Podemos reducir las muertes violentas en todo el mundo en un 50 % en las próximas tres décadas. Todo lo que necesitamos hacer es reducir los homicidios en un 2,3 % al año y vamos a lograr el objetivo. ¿No me creen? Bueno, los mejores epidemiólogos y criminólogos del mundo parecen creer que podemos, y yo también, pero sólo si nos concentramos en las ciudades especialmente las más vulnerables. Verán, he estado pensando mucho sobre esto. En los últimos 20 años, he trabajado en países y ciudades devastados por los conflictos, la violencia, el terrorismo o alguna combinación traicionera de todas ellas. He rastreado a los contrabandistas de armas desde Rusia a Somalia, he trabajado con los señores de la guerra, en Afganistán y el Congo, he contado cadáveres en Colombia, Haití, Sri Lanka y Papua Nueva Guinea. No hay que estar en primera línea, para entender que nuestro planeta está saliendo de control, ¿no? Hay una sensación de que la inestabilidad internacional es el nuevo estado de normalidad. Pero quiero que observen más de cerca, y creo que verán que la geografía de la violencia está cambiando, ya no son tanto los países que se enfrentan a conflictos y a crímenes sino nuestras ciudades: Aleppo, Bamako, Caracas, Erbil, Mosul, Trípoli, Salvador; la violencia está migrando a las metrópolis. Y tal vez esto es de esperar, ¿no? Después de todo, la mayoría de la gente, hoy en día, vive en la ciudad, no en el campo. Tan solo 600 ciudades, incluidas 30 megaciudades, representan dos tercios del PIB mundial. Pero cuando se trata de ciudades, la conversación la domina el Norte, es decir, América del Norte, Europa Occidental, Australia y Japón donde la violencia está en realidad en mínimos históricos. En consecuencia, los entusiastas de la ciudad hablan del triunfo de ella, de las clases creativas y de los alcaldes que gobiernan el mundo. Espero que algún día, los alcaldes gobiernen el mundo pero ya saben, el hecho es, que no se oye ninguna conversación sobre lo que está sucediendo en el Sur. Y por Sur, me refiero a América Latina, África, Asia, donde en algunos casos, la violencia se ha intensificado, donde la infraestructura está sobrecargada, y donde, a veces, el gobierno es más una aspiración que una realidad. Algunos diplomáticos, expertos en desarrollo y especialistas hablan de 40 a 50 Estados inestables que contribuirán a la seguridad del siglo XXI. Creo que serán las ciudades inestables las que definirán el futuro del orden y del desorden. Esto se debe a que la guerra y la acción humanitaria se concentrarán en nuestras ciudades, y la lucha por el desarrollo, si se define como erradicación de la pobreza, sistema de salud universal, retroceso del cambio climático, se ganará o se perderá en los barrios y favelas de nuestras ciudades. Yo quiero hablarles de los cuatro megariesgos que van a definir la inestabilidad de nuestro tiempo, y si podemos hacerles frente, creo que podemos atacar el problema de la violencia mortal. Así que permítanme comenzar con unas buenas noticias. El hecho es que vivimos en el momento más pacífico en la historia de la humanidad. Steven Pinker y otros han mostrado cómo la intensidad y frecuencia de los conflictos, están en realidad en las cotas más bajas de todos los tiempos. Ahora, Gaza, Siria, Sudán, Ucrania, por terribles que dichos conflictos son, y son horribles, representan un pequeño bache en 50 años de caída. Es más, vemos una disminución sustancial en el índice de los homicidios. Manuel Eisner y otros han mostrado que, durante siglos, hemos presenciado esta reducción impresionante de homicidios especialmente en Occidente. La mayoría de las ciudades del Norte hoy en día son 100 veces más seguras que hace apenas 100 años. Estos dos hechos, la disminución del conflicto armado y el bajo índice de los homicidios, se encuentran entre los más excepcionales, y no previstos logros de la historia humana, y deberíamos estar emocionados, ¿verdad? Bueno, sí, que deberíamos. Solo hay un problema: estos dos flagelos todavía están con nosotros. 525 000 personas —hombres, mujeres, niños y niñas— mueren violentamente cada año. Mi investigación junto con Keith Krause y otros muestra que entre 50 000 y 60 000 personas mueren violentamente en zonas de guerra. El resto, casi 500 000 personas, mueren fuera de la zonas de conflicto. En otras palabras, 10 veces más personas mueren fuera de guerras que en ellas. Hay más, la violencia se mueve hacia el sur, en América Latina y el Caribe, a partes de África Central y del Sur, hasta el Oriente Medio y Asia Central. 