Cuando le pregunté a Tom
de qué quería que hable
en la conferencia,
me dio una respuesta simple.
Quería que transmitiera
como pase de una situación,
en la que no me podía comunicar,
a pesar de una pérdida auditiva,
a otra situación,
en la que sí me puedo comunicar
con la ayuda de los audífonos
así como me estoy comunicando con Uds.
De cómo aprendí a mirar esa piedra
en el camino, que se interponía.
A verla, no como un obstáculo,
sino más bien como una oportunidad,
para poder demostrarme a mí mismo
que podía alcanzar el desafío,
y dar todo lo mejor que podía de mí.
Claro que escuchar casi nada
fue una limitación importante
en una capacidad.
Pero no implicó necesariamente,
que afecte las demás capacidades.
A veces tiene su ventaja también, ¿no?
Capaz que le habrá pasado
a alguno de Uds., no sé,
después de un día extenso de trabajo,
o de estudio, que alguien,
una pareja, le hablaba... le hablaba...
y por ahí no tenían ganas de escucharlos.
(Risas)
Lo mismo que yo, nada más que
en mi caso apagaba los audífonos
(Risas)
y hacía como que no entendía.
(Risas)
Pero estábamos contentos los 2, así que...
(Risas)
está todo bien.
Quiero hablar un poquito
sobre la importancia
de lo que es el objetivo.
Más que nada la respuesta de Tom,
que es uno de los chicos
que organiza la conferencia,
me hizo disparar una reflexión
acerca de todo lo que hice
durante mi vida.
Me di cuenta de algo importante,
entre todos los objetivos
que me propuse alcanzar,
el objetivo más difícil
para mí fue aprender a comunicarme.
Aprender a escuchar y hablar.
Y, para haber logrado ese objetivo,
fue fundamental el apoyo del entorno.
La familia, amigos,
maestros, profesionales...
Y era una cuestión de supervivencia.
Porque sino hubiera logrado ese objetivo,
de aprender a comunicarme.
No hubiera podido cumplir
el resto de los objetivos de mi vida.
Es importante el tema de trabajo en equipo
la ayuda del entorno.
Como un equipo de básquet.
Recuerdo que una vez
me llama el entrenador,
siendo pequeño,
me pide que entre al partido de básquet.
Por supuesto, sin audífonos,
por el tema de la transpiración,
o por los golpes.
Y, en una de esas jugadas
recibo la pelota, re feliz.
Empiezo a picar la pelota
hacia nuestro tablero.
Me empieza a alentar mi familia.
Sigo picando...
Cada vez más cerca de nuestro tablero.
Y se empiezan a poner eufóricos,
no solamente mi familia,
también mis compañeros.
Tiro la pelota, la meto.
Y, ¡re-feliz estaba!
Y después me di cuenta de que
estaban todos quietos
y me di cuenta
de que me estaban haciendo señas:
"¡Ariel! ¡Para el otro lado!"
(Risas)
O sea... no era nuestro tablero.
(Aplausos)
Lo que quiero ilustrar,
es un tema de trabajo en equipo.
está bien, en este caso fue medio cómico.
Pero quería ilustrar este mensaje.
Les quiero contar brevemente,
mi historia.
Ahí estoy yo con la pelotita de básquet.
Toda mi familia éramos basquetbolistas.
Yo nací en Bahía Blanca,
al sur de Buenos Aires.
Somos 4 hermanos varones.
Así que mis viejos
--yo soy el más chico--
mis viejos renunciaron al viejo sueño
de tener una nena, con mi nacimiento.
Y, el tema es que,
al poco tiempo de haber nacido,
prematuro, con 7 meses de edad,
desarrollé una pulmonía.
Y me administraron una medicación,
que me salvó la vida.
Pero en los próximos 4 años
desarrollé un comportamiento extraño:
errático, hiperkinético,
Andaba de acá para allá,
rompía cosas.
No lograba prestar atención
a cosas simples.
Andaba por el techo, por los árboles,
andaba por todos lados.
Pero no me podía comunicar.
O bien me podía comunicar,
pero a través del llanto, gritos, señas,
porque no tenía otra forma de comunicarme.
Y solamente mi hermano Guido,
era el que entendía mi lenguaje primitivo,
y traducía mis necesidades a mis viejos.
Hemos visitado a varios especialistas,
me dieron diferentes diagnósticos.
En uno me habían tirado:
función cerebral débil.
Como una forma diplomática de decir
que tenía retraso mental.
Después, el último diagnóstico era autismo.
