Alrededor de 1159 dC, un matemático llamado Bhaskara el Sabio bosquejó un diseño para una rueda que contenía depósitos curvos de mercurio. Argumentó que al girar las ruedas, el mercurio fluiría al fondo de cada depósito, dejando un lado de la rueda perpetuamente más pesado que el otro. El desequilibrio mantendría la rueda girando para siempre. El dibujo de Bhaskara fue uno de los primeros diseños de una máquina de movimiento perpetuo, un dispositivo que puede trabajar indefinidamente sin ninguna fuente de energía externa. Imagina un molino de viento que produce el viento que necesita para seguir girando. O una bombilla cuyo resplandor proporcione su propia electricidad. Estos dispositivos han cautivado la imaginación de muchos inventores porque podrían transformar nuestra relación con la energía. Por ejemplo, si pudieras construir una máquina de movimiento perpetuo que incluya humanos como parte de su sistema perfectamente eficiente, podría sostener la vida indefinidamente. Sólo hay un problema. No funcionan. Las ideas para máquinas de movimiento perpetuo violan una o más leyes fundamentales de la termodinámica, la rama de la física que describe la relación entre diferentes formas de energía. La primera ley de la termodinámica dice que la energía no puede ser creada o destruida. No puedes sacar más energía de la que pones. Eso elimina de inmediato una máquina de movimiento perpetuo útil porque una máquina solo podría producir la misma energía que consume. No quedaría nada para alimentar un automóvil o cargar un teléfono. Pero ¿y si solo se quisiera que la máquina se mantuviera en movimiento? Los inventores han propuesto muchas ideas. Varios de estas han sido variaciones en la rueda sobreequilibrada de Bhaskara con bolas rodantes o pesos en brazos oscilantes. Ninguno funciona. Las partes móviles que hacen más pesado un lado de la rueda también desplazan su centro de masa hacia abajo por debajo del eje. Con un centro de masa bajo, la rueda solo oscila hacia adelante y hacia atrás como un péndulo, luego se detiene. ¿Qué hay de un enfoque diferente? En el siglo XVII, a Robert Boyle se le ocurrió una idea para una olla de riego automático. Teorizó que la esa acción capilar, la atracción entre líquidos y superficies que tira del agua a través de tubos delgados, podría mantener el ciclo de agua alrededor de la taza. Pero si la acción capilar es tan fuerte como para superar la gravedad y elevar el agua, también evita que caiga de nuevo en el recipiente. Hay versiones con imanes, como este conjunto de rampas. Como que la pelota es impulsada hacia arriba por el imán en la parte superior, cayendo a través del agujero y repitiendo el ciclo. Esta falla porque, al igual que la olla de riego automático, el imán simplemente mantendría la bola en la parte superior. Incluso si de alguna manera se mantiene en movimiento, la fuerza del imán se degradaría con el tiempo dejando finalmente de funcionar. Para que cada una de estas máquinas se mantenga en movimiento, tendrían que crear algo de energía adicional para empujar el sistema más allá de su punto de parada, rompiendo la primera ley de la termodinámica. Hay algunas que parecen seguir adelante, pero en realidad, invariablemente resultan estar atrayendo energía de alguna fuente externa. Incluso si los ingenieros pudieran de alguna manera diseñar una máquina que no violara la primera ley de la termodinámica, todavía no funcionaría en el mundo real debido a la segunda ley. La segunda ley de la termodinámica nos dice que la energía tiende a disiparse a través de procesos como la fricción. Cualquier máquina real tendría partes móviles o interacciones con moléculas de aire o líquido que generaría pequeñas cantidades de fricción y calor, incluso en el vacío. Ese calor es la energía que se escapa y que sigue escapándose, reduciendo la energía disponible para mover el propio sistema hasta que la máquina se detendría inevitablemente. Hasta ahora, estas dos leyes de la termodinámica han obstaculizado cada idea de movimiento perpetuo y los sueños de generación de energía perfectamente eficiente que implican. Sin embargo, es difícil decir con certeza que nunca descubriremos una máquina de movimiento perpetuo porque todavía hay mucho que no entendemos del universo. Tal vez encontremos nuevas formas exóticas de materia lo que obligaría a revisar las leyes de la termodinámica. O tal vez hay movimiento perpetuo en pequeñas escalas cuánticas. Lo que podemos estar razonablemente seguros es que nunca dejaremos de buscar. Por ahora, lo único que parece verdaderamente perpetuo es nuestra búsqueda.