En mi lugar me llaman perturbador,
alborotador, irritante,
rebelde, activista,
la voz del pueblo.
Pero no siempre fue así.
De niño tenía un apodo.
Solían llamarme Softy,
que significa muchacho inofensivo.
Al igual que cualquier otro
ser humano, evité problemas.
De niño, me enseñaron a ser tranquilo.
"No discuta, haga lo que le dicen".
En la escuela dominical me enseñaron
a evitar la confrontación, no discutir,
e incluso si estoy en lo cierto,
a poner la otra mejilla.
Todo esto se vio reforzado por
el clima político de la época.
(Risas)
Kenia es un país
donde uno es culpable
hasta que es rico.
(Risas)
Los pobres kenianos tienen
5 veces más probabilidades
de ser baleados por la policía
que debería protegerles
que por los delincuentes.
Esto fue reforzado por
el clima político del día.
Tuvimos un presidente,
Moi, que era dictador.
Gobernó el país con mano de hierro,
y cualquiera que se atreviera
a cuestionar su autoridad
era detenido, torturado,
encarcelado o incluso asesinado.
Eso significaba que a las
personas se les enseñó
a ser cobardes inteligentes
en lugar de ser problemáticas.
Ser cobarde no era un insulto.
Ser cobarde era un cumplido.
Nos dijeron que un cobarde
vuelve a casa con su madre.
Esto significaba que si uno se mantenía
alejado de los problemas
se mantenía con vida.
Dudé de ese consejo.
Y hace 8 años cuando
tuvimos elecciones en Kenia,
y los resultados fueron
violentamente disputados,
la elección fue seguida de terribles
actos de violencia, violaciones,
y el asesinato de más de 1000 personas.
Mi trabajo fue documentar la violencia.
Como fotógrafo,
tomé miles de imágenes,
y después de dos meses,
los dos políticos se reunieron
a tomar una taza de té,
firmaron un acuerdo de paz,
y el país siguió su camino.
Yo era un hombre muy perturbado porque
vi la violencia con mis propios ojos.
Vi los asesinatos.
Vi las evacuaciones.
Conocí a mujeres que habían sido
violadas, y estaba afectado,
pero el país nunca habló de aquello.
Solíamos fingir. Todos se convirtieron
en cobardes inteligentes.
Decidimos quedarnos fuera de problemas
y no hablar de ello.
Diez meses después, dejé el trabajo.
No podía soportarlo más.
Después de dejar mi trabajo,
decidí organizarme con mis amigos
para hablar de la violencia en mi país,
para hablar del estado de la nación,
y el 1 de junio 2009 era el día
en que teníamos que ir al estadio
para tratar de llamar la
atención del presidente.
Es un día de fiesta nacional,
se emite en todo el país,
y me presenté en el estadio.
Mis amigos no se presentaron.
Me encontré solo,
y no sabía qué hacer.
Estaba asustado,
pero sabía muy bien que
ese día en particular,
tenía que tomar una decisión.
¿Iba a vivir como un cobarde,
como todos los demás,
o iba a resistir?
Y cuando el presidente se
puso de pie para hablar,
me puse de pie gritando al presidente
diciéndole que recordará a las víctimas
de la violencia postelectoral
para detener la corrupción.
Y de repente, de la nada,
la policía se abalanzó sobre mí
como leones hambrientos.
Me cerraron la boca
y me arrastraron fuera del estadio,
donde me golpearon a fondo
y me encerraron en la cárcel.
Pasé esa noche en el frío
suelo de cemento en la cárcel
y me puse a pensar
por qué me sentía de esa manera.
Mis amigos y familiares pensaron
que estaba loco, por lo que hice,
y que las fotos que había
tomado me perturbaron.
Las imágenes que tomé eran solo
un número para muchos kenianos.
La mayoría de los kenianos
no vieron la violencia.
Era una historia para ellos.
Y así decidí realmente
abrir una exposición callejera
para mostrar las imágenes de
las agresiones en todo el país
y hacer que la gente
hablara de ello.
Viajamos por el país
y mostramos las imágenes,
y fue entonces cuando
me convertí en activista.
Decidí no callarme más,
hablar de esas cosas.
Viajé, y nuestra meta más allá
de la exposición callejera
era el graffiti político
sobre la situación del país,
hablando de la corrupción,
la falta de liderazgo.
También hicimos entierros simbólicos.
Hemos entregado cerdos vivos
al parlamento de Kenia
como símbolo de la codicia
de nuestros políticos.
Se ha hecho en Uganda
y otros países,
y lo más poderoso es que
las imágenes fueron recogidas
por los medios de comunicación
y transmitidas al resto
del país y del continente.
Si hace siete años me quedé solo,
ahora pertenezco a una comunidad
que está a mi lado.
Ya no solo cuando hablo de estas cosas.
Pertenezco a un grupo de jóvenes
que sienten pasión por el país,
que quieren lograr un cambio,
y que ya no tienen miedo, y que ya
no son unos cobardes inteligentes.
Así que esa fue mi historia.
Ese día en el estadio,
me puse de pie como
un cobarde inteligente.
Con este gesto, me despedí
de los 24 años de cobardía.
Hay dos grandes días en la vida:
el día que naces,
y el día que descubres por qué.
Ese día, levantándome en el
estadio, gritando al presidente,
descubrí por qué nací de verdad,
que yo ya no callaré
ante la injusticia.
¿Sabes por qué naciste?
Gracias.
(Aplausos)
Tom Rielly: Es una historia asombrosa.
solo quiero hacerte un par
de preguntas rápidas.
Así que PAWA254
ha creado un estudio, un lugar
donde los jóvenes pueden ir
y aprovechar el poder
de los medios digitales
y hacer algo, actuar.
¿Qué está pasando ahora con PAWA?
Boniface Mwangi: Tenemos
esta comunidad de cineastas,
grafiteros, músicos,
y cuando hay un problema en el país,
nos reunimos, nos inspiramos,
y nos ocupamos del problema.
Así que nuestra herramienta
más poderosa es el arte,
porque vivimos en un mundo ocupado
en el que la gente está siempre ocupada,
y no tienen tiempo para leer.
Así que empaquetamos nuestro activismo
y enviamos el mensaje a través del arte.
Desde la música, el graffiti,
el arte, que es lo que hacemos.
¿Puedo decir una cosa más?
TR: Sí, por supuesto.
(Aplausos)
BM: A pesar de ser arrestado,
golpeado, amenazado,
cuando encontré mi voz,
donde pude defender aquello
en lo que realmente creía,
dejé de tener miedo.
Me llamaban "Softy", el blandengue,
pero ya no soy blando,
porque descubrí quién soy realmente,
y lo que quiero hacer,
y eso es muy agradable.
No hay nadie más poderoso que aquel
que conoce su propósito,
porque nunca tiene miedo,
y sigue viviendo su vida.
Gracias.
(Aplausos)