Mi primer encuentro con un fósil
fue cuando tenía 12 años,
en un viaje que hicimos con mi familia
a la provincia de Santa Cruz,
en la Patagonia argentina.
Había estado muchas veces en museos
con salas llenas de dinosaurios
que me fascinaban.
Pero esta era la primera vez
que veía un fósil en el campo,
en el medio de la nada,
un animal que había vivido
hace millones de años
y que probablemente
nadie había visto antes.
El animal que encontré era parecido a este
y comúnmente los llamamos dólares de mar.
Son parientes de los erizos de mar,
y fueron muy comunes en los mares
que invadieron Patagonia
hace unos 15 millones de años.
En ese momento no sabía todo esto,
no sabía lo que era,
e inmediatamente intenté sacarlo.
Y descubrí algo sobre los fósiles
que no sabía,
que son extremadamente frágiles.
Se rompió el dólar de mar,
se cayó a la arena,
y yo veía que mi carrera de paleontólogo
había empezado de la peor manera.
Pero mi interés por los fósiles,
mi fascinación por estos seres del pasado,
el imaginar cómo había sido
nuestro planeta en el pasado,
me siguieron cautivando.
Y me llevaron a estudiar dinosaurios
y animales que vivieron
hace millones de años,
en un pasado remoto de nuestro planeta.
Hace aproximadamente 100 millones de años,
nuestro planeta era muy diferente
al que es hoy en día.
Era tan diferente que no solo
no existían los humanos,
sino que el planeta entero estaba dominado
por dinosaurios y otros tipos de reptiles.
Y recién les dije 100 millones de años,
que es una cantidad que,
nosotros, los paleontólogos
mencionamos a diario,
pero que es muy difícil de conceptualizar.
Si ustedes miran acá van a ver
10 000 personas en este estadio,
que es mucha gente.
Bueno, imagínense que cada uno de ustedes
representa un estadio como este
de 10 000 personas.
10 000 por 10 000 eso es 100 millones,
es una cantidad que no entra en la cabeza.
Y eso multiplicado por un año de duración,
piensen lo que pasó en
todo su último año de vida,
es una cantidad de tiempo que
realmente es muy difícil que
nos entre en la cabeza.
Pero bueno, la vida
me ha llevado a estudiar
cómo era el mundo
hace 100 millones de años,
he recorrido desiertos
y he estudiado fósiles
de diferentes partes del planeta
para tratar de indagar cómo
fue el pasado de nuestro planeta
en diferentes regiones.
Lugares como Mongolia,
el sur de China, Sudáfrica,
estudiando fósiles fantásticos.
Pero también me ha llevado
a un lugar muy especial
que es la Patagonia.
Y cuando decimos Patagonia
naturalmente pensamos
en uno de estos paisajes
de bosques, de lagos
cercanos a la Cordillera de los Andes.
Pero para nosotros, los paleontólogos,
la Patagonia es esto,
es un gran desierto maravilloso
y lleno de fósiles
que quedan por ser descubiertos.
Conocemos afortunadamente
muchos dinosaurios de la Patagonia,
es uno de los mejores lugares del mundo
para buscar dinosaurios.
La gran mayoría de los dinosaurios
que conocemos de la Patagonia
son del último período en que
vivieron los dinosaurios en la Tierra,
lo que llamamos el Período Cretácico.
Esto es hace aproximadamente
70 millones de años.
Conocemos muchos fósiles de la Patagonia
y, por ejemplo, sabemos
que en hemisferio sur
los carnívoros dominantes,
los carnívoros más comunes
pertenecían a una familia
llamada Abelisaurios
mientras que para esa época,
en el hemisferio norte,
abundaban otras familias de carnívoros
como por ejemplo los Tiranosaurios,
a donde pertenece el famoso
Tiranosaurio Rex.
Y esta diferencia entre el norte y el sur
no era sorprendente
porque en esa época un gran océano
dividía y separaba, aislaba
a los continentes del hemisferio sur
de los del hemisferio norte.
¿Pero qué pasaba antes
de esta etapa que conocemos bien?
En lo que llamamos el período jurásico,
unos 100 millones de años antes.
En esa época todos los continentes
estaban unidos en un gran
supercontinente llamado Pangea.
Y sabemos muy poco de qué ocurría
en esta época, en el Jurásico,
en el hemisferio sur.
Y es un momento clave para entender
la evolución de los dinosaurios
en nuestro planeta.
Es un momento clave especialmente
hace 170 millones de años
cuando los dinosaurios por primera vez
dominaron por completo el planeta.