40 de las 50 ciudades más peligrosas en el mundo están aquí en América Latina, de los cuales 13 en Brasil, y la más peligrosa de todas, San Pedro Sula, la segunda ciudad de Honduras, con una impresionante tasa de homicidios de 187 por cada 100 000 personas. Eso es 23 veces el promedio mundial. Ahora bien, si la violencia se congrega geográficamente también se está reconfigurando una nueva topografía en el mundo, porque cuando se trata de ciudades, el mundo no es plano, como le gusta decir a Thomas Friedman. Tiene puntas. El predominio de la ciudad como el principal modo de vida urbana es uno de los más impresionantes cambios demográficos en la historia y todo sucede tan rápido. Todos Uds. conocen las cifras, ¿verdad? Hay 7,3 mil millones de personas en el mundo hoy; habrá 9,6 mil millones en 2050. Pero consideren este hecho: en el siglo XIX, una de cada 30 personas vivía en la ciudad, hoy es una de cada dos, mañana, prácticamente todo el mundo vivirá allí. Y esta expansión urbana no será ni equitativa ni justa. La gran mayoría, el 90 %, será en el sur, en las ciudades del sur. Los geógrafos urbanos y demógrafos dicen que no es el tamaño o la densidad de las ciudades lo que predice la violencia, no. Tokio, con 35 millones de personas, es una de las más grandes, y algunos dicen, la metrópoli más segura del mundo. No, es la velocidad de la urbanización lo que cuenta. Yo lo llamo turbo-urbanización y es uno de los principales impulsores de la inestabilidad. Cuando se imaginan la increíble expansión de estas ciudades, y piensan en la turbo-urbanización, piensen en Karachi. Karachi tenía unos 500 000 habitantes en 1947, una ciudad animada y bulliciosa. En la actualidad, hay 21 millones de habitantes, y además de que representa unas tres cuartas partes del PIB de Pakistán, es también una de las ciudades más violentas del sur de Asia. Dhaka, Lagos, Kinshasa, estas ciudades son 40 veces más grandes de lo que eran en los años 50. Ahora veamos Nueva York. La Gran Manzana tardó 150 años para llegar a 8 millones de personas. São Paulo, Ciudad de México, 15 años, para alcanzar el mismo número. ¿Qué aspecto tienen estas ciudades grandes medianas, estas mega e híper ciudades? ¿Cuál es su perfil? Bueno, por un lado, son jóvenes. Lo que se observa en muchas de ellas es el aumento de la población joven. De hecho, esta es una buena noticia. Muestra la reducción de las tasas de mortalidad infantil. Pero el aumento de la juventud es algo que tenemos que tener en cuenta. Y significa que la proporción de jóvenes que viven en ciudades inestables es mucho más grande que la de los que viven en ciudades más sanas y ricas. En algunas ciudades inestables, la población menor de 30 años representa el 75 %. Piense en eso: 3 de cada 4 personas son menores de 30 años, es como Palo Alto con esteroides. Ahora, si nos fijamos en Mogadiscio por ejemplo el promedio de edad en Mogadiscio es de 16 años. Lo mismo en Dhaka, Dili y Kabul. ¿Y Tokio? Es 46. El mismo valor que para la mayoría de ciudades de Europa occidental. Ahora, la juventud no es el único factor que predice necesariamente la violencia. Es uno de muchos, pero combinado con el desempleo juvenil, el bajo nivel educativo, y lo peor de todo, ser varón, es una proposición mortal. Todos estos factores de riesgo se correlacionan estadísticamente con la juventud y tienden a relacionarse con el aumento de la violencia. Ahora, para aquellos de Uds. que son padres de hijos adolescentes, saben de lo que estoy hablando, ¿verdad? Imagínense a su hijo sin oficio ni beneficio con esos amigos rebeldes, por ahí haciendo cabriolas. Ahora, quiten los padres, la educación, limiten sus posibilidades de ir a la escuela, añadan una pizca de drogas, alcohol y armas, y siéntense para ver los fuegos artificiales. Las implicaciones son asombrosas. Aquí mismo, en Brasil, la esperanza de vida es de 73,6 años. Si viven en Río, lo siento, quítense 2 años inmediatamente. Pero si eres joven, sin educación, no tienes trabajo, eres negro y varón tu esperanza de vida acaba de reducirse a menos de 60 años de edad. Hay una razón por la que la juventud y la violencia son los asesinos número uno en este país. Bueno, no todo es miseria y desolación en nuestras ciudades. Después de todo, las ciudades son los focos de innovación dinamismo, prosperidad, diversión y conectividad. Son los centros donde la gente inteligente converge. Y estos jóvenes que acabo de mencionar son más conocedores de los medios digitales y la tecnología que nunca. Y esta explosión de la Internet y la tecnología móvil significa que la brecha digital que separa el Norte del Sur, los países entre ellos y dentro de ellos, está en descenso. Pero como hemos escuchado tantas veces, estas nuevas tecnologías son una herramienta de doble filo. Tomemos el ejemplo de la aplicación de la ley. Policías de todo el mundo comienzan a usar sensores remotos y la tele detección de datos para anticipar el crimen. Algunas fuerzas oficiales son capaces de predecir la violencia criminal incluso antes de que suceda. La escena del crimen en el futuro ya está aquí, y