A menudo se dice que se puede saber
mucho sobre una persona
al ver lo que está en sus libreros.
¿Qué dicen mis libreros de mí?
Bueno, cuando me hice
esta pregunta hace unos años,
hice un descubrimiento alarmante.
Siempre me había visto
como alguien bastante culta
y cosmopolita.
Pero mis librerías contaban
una historia bastante diferente.
Prácticamente todos los títulos
eran de autores británicos
o norteamericanos,
y no había casi
nada traducido.
El descubrimiento de este masivo
punto ciego cultural en mis lecturas
me dejó en shock.
Y cuando pensé en ello,
me pareció una verdadera lástima.
Sabía que tenía que haber
muchas historias increíbles por ahí
de escritores que escriben
en lenguas diferentes al inglés.
Y parecía muy triste pensar
que por mis hábitos de lectura
probablemente nunca
me toparía con ellos.
Así que decidí automedicarme
un curso intensivo de lectura global.
El 2012 se pensó para ser
un año muy internacional
para el Reino Unido;
fue el año de los Juegos
Olímpicos de Londres.
Así que decidí utilizarlo
como mi calendario
para tratar de leer una novela,
una colección de cuentos
o una memoria de todos
los países del mundo.
Y así lo hice.
Y fue muy emocionante
y aprendí algunas cosas notables
e hice algunas conexiones maravillosas
que quiero compartirles hoy.
Pero comenzó con algunos
problemas prácticos.
Después de haber decidido
cuál de las diversas listas
de países en el mundo
usar para mi proyecto,
terminé siguiendo la lista de
naciones reconocidas por la ONU,
a la que añadí Taiwán,
que me dio un total de 196 países.
Y después de haber resuelto
cómo ajustar la lectura y bloggeo
de aproximadamente,
cuatro libros a la semana
trabajando cerca de
cinco días a la semana,
entonces tuve que enfrentar el hecho de
que incluso no podría ser capaz
de conseguir libros en inglés
de todos los países.
Solo alrededor de un 4.5%
de las obras literarias publicadas
cada año en el Reino Unido
son traducciones
y las cifras son similares para gran parte
del mundo de habla inglesa.
Sin embargo, la proporción de
publicaciones de libros traducidos
en muchos otros países es mucho más alta.
4.5% es lo suficientemente
pequeño para empezar,
pero lo que esa cifra no dice
es que muchos de esos libros
vendrán de países
con fuertes redes editoriales
y muchos profesionales
de la industria
preparados para salir
a vender esos títulos
a las editoriales en idioma inglés.
Así, por ejemplo, aunque poco
más de 100 libros
se traducen del francés
y se publican cada año en el Reino Unido
la mayoría de ellos vendrán de países
como Francia o Suiza.
Por otro lado,
la África de habla francesa,
rara vez se tendrá en cuenta.
El resultado es que hay
muchas naciones
que pueden tener poca o ninguna
literatura comercial en inglés disponible.
Sus libros siguen siendo invisibles
para los lectores del lenguaje con
más publicaciones del mundo.
Pero cuando se trataba de leer el mundo,
el mayor reto de todos para mí
fue el hecho de no
saber por dónde empezar.
Después de haber pasado la vida leyendo
casi exclusivamente libros británicos
y de norteamérica
no tenía idea de cómo conseguir
y encontrar historias
y escogerlas entre muchas
del resto del mundo.
No podría decidir cómo conseguir
una historia de Swazilandia.
No conocía una buena novela de Namibia.
No podía ocultarlo:
Era una xenófoba literaria sin idea.
Entonces, ¿cómo era posible que yo
fuera a leer el mundo?
Iba a tener que pedir ayuda.
Así, en octubre de 2011, registré mi blog,
ayearofreadingtheworld.com,
y publiqué una corta petición en línea.
Expliqué quién era,
lo cerrada que había sido mi lectura,
y pedí a quien quisiera
que dejara un mensaje
sugiriendo qué podría leer
de otras partes del planeta.
Ahora bien, no tenía ni idea si
alguien estaría interesado,
pero luego de unas cuantas horas
de publicar mi petición en línea,
la gente empezó a ponerse en contacto.
Al principio, eran amigos y colegas.
Luego eran amigos de mis amigos.
Y muy pronto, fueron extraños.
Cuatro días después de poner
mi petición en línea,
recibí un mensaje de una mujer
llamada Rafidah en Kuala Lumpur.
Me dijo que le encantaba cómo
sonaba mi proyecto
y que podría ir a su
librería local de libros en inglés
y escoger mi libro de Malasia
y enviármelo.
Acepté con entusiasmo,
y unas semanas más tarde,
llegó un paquete con
no uno, sino dos libros,
la elección de Rafidah de Malasia,
y un libro de Singapur
que también había elegido para mí.
En ese momento, me sorprendió
que un extraño a casi
10 mil km. de distancia
fuera tan lejos para ayudar a alguien
que probablemente nunca conocería.
Pero la bondad de Rafidah resultó
ser el patrón en ese año.
Una y otra vez, la gente hacía
lo posible para ayudarme.
Algunos se dieron a la
investigación en mi nombre
y otros hicieron desvíos
en vacaciones y viajes de negocios
para ir a las librerías por mí.
Resulta que, si quieres
leer el mundo,
si quieres encontrarlo
con mente abierta,
el mundo te ayudará.
Cuando se trataba de países
con poca o ninguna literatura
comercial en inglés disponible
las personas fueron aún más lejos.
A menudo los libros provenían
de fuentes sorprendentes.
Mi lectura de Panamá, por ejemplo,
vino a través de una conversación
que tuve en Twitter con el Canal de Panamá
Sí, el Canal de Panamá
tiene una cuenta de Twitter.
