El entendimiento y la aceptación en un mundo difícil | Uyanga Erdenebold | TEDxUlaanbaatarWomen

Esta charla es de un evento TEDx, organizado de manera independiente a las conferencias TED.

Uyanga Erdenebold es nativa de la ciudad de Darkhan, es una amante ávida de los libros, y de los perros, y una de las fundadoras del grupo de rescate "Lucky Paws". Ella cree firmemente que el conocimiento y la compasión son la receta para una vida significativa.

Hola.

Creo que todos conocen
a Glades, mi perra guía.

A ella le gusta estar cómoda, entonces
me voy a dedicar a ella primero.

Está bien cariño, abajo. Abajo.

Entonces, mientras yo hablo,
ella se puede rascar,

levantar, y hasta ladrar
mientras duerme.

Ralph Waldo Emerson dijo:

"Ser uno mismo en un mundo

que constantemente trata de que
no lo seas,

es el mayor de los logros".

Yo digo que es un gran reto.

Por naturaleza, no soy el tipo
de persona que ama los retos.

Estoy muy conforme con ser
una persona de la multitud,

si tengo libertad de pensamiento,
y una forma de vivir mi vida.

Pero cuando me juzgan
por mi discapacidad,

ya no me doy el lujo
de ser una espectadora.

Siempre me han fascinado
los libros y la literatura,

siempre quise ser
bibliotecaria o lingüista,

para así poder estar
muy cerca de ellos.

Pero en mi experiencia como ciega,

especialmente, en los últimos años,

me he dado cuenta de que el
estigma social y la ignorancia

hacia las personas con discapacidad
son muy ofensivos, y muy injustos,

para que cualquier persona disfrute
la vida siendo una simple bibliotecaria.

El Dr. Denis Waitley dijo:
"Hay dos opciones en la vida,

aceptar las condiciones existentes,

o aceptar la responsabilidad
de cambiarlas".

Cuando pienso en todas las

dificultades cotidianas solo
por tratar de vivir mi vida,

realmente creo que para cualquier
persona con una discapacidad

que quiera llevar una vida
significativa y satisfactoria

solo hay una opción:

aceptar la responsabilidad
de cambiarlas.

Cuando tenía 4 años me diagnosticaron
retinitis pigmentaria,

y gradualmente fui perdiendo
la vista en los últimos 20 años.

Los médicos le informaron
a mis padres,

que yo iba a quedar ciega
a los 40, o quizá a los 50 años,

que iba a poder estudiar en el colegio,
y la universidad sin ningún problema.

Pero tras lo ocurrido,
no estuvieron en lo cierto,

pues al cumplir los 8 años,
ya no podía leer ningún libro

y tampoco podía leer lo que estaba
escrito en la pizarra.

Y, cuando empecé la universidad,

ya no podía verme en el espejo.

Siempre tuve que enfrentar una decisión,
en cada giro y etapa de mi vida:

aceptar las excusas y vivir
una vida de lástima hacia mí misma,

o prepararme a caminar
hacia lo desconocido.

Siempre elegí la última opción.

Estudié en la escuela especial
para ciegos en Mongolia,

y me gradué en el año 2000.

Para ese entonces,

en educación, a eso era la máxima
aspiración de la mayoría de los ciegos.

La norma era

trabajar en una factoría especial,
o quedarse en casa.

Pero yo no quise seguir la norma.

Yo quería ir a la universidad,
Yo quería tener un buen trabajo,

y siempre quise que mis padres, y
mi familia estuvieran orgullosos de mí.

Para ello tuve que esforzarme el doble,

y trabajar mucho más que
cualquier otra persona.

Fui una niña como cualquier otra
hasta que cumplí los 14 años.

No sabía que eventualmente
iba a quedar ciega,

siempre pensé que tenía mala visión.

Y, que el impacto de esta
enfermedad en mi vida serían

los insultos recibidos de vez en cuando
debido a mis anteojos gruesos,

o al hecho de que yo leía de una
manera diferente a los demás.

Cuando cumplí los 14 años, me di cuenta
de la naturaleza de mi enfermedad,

desde entonces la vida se convertiría
en una carrera para mí.

No podía imaginarme una vida
sin poder ver.

Pensaba que quedarme ciega
sería el fin de todo.

Y, de un momento a otro
caí en la cuenta

de la razón por la cual mi padre
me llevaba a todos esos museos.

Yo tenía 8 años en ese entonces,

y los museos me aburrían,
o me asustaban.

Pero después entendí

que él obviamente quería que
yo tuviera algunos recuerdos

del valor de la historia, y
de la cultura de nuestro país.

Recuerdo tener de pronto
un sentimiento de pánico

al darme cuenta de
la cantidad de cosas

que tenía para ver, y para
aprender, en tan poco tiempo.

Empecé a buscar libros
para leer,

pensé que los libros eran
mi única salvación.

Recuerdo estar sentada en
mi dormitorio universitario,

leyendo y leyendo sin pausa
como si mi vida dependiera de eso.

