Soy una mujer musulmana iraní-estadounidense, como todos Uds. Y también una comediante para la justicia social, algo que insisto en aclarar que es un trabajo real. Para explicar lo que es, les contaré cómo llegué aquí. He actuado por todo el país. y, debo decirles, el país es impresionante. Su naturaleza es fantástica, hay wafles por todos lados y también diabetes a más no poder. De verdad es impresionante. Ahora bien, podemos dividir la población en tres categorías principales: la primera donde la mayoría son maravillosos, luego tenemos a los que odian, y en la última tenemos a Florida. (Risas) No obstante, por encima de Florida, quienes odian son los más preocupantes. Son una minoría, pero lo compensan todo hablando muy alto. Tienen un complejo demográfico napoleónico y sí, es cierto que algunos integrantes varones llevan tacones. Como comediante para la justicia social, me propongo convertir a estos odiadores -- porque odian muchas cosas y eso lleva a resultados negativos como el racismo, la violencia y a Ted Nugent -- Esta no es una lista exhaustiva; quizás me falten unas 3 a 7 cosas. Pero la idea es que tenemos que contarlos, y como hay variación dentro de este grupo no resulta eficiente ir tras todos ellos, ¿verdad? Así que he creado una taxonomía altamente científica de dichos elementos. Básicamente se toman a todos, se ponen en una placa de Petri, -- como lo hace un científico -- y se divulgan los resultados. (Risas) En primer lugar tenemos a los troles, unos odiadores digitales de la gama de los gnomos de jardín que dejan sus empleos para poder publicar vídeos en YouTube durante todo el día. Están también los odiadores por proximidad. Estos son los que esperan que un semáforo se cambie a verde y al pasar por a su lado gritan: "¡Vuelve a tu país!" La verdad es que antes, esto se hacía bajando del coche y uno recibía gritos en plena cara. Pero ya no viene esta clase de gente como los de antes; otra señal de la decadencia de Estados Unidos. (Risas) La siguiente categoría es la del fanático obsesionado con una misión cuya afiliación a un grupo le da licencia para odiarte. A estos chicos les gusta odiar mediante una organización de apariencia agradable, como una iglesia o una organización no lucrativa, y muchas veces les gusta hablar en un tono de voz anticuado. Pero el grupo que más me llama la atención es del odiador cambiante, hermano de sangre del votante indeciso. ¡Simplemente no pueden decidirse! Son como zorras ideológicas que pasan del odio a la indiferencia y lo hacen porque no tienen suficiente información. Es el grupo que me gusta abordar con la comedia de justicia social. ¿Por qué comedia? Porque en una escala de la comedia al folleto, el estadounidense promedio prefiere la comedia, algo visible en este gráfico. (Risas) La comedia es muy popular. Y por cierto, este es un gráfico matemáticamente exacto generado a partir de datos falsos. (Risas) Ahora bien, la pregunta es: ¿por qué funciona la comedia de justicia social? Porque, en primer lugar, hace reír, y al hacerlo, uno está más abierto; momento en el cual un buen comediante social sabe inducir ciertos datos; o si es realmente un experto, un examen rectal. (Risas) Veamos algunas reglas básicas de la comedia para la justicia social: en primer lugar, no puede pertenecer a ningún partido político. No es comedia política, se trata de justicia, y nadie está en contra de la justicia. Dos, es acogedora y entrañable, te hace sentir arropado como en el interior de un burrito. Tres, es divertida, pero ingeniosa, pues uno podría estar escuchando un maravilloso tratado sobre la desigualdad salarial formulado como una broma muy sofisticada sobre la caca. (Risas) Así veo yo que funciona la comedia de la justicia social: hace unos años, acorralé a un grupo de cómicos musulmanes-estadounidenses -- de una manera no violenta -- (Risas) y fuimos por todo el país a lugares como Alabama, Arizona, Tennessee, Georgia -- todos lugares donde les gustan los musulmanes -- y hemos organizado espectáculos de comedia. Llamamos a la gira: "¡Los musulmanes están llegando!" (Risas) Rodamos una