Desde que tengo memoria,
he sentido una conexión muy profunda
con los animales y el océano.
Y, a esta edad,
mi ídolo
era el delfín Flipper.
Cuando me enteré de las especies en peligro de extinción,
me sentí muy apenada al saber
que cada día había animales que estaban siendo borrados de la faz de la tierra.
Quería hacer algo para ayudar,
pero siempre me preguntaba
qué podía hacer una sola persona para lograr un cambio.
Y pasaron 30 años
hasta que finalmente obtuve la respuesta.
Cuando estas imágenes desgarradoras de aves cubiertas de petróleo
emergieron desde el golfo de México, el año pasado,
durante el horrible derrame de petróleo de BP,
una bióloga alemana llamada Silvia Gaus
dijo lo siguiente:
"Se debería practicar la eutanasia en todas estas aves
porque los estudios han demostrado
que menos del 1 %
sobreviven después de ser rescatadas".
Estuve totalmente en desacuerdo.
Además, creo que todos los animales cubiertos de petróleo
merecen una segunda oportunidad de vida.
Y quiero decirles
por qué estoy tan segura de esto.
El 23 de junio del 2000,
un barco llamado "Treasure"
se hundió frente a las costas de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica,
derramando 1 300 toneladas de combustible,
que contaminaron los hábitats
de casi la mitad de la población mundial
de pingüinos africanos.
El barco se hundió entre la isla de Robben en el sur
y la isla de Dassen en el norte.
Estas son dos de las principales islas de apareamiento de pingüinos.
Y exactamente 6 años y 3 días antes,
el 20 de junio de 1994,
un barco llamado "Apollo Sea" se hundió cerca de la isla de Dassen,
cubriendo de petróleo 10 000 pingüinos,
de los cuales murieron la mitad.
Cuando el "Treasure" se hundió en el 2000,
era la mejor temporada alta de apareamiento
jamás registrada por los científicos para el pingüino africano,
que, en su momento, fue catalogado como una especie en extinción.
Y, pronto, cerca de 20 000 pingüinos
estaban cubiertos con este aceite tóxico.
El centro local de rescate de aves marinas, llamado SANCCOB,
lanzó inmediatamente una operación masiva de rescate,
que pronto se convertiría
en el más grande rescate de animales de la historia.
En esa época, trabajaba cerca de allí.
Me encargaba de los pingüinos del Acuario de Nueva Inglaterra
y ayer hizo exactamente 11 años
que sonó el teléfono en la oficina de los pingüinos.
Y, con esa llamada, mi vida cambiaría para siempre.
Era Estelle van der Meer, de SANCCOB,
y me dijo: "Por favor venga a ayudarnos.
Tenemos miles de pingüinos cubiertos de petróleo
y miles de voluntarios entusiastas
pero completamente inexpertos.
Y necesitamos expertos en pingüinos para capacitarlos y supervisarlos".
Así que dos días después,
estaba en un avión rumbo a Ciudad del Cabo
con un equipo de especialistas en pingüinos.
Y la escena en ese edificio
era devastadora y surrealista.
De hecho, mucha gente la asoció a una zona de guerra.
La semana pasada, una niña de 10 años me preguntó:
"¿Cómo se sintió
cuando entró en el edificio por primera vez
y vio tantos pingüinos cubiertos de petróleo?"
Y esto es lo que pasó.
Me remonté inmediatamente
a aquel momento en el tiempo.
Los pingüinos son aves que gritan bastante
y son muy, muy ruidosos.
Entonces, me imaginaba que al entrar al edificio
iba a encontrarme con esa cacofonía
de chillidos, roznidos y graznidos,
pero en vez de eso,
al entrar al edificio,
reinaba un silencio extraño.
Así que era muy claro
que las aves estaban estresadas, enfermas y traumatizadas.
La otra cosa que me impresionó
fue el gran número de voluntarios.
Hasta 1 000 personas al día
llegaban al centro de rescate.
Y, finalmente, en el transcurso de este rescate,
más de 12 500 voluntarios
llegaron de todas partes del mundo a Ciudad del Cabo
para ayudar a salvar a estas aves.