Por suerte,
mis viejos no hicieron caso,
de estos diagnósticos.
porque muchas veces, supongo,
que también a algunos de Uds.,
les debe de haber pasado que
les han dado diagnóstico errado, ¿no?
Hasta que trajeron una máquina especial,
la máquina de potenciales evocados,
a Argentina.
Y mis viejos, cuando se enteran,
me llevan tan rápido a Buenos Aires,
que la probaron por primera vez conmigo.
Y ahí se confirma mi hipoacusia.
Les quiero mostrar un pequeño video,
muy cortito.
(Video)
Perdoná, perdoná,
¡Perdoná!
¿La consulta de trauma?
¿La consulta de trauma?
Perdoná.
Perdoná.
¡Perdoná!
¿La consulta de trauma?
¿La consulta de trauma?
¿La consulta de trauma, dónde está?
¿Que dónde esta la consulta de trauma?
(Fin Video)
Bueno,
lo que quería ilustrar,
un poco, con este video,
es más que nada,
mostrar una forma simple,
para que se pongan en el lugar del otro.
Pero no mostrando
a un no oyente,
en el mundo de los oyentes.
Sino al revés.
Que se pongan en el lugar de alguien,
de un oyente, en el mundo de "no" oyentes.
Lo que quería transmitir
es que esta etapa,
los primeros 4 años de mi vida.
Fue la más difícil que me tocó afrontar,
emocionalmente.
Por supuesto no recuerdo bien los detalles
pero sí recuerdo haber sentido como
impotencia o angustia.
Porque simplemente no sabía,
cómo comunicarme con mi familia.
Y tampoco supe cómo hacerme comprender.
Entonces,
una vez confirmada la hipoacusia,
entre mis padres y la fonoaudióloga,
deciden el objetivo
de hacerme aprender a comunicar.
Aprender a escuchar y hablar.
Y se implementa un proceso, que consistía
en el que siga yendo al jardín de niños.
Luego a la escuela primaria,
y que no vaya a la escuela especial.
Porque no querián que aprendiera
un lenguaje cómodo, a través de señas.
No primeramente,
sino que aprendiera a hablar verbalmente.
Entonces, en la escuela, por ejemplo,
iban mi fonoaudióloga y mi vieja,
a hablar con los maestros y el director,
para ver la mejor forma de comunicarnos.
Recuerdo a Elba,
una maestra de primer grado.
Me sienta a upa,
se dirige a todos mis compañeros,
y les dice simplemente
que tenían un compañerito
que usaba audífonos.
Porque no escuchaba.
y que para poder comunicarnos,
necesitábamos establecer contacto visual,
para poder hacer lectura labial.
Mis compañeritos lo comprendieron
enseguida, sin prejuicio,
y fuimos grandes compañeros.
Yo tenía que asistir regularmente
al consultorio de la fonoaudióloga
con todo su equipo de profesionales.
Y no iba yo solamente,
también iban mis padres y mis hermanos.
Y no terminaba ahí el proceso,
el proceso de aprendizaje
seguía en la casa misma.
Mis viejos, mis hermanos,
se transformaban en mis propios maestros.
Cada uno desde su propia especialidad.
Mi hermano Gaby me enseñaba básquet.
Guido me enseñaba física.
Carlos me enseñaba matemática.
Cada uno era mi propio maestro.
Y ahí se va viendo la importancia,
de que había todo un entorno
comprometido y unido entre sí.
Más que nada para alcanzar
el objetivo de aprender a comunicar.
Que pasa,
imagínense para mi viejo lo complicado
de enseñar a este chico rebelde
que no sabía comunicarse,
que solamente gritaba.
¡Enseñarle a comunicarse!
Parecía como bastante lejano,
medio inalcanzable.
No, no fue así.
Se implementó un proceso en varias etapas.
Que consistía primero,
en base a objetivos intermedios,
como los equipos de alpinismo.
No se si Uds. escalaron
una sierra o alguna montaña.
Pero el equipo de alpinismo,
se focaliza en...
no en alcanzar la cima mayor,
que es el objetivo principal.
Sino en recorrer tramo por tramo,
campamento por campamento,
a diferentes alturas.
En mi caso fue así el proceso.
Primero tuve que aprender
a identificar un dibujo.
A través de libros que
me mostraba la fonoaudiologa.
Después aprender una letra,
unas palabras,
una oración.
Y me llevaba un buen tiempo
aprender cada objetivo.
Por ejemplo la letra "R"
bueno, ahora, me cago de risa.