película. Después de lanzar la película, un grupo discriminatorio conocido gastó USD 300 000 en una campaña de carteles anti-musulmana en colaboración con el MTA, el sistema de metro de Nueva York. Los carteles eran verdaderamente ofensivos, por no decir que también estaban mal diseñados. Es decir, si va a ser intolerante, más vale que use un tipo de fuente mejor. (Risas) Pero decidimos lanzar nuestra propia campaña para promover cosas positivas sobre los musulmanes a la vez que la película. Así que junto con mi colega comediante, Dean Obeidallah, pusimos en marcha la campaña contra la intolerancia con la ayuda de carteles encantadores. Recaudamos fondos, trabajamos 5 meses con el MTA, nos aprobaron los carteles, y 2 días antes de hacerlos públicos, el MTA decidió prohibirlos alegando contenido político. Vamos a echar un vistazo a un par de esos carteles. Aquí hay uno. Datos sobre los musulmanes: inventaron la idea del hospital. Bien. Hecho: Los adultos musulmanes hacen más flexiones que los musulmanes bebé. (Risas) Hecho: los musulmanes inventaron a Justin Timberlake. (Risas) Vamos a echar un vistazo a otro. La horrible verdad acerca de los musulmanes: tienen recetas deliciosas de tortilla. Será porque la MTA considera que la tortilla tiene un contenido político o será la mera mención en una mirada positiva de los musulmanes; De todos modos no es así. Se trata de justicia. Así que decidimos convertir nuestra campaña contra la intolerancia con carteles exquisitos por una campaña de demandas deliciosas. (Risas) Básicamente, estoy diciendo que unos cuantos cómicos fallidos litigaron contra una importante agencia neoyorquina y ganaron. (Aplausos) (Ovaciones) Gracias. Ganar fue una sensación muy extraña. Me preguntaba si es la misma sensación que suelen experimentar las rubias, ¡porque es algo increíble! (Risas) He aquí otro ejemplo. Donde quiera que vaya siempre me preguntan: "¿Por qué los musulmanes no denuncian el terrorismo?" Lo hacemos. Pero bien, acepté el desafío y decidí lanzar thedailydenouncer.com, un sitio web que denuncia el terrorismo durante la semana, porque nos tomamos los fines de semana. Veamos un ejemplo, que por lo general, aparecen como dibujos animados de un solo bocadillo: "¡Denuncio el terrorismo! ¡También a los que nunca rellenan la bandeja de papel!" La idea del sitio web es denunciar el terrorismo y reconocer que es ridículo tener que denunciarlo constantemente. Pero si la intolerancia no es lo suyo, la comedia de la justicia social es útil para todo tipo de problemas. Por ejemplo, junto con mi compañero Lee Camp fuimos a las Islas Caimán para investigar la banca offshore. Estados Unidos pierde algo así como unos USD 300 000 millones al año en estos paraísos fiscales en el extranjero. No es por presumir, pero yo, al fin de mes solo tengo de 5 a 15 USD de la renta disponible. Así que entramos en estos bancos en las Islas Caimán y preguntamos si podíamos abrir una cuenta bancaria con 8 dólares y 27 centavos. (Risas) Los gerentes nos aguantaron 30 a 45 segundos antes de llamar a la seguridad. Los chicos de la seguridad llegaron, presumieron de sus armas, y nosotros acabamos chillando de miedo y huyendo porque -- y esta es la última regla de la comedia la justicia social -- a veces estas cosas te dejan el cuerpo como un flan. Se supone que la mayor parte de mi trabajo es divertida, destinada a generar risa y un sentimiento de pertenencia. Pero sí, a veces acabo de patas en la calle por los de seguridad. A veces recibo tuits e e-mails llenos de odio y amenazas. A veces correos de voz diciendo que si sigo contando mis chistes, me matarán a mí y a mi familia. Y esas amenazas de muerte no son divertidas en absoluto. Pero a pesar de este peligro ocasional, sigo pensando que la comedia para la justicia social es una de nuestras mejores armas. Es decir, hemos intentado diversas aproximaciones a la justicia social como la guerra y los concursos de danza sobre hielo, sin éxito. Pero aún así, muchas cosas siguen siendo horribles. Así que creo que es hora de contar una broma muy buena sobre la caca. Gracias. (Aplausos)