Crecí en Limpopo, en la frontera entre Limpopo y Mpumalanga, en una pequeña ciudad llamada Motetema. Allí el agua y la electricidad son tan impredecibles como el clima, y mientras crecía en estas condiciones, a los 17 años, estaba descansando con un par de amigos en invierno, tomando sol. En Limpopo el sol es muy fuerte en invierno. Estábamos tomando sol y mi mejor amigo me dice: "Hombre, ¿por qué alguien no inventa algo que pueda usarse sobre la piel de modo que no tuviéramos que bañarnos?" Me incorporé y le dije: "Hombre, yo compraría eso, ¿sí?". Así que volví a casa e investigué un poco, y encontré unas estadísticas impresionantes. Hoy más de 2500 millones de personas en el mundo no tienen acceso adecuado al agua y al saneamiento. De ellos, 450 millones están en África, y 5 millones en Sudáfrica. En este entorno prosperan diversas enfermedades y la más drástica es la que se conoce como tracoma. El tracoma es una infección ocular producida por la suciedad que entra en el ojo. Muchas infecciones de tracoma pueden dejarte ciego en forma permanente. La enfermedad deja 8 millones de personas ciegas permanentemente cada bendito año. Y lo sorprendente es que para evitar la infección con el tracoma sólo se necesita lavarse la cara: ni medicina, ni píldoras, ni inyecciones. Así, al ver estas estadísticas impactantes pensé: "Está bien, si bien no lo hago para mí mismo y por no bañarme, por lo menos tengo que hacerlo para tratar de salvar al mundo". (Risas) Así que con mi fiel corcel, mi Nokia 6234, no tenía laptop, no tenía mucho acceso a Internet, salvo por el cibercafé de 20 rand la hora. Investigué en Wikipedia, en Google, buscaba lociones, cremas, compuestos, puntos de fusión, toxicidades... Hice ciencia de secundaria... y escribí una formulita en un papel, y parecía el condimento especial de KFC, ¿sí? Así que dije, bien, tenemos lista la fórmula. Ahora tenemos que llevar esto a la práctica. Avanzamos 4 años, después de escribir un plan de negocios de 40 páginas en el móvil, después de escribir mi patente en el móvil, soy el titular de patente más joven del país, y... ("¡No hay que bañarse más!") No puedo decir nada más que eso. (Risas) Inventé DryBath, la primera loción del mundo para sustituir al baño. Literalmente, uno se la pone en la piel y no tiene que bañarse. (Risas) Así, después de tratar de hacerlo funcionar en la secundaria con recursos limitados, fui a la universidad conocí alguna gente, lo puse en práctica, y ahora tenemos un producto totalmente funcional listo para salir al mercado. En realidad ya está en el mercado. Aprendimos algunas lecciones de comercialización y disponibilización de DryBath. Una de las cosas que aprendimos fue que en las comunidades pobres no se compran productos a granel. Compran productos a demanda. Una persona de Alex no compra una caja de cigarrillos. Compra un cigarrillo al día, aunque le cueste más caro. Por eso empacamos DryBath en estos pequeños sachets innovadores. Se lo parte por la mitad y se aprieta. Y lo genial es que un sachet sustituye un baño por 5 rand. Después de crear ese modelo aprendimos mucho de la implementación de productos. Descubrimos que incluso los chicos ricos de los suburbios realmente querían DryBath. (Risas) Al menos una vez por semana. Como sea, descubrimos que podíamos ahorrar 80 millones de litros de agua en promedio cada vez que evitamos un baño, y también ahorrábamos 2 horas por día de niños de áreas rurales, 2 horas más de escolaridad, 2 horas más para las tareas, 2 horas más simplemente para ser niños. Después de ver ese impacto global, lo redujimos a nuestra proposición de valor principal que era limpieza y conveniencia. DryBath es la conveniencia del rico y el salvavidas del pobre. Luego de poner el producto en práctica, ahora en realidad estamos por vender el producto a una multinacional para llevarlo al mercado minorista, y una pregunta que tengo hoy para la audiencia es: en los caminos de grava de Limpopo, con una asignación de 50 rand por semana, se me ocurrió una manera de evitar que el mundo se bañe. ¿Qué te detiene? (Aplausos) Aún no terminé. Aún no terminé. Y otro factor clave que aprendí en todo este proceso, el año pasado Google me nombró como una de las mentes más brillantes del mundo. Actualmente soy también el mejor emprendedor estudiante del mundo, el primer africano en obtener este galardón, y algo que realmente me intriga es que hice todo esto sólo porque no quería bañarme. Gracias. (Aplausos)