Y, en menos de 3 semanas había
leído todos los libros en Braille

disponibles en el idioma
mongol, en nuestro colegio.

Estudié todos los otros
temas con el mismo fervor.

Quería capacitarme con el conocimiento
que me cupiera en la cabeza

para estar lista cuando
me llegara la ceguera.

Quería prepararme.

Desafortunadamente, nuestro
colegio no tenía muchos recursos,

y empecé a frustrarme

debido a la falta de... bueno,
básicamente carecía de todo.

Pero tuve determinación, y la falta
de recursos nunca me desalentó

más bien al contrario, siempre
me obligué a buscar otras opciones.

Por ejemplo, cuando me di cuenta de que
había leído todo los libros del colegio,

supe que había libros en Braille
en inglés que fueron donados.

¿Entonces qué hice?
Me dispuse a aprender inglés,

obviamente, no teníamos
profesores de inglés,

o materiales en inglés,
o libros en inglés,

Lo que naturalmente,
no me desanimó nunca.

Entonces, después de terminar
mi colegio especial,

fui a estudiar a un colegio normal
de niños con vista normal,

porque quería ir a la universidad,

y para ir a la Universidad, teníamos
que tener 10 años de educación superior.

Vuelvo a decir,
todo fue un gran reto,

porque nadie sabía cómo enseñarle
a un estudiante ciego,

o cómo manejar a un
estudiante ciego.

Recuerdo que me llamaron la atención
el primer día de colegio,

por interrumpir la clase al hacer ruido
perforando unos agujeros en mi cuaderno,

proceso por el cual se tomaban
las notas en braille.

Pero yo logré superar mis temores,
y mis vergüenzas.

Me negué ä ser prisionera
de mi discapacidad.

En el 2006, me gradué de la
Universidad de Artes Liberales.

En el 2007, me convertí en la
primera ciudadana de Mongolia ciega,

en recibir la beca Fullbright.

(Aplausos)

En el 2009 recibí mi maestría
en Bibliotecología

y Ciencias de la Información
de la U. del Estado de Luisiana,

y regresé a casa con el primer
perro guía de Mongolia.

(Risas)

No he tenido un solo audiolibro,

ni suficientes libros en Braille

durante el tiempo que estudié en el
colegio y la Universidad en Mongolia.

Nunca tuve suficiente papel Braille
para tomar notas,

por eso a menudo, tuve que memorizar
lo que más pudiera,

y solo anotar lo más importante.

Aunque hubo muchas dificultades
por la falta de materiales y medios,

eso era nada comparado con la ignorancia
social que tuvimos que enfrentar.

Fue lo único que
detuvo mi camino.

Una vez, un periodista me preguntó

cuál era la situación
más difícil en mi vida,

y yo le dije: "El no poder contribuir".

Porque yo creo

que cada sentimiento y habilidad humana
solo tiene sentido si es compartido.

Así mismo creo que la tragedia más grande
es que se prohíba compartir

lo que uno tiene para ofrecer
a su comunidad.

Imaginen que no pudieran contribuir

estando llenos de
conocimiento y energía.

Imaginen ser tratados como niños
pequeños, siendo adultos muy capacitados.

Imaginen que las personas no
los vean como la persona que son

sino que solo miraran su discapacidad.

El desconocimiento

es la base para cualquier tipo
de discriminación y malentendido,

y es más relevante que la falta
de recursos materiales.

Porque una cosa es tener hambre
por falta de alimento,

pero es muy diferente
si uno tiene hambre

porque los demás no ven problema en
el hecho de que uno no tenga alimentos.

Los recursos materiales
pueden cambiar todo solo

porque son una herramienta.

El entendimiento y la aceptación social
movilizan estas herramientas.

Desde mi punto de vista personal
he recorrido un largo camino.

Pero desde la perspectiva de
una persona joven capacitada,

y representante de un grupo
con una desventaja social,

tengo un largo camino por recorrer.

Hasta el momento, de mi propia
experiencia he logrado entender

que si uno quiere ver un cambio
social significativo,

el éxito individual no lo es todo,
y no es suficiente,

pero puede ser un comienzo.

He perdido mucho en los últimos
20 años, pero he aprendido bastante.

Aprendí que perder la vista
no es el fin del mundo.

Aprendí que uno no puede controlar

lo que la vida le envía,

pero tiene un poder increíble de
elegir cómo reaccionar ante eso,

y eso marca toda la diferencia
del mundo.

En palabras de Helen Keller:

"Cuando una puerta se cierra, otra
se abre, pero muchas veces miramos

tanto tiempo la puerta cerrada que
no vemos la que se ha abierto".

Entonces, no solo miren la vida,
vívanla,

porque la vida es muy abundante
para solo verla.

Entonces, espero que tengan
la mente abierta,

ya saben, como ciudadanos
de este mundo diverso,

que creen en la justicia social,
y en la democracia,

se sumen a mí para extenderle
la mano a una persona discapacitada

no por pesar, sino con
entendimiento, y aceptación.

Muchas gracias.

(Aplausos)

(Aplausos)