(Aplausos)
La guerra es una pesadilla.
La guerra es horrible.
Es indiferente, devastadora y malvada.
La guerra es el infierno.
Sin embargo, la guerra
es una profesora increíble,
un maestro cruel.
Te enseña lecciones que jamás olvidarás.
En la guerra, estás obligado
a ver lo peor de la humanidad.
Y también tienes el privilegio
de ver a la humanidad
en su momento más glorioso.
La guerra te enseña sobre
sufrimiento, pérdida y dolor.
Y te enseña sobre la preciosidad
y la fragilidad de la vida humana.
Y en esa fragilidad,
la guerra te enseña sobre la muerte.
Pero la guerra también te enseña
sobre la hermandad y el honor,
la humildad y el liderazgo.
Y desafortunadamente, la guerra
te enseña más cuando las cosas salen mal.
Para mí,
una de las lecciones más impactantes
que aprendí en la guerra
fue en la primavera de 2006
en la ciudad de Ramadi, Irak,
que en ese momento,
era el epicentro de la insurgencia
donde terroristas brutales y decididos
dominaban las calles
con torturas, violaciones y asesinatos.
Fue en uno de los barrios de esa ciudad
durante una misión bajo mi mando
cuando todo se descontroló.
Teníamos muchas unidades luchando contra
el enemigo en el campo de batalla.
Teníamos soldados iraquíes aliados,
Teníamos soldados del ejército y
de la marina estadounidense
en conjunto con algunas personas
de mi equipo SEAL.
En un momento vino la niebla de la guerra.
Y trajo consigo confusión,
caos y disturbios.
Disparos y ataques del enemigo.
Y hombres gritando, y sangre, y muerte.
Y en esa niebla de guerra
a través de una serie de equivocaciones,
y errores humanos,
y falta de juicio, la ley de Murphy,
y simplemente mala suerte,
estalló un tiroteo horroroso.
Pero este tiroteo
no era entre nosotros y nuestros enemigos.
Este tiroteo, trágicamente,
era entre nosotros mismos.
Fuerzas aliadas contra fuerzas aliadas.
Fatricidio.
El pecado mortal en una batalla.
Y lo más horroroso de la guerra.
Cuando todo terminó y la niebla se disipó,
había muerto un soldado Iraquí aliado,
dos más fueron heridos,
uno de mis hombres fue herido,
y el resto de mi equipo SEAL
estaban muy afectado.
Y fue un milagro que nadie más
hubiera muerto.
Se reportó a la cadena
de mando lo que pasó.
Que nos habíamos peleado, herido y matado
entre nosotros mismos.
Y cuando regresamos a la base,
las cosas no mejoraron.
Había un mensaje de mi comandante
esperando por mí.
Decía "Cancela todas las misiones".
Decía que el comandante,
el capitán y el oficial de investigación
venían a mi ubicación.
Y me dijeron que preparara
un informe para explicar
lo que había pasado con exactitud
y qué había salido mal en la misión.
Ahora bien, ya sabía
lo que esto significaba.
Significaba que alguien debía pagar.
Significaba que alguien
tenía que ser responsable.
Significaba que había que despedir
a alguien por lo que había pasado.
Así que empecé a preparar mi infome.
Y en él,
detallé cada error que se cometió
y quién lo hizo.
Señalé cada falla en el plan,
la preparación,
y la ejecución de la misión.
Señalé quien era
el responsable de esa falla.
Había mucha culpa para repartir.
Había tanta gente a la que podía inculpar.
Pero algo no estaba bien.
Por alguna razón,
no podía señalar a un culpable.
Y a quien especificamente culpar
por lo que había sucedido.
Y me senté.
Y lo repasé una y otra vez.
Y luché por una respuesta.
Luego, a diez minutos de haber
empezado el informe,
la respuesta llegó.
me pegó como un golpe en la cara.
Y me di cuenta que había un sólo culpable
por esta confusión.
Y un solo cupable por los hombres heridos.
