Les quiero presentar a un organismo:
un moho mucilaginoso,
Physarum polycephalum.
Es un moho con crisis de identidad,
porque no es un moho,
aclarémoslo para empezar.
Es uno de 700 mohos
mucilaginosos conocidos
que pertenecen al reino de las amibas.
Es un organismo unicelular, de una célula,
que se junta con otra células
para formar una masa de supercélulas
para maximizar sus recursos.
Así dentro de un moho
mucilaginoso se podría encontrar
miles o millones de núcleos,
todos compartiendo una pared celular
todos operando como una sola entidad.
En su hábitat natural,
se puede encontrar al moho
forrajeando en los bosques
comiendo vegetación en descomposición;
pero quizá también lo encuentren
en laboratorios de investigación,
aulas e incluso en estudios de artistas.
Mi primer encuentro con el moho
mucilaginoso fue hace 5 años.
Un microbiólogo amigo mío
me dio un plato de petri
con una manchita amarilla
y me mando a casa
para que jugara con él.
Las únicas instrucciones que me dio,
fue que le gustaba
la oscuridad y la humedad
y su comida favorita,
la papilla de avena.
Soy una artista que
ha trabajado muchos años
con la biología, con procesos científicos,
así que la materia viva me es familiar.
He trabajado con plantas, bacterias
calamares, moscas de fruta.
Así ansiaba llevar a casa
a mi nuevo colaborador
para ver qué podía hacer.
Me lo llevé a casa
y estuve observando.
Le di una dieta variada.
Observé cómo se relacionaba.
Hice una conexión entre
fuentes alimenticias.
Observé el rastro que dejaba,
que indicaba donde había estado.
Noté que cuando se fastidiaba
de un plato de petri,
escaparía para buscar un nuevo hogar.
Capturé mis observaciones
con fotografía de intervalos.
El moho crece cerca
de un centímetro por hora,
por lo que no es ideal
observarlo en vivo,
a menos que haya una
forma de meditación extrema,
pero mediante la fotografía
de intervalos,
pude observar conductas
muy interesantes.
Por ejemplo, después de
una deliciosa ingesta de avena,
el moho muciloginoso se va
a explorar nuevos territorios
en direcciones diferentes
al mismo tiempo.
Cuando se encuentra consigo mismo,
sabe que ya estuvo ahí,
reconoce que ya estuvo ahí
y en su lugar se retira
y crece en otras direcciones.
Estaba muy sorprendida por esta hazaña
de cómo algo que en esencia
es una bolsa de moho celular
puede de alguna forma
mapear su territorio,
reconocerse y moverse
con aparente intención.
Encontré infinidad
de estudios científicos,
artículos de investigación y en revistas,
todos citando trabajos increíbles
con este organismo solo.
y les compartiré algunos.
Por ejemplo, un equipo de la
Universidad de Hokkaido en Japón
llenó un laberinto con moho de fango.
Lo juntó y formó una masa celular
Colocaron alimento en dos puntos,
avena por supuesto,
e hizo una conexión
entre el alimento.
Se retrajo de las áreas
vacías y callejones.
Hay cuatro rutas posibles
a través de este laberinto
y sin embargo una y otra vez,
el moho estableció la ruta
más corta y más eficiente.
Muy listo.
La conclusión de este experimento
fue que el moho muciloginoso tiene
una forma primitiva de inteligencia.
En otro estudio, el moho se expuso
a aire frío en intervalos regulares.
No le gustó el frío.
No le gusta la sequedad.
Hicieron esto en intervalos repetitivos
y en cada ocasión, el moho disminuía
su crecimiento en respuesta.
Pero en el siguiente intervalo,
los investigadores no
lo sometieron al aire frío
y aún así, el moho anticipadamente
se volvió lento ante el suceso.
De alguna manera sabía
que ya era la hora
del aire frío que no le gustaba.
La conclusión de su experimento
fue que el moho es capaz de aprender.
Un tercer experimento:
se invitó al moho
a explorar un territorio
cubierto de avena.
Se propagó en un patrón de ramas.
En cada nodo de alimento que encontraba
formaba una red, una conexión
y seguía forrajeando.
Después de 26 horas, había establecido
un red bastante sólida
entre las distintas avenas.
No hay nada notable en esto
hasta que uno se entera
que la avena central
de la que inició, representa
la ciudad de Tokio
y las avenas circundantes son
las estaciones de tren suburbanas.
El moho había replicado
la red de transporte de Tokio.
(Risas)
Un sistema complejo
desarrollado en el tiempo
por viviendas comunitarias,
ingeniería civil y planeación urbana.
Lo que nos tomó bien
más de 100 años
al moho muciloginoso
le tomó no más de un día.
La conclusión de su experimento
es que el moho puede
formar redes eficientes
y resolver el problema
del vendedor viajero.
Es una computadora biológica.
Como tal, ha sido
matemáticamente modelado
algorítmicamente analizado.
Ha sido escaneado,
replicado y simulado.
En todo el mundo,
equipos de investigadores
están decodificando
sus principios biológicos
para entender
sus reglas de computación
y aplicar ese aprendizaje
en la electrónica,
programación y robótica.
Entonces la pregunta es,
¿cómo funciona esto?
No cuenta con sistema central nervioso
no tiene cerebro,
aún así puede tener conductas
que asociamos con funciones del cerebro.
Puede aprender, recordar,
resolver problemas y tomar decisiones.
¿En dónde recae esa inteligencia?
