al menos una vez en la vida,
han dicho: «Pero,

pero, ¿por qué estas ganas
de repente? ¿Por qué este deseo?

¿Por qué sueño con esto?
¿Por qué fantaseo?

¿Por qué con él? ¿Con ella?
¿Por qué así?

¿Por qué ahora? ¿Es eso
normal a fin de cuentas?».

Por fuerza, la pregunta
que me hacía era:

«Pero, ¿qué significa ser normal
cuando hablamos de sexualidad?

La norma en materia
de sexualidad, ¿cuál es?

¿Puede ser la sexualidad normal?

¿Es deseable?».

Cuando comenzamos
a hacernos este tipo de preguntas,

volvemos un poco a lo fundamental,

así que vamos a ver las definiciones
del diccionario. ¿Qué nos dice?

El diccionario nos dice primero,

normal: que es conforme a la naturaleza
de un ser, de una cosa,

a la organización de esta cosa,
que es habitual, lógica, ordinaria.

Segunda posibilidad,

normal: que es conforme a una media
considerada como una norma,

que no tiene
nada de excepcional;

y al final,

normal: que sirve de regla,
de modelo, de referencia.

Entonces lo que les propongo es
tomar todas las definiciones

una por una

y ver si funcionan.

Veremos si la sexualidad
puede ser conformada

a la naturaleza de un ser o una cosa,

si puede ser habitual,
lógica u ordinaria.

Hola Point G, soy Charlotte,
llamo por esta emisión sobre el orgasmo.

Bueno, para mi la expresión
que resume mejor este estado

es: «No respondo a nada».

Cuando la sensación se impone
a tal punto que eclipsa todo el resto

un poco como, raramente, durante
un estornudo o las cosquillas.

Nunca estamos tan presentes
en nosotros mismos como en ese momento

y eso puede conducir
a situaciones un poco vergonzosas.

Me acuerdo de haber reaccionado,
hace poco, de forma un poco violenta

después de un orgasmo interrumpido
involuntariamente por mi compañero.

A base de:«Te odio,
no me vuelvas a hacer eso nunca más».

Tuve que disculparme después,
había perdido un poco la dignidad

al comportarme
como una bestia.

Eso es el orgasmo, también.
Y por eso nos gusta, entre otras cosas.

Gracias y buena emisión.

(Timbre)

Sí, el orgasmo,
es el abandono completo.

Es la distensión que
busca en el fondo de nosotros

y que hace que, cuando amamos,
cuando deseamos,

nada sea conforme
a la naturaleza de las cosas.

Estamos más allá de nosotros,
somos más que nosotros.

Todos hemos sentido el corazón que late,
el nudo en el estómago.

Depende del momento.
La pupila que se dilata.

En todo caso el cuerpo que escapa,
el pensamiento que se vuelve un bucle.

Es perfectamente anormal
y a la vez es perfectamente natural.

Los poetas hablaban
de embriaguez sensorial.

La medicina, la ciencia ha acabado
por darles la razón: sí,

cuando amamos
todos estamos un poco borrachos.

Siempre un poco locos.

De hecho, en respuesta a un estímulo
sensual o sexual,

el cerebro va a liberar
un cocktail de hormonas

que actúa como
un producto dopante natural.

Vamos a producir dopamina primero,

la hormona de la motivación y
de la recompensa que hace que

queramos volver.
Vamos a secretar también,

cuando todo va bien, endorfinas,
hormonas del placer.

Y luego oxitocina
que es la hormona del apego.

Estamos como
a tope de revoluciones.

Se manifiesta
en las tomografías cerebrales.

Todas las zonas de la motivación están
hiperexcitadas mientras dura este estado,

eso se llama amor,
que es biológicamente ciego

porque al mismo tiempo
todas las zonas del juicio crítico

están como dormidas.

Sí, hacer el amor es en esencia
perfectamente anormal

y cuando alcanzamos
las cumbres del placer, es peor aún.