Y una sola person que inculpar
por la muerte del solado iraquí.
Y sabía exactamente quien era esa persona.
Sabiendo eso, entré
en la sala de reuniones
con mi comandante, el capitán
y el oficial de investigación.
Estaban sentados esperando por mí,
junto con el resto de mis hombres
incluyendo los de mi equipo SEAL
que habían sido heridos
que estaban sentados atrás
con su cabeza y cara vendadas.
Me paré enfrente a ellos
y les hice una única pregunta:
"¿Quién fue el culpable?"
Uno de mis SEALs levantó la mano
y dijo, "Fue mi culpa.
No mantuve el control de los
soldados iraquíes que estaban conmigo.
Y se salieron de su sector designado.
Y esa fue la raíz del problema."
Y yo dije, "No. No fue tu culpa"
Luego, otro SEAL levantó su mano
y dijo, "Fue mi culpa,
No comuniqué nuestra ubicación
lo suficientemente rápido por la radio
así que nadie sabía
en que edificio estabamos,
y eso causó toda la confusión.
Fue mi culpa"
Y yo dije, "No, tampoco fue tu culpa"
Luego, otro SEAL levantó su mano y dijo,
"Jefe, esto fue mi culpa.
No identifiqué mi blanco correctamente,
y disparé y maté al soldado iraquí aliado
Esto fue mi culpa"
Y yo dije, "No, tampoco fue tu culpa.
Ni tuya, ni tuya, ni tuya".
Dije esto mientras señalaba al resto
del equipo SEAL en la sala.
Y luego les dije
que sólo había una persona culpable
por lo que había pasado.
Había una sola persona que inculpar.
Y esa persona era yo.
Yo soy el comandante.
Yo tengo más experiencia
en el campo de batalla
y soy responsable por todo lo que pase.
Todo.
Y luego les expliqué
algunas tácticas nuevas,
técnicas y procedimientos
que ibamos a implementar
para asegurarnos que esta farsa
no sucediera nunca otra vez.
Y les diré algo: dolió.
Esto me pego en el ego.
Hirió mi orgullo tomar la culpa.
Pero tambien sabía,
sabía que para mantener mi integridad,
como líder y como hombre,
tenía que asumir la responsabilidad.
Y para hacer eso,
tuve que controlar mi ego
para que él no me controlara a mi.
y, ¿saben qué?
No me despidieron.
De hecho, mi comandante en jefe,
que esperaba excusas y culpas,
cuando asumí la responsabilidad,
cuando me apropié,
ahora confiaba todavía más en mí.
Y mis hombres
no perdieron el respeto por mí.
Al contrario, se dieron cuenta
de que yo nunca
evadiría la responsabilidad.
y que nunca les dejaría
la carga pasada del mando a ellos.
y ¿saben qué?
Ellos tuvieron la misma actitud.
A diferencia de un equipo donde nadie
se hace cargo de los problemas
y por ende, los problemas
nunca se solucionan.
Nosotros, todos nos responsabilizamos
por nuestros errores.
Todos se apropiaron de los problemas.
Y cuando un equipo
se hace cargo de sus problemas,
los problemas se resuelven.
Y eso es verdad en el campo de batalla,
es verdad en los negocios,
y es verdad en la vida.
Así que les digo, háganse cargo.
Hay que apropiarse totalmente.
No inventen excusas.
No culpen a otra persona u otra cosa.
Controla tu ego.
No escondas tu orgullo delicado
de la verdad.
Apropiate de todo en tu mundo
lo bueno y lo malo.
Apropiate de tus errores,
apropiate de tus faltas,
apropiate de tus problemas,
y después, apropiate de las soluciones
que resolverán esos problemas.
Apropiate de tu misión.
Hazte cargo de tu trabajo,
de tu equipo, de tu futuro
y se dueño de tu vida.
Y guia.
Guia.
Guiate a tí mismo.
Y guia a tu equipo,
y las personas presentes en tu vida.
Guíalos a todos
a la victoria.
Gracias.
(Aplausos)