Y cuando le envié un Tweet
sobre mi proyecto,
sugirió qué podría probar
conseguir el trabajo
del autor panameño
Juan David Morgan.
Encontré el sitio web de Morgan
y le envié un mensaje,
preguntando si alguna de sus
Novelas en español
se habían traducido al inglés.
Me respondió que no había nada publicado,
pero tenía una traducción inédita
de su novela "El Caballo de Oro".
Me la envió por correo electrónico
lo que me permitió ser una
de las primeras personas
en leer ese libro en inglés.
Morgan no fue de ninguna
manera el único escritor
en compartir su trabajo
conmigo de esta forma.
De Suecia a Palau,
escritores y traductores me enviaron
libros publicados individualmente
y manuscritos inéditos de libros
que rechazaban las
editoriales de habla inglesa
o que ya no estaban disponibles,
dándome atisbos privilegiados
de algunos mundos imaginarios notables.
Leí, por ejemplo,
sobre el rey de África Austral
Ngungunhane, que lideró la resistencia
contra los portugueses
en el siglo XIX;
y sobre los rituales matrimoniales
en una aldea remota
a orillas del Mar Caspio
en Turkmenistán.
Conocí la respuesta de
Kuwait para Bridget Jones.
(Risas)
Y leí sobre una orgía
en un árbol en Angola.
Pero tal vez el ejemplo más sorprendente
de las molestias que las personas
estaban dispuestas a tomar
para ayudarme a leer el mundo,
llegó hacia el final de mi búsqueda,
cuando buscaba un libro
de la pequeña nación insular africana
de habla portuguesa Santo Tomé y Príncipe.
Después de haber pasado varios meses
intentando todo lo que pude
para encontrar
un libro traducido al
inglés de esta nación,
parecía que la única
opción que me quedaba
era ver si podía conseguir algo
traducido para mí desde cero.
Realmente dudaba
si alguien iba a querer ayudar con esto,
y renunciar a su tiempo para algo así.
Pero, tras una semana de hacer
un llamado en Twitter y Facebook
para hablantes de portugués,
tenía más gente de la que podía
involucrar en el proyecto,
incluyendo a Margaret Jull Costa,
una líder en su campo,
que ha traducido la obra
del Premio Nobel José Saramago.
Con mis nueve voluntarios listos,
me las arreglé para encontrar un libro
de un autor de Santo Tomé
del que podía comprar
suficientes copias en línea.
Aquí está uno.
Envié una copia a
a cada una de mis voluntarios.
Todos tomaron un par de
historias cortas de esta colección,
trabajaron, me enviaron
sus traducciones,
y al cabo de seis semanas,
tenía todo el libro para leer.
En ese caso, y como me ocurrió
tan a menudo durante ese año,
mi falta de conocimiento y el estar
abierta acerca de mis limitaciones
se habían convertido
en una gran oportunidad.
En el caso de Santo Tomé y Príncipe,
fue una oportunidad no solo
para aprender algo nuevo
y descubrir una nueva
colección de historias,
sino también para reunir
un grupo de personas
y facilitar un esfuerzo creativo conjunto.
Mi debilidad se había convertido en
la fortaleza del proyecto.
Los libros que leí ese año
me abrieron los ojos a muchas cosas.
Como quienes disfrutan
de la lectura sabrán,
los libros tienen el poder extraordinario
de llevarte fuera de ti mismo
y ponerte en la mente de alguien más,
de modo que, durante un tiempo al menos,
miras el mundo a través
de los ojos de alguien más.
Esa puede ser una experiencia incómoda,
especialmente si estás leyendo un libro
de una cultura que puede tener
valores bastante diferentes a los tuyos.
Pero también puede ser muy esclarecedor.
Luchar con ideas poco familiares
ayuda a clarificar tu propio pensamiento.
Y también puede mostrarte puntos ciegos
en la forma en que podrías
haber estado mirando al mundo.
Cuando volví a la literatura en inglés
con la que había crecido, por ejemplo,
empecé a ver lo estrecha
que era mucha de ella,
en comparación con la riqueza
que el mundo tiene para ofrecer.
Y a medida que pasaba las páginas,
también
comenzó a suceder algo.
Poco a poco,
esa larga lista de país con la que
había empezado el año,
pasó de un registro de nombres de lugares
más bien seco y académico
a uno de entidades vivas que respiran.
No quiero sugerir que es
en forma alguna posible
obtener una imagen redondeada de un país
simplemente leyendo un libro.
Pero acumulativamente,
las historias que leí ese año
me hicieron más conciente que nunca
de la riqueza, diversidad y complejidad
de nuestro notable planeta.
Era como si las historias del mundo
y las personas que habían llegado
a tales extremos para ayudarme a leerlos
lo hubieran hecho real para mí.
Hoy en día, cuando veo mis estanterías
o miro las obras en mi e-reader,
me cuentan una historia muy diferente.
Es la historia del poder que tienen
los libros para conectarnos a través
de divisiones políticas, geográficas,
religiosas, sociales, culturales.
Es sobre el potencial en el que tienen
que trabajar juntos los seres humanos.
Su testamento
a los tiempos extraordinarios
en que vivimos
en donde, gracias a la Internet,
es más fácil que nunca para un extraño
compartir una historia,
una visión del mundo, un libro
con alguien que tal vez nunca conocerá,
al otro lado del planeta.
Espero que sea una historia que leeré
durante muchos años por venir
y espero que mucha más gente me siga.
Si todos leemos más ampliamente,
los editores tendrían más incentivos
para traducir más libros,
y todos nos enriqueceríamos por eso.
Gracias.
(Aplausos)