Hola Point G, soy Félix.

Llamo por la emisión de esta tarde.

¿Qué sentimos
cuando tenemos un orgasmo?

Para mi el orgasmo es un poco
todo sentir y todo sufrir.

Es no sentir nada y no sufrir por nada.

Son emociones contradictorias
que se suceden como una metralleta.

Estoy contento, estoy bien,
después estoy triste, estoy melancólico.

Tengo ganas de reír,
tengo ganas de llorar.

Tengo ganas...

Es como lo llamamos,
llamamos al orgasmo la pequeña muerte

y no es por nada.

Porque nos sentimos vivos,
nos fusionamos con el otro.

No hablamos de ella y de mí,
hablamos de nosotros.

No hay nada más que un gran todo.

El mundo puede pararse ahora
y nada más cuenta.

Tener un orgasmo es parecido
a morir un poco.

Bueno, pasen una buena tarde y
hasta luego. Adiós.

Veo que esto les suena
a varios de entre uds.

lo que es en sí una buena noticia
de hecho, sí, efectivamente.

En el momento de la subida máxima
del placer,

busca en el fondo de nosotros,

cualquier cosa más espontánea,
es decir, animal.

Una animalidad que pasamos toda la vida
tratando de civilizar, de domesticar.

A golpe de: "eso se hace"
o "eso no se hace".

Ahí, de repente, no hay nada de eso.

Es un yo bastante menos noble,
bastante menos razonable,

bastante menos aburrido,
que exulta.

Entonces sí, esto molesta,
esto revoluciona, da miedo.

Tendremos ganas de acercarnos
todo lo que podamos a los estereotipos,

a las modas,
a las ideas ya hechas

y luego a los demás,

a la inmensa masa de otros que
nos rodea y de los que pensamos siempre

que saben
más que nosotros porque

al menos lo hacen,
es lo que creemos.

Entonces nos acercamos
a lo que creemos que ellos hacen.

En una palabra, a la media
de comportamientos, a la norma.

Pero esta vez a la norma estadística.

Y entonces ahí ¡excelente noticia!

No pasa una semana,
no pasa un día

sin que una nueva encuesta,
un nuevo sondeo, un nuevo estudio,

una nueva cifra sobre la sexualidad
en Internet o en la televisión

eche más leña al fuego.

Por ejemplo este: 13,5 cm.

La talla media del pene de los franceses
según la universidad de Ulster,

que nos coloca en una buena
media, en una clasificación europea,

nada vergonzosa.

Señores, no verifiquen
ahora por favor.

Lo sabemos,
solo cuenta el tamaño.

Y sobre todo eso no impide a nadie
hacer el amor 97 veces al año de media,

según un estudio Durex, es decir,
cerca de 2 veces por semana.

Lo que satisface visiblemente
a la mayoría de nosotros.

¡Sobre todo a los zurdos! Sí.

86% de los zurdos,

yo soy zurda,

86% de los zurdos dicen estar
muy satisfechos con su vida sexual

contra solo un 15% de diestros.

Entonces, ¿cuál es la relación?
Ni la más mínima idea

porque evidentemente los autores
del estudio no lo explican.

Sería demasiado bonito...

¡Volvamos a esas 2 veces!

2 veces está bien.

Ah, ud. es zurda señora,
me alegro por ud.

Entonces está en el 86% sin duda.

Entonces 2 veces por semana está bien.

Pero no mejor.

¡Miren! 3 veces por semana
según un estudio,

de la universidad de Edimburgo.

Que no es poco.

Los que hacen el amor
3 veces por semana

parecen de 7 a 12 años más jóvenes
que su edad real.

¡Ouah!

¡Mejor que el botox!

Entonces, añadan otra más y ¡bingo!

Las personas que hacen el amor
4 veces a la semana

son un 5% más ricas.

Además, son también
menos depresivas y más inteligentes.

¡No me preguntéis por qué!

Esto evidentemente no lo dicen.