Este es un microscopio,
un video que tomé,
con una magnificación de 100 veces,
acelerado una 20 veces
y dentro del moho mucilaginoso,
hay un flujo pulsante rítmico,
una estructura de tipo de vena que lleva
material celular, nutrientes
e información química
a través de la célula,
recorriendo primero
una dirección y luego en otra.
Y es esta oscilación
sincronizada y continua
dentro de la célula
que le permite formar
un entendimiento bastante
complejo de su ambiente.
pero sin un centro de
control a gran escala.
Es ahí donde yace la inteligencia.
Así que no solo los
investigadores académicos
de universidades tienen
interés en este organismo.
Hace unos años, establecí SliMoCo,
de Slime Mould Collective
[Colectivo del Moho Mucilaginoso].
Es una red democrática, abierta, en línea
para entusiastas e
investigadores del moho
donde comparten
conocimiento y experimentos
entre diversas disciplinas
y diversos sectores académicos.
La membresía de Slime Mould
Collective es autoselectiva.
La gente encuentra el colectivo
como el moho encuentra a la avena.
Y está compuesta de científicos,
computólogos e investigadores,
pero también de artistas como yo,
arquitectos, diseñadores,
escritores, activistas, los que digan.
Es una membresía
ecléctica y muy interesante.
Les doy unos ejemplos:
un artista que pinta
con Physarum fosforescente;
un equipo colaborativo
que combina diseño
biológico y electrónico
con tecnologías de
impresión 3D en un taller;
otro artista usa el moho
como una forma de
participación comunitaria
en el mapeo de su área.
Aquí el moho se usa directamente
como una herramienta tecnológica,
pero metafóricamente
como un símbolo de formas de hablar
de la cohesión social, comunicación
y cooperación.
Otras actividades con
participación pública,
realizo muchos talleres
de moho mucilaginoso,
un forma creativa de
participar con el organismo.
La invitación es
que vengan y aprendan
sobre las maravillas que puede hacer
y diseñar su propio
experimento en plato petri,
un ambiente donde el moho navega
para que puedan probar sus propiedades.
Todos se llevan a casa una mascota nueva
y es invitada a publicar sus resultados
en el Slime Mould Collective.
El colectivo me ha permitido
formar colaboraciones
con todo tipo de gente interesante.
He trabajo con cinematógrafos
en un largometraje documental
sobre el moho mucilaginoso
y enfatizo lo de largometraje,
que está en las etapas
finales de la edición
y llegará a las salas
de cine muy pronto.
(Risas)
También me ha permitido
conducir lo que creo es
el primer experimento de
moho mucilaginoso humano.
Esto es parte de una exhibición
en Rotterdam el año pasado.
Invitamos a la gente a convertirse
en moho por media hora.
En esencia atábamos a la gente junta
para que fueran una célula gigante
y los invitábamos a que
siguieran las reglas del moho.
Tenían que comunicarse
mediante oscilaciones
sin hablar.
Tenían que funcionar
como una sola entidad,
una masa celular, sin egos,
con la motivación de moverse
y luego explorar el ambiente
en busca de alimento.
Así una caótica revoltura sobrevino
cuando este montón de desconocidos
amarrados con cuerdas amarillas
y camisetas "Soy un moho"
vagaban por el parque del museo.
Cuando se topaban con árboles,
tenían que recomponer
sus conexiones y
reformarse en masa celular
sin hablar.
Este es un experimento
absurdo en muchas aspectos.
No tiene una hipótesis
que lo sustente.
No intentamos probar nada,
ni demostrar nada.
Pero lo que sí nos dio fue una forma
de participación de un
amplio sector del público
con ideas de inteligencia,
mediación, autonomía
y brindó una plataforma lúdica
para discutir sobre las cosas que pasaron.
Una de las cosas más
interesantes del experimento
fue la conversación
que se entabló más tarde.
Un simposio enteramente
espontáneo ocurrió en el parque.
La gente habló de la psicología humana,
de cuán díficil es soltar
sus personalidades
individuales y sus egos.
Otros hablaron de
la comunicación bacteriana.
Cada persona aportó
su propia interpretación personal.
y nuestra conclusión
de este experimento
fue que la gente de Rotterdam
es extraordinariamente cooperativa
en especial cuando les sirven cerveza.
No solo les dimos avena,
también les dimos cerveza.
Pero no fueron
tan eficientes como el moho
y el moho, para mí,
es un tema fascinante.
Es biológicamente fascinante,
es computacionalmente interesante,
pero también es un símbolo,
una forma de participar
con ideas de comunidad,
conducta colectiva, cooperación.
Mucho de mi trabajo sale
de la investigación científica
así que esto hace homenaje
al experimento del laberinto
pero de forma diferente.
El moho es también
mi material de trabajo.
Es coproductor de fotos,
impresiones, animaciones
y eventos públicos.
Aunque el moho no eligió
trabajar conmigo precisamente
es una forma de colaboración.
Puedo predecir ciertas conductas
entendiendo cómo funciona,
pero no puedo controlarlo.
El moho tiene la última palabra
en el proceso creativo.
Después de todo, tiene
su propia estética interna.
Estos patrones de
ramificación que vemos
los vemos en todas las formas,
las escalas de naturaleza,
desde deltas de ríos a relámpagos,
desde nuestras venas
sanguíneas a redes neuronales.
Hay reglas claramente
significativas en juego
en este simple pero complejo organismo,
y no importa cuál sea
nuestra perspectiva formativa
o nuestro modo de consulta
hay mucho que podemos aprender
al observar y lidiar
con esta hermosa mancha sin cerebro.
Les presento
Physarum polycephalum.
Gracias.
(Aplausos)