Como escritora, me pasé toda la carrera pensando en historias y en cómo funcionan. He podido acomodar artículos dramáticos dentro de rompecabezas narrativos, y he pensado en que es lo que se siente verdadero contra lo que se siente bien. Pero nunca me había dado cuenta de cómo me habían vendido el cuento de principios y finales hasta que yo empecé a tratar de entender las piezas de mi historia propia. Este es el principio, pero no es solo el principio. La noche de un lunes de agosto de 2009, mi ex marido me amenazó con una escopeta y me atrapó en mi garaje. El había estado luchando contra un abuso de medicamentos bajo receta Había perdido el trabajo. Había perdido su mujer. Había perdido todo lo que nos mantiene conectados a este mundo; la capacidad de ver el mañana. Me dijo, "Ni te imaginas lo difícil que es ..." Y unos momentos después, se quitó la vida para que yo también supiera lo difícil que era. Después de esta devastación, las personas afectadas pueden caer en una trampa de pensar que el universo nos ha castigado por nuestro valor como seres humanos. Y que si somos buenos, vamos a aprender la lección, se nos premiará. Eso es lo que dicen los libros y películas y nos cuentan qué sucederá después. Después de mi devastación propia, se me ocurrieron una lista de cosas que el universo podría traerme para rectificar las cosas: un Oscar a la Mejor Actriz por el papel al que me gusta llamar de una mujer que pretende estar bien; (Risas) una llamada de Oprah invitándome a su círculo de lectura; y por último - y este es el más importante para mi - a George Clooney como mi novio. (Risas) Y yo caí en esa trampa por un tiempo - esperando a lo que vendría después. Hice carteleros con mi visión, leí libros de autoayuda, fui a terapia, y traté de aprender mi lección. Lo que yo estaba buscando, por supuesto, era algo que me ayudara a poder endender el pasado, una reacción igual pero totalmente opuesta que me ayudaría a ponerle el fin a mi traumática historia. Me imaginaba que quizás esa fase de la tragedia terminaría con un final feliz. Esta es la estructura de los cuentos con los que hemos crecido, el barrido al final de una película épica, los relatos que sacan a una persona del fondo más profundo a las gloriosas alturas del éxito y el amor y todo en menos de dos horas. Eso es lo que pasa en las peículas, y a lo que llamo "porno de la tragedia." No lo gugleen, por favor. (Risas) No. Porno de la tragedia es una película en la que hay un pobre personaje principal que sufre todo tipo de contratiempos por una hora y 45 minutos. Pero que al final recibe su premio. El premio cinemático por una tragedia es que se les cumplan los sueños a uno o que uno logre un gran resultado en un partido y que los compañeros de equipo lo lleven en sus hombros, victorioso, o sacada de la fábrica por el galán, alguien empieza a aplaudir suavemente, todos vitorean, créditos de final. Fin. Quisieramos que el climax cinemático sea la estructura de nuestras historias (Suspiros) Y yo fantasée con qué me podría salvar porque sentía que necesitaba ser salvada, salvada a nivel de fin feliz de cine. Yo quería lo que me habían prometido en los mensajes de pésame, las cosas que decimos cuando no sabemos qué decir: "Todo pasa por algún motivo." "Volverás a conseguir la felicidad." "Te mereces algo hermoso." Pero la terrible verdad es que hasta lo más grande que podamos soñar no es un secreto para curar nuestra pena. Lo que me tocó, por un tiempo, fué un caso de decepción crónica, la certeza de que debía estar haciendo algo mal, que no había aprendido la lección. Necesitaba respuestas, y convertí a mi búsqueda por respuestas mi trabajo a tiempo pleno. Y busqué la respuesta en la nota de suicidio que me había dejado mi ex marido a minutos de entrar al garaje. No me dió las respuestas que necesitaba o quería. Ese tipo de nota no lo suele hacer. Había escrito siete palabras: "Lo siento mucho. Esto es muy díficil." Un día de invierno hace varios años, yo estaba sentada a la mesa de la cocina escribiendo sobre lo sucedido. Mirando por la ventana, detrás de unos árboles desnudos, hacia la vasta extensión de las cimas y valles a la distancia. Una vista increíble que me olvido por entero cuando todo está en flor. Y para ese entonces yo ya había escrito miles de palabras en diarios y en blogs, y en cartas a gente que nunca podría leerlas - todo eso en un esfuerzo de entender esta devastación. Y si uno lo analizaba, lo que había escrito era solamente una versión más larga de "Lo siento mucho. Esto es muy difícil." Y ese día me dí cuenta que no podemos esperar a que el universo nos traiga algo maravilloso, algo igual pero opuesto que compensaría a toda la tragedia. Pero no podemos esperar a que llegue el día del juicio final que explicará lo inexplicable. Porque ninguna cosa buena será tan grande como para borrar esa pérdida, ni siquiera George Clooney, quién, no sé si se enteraron, se casó con otra, no conmigo ... (Risas) No sé por qué. Y decidé dejar de decir "Todo pasa por algún motivo." "La próxima cosa que pase será fantástica." "Algo a alguien me salvará." Decidí permitirme decir lo que es verdad, "Esto es muy difícil." Mientras que el "Había una vez" y "Felices para siempre" son la estructura de muchas películas, el "perdón", "difïcil" y "bien" son más como la estructura de la vida. Y este es el final, pero no es el final, realmente. Todo va a estar bien. Lo sé ahora. Y va a volver a ser difícil. Y volverá a estar bien de nuevo. Van a llegar cosas buenas y maravillosas, y cosas difíciles también sucederán. Y en el corazón de este cuento, lo que encontrarán más allá de los altibajos que llaman la atención será la batalla por el equilibrio entre lo difícil y lo que está bien. Ahí vivimos. No es de cine. No viene con un libreto dramático o una multitud que nos aclame, pero hay algo hermoso sobre como sobrevivimos. Empezamos a curarnos cuando abandonamos la idea que una tragedia es un principio y que si somos lo suficientemente buenos se nos premiará con un final. No necesitamos un final de Hollywood. Sólo necesitamos recuperar el equilibrio todas las veces que sea necesario. Cuando dejemos de preguntar "¿Qué pasa después?" podremos empezar a aceptar "Lo que es." Lo hacemos al reconocer nuestra lucha y nuestras penas, y que permitamos a que estas cosas tengan su lugar en nuestras vidas, no como barreras contra algo mejor, sino como elementos esenciales de la estructura de la vida. De esta manera, de a poquito, cada día, podremos hacer las paces con nuestras historias propias. Gracias. (Aplausos)