Y lo más sorprendente era
que ninguno de ellos tenía obligación de hacerlo,
y sin embargo estaban allí.
Así que para los pocos que estábamos allí en calidad de profesionales,
esta respuesta voluntaria maravillosa
a la crisis de los animales
fue profundamente conmovedora y estimulante.
Al día siguiente de nuestra llegada,
a dos empleados del acuario nos asignaron la sala 2.
Esa sala tenía más de 4 000 pingüinos cubiertos de petróleo.
Y pensar que, tres días antes,
cuidábamos solo 60 pingüinos.
Sin duda, estábamos abrumados
y hasta un poco aterrorizados, al menos yo.
Personalmente, no sabía
si iba a ser capaz de manejar
una tarea de tal envergadura.
Y, colectivamente,
no sabíamos si en realidad podíamos sacar esto adelante.
Porque todos recordábamos
que apenas 6 años antes,
el número de pingüinos rescatados era la mitad del de ahora,
y solo la mitad de esos habían sobrevivido.
Entonces, ¿sería humanamente posible
salvar a tantos pingüinos cubiertos de petróleo?
Simplemente no lo sabíamos.
Pero lo que nos daba esperanza
era ver esos voluntarios tan dedicados y valientes,
tres de los cuales están aquí alimentando a los pingüinos a la fuerza.
Y pueden notar que están usando guantes muy gruesos
porque los pingüinos africanos
tienen picos afilados como navajas.
Y, en poco tiempo,
estábamos cubiertos de pies a cabeza
de heridas desagradables
infligidas por los pingüinos aterrorizados.
Al día siguiente de nuestra llegada,
se desencadenó una nueva crisis.
La mancha de petróleo avanzaba al norte hacia la isla de Dassen,
y los miembros del cuerpo de rescate estaban desesperados
porque sabían que si el petróleo llegaba a la isla
no sería posible rescatar más aves afectadas.
Y en realidad no había solución.
Pero, finalmente,
uno de los investigadores tuvo esta idea descabellada.
Dijo: "Bueno, ¿por qué no intentamos recoger
las aves más expuestas al petróleo"
–recogieron 20 000–
"y las llevamos en barco unos 1 000 km más lejos
a Port Elizabeth, en camiones al aire libre,
y las liberamos en las aguas limpias
para que puedan regresar nadando".
(Risas)
3 de estos pingüinos –Peter, Pamela y Percy–
llevaban marcas satelitales.
Y los investigadores cruzaron los dedos y esperaron
que antes del regreso de las aves,
la isla estuviese libre de petróleo.
Afortunadamente, el día que llegaron,
lo estaba.
Había sido una apuesta arriesgada, pero había valido la pena.
De manera que ahora saben
que pueden usar esta estrategia
en futuros derrames de petróleo.
En el rescate de la fauna silvestre, así como en la vida,
aprendemos de las experiencias pasadas,
y aprendemos tanto de nuestros éxitos
como de nuestros fracasos.
Y la mayor lección aprendida
durante el rescate en el "Apollo Sea" del 94
fue que la mayoría de los pingüinos murieron
debido al uso inconsciente
de camiones y cajas de transporte
con poca ventilación,
simplemente porque no estaban preparados
para rescatar a tantos pingüinos a la vez.
Por eso en estos 6 años entre los 2 derrames de petróleo,
se construyeron miles de cajas bien ventiladas.
En consecuencia, durante el rescate en el "Treasure",
solo murieron 160 pingüinos
durante el transporte,
en comparación con 5 000 del rescate anterior.
Eso solo ya fue una gran victoria.
Algo más que aprendí durante el rescate en el "Apolo Sea"
fue cómo enseñar a los pingüinos
a tomar pescado de nuestras manos,
usando cajas para entrenarlos.
Y usamos esta técnica nuevamente
durante el rescate en el "Treasure".
Pero, observamos un detalle interesante
durante la fase de entrenamiento.
Los primeros pingüinos
en hacer la transición y alimentarse por sí mismos
fueron los que tenían una banda de metal en las alas
del rescate en el "Apollo Sea" 6 años antes.
