Nací y crecí en Sierra Leona, un país pequeño y muy hermoso de África occidental. Un país rico tanto en recursos materiales como en talento creativo. Sin embargo, Sierra Leona es tristemente conocida por la guerra insurgente de 10 años, de los 90, en la que poblados enteros fueron reducidos a cenizas. En este período, se calcula que 8000 hombres, mujeres y niños sufrieron amputaciones de sus brazos y piernas. Mientras escapábamos con mi familia de uno de esos ataques, a los 12 años decidí hacer todo lo posible para que mis hijos no tuvieran que pasar por situaciones como esa. Ciertamente, crecerían en una Sierra Leona en la que la guerra y las amputaciones ya no eran una estrategia para obtener poder. Al ver a la gente que conocía, gente querida, recuperarse de esta devastación, algo que me preocupaba profundamente era que muchos de los amputados del país no iban a usar sus prótesis. El motivo, luego me daría cuenta, era que los encajes ortopédicos producían dolor porque no calzaban bien. El encaje ortopédico es la parte donde el amputado introduce lo que quedó de su miembro uniéndolo al tobillo ortopédico. Incluso en los países desarrollados, a un paciente le lleva de 3 semanas a varios años conseguir un encaje cómodo y a veces no lo consigue nunca. Los técnicos ortopédicos usan procesos convencionales como el moldeo por inyección y la fundición para hacer encajes ortopédicos de un solo material. Muchas veces estos encajes generan niveles de presión insoportables en los miembros del paciente, provocándoles úlceras y ampollas. No importa lo buena que sea la prótesis. Si el encaje ortopédico es incómodo, no se usará la pierna y eso es sencillamente inadmisible en nuestra época. Entonces un día, cuando conocí al profesor Hugh Herr hace unos dos años y medio, me preguntó si sabía cómo resolver este problema. Le dije: "Todavía no, pero me encantaría descubrirlo". Entonces, para mi doctorado en el Media Lab del MIT, diseñé encajes ortopédicos a medida, rápidos y económicos, que son más cómodos que las prótesis convencionales. Hice resonancias magnéticas para conocer la anatomía real del paciente, luego modelé las piezas para predecir con exactitud las presiones y cargas de las fuerzas normales, y luego creé un encaje ortopédico para la fabricación. Usamos una impresora 3D para fabricar un encaje ortopédico de varios materiales que alivia la presión donde la anatomía del paciente así lo requiere. Resumiendo, usamos información para hacer encajes novedosos de un modo rápido y económico. En unas pruebas que acabamos de terminar en el Media Lab, uno de nuestros pacientes, un veterano de guerra de EE.UU. amputado hace ya unos 20 años, que probó miles de piernas, dijo de una de nuestras piezas impresas: "Es muy blanda, es como caminar sobre almohadas y es terriblemente sexy". (Risas) La discapacidad en nuestra época no debería impedirle a nadie vivir una vida plena. Mi deseo es que las herramientas y los procesos que desarrollamos en nuestro grupo de investigación puedan usarse para brindar prótesis con excelente funcionalidad a quienes las necesiten. Para mí, un modo de empezar a aliviar el dolor de todos aquellos que sufrieron la guerra y la enfermedad es crear superficies de contacto cómodas y accesibles para sus cuerpos. Sea en Sierra Leona o en Boston. Espero que esto no solo les restituya el potencial humano, sino que realmente transforme la percepción que tienen de él. Muchas gracias. (Aplausos)