(Risas)
Pero la letra "R" me llevo un buen tiempo.
(Risas)
Causaba gracia porque decía,
en vez de decir "perro" decía "pero".
Lo que quiero ilustrar es que
era un proceso bastante laborioso,
y se requería tiempo, disciplina,
y por sobre todo, creatividad.
Porque necesitaba aprender
en forma de juego.
Me acuerdo que todos los días
iba al dormitorio de mis viejos,
y despertaba a las 6 de la mañana
a mi vieja: "Hora de..."
como que "Hora de jugar",
que en realidad significaba,
"Hora de aprender".
Y, bueno, lo que quería transmitirles,
un poquito también,
es la satisfacción que me brindaba
haber aprendido una letra.
Que me daba cuenta por
la sonrisa de la fonoaudióloga,
o de mi vieja, que...
¡Buenísimo aprendí una letra!
Y esto me daba fuerza y motivación,
para alcanzar el siguiente campamento.
Y así fue sucesivamente,
hasta que logré poco a poco...
llegar a la cima.
Poco a poco en mi vida,
fue en varios años.
Pero una vez que alcancé la cima,
una vez que logré el objetivo,
de aprender a comunicarme,
me permitió a mí cumplir
el resto de los objetivos.
En la vida.
Algunos objetivos que logré fueron
haberme recibido de comercialización,
de administración
de martillero,
de licenciado en marketing.
Acá mismo en la UCES.
Faltándome la mitad de la carrera para
recibirme de la licenciatura de psicólogo,
obtuve una medalla de honor
del mejor promedio.
Y hace más de 10 años que trabajo
en una empresa nacional de polietileno.
Y, por supuesto,
que logré todos estos objetivos,
en base a el apoyo fundamental,
de todo un entorno
comprometido y unido entre sí.
Mi familia.
Mis maestros.
Mis compañeros.
No lo hubiera podido lograr,
sin el apoyo de mi fonoaudióloga
y todo su equipo de profesionales.
No lo hubiera podido lograr,
sin el amor, ni el compromiso de todos.
De mis viejos, de mis hermanos.
De mi tío.
De Gladis.
Una chica que trabajaba en casa,
que fue como la hermana
que nunca tuve.
Y...
quiero finalizar con este breve mensaje.
Que, además del apoyo del entorno,
es fundamental un elemento adicional.
Que se relaciona más que nada
con el hecho de creer en uno mismo.
De dar lo mejor de sí mismo.
Hablo precisamente de
que es importante confiar
en su propia potencialidad.
Todos contamos con un potencial.
Pero ¡todos!
Incluyendo a las personas
con diferentes capacidades.
¿Por qué hablo de diferentes capacidades?
Porque nunca estuve de acuerdo
con el rótulo de "persona discapacitada".
Porque llamar discapacitado a un sordo,
a un ciego, o a alguien
que anda en silla de ruedas,
significa como que
no tiene capacidad general,
para lograr algo que se propongan.
Anulo su persona
cuando digo "discapacitado".
En cambio si lo llamo como
"persona con diferentes capacidades",
me permite darle una noción dinámica.
Me permite darle un aspecto más humano.
Me permite lo más importante,
me permite creer en la posibilidad
de que pueden lograr algo.
No que uno está discapacitado.
Yo tengo una pérdida auditiva.
Por supuesto, es una limitación importante
en una capacidad.
Pero no afecta, necesariamente,
las demás capacidades.
Entonces,
en algunas personas,
se resaltan más ciertas capacidades,
y otras menos.
Pero todos contamos
con diferentes capacidades.
Muchas veces pasa que una persona,
cuando carece de un sentido,
profundiza los demás sentidos.
Por ejemplo, un sordo,
que escucha una música
a través de las vibraciones
que siente en su cuerpo.
O un sordo que escucha
la mirada triste de una mujer.
O un ciego,
que ve la belleza
de la música que emana
del bosque. (Trinos)
Y para ir terminando,
quiero transmitir este breve mensaje:
Que si uno cuenta con un entorno
comprometido y unido,
si uno cuenta con la confianza
de su propia potencialidad
y persevera en alcanzar el desafío
que se proponga,
por más difíciles que sea,
y mirando siempre la piedra como...
no como un obstáculo,
sino como una oportunidad para crecer,
sin duda, se puede asegurar el resultado.
Se pueden alcanzar los objetivos
y pueden ser más felices.
Muchas gracias.
(Fin Trinos)
(Aplausos)
Gracias.
(Aplausos)
Gracias.
(Aplausos)