Por primera vez
alcanzaron tamaños gigantes,
por primera se diferenciaron
y conquistaron los nichos
de herbívoros, de carnívoros,
de omnívoros, en todo el planeta.
A esto nos estuvimos dedicando
los últimos 10 años,
con un grupo de colegas,
estudiantes y becarios
a explorar las rocas
del Jurásico de Patagonia.
Y eso me lleva a una de las historias
de los descubrimientos que
pudimos hacer en los últimos años.
Lo encontramos hace 4 años
en cerros como estos, caminando.
Una tarde de mucho calor,
después de caminar todo el día,
ya a punto de regresar al campamento.
Estaba caminando y vi a unos metros
algo que me llamó la atención
entre las rocas, en el piso.
Y me fui acercando,
y a medida que me fui acercando
se fue volviendo más claramente lo que era,
era el cráneo de un dinosaurio.
Me acerqué, me paré al lado,
me arrodillé, me quedé helado realmente.
Me preguntaba qué era y a la vez
yo sabía qué era.
Después de estudiar años de huesos,
de anatomía de dinosaurios
sabía perfectamente
que era la parte trasera
de un dinosaurio carnívoro.
Pero realmente no lo podía creer.
Sabía que era uno de esos descubrimientos
que pasan muy pocas veces en la vida.
Luego de avisarle al resto del equipo
y después de varios festejos,
al día siguiente empezamos la tarea
de proteger a este resto
para poder extraerlo.
Después de varios días pudimos
cubrirlo con capas de yeso
como hacemos para transportarlo al museo
y comenzamos a llevarlo cuesta abajo.
Pero la expedición ya terminaba,
no contábamos con el equipo
ni el tiempo necesario
para hacer una excavación grande
y tuvimos que regresar al museo
hasta la próxima temporada
dado que se venía el invierno.
Fue un año largo de espera
hasta que pudimos organizar
la siguiente expedición.
Necesitábamos abrir la excavación
y ver si había algo más,
¿era solo el cráneo
que habíamos encontrado,
o había más restos preservados?
Después de ese largo año,
el primer día de expedición
nos dimos cuenta de que estaba
el esqueleto completo de este dinosaurio.
Es algo rarísimo, rarísimo,
en lo hallazgos de dinosaurios,
un esqueleto completo
preservado de manera espectacular
en posición de vida.
Claramente el animal
había muerto a orillas de un lago
y había sido cubierto
por finas capas de barro
preservando de manera intacta
su esqueleto.
Y ahí comienza la excavación realmente,
el ir destapando capa a capa
esos sedimentos que fueron
sepultando a un dinosaurio.
Y es un momento muy emocionante,
por primera vez
está volviendo a la superficie
un animal que vivía en ese mismo lugar
pero hace 170 millones de años.
Ese animal tuvo que haber muerto,
se tuvo que haber tapado
por capas de sedimento
que se siguieron acumulando
hasta juntar metros y metros
de capas de sedimento.
Y ese sedimento se fue transformando
en rocas sedimentarias
y en ese mismo proceso
los huesos se fueron transformando
en fósiles por reacciones químicas.
Luego todo ese paquete de rocas sepultadas
tuvo que haber subido a la superficie
por alguna fractura
de la corteza terrestre
y algún levantamiento
de todo este bloque.
Y ahí la lluvia y el viento
tuvieron que empezar
a erosionar estas capas,
capa a capa,
hasta comenzar a descubrir
la capa que contenía a este dinosaurio,
en el mismo momento,
el mismo verano que nosotros
estábamos caminando en esos cerros
buscando a esos dinosaurios.
Entonces cuando uno es consciente
de todo lo que tuvo que haber pasado
se da cuenta de lo único
que es ese momento,
y es muy emocionante
ir descubriendo los huesos
de una nueva especie
completamente desconocida
hasta el momento.
Es un trabajo largo
y que se hace horas y horas bajo el sol,
el viento patagónico que no perdona,
y luego pudimos llevar todo este resto
protegido por capas de yeso
hasta el laboratorio.
En el laboratorio del museo
comienza otra etapa extremadamente larga
en donde los técnicos
con una paciencia infinita
van removiendo grano a grano
todas las rocas que cubren
los huesos de estos dinosaurios.
Y es ahí que podemos ver, por
primera vez, el esqueleto completo
y pudimos ver este dinosaurio
que llamamos Eoabelisaurus.
Estudiando la anatomía de estos restos
lo que vimos fue que era un pariente,
era un ancestro de los Abelisaurios,
esos carnívoros del hemisferio sur.
