Sueño hecho realidad dijo. Uds. van a notar en mi voz, justo cuando se me pase el susto, que tengo un acento un poco raro porque hace 10-12 años que vivo en España. Yo me fui un día a París hace once años quince días a recibir un premio literario y ahí conocí a una catalana y me quedé a vivir con ella. En Argentina tenía trabajo, casa y ninguna intención de mudarme de tierra. Mientras tanto en España no tenía nada: ni casa ni trabajo ni siquiera papeles para conseguir casa y trabajo. Para peor, a los ocho o nueve meses de vivir de prestado en España solamente porque estaba enamorado, etc., pasaron en Argentina dos cosas horribles. Primero vino la crisis del 2001, cuatro, cinco presidentes en una semana y caos social. Y una cosa todavía peor, por esa misma fecha: Racing salió campéon. Yo soy de Racing y es horrible ver por primera vez a tu equipo salir campeón y estar lejos... Lejos de tu tierra, pero en mi caso en particular, lejos de mi padre con el que siempre pensábamos que íbamos a ver ese acontecimiento, si ocurriera, juntos. Esas dos circunstancias, la crisis económica de Argentina y el hecho de que tu equipo salga campeón, ocurrieron a la vez y me enseñaron algo que yo no tenía la menor idea de que podía pasar y tiene que ver con que el dolor y la fiesta, la tragedia y el triunfo son lo mismo cuando estás en otra parte. No poder estar llorando con los tuyos cuando pasa algo horrible, no poder estar festejando con tu gente cuando pasa algo maravilloso, te pone inmediatamente en fuera de juego. Como yo estaba en España solo y estaba triste, se me ocurrió abrir un blog y me puse a escribir. A ese blog le puse de nombre Orsai, que quiere decir en jerga futbolística, justamente, que uno está fuera de juego, que no estás habilitado para jugar. En esa época no conocía Internet más que para mandar correos electrónicos y chatear cada tanto con mis amigos de Mercedes. Por eso lo que ocurrió cuando abrí ese blogi fue una sorpresa tremenda, imagino que en esa época a todos les pasó lo mismo. Empecé a escribir cuentitos en ese blog, a veces con mi voz propia, a veces disfrazado de personajes, una ama de casa, un vidente, una princesa. Y de a poco se fue acercando gente. Gente de países raros, de Honduras, de Nicaragua, también de acá y de España. Y Orsai se fue convirtiendo en una especie de comunidad involuntaria de lectores. Yo no hacia absolutamente nada para reunirlos, quiero decir, yo no ponía carteles en mi blog diciendo: "Pasen por acá, siéntense cómodos, generen comunidad". Yo lo único que hacía era escribir cuentitos. También escuchaba los comentarios que dejaban los lectores a esos cuentos y también, casi todo el tiempo, conversaba con esos lectores. Cuando esa comunidad se hizo todavía más grande por culpa del boca a boca, y sobretodo cuando se hizo mas fervorosa, algunas empresas tradicionales de la comunicación y de la cultura empezaron a escuchar ese barullo de voces que había. "Mirá, hay un tipo que escribe y la gente está ahí..." Y empezó a sonar el teléfono de casa, me empezaron a ofrecer que trabajara con ellos. Las editoriales me proponían hacer libros con las historias que yo escribía gratuitamente en Internet y la prensa me invitaba a que escribiera columnas en sus periódicos, parecidas a esas cosas que yo escribía en Internet. Esto lo sé ahora, no lo sabía entonces. En ese punto, me parece que cometí un error bastante grave. Me fui a trabajar con la industria, suspendí la comunicación directa con mis lectores y me dejé poner intermediarios, un representante, una editorial un administrador, un editor de contenidos, un gestor. Toda esa gente se fue poniendo en fila india entre mis lectores y yo. Las editoriales además me pidieron para la publicación de mi primer libro, que yo quitara todos los textos gratuitos de Internet para que pudieran venderlos. Ahí la cosa se puso un poquito tensa porque yo les dije inmediatamente que eso no podía hacer porque esos textos los había regalado, y yo no podía ir casa por casa de cada lector diciéndoles si por favor, me devolvían el regalo porque ahora se me había ocurrido, con gente de corbata, vendérselo. Pero lo peor fue con el paso de los libros y del tiempo, la sensación permanente de que las editoriales me robaban. Una vez me liquidaron en ventas de un libro de bolsillo. Es una anécdota que cuento siempre y que me parece paradigmática. Me liquidaron unos 800-900 ejemplares en Argentina de un librito de bolsillo. Y yo sabía, porque soy muy amigo del librero de Mercedes, de una de las tres librerías de Mercedes, yo sabía que una de esas librerías se habían vendido 750. En Argentina, en una librería de un pueblo de la provincia de Buenos Aires 750. Y no solamente era esa sensación de robo a mano armada, de imposibilidad