Vemos que los pingüinos también aprenden
de sus experiencias pasadas.
Teníamos que limpiar meticulosamente a los pingüinos
para retirar todo el petróleo de sus cuerpos.
A dos personas les lleva al menos una hora
limpiar un solo pingüino.
Y para limpiarlos,
primero hay que rociarlos con un desengrasante.
Esto nos lleva a mi anécdota favorita
del rescate en el "Treasure".
Cerca de un año antes de este derrame de petróleo,
un estudiante de 17 años
había inventado un desengrasante
que se había usado en SANCCOB con gran éxito,
por lo que comenzó a usarse también en el rescate en el "Treasure".
Pero pasado cierto tiempo, se acabó.
Y Estelle, de SANCCOB, presa del pánico, llamó al estudiante
y le dijo: "Por favor, tienes que hacer más desengrasante".
Y él fue rápidamente al laboratorio
e hizo más cantidad para limpiar el resto de las aves.
Me parece genial
que un adolescente
haya inventado un producto
que ha ayudado a salvar las vidas
de miles de animales.
Entonces, ¿qué pasó con los 20 000 pingüinos cubiertos de petróleo?,
¿Silvia Gaus tenía razón?
¿Se debe practicar la eutanasia sistemáticamente
en todas las aves cubiertas de petróleo
porque la mayoría van a morir de todos modos?
Bueno, ella no podía estar más equivocada.
Después de medio millón de horas
de un trabajo voluntario agotador,
más del 90 % de los pingüinos cubiertos de petróleo
regresaron con éxito a la vida silvestre.
Y sabemos por los estudios de seguimiento
que han vivido el mismo tiempo
que los pingüinos que no fueron afectados
y se han reproducido casi con el mismo éxito.
Además, cerca de 3 000 polluelos de pingüinos
fueron rescatados y criados a mano.
Y, otra vez, sabemos por el seguimiento a largo plazo
que la crianza a mano garantiza
mayor supervivencia en la edad adulta de procrear
que la crianza con sus padres.
Así que, armado de este conocimiento,
SANCCOB tiene un proyecto para proteger polluelos.
Cada año rescata y cría polluelos abandonados.
Y tienen una tasa impresionante
de éxito del 80 %.
Esto es muy importante,
ya que, hace un año,
el pingüino africano fue declarado en peligro de extinción.
Y podrían extinguirse
en menos de 10 años
si no hacemos algo ahora para protegerlos.
Entonces, ¿qué aprendí
de esta experiencia intensa e inolvidable?
En lo personal, aprendí
que soy capaz de encargarme de muchas más cosas de las que jamás soñé.
Y que una persona
puede lograr un gran cambio.
Basta con ver aquel estudiante de 17 años.
Cuando nos unimos
y trabajamos al unísono,
podemos lograr cosas extraordinarias.
Y, en verdad, ser parte de algo
mucho más grande que uno mismo
es la experiencia más gratificante
que se pueda tener.
Me gustaría dejarles una reflexión final
y un reto, si se quiere.
Mi misión como la dama de los pingüinos
es crear conciencia y conseguir fondos
para proteger a los pingüinos,
pero ¿por qué hay que preocuparse por los pingüinos?
Bueno, hay que hacerlo
porque son un indicador ambiental.
En pocas palabras, si los pingüinos mueren,
eso significa que nuestros océanos están muriendo,
y al final nos veremos afectados,
ya que, como dice Sylvia Earle:
"Los océanos son nuestro sistema de soporte vital".
Las dos principales amenazas para los pingüinos hoy
son la sobrepesca y el calentamiento global.
Estas son dos cosas
por las que cada uno de nosotros
tiene realmente el poder de hacer algo.
Y si cada uno hace su parte,
juntos, podemos lograr un cambio,
y podemos ayudar a evitar la extinción de los pingüinos.
Los seres humanos siempre hemos sido la mayor amenaza para los pingüinos,
pero ahora somos su única esperanza.
Gracias.
(Aplausos)