tenemos que tener cuidado. Tenemos que gestionar los problemas de seguridad pública contra los derechos de privacidad de los individuos. Pero no solo la policía está innovando. Escuchamos de actividades increíbles por parte de grupos ciudadanos que están participando en acciones colectivas locales y globales y esto está dando lugar a protestas digitales y una verdadera revolución. Lo más preocupante son las bandas criminales que están ya en línea y empiezan a colonizar el ciberespacio. En Ciudad Juárez, en México, donde he estado trabajando, grupos como los Zetas y el cártel de Sinaloa están secuestrando los medios sociales. Los están usando para reclutar, vender sus productos, coaccionar, intimidar y matar. La violencia se está convirtiendo virtual. Esta es una muestra parcial de un movimiento rápido y una situación dinámica y compleja. Quiero decir, hay otras megariesgos que definirán la inestabilidad en nuestro tiempo, la desigualdad de ingresos, la pobreza, el cambio climático, la impunidad. Pero nos enfrentamos a un profundo dilema donde algunas ciudades prosperarán e impulsarán el crecimiento mundial y otras no lo lograrán y lo ralentizarán. Si queremos cambiar de rumbo, hay que empezar a hablar. No podemos concentrarnos solo en aquellas ciudades que funcionan como las de Singapur, Kuala Lumpur, Dubái o Shanghái. Tenemos que traer a las ciudades inestables a la mesa de debate. Una forma de hacerlo son los acuerdos de hermanamiento de las ciudades inestables con las más sanas y ricas, iniciar un proceso de aprendizaje y colaboración e intercambiar prácticas, de lo que funciona y lo que no funciona. Un buen ejemplo de esto son El Salvador y Los Angeles, donde los alcaldes de San Salvador y Los Ángeles están colaborando para conseguir que expandilleros trabajen con miembros de bandas actuales ofreciendo mentoría, educación, y en el proceso están ayudando al alto el fuego y a la tregua, y hemos visto que el índice de los homicidios en San Salvador, una vez la ciudad más violenta del mundo ha bajado un 50 %. Podemos centrarnos en ciudades pero también, lugares peligrosos. El lugar y la ubicación contribuye mucho a la formación de la violencia urbana. ¿Sabían que entre el 1 % y el 2 % de las direcciones de cualquier ciudad inestable puede predecir el 99 % de los crímenes violentos? Tomemos el caso de São Paulo, donde he estado trabajando. Ha pasado de ser la ciudad más peligrosa de Brasil a una de las más seguras, y lo ha logrado doblando la inversión en la recopilación de información, la cartografía de los puntos calientes, la reforma policial y en el proceso, el homicidio se redujo un 70 % en poco más de 10 años. También tenemos que centrarnos en la gente peligrosa. Es trágico, pero siendo joven, desempleado, inculto y varón aumenta el riesgo de ser asesinado y de asesinar. Debemos poner fin a este ciclo de violencia y hacerlo temprano, con nuestros hijos, nuestros niños más pequeños, valorándolos y sin estigmatizarlos. Han pasado cosas maravillosas en las que he estado involucrado en Kingston, Jamaica y aquí en Río, donde la educación, el empleo, y la recreación puestas a la disposición de estos grupos de riesgo ha tenido como resultado, el descenso del índice de la violencia en las comunidades. Tenemos que hacer las ciudades más seguras, más inclusivas y habitables para todo el mundo. El hecho es que la cohesión social cuenta, la movilidad es importante en nuestras ciudades. Tenemos que deshacernos de este modelo de segregación, exclusión y de ciudades con muros. Mi ejemplo favorito de cómo hacer esto viene de Medellín. Cuando vivía en Colombia, a finales de los 90, Medellín era la capital mundial del homicidio, pero cambió de rumbo, y lo hizo invirtiendo deliberadamente en las áreas de más bajos ingresos y más violentas integrándolas con la clase media a través de una red de metrocable de transporte público e infraestructura de primera clase, y con eso, el homicidio se redujo en un 79 % en menos de 2 décadas. Y por último, está la tecnología. La tecnología promete enormemente pero también trae peligros. Hemos visto ejemplos aquí de innovaciones sorprendentes y gran parte de ella procedente de esta sala. La policía está involucrada en análisis predictivos, los ciudadanos en soluciones de crowdsourcing, incluso mi grupo está involucrado en el desarrollo de aplicaciones para proporcionar una mayor responsabilidad de la policía y aumentar la seguridad de los ciudadanos. Pero tenemos que tener cuidado. Si tengo un solo mensaje para ustedes es este: no hay nada inevitable sobre la violencia mortal, y podemos hacer que nuestras ciudades sean más seguras. Amigos, tenemos una oportunidad única de reducir la violencia homicida a la mitad durante nuestra vida. Así que tengo solo una pregunta, ¿qué estamos esperando? Gracias. (Aplausos)