de ver ventas e impresión. Sino que también empecé a recibir muchísimos mails de lectores del blog diciendo que mis libros no estaban en sus países. Es que la industria solamente distribuye libros en castellano en los lugares donde es negocio: Argentina, España, México, pero si un salvadoreño o un peruano quiere me libro se tiene que joder... No lo va a conseguir nunca. Con la prensa me estaba pasando más o menos lo mismo. Me pedían columnas de 400 palabras, pero si entraba, una media página de publicidad en ese sector, el editor me llamaba para decirme que eran 200 palabras las de esa semana. Cuando viene la crisis, la crisis económica europea y las empresas dejaron de hacer publicidad en los periódicos, yo dije "Bueno, podré volver a las 400 palabras". Pero no, le sacaron un pliego al diario y yo me quedé con 150. El año pasado cuando empezaron a arreciar estas cuestiones, yo me harté bastante de todo y renuncié públicamente a las editoriales, Mondadori de Italia, Plaza & Janés de España, Sudamericana de Argentina y Grijalbo de México. Y renuncié también públicamente a los periódicos La Nación de Argentina y El País de España. En mil cuatrocientas palabras, libre, en el blog, los mandé a cagar. (Risas) (Aplausos) Mientras hacía esto volví a comunicarme después de un año entero de silencio con la gente de mi blog y les conté que se me había ocurrido una idea. Una idea que por un lado podría ser muy divertida y sobre todo riesgosa, pero por el otro lado tenía un objetivo secreto que era demostrar y demostrarme también a mí, que la famosa crisis de la industria, de la que tanto se habla, no es económica, sino que más bien es moral, es una crisis codiciosa. La idea era hacer una revista imposible. Desde el patio de mi casa en un pueblo de Cataluña, sin oficinas, y con un staff integrado solamente por mi familia y por mis amigos de la infancia. Una revista que se iba a llamar Orsai como mi blog. Una noche con Chiri, que es mi amigo del alma, redactamos una especie de decálogo, una suerte de promesa a los lectores, esto ocurrió exactamente hace un año. Prometimos que la revista no tendría ni un centímetro de publicidad. Ni subsidios privados ni estatales. Prometimos que tendría la mejor calidad gráfica del mercado en cualquiera de los países donde se distribuyera. Que prescindiría de todos los intermediarios posibles. Que tendría una versión en papel y otra dinámica para iPad, iPhone, Blackberry y además un PDF gratuito diez, días después, para que la revista se leyera independientemente del costo. Prometimos que escribirían y dibujarían únicamente personas que Chiri y yo admirásemos muchísimo. Que sería trimestral y tendría más de 200 páginas por edición. Que en cada país costaría lo mismo que 15 periódicos del sábado de la región. Dijimos en el punto ocho que la plata la íbamos a poner nosotros y que la íbamos a hacer aunque no se vendiera. En el punto 9 decíamos que si salvábamos la inversión íbamos a ser felices y en el punto 10 que si no salvábamos la inversión nos chupaba un huevo... (Aplausos) En ese momento ocurrió una cosa increíble entre la comunidad que se había generado en el blog. Algo no teníamos previsto. los lectores de Orsai se encargaron de difundir la idea, de contarle a sus amigos que había unos cuarentones en un pueblito escondido en la montaña que querían hacer una revista de literatura, popular, de crónica narrativa, con textos larguísimos, justo en medio de la crisis del papel. Antes incluso de contarles de qué se iba a tratar esa revista, los lectores la empezaron a comprar en masa. La gente se volcó con una fe que yo no había visto en mucho tiempo en un producto cultural. La compraron diez mil personas, repito, sin saber los contenidos, en preventa antes de salir. Y era una revista cara, salé 16 euros en Europa y 12 dólares en Latinoamérica. La compraron de todas partes, incluidos salvadoreños, costarricenses, peruanos, latinoamericanos viviendo en Tailandia, en Japón. Los lectores de cada región decidieron distribuirla ellos mismos. Las revistas, decidimos, no se vendían de a una, sino en paquetes de diez, para que puedas colocar las 9 restantes con lectores de tu zona. De este modo matábamos también al intermediario de la distribución, que es una mafia. La distribución se queda con el 50 % del precio de venta de cada publicación que nosotros compramos. El autor, el 8 %. El Corte Inglés, Carrefour, el 50 %. El 1 de enero de este año salió a la calle el primer número de Orsai. Y así lo hicimos cada tres meses hasta llegar al objetivo de los cuatro números anuales. El número cuatro acaba de salir a la venta hace una semana. Cada revista pesa más o menos un kilo y a la vista es imponente, no tiene publicidad. Escribieron en estos cuatro números más de