Sin más, lo que cuenta es
hacerlo y mucho si es posible.

El culto de la demostración
en el que nos sumergimos

desde hace 20 años
no ha perdonado a la sexualidad.

La norma estadística en materia
de sexualidad se vuelve entonces

la del siempre más, siempre
más lejos, siempre más fuerte

y la única pregunta hoy
no es : ¿Cómo?

sino: ¿Cuánto?.

Sí, buenos días, llamo por
la emisión Point G comme Giulia.

Quisiera saber si existe
una normalidad en la sexualidad.

A mi me parece que no porque

decimos a menudo:
«cada uno a su ritmo»,

«cada uno encuentra su equilibrio».

Cierto, pero...
¿Qué es un buen ritmo?

2 veces, 3 veces, 10 veces,
20 veces a la semana.

Es un poco triste contar pero ahí está,

¿Hay una cifra y una normalidad?

Sí, les oigo reír.
Yo también quiero reirme.

Salvo que estoy segura que aquí,
en la sala hoy

hay al menos algunos
que se están diciendo.

Espera, ¿cuántas veces lo he hecho?
¿Está bien?

¿Estoy en la media?
Voy a darles las cifras,

las verdaderas cifras,
no los pseudo estudios de Internet.

Solo hay una encuentra sobre
nuestra sexualidad que sea válida ahora.

Es la que hicieron los investigadores
del INSERM publicada en 2008

y que se llama
"Contexto de la sexualidad en Francia".

Según la encuesta CSF hacemos el amor
9 veces al mes de media.

¿Está bien? ¿Todo el mundo está ahí?

9 veces al mes de media.
¡Atención! ¡Atención!

Cuando vivimos en pareja,
estas cifras bajan...

(Risas)

bajan...

y siempre según
los investigadores del INSERM,

1 de 10 personas
que forman parte de una pareja,

después de 2 o 3 años,
han declarado a los investigadores

que no lo habían hecho
desde hacía 3 años.

Ahí están.
Las prácticas ahora.

Si creemos a nuestras revistas favoritas,

que nadie lee nunca pero
que todo el mundo lee de hecho.

Si creemos los reportajes de televisión,
todos nos volveríamos

sadomasoquistas, libertinos,
por qué no 3, hay tanto que hacer.

Todos tendríamos un juguete sexual
escondido en un cajón.

En fin ¡vamos allá!

Bien, también según la encuesta CSF,
3,6% de los hombres y 1,7% de las mujeres

han declarado haber frecuentado una vez
en la vida un club de intercambio.

En términos de fenómeno social...

hemos visto cosas mejores.

Una célebre publicación femenina
que no citaré, titulaba,

hace no mucho tiempo:

"Es en verdad la locura
de los juguetes sexuales"

y citaba un estudio que decía que el 45%
de los franceses usaba un juguete sexual.

Siempre hay que mirar
la fuente de estos estudios

cómo se hicieron y por quién.
Es siempre útil porque:

este estudio fue dirigido
por un fabricante de juguetes sexuales

que solo preguntó
a sus clientes

y que los resultados eventualmente
se amañen, no importa.

Quedan de todas formas un 55% de franceses
que no usan juguetes sexuales,

los ignoramos también.

No. Lo podemos titular:

"¡Es en verdad la locura
de los juguetes sexuales!"

¿Qué nos dice la encuesta CSF
sobre el asunto?

Nos dice que el 78% de los franceses
no han usado nunca un juguete sexual.

He dicho bien nunca
De forma más general,

las conclusiones de los investigadores
del INSERM son inapelables.

Lo siento, pero el gran gang bang
todavía no ha ocurrido.

Después de la revolución
sexual de los años 70,

ninguno o pocos cambios.

Continuamos
concibiendo la sexualidad

como esencialmente heterosexual,
penetrativa, conyugal.

Como revolución, hay cosas mejores.
Salvo que esto choca menos

y lo que importa
es chocar.

