Imagina que día a día,
tu campo de visión
disminuye levemente,
acotándose u oscureciéndose
hasta que te quedas
completamente ciego.
Tendemos a pensar en la ceguera
como algo con lo que se nace,
pero, de hecho, en muchas enfermedades
como la retinosis pigmentaria
y el síndrome de Usher,
la ceguera puede empezar
a desarrollarse en la infancia,
o en la adultez.
Ambas enfermedades raras genéticas
afectan a la retina,
la pantalla de la parte posterior del ojo
que detecta la luz y nos ayuda a ver.
Ahora imagina que el ojo
pudiera regenerarse
para que una persona ciega
pudiera ver de nuevo.
Para entender si eso es posible, tenemos
que entender cómo funciona la retina
y qué tiene esto que ver
con una criatura polifacética
como el pez cebra.
La retina humana se compone
de diferentes capas de células,
con unas neuronas especiales que
viven en la parte posterior del ojo
llamadas varas y conos.
Los fotorreceptores convierten
la luz que entra en el ojo
en señales que usa el cerebro
para generar la visión.
Las personas que tienen síndrome
de Usher y retinosis pigmentaria
experimentan una pérdida constante
de estos fotorreceptores
hasta que al final esa pantalla del ojo
ya no puede detectar la luz
ni transmitir señales al cerebro.
A diferencia de la mayoría
de las células del cuerpo,
los fotorreceptores no se dividen
ni se multiplican.
Nacemos con todos los fotorreceptores
que tendremos en la vida,
por eso los bebés tienen
esos grandes ojos en sus rostros
y en parte por eso son tan lindos.
Pero ese no es el caso
de todos los animales.
Mira el pez cebra,
experto en regeneración.
Puede regenerar piel, huesos, corazón
y retina en caso que se dañen.
Si las toxinas eliminaran o mataran
fotorreceptores de la retina del pez cebra,
estos se regenerarían y reconfigurarían
la conexión cerebral para restaurar la vista.
Los científicos han estado investigando
este superpoder porque
la retina del pez cebra se estructura
de forma muy parecida a la retina humana.
Los científicos pueden incluso imitar
los efectos de trastornos
como el síndrome de Usher
o la retinosis pigmentaria
en el ojo del pez cebra.
Esto les permite ver cómo
el pez cebra repara su retina
para usar tácticas similares para,
algún día, curar los ojos humanos también.
¿Qué hay detrás del superpoder
del pez cebra?
Los principales actores son unas
células largas desplegadas en la retina
llamadas células de Müller.
Cuando los fotorreceptores son dañados,
estas células se transforman,
adquiriendo un nuevo carácter.
Se comportan menos como células de Müller
y más como células madre,
que pueden convertirse
en cualquier tipo de célula.
Luego estas células largas se dividen
produciendo extras que eventualmente
se convierten en nuevos fotorreceptores,
viajan a la parte posterior del ojo
y vuelven a configurar el cerebro.
Algunos investigadores incluso piensan
que han encontrado la clave
de su funcionamiento
con ayuda de 1 de los 2 productos químicos
que crean la actividad en el cerebro
llamados glutamato y aminoadipato.
En los ojos de ratón,
esto hace que las células de Müller
se transforman en fotorreceptores,
que luego viajan a la parte
posterior de la retina,
como si repusiéramos un ejército
con nuevos soldados.
Pero recuerden, nada de esto ha sucedido
en nuestras retinas, sin embargo,
y la pregunta es ¿cómo activamos esta
transformación de las células de Müller
en el ojo humano?
¿Cómo controlar por completo este proceso?
¿Cómo hacer fotorreceptores que
se autoreconfiguren en la retina?
Y ¿es posible disparar esto en humanos?
¿O este mecanismo se ha perdido
con el tiempo en la evolución?
Hasta que desmenucemos los orígenes
de esta capacidad,
la regeneración de la retina
seguirá siendo un superpoder misterioso
del pez cebra común.