cien autores invitados. Juan Villoro, Abelardo Castillo, Nick Hornby, Agustín Fernandez Mallo. La ilustraron el negro Cris, Horacio Altuna, Miguel Rep, Alberto Montt, entre muchísimas firmas. A todos les pagamos en euros. En medio de todo ese fervor, descubrimos que el sueño era únicamente posible conversando con los lectores, y entonces a mediados de este año, cuando estábamos en el número 2 y empezando a hacer el 3, decidimos de una forma bastante arriesgada convertirnos en editorial. La idea fue agarrar un contrato estándar de mis antiguas editoriales y poner todo lo contrario. (Risas) La idea era no cagar al autor, no asfixiarlo, los derechos siempre para ellos. Si te querías ir al día siguiente, "Buenas noches, andate, todo bien". Sobre todo, en vez del 8 % o el 10%, el autor está recibiendo el 50 % del precio de venta al público. El 50 %, y más que eso el autor tiene la posibilidad, con contraseña, de entrar a una página donde ve la venta online directa de cada lector. Y tiene un correo electrónico de ese lector para agradecerle o para decirle: "Yo sé que vos me estás comprando y me estás pagando a mí". Fuimos notando, a medida que avanzamos, que Orsai dejaba de ser un blog o una revista, incluso dejaba de ser una editorial y se convertía en un proyecto de los lectores. Hace dos meses se nos ocurrió de abrir un bar en Buenos Aires, un lugar de encuentro entre la gente que lee la revista, le pusimos Orsai. Una tarde yo le conté a los lectores del blog si tenían ganas de que hubiera un bar y también les pregunté si alguien quería sumarse al proyecto bar como inversor. En 24 horas recibimos 204 correos electrónicos con gente que quería poner 1000 dólares o 10 000, un loco quería poner 80 000. También hubo gente que sin capital se ofreció para pintar el bar cuando empezáramos a armarlo, que se ofrecían a ayudarnos con la habilitación porque trabajaban en algún ministerio o etc. O que se postulaban, una vez el bar abierto, para exponer sus cuadros o tocar con sus bandas de música. Esto ocurrió a principios de agosto de este año. El bar Orsai abrió el jueves pasado en el corazón de San Telmo, Humberto Primo 471, cerveza 2x1 antes de las 22 h. Y en la inauguración hubo tanta gente que tuvimos que hacer 4 presentaciones: jueves, viernes, sábado y el domingo pasado. En marzo intentaremos abrir otro bar en Barcelona con el mismo sistema, la inversión de los lectores, y el objetivo para el próximo año, además de seguir haciendo revistas, esta vez bimestrales, y ademas de hacer muchos más libros, será el de abrir un tercer bar en Centroamérica para armar una especie de triángulo iberoamericano de la cultura o de los borrachos que leen... Hace una semana estuvimos a punto de que dos toneladas y media de nuestros libros y revistas se quedaran retenidas en el puerto de Buenos Aires. Por un mal entendido con la Secretaría de Comercio. Fue un jueves maravilloso. Los lectores de Orsai de todo el mundo hicieron explotar Twitter con una frase que decía "Liberen Orsai". Y eso fue tremendo, porque a las 12 horas el Gobierno argentino escuchó ese reclamo, respondió por Twitter el jefe de Gabinete del Gobierno, diciendo que se iba a encargar personalmente del asunto y al día siguiente las revistas estaban liberadas. Yo creo que eso, la última anécdota que voy a contar, quiere decir algo. Yo estoy seguro que eso es el principio de algo. Las decisiones culturales empiezan de a poco a estar en nuestras manos. Ya no le hacemos caso a altavoces únicos que nos dicen lo que hay que hacer. Somos nosotros los que comunicamos. Somos 400 millones de personas las que hablamos en español. Cada uno de nosotros, cada región, tiene una jerga distinta que nos hace únicos, pero que también nos enriquece. Nos entendemos, Internet llegó hace un tiempo para unirnos, para decirnos que se pueden hacer cosas juntos, sobre todo en la cultura, que es la base fundamental de la complejidad de la mente. Hace casi 10 años abrí un blog porque me sentía solo en un país extraño. Me sentía fuera de juego, necesitaba comunicarme con los míos, y por eso le puse Orsai. Hoy estoy seguro de que la industria de la cultura somos los lectores y los autores. Y nadie más. Y que la otra industria, la que le teme a los cambios, la que intenta hacernos creer que Internet es un lastre, la que rasguña y la que daña se está muriendo y la vamos a ver morir. La cultura tiene que ser libre y tiene que ser gratuita. Yo les convoco a autores, editores, a que cada vez que vendan un libro, lo pongan en PDF gratis el mismo día que sale a la venta en góndolas, porque van a vender más. Estuvimos años dependiendo de una industria codiciosa, comprando lo que ellos querían que comprásemos y de repente y cada vez más: están quedando en orsai. Gracias.