Hacer mucho, mucho ruido porque
de cara al silencio de alcoba

a los misterios de lo íntimo,

de cara a este desconocido:

tenemos miedo.

Lo que pasa mientras
hacemos el amor, nadie lo sabe.

El deseo es indecible.
El placer es incomprensible.

El sufrimiento es por fuerza subjetivo.

Sí, esto también se nos escapa.
Sí, esto también nos da miedo.

Mientras que la cifra encaja,
tranquiliza, normaliza.

Entonces medimos, comparamos, evaluamos.

Y eso, de repente, es mágico.

Un derrumbe de sentidos se opera
y esta norma que estaba ahí,

neutra y objetiva, ya cifrada,
se dobla de juicio moral

y esto no es más
que lo que la media de la gente hace.

Es más lo que
todo el mundo debería hacer.

Es decir, que la sexualidad de repente
se vuelve algo obligado.

Es lo que la sociedad autoriza
y lo que prohibe.

Si tenemos la impresión de que todos
hacen todo, todo el tiempo,

entonces hay menos pudor,
a la menor bajada de régimen,

nos sentimos muy, muy pequeños,
ya no seguimos la tendencia.

Un poco anormal de hecho.

Lo que hemos olvidado,
es que estos estudios no dicen nada.

Sí, sirven para una cosa
y es fundamental.

Sirven para tomar la temperatura
de una sociedad al instante.

En cambio, de cualquiera de nosotros,
no dicen nada.

De mi, no dicen nada.

Muy francamente, prefiero hacer el amor
una vez al mes,

si esta vez es una apoteosis
más que 10 tabarras a la semana.

Y pienso que estaréis
de acuerdo conmigo.

(Aplausos)

Gracias

Lo que me conviene a mi,
no les conviene uds.

Mi sexualidad,
es mía y solo mía.

Es suya y solo suya.

Por una vez, las ciencias llamadas "duras"
están de acuerdo con las ciencias humanas.

Los psicoanalistas, los sexólogos,
los neurobiólogos

todos están de acuerdo
sobre un punto: todos estamos

como programados para tener
unos deseos más o menos variados,

fantasías más o menos intensas,
orgasmos más o menos poderosos.

Y eso es debido a una combinación
de factores que dirigen a la vez

el medioambiente, la cultura,
la biología, las experiencias afectivas.

Son ingredientes
que forman nuestra sexualidad.

Y cada uno va a cocinarlos a su manera

de forma más o menos consciente,
para llegar

a un resultado
que será propio de cada uno.

De hecho las únicas variaciones
que hay que tener en cuenta,

son las variaciones en relación
al deseo habitual, al placer usual.

Lo que cuenta es ser
justo en relación con uds. mismos

No, la sexualidad no puede
ser normal,

porque no puede ser normalizada.

Porque es
por esencia y naturaleza,

única, individual, singular.

Eso también, da un poco de miedo porque
no hay punto de referencia, ni brújula.

A grandes rasgos,
en el interior del cuadro de la ley

y evidentemente en el consentimiento
de dos adultos,

cada cual hace exactamente
lo que puede y lo que quiere.

La cuestión no es:
«¿Soy normal?»

Es: «¿De qué tengo ganas?»

Yo, ¿de qué tengo ganas?

Es una pregunta complicada.

Podemos dedicar toda la vida
antes de encontrar la respuesta y

la respuesta puede cambiar en el futuro
porque el problema con la sexualidad,

es que es una materia viva,
por lo tanto movible.

Lo que es cierto hoy
no lo será mañana.

Sin embargo, esta pregunta,
que es compleja, que puede dar miedo,

que puede ser dolorosa también,
al mismo tiempo es liberadora.

Abre todo un campo de posibilidades.

Es sobre todo mucho más justa.

Evidentemente, voy a
hacerles esta pregunta.

A ustedes, ¡todos aquí!

¿De qué tienen ganas?

Gracias.

(Aplausos)