Y este descubrimiento nos demostraba
que esta familia se había originado
unos 100 millones de años antes
de lo que pensábamos.
Mucho antes de que el hemisferio sur
y el hemisferio norte se separaran
estando divididos por un gran océano.
En el momento de Pangea,
cuando todos los continentes estaban
unidos en un gran supercontinente.
Ahora, no todos los descubrimientos
siguen esta trayectoria.
Algunos descubrimientos
realmente los hacemos en el laboratorio
y no sabemos lo que tenemos
entre manos hasta llegar.
Por ejemplo, de unas rocas como estas
que transportamos hasta el museo
sabiendo que hay fósiles
pero sin saber exactamente
lo que tenemos adentro
y después de 9 meses
de trabajo en el laboratorio
pudimos descubrir restos de un dinosaurio
que estaba contenido
en esos bloques de roca.
El esqueleto estaba bastante completo
y contaba con un cráneo
muy bien preservado
y con unos dientes muy extraños.
Dientes con forma de mano
y por esto es que a este dinosaurio
lo llamamos Manidens.
Ahora, este dinosaurio es muy particular
además por algo muy especial
y es que es uno de los dinosaurios
más pequeños del mundo.
Lo que tengo acá es una réplica
del cráneo de este dinosaurio.
Es un dinosaurio muy muy pequeño,
uno de los más pequeños del mundo.
Su esqueleto completo
no llevaría más de 50 centímetros
de la punta de la cabeza
a la punta de la cola.
Y este mini dinosaurio
no se parecía en nada
a las formas que encontrábamos
o que conocíamos del hemisferio norte.
Estudiando sus restos pudimos ver
que sus parientes más cercanos
habían sido encontrados en Sudáfrica,
en rocas de la misma antigüedad.
Y esto no era tan sorprendente,
porque si ustedes ven en el mapa,
Sudáfrica y Patagonia
estaban muy próximas entre sí
en esta época de Pangea.
Todavía no se había formado
el Océano Atlántico
que separa hoy a estos dos continentes.
Pero de nuevo teníamos un caso
de animales restringidos
únicos del hemisferio sur
y que no tenían nada que ver
con los del hemisferio norte.
Empezamos a encontrar otros casos
que se ajustaban a este patrón
y esto nos llevó a estudiar
junto con colegas que trabajan en
otros animales que vivían en esta época,
en plantas fósiles que se han
encontrado en esta región.
Y también colegas que estudian las rocas,
que son muy importantes porque
nos informan de los ambientes
de esta época.
Estudiando los modelos climáticos
lo que vimos es que
en este momento de Pangea
donde todos los continentes estaban unidos
esa configuración había dado
una dinámica climática muy particular.
Que postulaba la existencia de
un gran desierto en la zona ecuatorial
del súper continente.
Y es claro que toda esta fauna
que estábamos encontrando
estaba al sur de este
gran desierto ecuatorial.
Era un gran desierto
lo que había aislado a esta fauna
haciéndola evolucionar
de manera independiente
y completamente separada de las faunas
del hemisferio norte.
Era la falta de agua
lo que había aislado a estas faunas.
No era un desierto lleno de agua.
Y realmente cuando
pensamos en los dinosaurios
y encontramos cosas fascinantes
que tiene su anatomía
nos damos cuenta de que son
organismos fantásticos, fascinantes.
Han desafiado los límites
de lo que es el tamaño corporal
en la historia de la vida,
se han diversificado y conquistado
todos los ecosistemas terrestres
durante millones de años.
Pero lo más importante
es que nos llevan a comprender
capítulos como este
de la historia del planeta.
Y nosotros, los paleontólogos,
dedicamos gran parte de nuestra vida
a aprender a leer estas historias.
Historias que estás escritas en las rocas
que se formaron durante
millones de años en nuestro planeta,
atrapando cada tanto
a los animales y a las plantas
que vivieron en el pasado
mientras de iban formando.
La Tierra es un gran libro
con una inmensa cantidad de páginas
escritas a lo largo
de 4500 millones de años,
y la vida ocupa un lugar preponderante
en esta historia,
en los últimos 3800 millones de años.
Quedan millones de páginas
todavía por leer de este libro.
Y si queremos realmente
conocer nuestro planeta,
sus climas, sus ecosistemas,
los problemas que
estamos viendo en la actualidad,
es fundamental conocer su historia.
Porque conocer el pasado
es clave para entender el presente
y también es clave
para proyectar un futuro.
Gracias.
(Aplausos)