Cada primavera,
cientos de aventureros sueñan
con escalar el Qomolangma
más conocido como el monte Everest.
Siguen acampados en el
campamento base durante meses,
a la espera de una oportunidad para
subir a la cumbre más alta y mortal.
Pero, ¿por qué arriesgar la vida
para escalar el Everest?
¿Lo hacen por el reto en sí?
¿Por las vistas?
¿Para tener la oportunidad
e tocar el cielo?
Lo que atrae a muchos al Everest
es que es la montaña
más alta del mundo.
Pero hay que hacer
una distinción importante.
Mauna Kea es en realidad
el más alto desde la base,
pero con sus 8850 metros
sobre el nivel del mar,
el Everest tiene la mayor
altitud en el planeta.
Para entender cómo nació
esta impresionante formación,
hay que asomarse a lo profundo
de la corteza de nuestro planeta,
donde chocan las placas continentales.
La superficie de la Tierra es
como el caparazón de un armadillo.
La corteza se mueve continuamente
a lo largo, por debajo,
alrededor una de otra.
Para lo grandes que son
las placas continentales,
el movimiento es relativamente rápido.
Cada año se mueven un promedio
de 2 a 4 centímetros
casi tan rápido como crecen las uñas.
Cuando dos placas chocan entre sí,
se empujan una a otra
por encima o por debajo,
deformando sus bordes y causando
lo que se conoce como elevación,
para hacer espacio a la nueva corteza.
Así es como nació el Everest.
Hace 50 millones de años, la placa india
se desvió hacia el norte
chocó con la placa euroasiática,
más grande que ella,
y la corteza se arrugó
generando una nueva elevación.
El monte Everest se encuentra
en el corazón de este fenómeno,
en el borde de la zona de colisión,
entre India y Eurasia.
Pero las montañas también son moldeadas
por fenómenos distintos a la elevación.
Cuando la tierra
es empujada hacia arriba,
las masas de aire se ven
obligadas a subir también.
El aire ascendente se enfría, obligando
al vapor contenido a que se condense
formando lluvia o nieve.
Al regresar a la tierra, la lluvia
y la nieve cambian el paisaje
disolviendo y descomponiendo la roca
en un proceso conocido como erosión.
El agua lleva el material erosionado
al bajar por los pendientes
y erosiona el paisaje,
labrando profundos valles
y picos dentados.
El equilibrio entre la elevación
y la erosión da forma a una montaña.
Pero al comparar los picos
celestes del Himalaya
con las confortables colinas
de los Apalaches
está claro que cada montaña es diferente.
Eso se debe a que el tiempo
también entra en la ecuación.
La primera vez que chocan
las placas continentales,
la elevación es rápida.
Los picos se elevan mucho,
con fuertes pendientes.
Con el tiempo, sin embargo,
la gravedad y el agua los erosionan.
Por último, la erosión
se apodera de la elevación,
desgastando los picos más rápido
de lo que los eleva.
El tercer factor que regula
las montañas es el clima.
La nieve no siempre se derrite
por completo a temperaturas bajo cero
sino que más bien se vuelve densa
y lentamente se convierte en hielo.
Eso da lugar a la línea de nieve,
que cubre diferentes alturas en el
planeta en función del tipo de clima.
En los polos, la línea de nieve
está al nivel del mar.
Cerca del ecuador, hay que subir a 5000 m
antes de que haga bastante frío
y se forme el hielo.
El hielo denso comienza a fluir
bajo su propio peso inmenso,
dando lugar a un río congelado
que se desplaza lentamente,
llamado glaciar,
y que desgasta la roca en su camino.
Cuanto más empinadas son las montañas,
más rápido fluye el hielo por debajo
y más rápido esculpe
la roca subyacente.
Los glaciares pueden erosionar el paisaje
más rápido que la lluvia y los ríos.
Cuando los glaciares
forman picos montañosos,
los lijan tan rápidamente,
que las cumbres parecen serradas
por una enorme sierra circular.
Así que, ¿cómo llegó el gélido
monte Everest a ser tan alto?
El choque cataclísmico continental
del cual surgió en primer lugar,
fue impresionante.
En segundo lugar, la montaña
se encuentra cerca de los trópicos,
donde la línea de nieve es alta
y los glaciares relativamente pequeños,
no bastante suficiente
para hacerlos fluir.
La montaña se encuentra en una perfecta
combinación de condiciones
que ayudan a mantener
su imponente altura.
Pero no siempre será así.
Vivimos en un mundo cambiante,
donde las placas continentales,
el clima terrestre
y el poder erosivo del planeta
terminarán algún día por conspirar
y reducir la escala del monte Everest.
Pero por el momento, el monte
sigue siendo una leyenda
para excursionistas,
aventureros y soñadores.