La gente les tiene más miedo
a los insectos que a la muerte.
(Risas)
Al menos, según una encuesta de 1973
del "Book of Lists", el predecesor
de estas listas de lo mejor, lo peor
y lo más gracioso que hay hoy en línea.
Solo las alturas y el hablar en público
superaron a estos soldados de
6 patas como origen de las fobias.
Y sospecho que si hubiera
incluido a las arañas,
la combinación insectos-arácnidos hubiera
simplemente encabezado la lista.
Pero no soy una de esas personas.
Me encantan los insectos.
Creo que son interesantes y hermosos
y a veces incluso guapos.
(Risas)
Y no soy la única.
Durante siglos, algunos de
los científicos más brillantes,
desde Charles Darwin a E.O. Wilson,
han encontrado inspiración en el estudio
de las mentes más pequeñas de la Tierra.
Bueno, ¿y eso a qué se debe?
¿Qué es lo que nos empuja a volver
una y otra vez a los insectos?
Parte de ello, por supuesto,
se debe simplemente
a la magnitud de casi todo
lo que les representa.
Son más numerosos que
cualquier otro tipo de animal.
Ni siquiera sabemos todavía
cuántas especies de insectos hay,
porque se están descubriendo
nuevas especies continuamente.
Hay por lo menos un millón,
quizá más, hasta 10 millones.
Esto significa que podríamos tener
calendarios con el insecto del mes
y no tener que volver a usar otra
especie durante más de 80 000 años.
(Risas)
¡Tomen eso, pandas y gatitos!
(Risas)
Pero ahora en serio,
los insectos son esenciales.
Los necesitamos.
Se estima que 1 de cada 3
bocados de comida
se debe a un polinizador.
Los científicos los usan para hacer
descubrimientos fundamentales sobre todo,
desde la estructura
de nuestro sistema nervioso
hasta el funcionamiento de
nuestros genes y del ADN.
Pero lo que más me gusta de los insectos
es que nos dan indicios acerca
de nuestro propio comportamiento
porque parecen hacer todo
lo que hacen los humanos.
Se conocen, se aparean,
se pelean, se separan.
Y lo hacen con lo que parece ser el mismo
amor o la misma animosidad que nosotros.
Pero lo que impulsa su comportamiento
es realmente diferente de todo
lo que impulsa al nuestro,
y esa diferencia puede ser
muy reveladora.
Y esto es especialmente cierto
cuando se trata de uno de nuestros
intereses más inmediatos: el sexo.
Ahora bien, sostendré
y creo que podré defender
lo que a lo mejor puede parecer
una declaración sorprendente.
Creo que el sexo en los insectos es más
interesante que el sexo en los humanos.
(Risas)
Y la increíble variedad
que venimos observando
desafía algunas de nuestras
propias creencias
sobre lo que significa
ser hombre y mujer.
Por supuesto, para empezar,
muchos insectos no necesitan aparearse
en absoluto para reproducirse.
Los áfidos hembras pueden crear
pequeños y diminutos clones
de sí mismos sin aparearse.
Nacimiento virginal, allí lo tienen.
En directo en sus rosedales.
(Risas)
Cuando se aparean,
incluso su esperma es más
interesante que el humano.
Hay algunos tipos de moscas de la fruta
cuyo chorro de esperma es más largo que
el tamaño del propio cuerpo del macho.
Y eso es importante porque los machos
usan su esperma para competir.
Y los insectos machos compiten con armas,
como los cuernos de estos escarabajos.
Pero también compiten después
de aparearse con su esperma.
Los penes de las libélulas y de
los caballitos del diablo parecen
un poco como las navajas suizas,
con todos sus componentes desplegados.
(Risas)
Usan estos dispositivos formidables
para rascar el esperma de los machos con
los que se apareó la hembra previamente.
(Risas)
Así que, ¿qué podemos aprender de esto?
(Risas)
Está bien, no me refiero a una lección
en el sentido de que hay que imitarlos,
o de que ellos marquen una pauta
para que nosotros la sigamos.
Lo cual, viendo esto,
probablemente no estaría mal.
Por cierto, ¿mencioné
el canibalismo sexual
como práctica muy frecuente
entre los insectos?
Así que, no, no se trata de esto.
Pero creo que los insectos rompen
muchas de las reglas que tenemos
como humanos sobre los roles sexuales.
La gente tiene esta idea de que
la naturaleza dicta lo que tienen
que ser las hembras y los machos, como
si de una comedia de 1950 se tratara.
Con que los machos tienen que ser
siempre dominantes y agresivos,
y las hembras pasivas y tímidas.
Pero ese no es el caso.
Tomemos con ejemplo
a los saltamontes longicornios
que están emparentados con
los grillos y los saltamontes.
Los machos son muy exigentes a la
hora de elegir con quién se aparean
porque no solo transfieren
espermatozoides durante el apareamiento,
sino que también le hacen a la hembra
lo que se llama un regalo nupcial.
En estas fotos se puede ver
a 2 saltamontes apareándose.
En ambos casos el macho
es el que está a la derecha,
y el apéndice en forma de espada es
el órgano de ovoposición de la hembra.
La mancha blanca es el esperma,
y la mancha verde es el regalo nupcial
que el macho fabrica
desde su propio cuerpo
y que resulta muy costoso de producir.
Puede llegar a pesar hasta
un tercio de su masa corporal.
Vamos a parar por un momento
para que les deje tiempo de pensar
qué significaría esto
si los machos humanos,
cada vez que tuvieron
relaciones sexuales,
tuvieran que producir algo que
pesa entre 20 y 30 kilogramos.
(Risas)
Bueno, no podrían hacer eso muy a menudo.
(Risas)
Y de hecho, tampoco los saltamontes.
Y es por eso
que los machos son muy quisquillosos
sobre a quién le ofrecen
este regalo nupcial.
Ahora, el regalo es muy nutritivo,
y la hembra lo come durante
y después del apareamiento.
Por lo tanto, cuanto más grande sea,
será mejor para el macho,
porque eso significa más
tiempo para que su esperma
entre en el cuerpo de la hembra
y fertilice sus huevos.
Pero también significa que los machos
se tornan muy pasivos en el apareamiento,
mientras que las hembras son
extremadamente agresivas y competitivas,
en sus intentos por obtener
el mayor número posible
de estos regalos nupciales nutritivos.
Así que no disponen exactamente
de un conjunto de reglas estándar.
Incluso de manera más general,
en realidad, los machos
no son tan importantes
en la vida de un gran número de insectos.
Entre los insectos sociales,
las abejas, las avispas y las hormigas,
los individuos que se ven todos los días,
las hormigas que van
y vienen de su azucarero,
las abejas productoras de miel
que revolotean de flor en flor,
todas son exclusivamente hembras.
Siempre hemos tenido dificultades
para entender las razones
de todo esto, durante milenios.
Los antiguos griegos sabían que había
una clase de abejas, los zánganos,
que son más grandes que las trabajadoras,
aunque desaprobaron vehementemente
la pereza de estos zánganos,
porque veían como solo pululaban
alrededor de la colmena
hasta el momento del vuelo
de apareamiento; allí están los machos.
No hacen nada hasta
el vuelo de apareamiento,
y no participan en la recolección
de néctar ni de polen.
Los griegos no pudieron averiguar
el sexo de los zánganos,
en parte por la confusión creada a raíz
de la capacidad de picar de las abejas,
porque les resultaba difícil creer
que un animal que llevara un
arma pudiera ser una hembra.
Aristóteles trató de
involucrarse también.
Sugirió: "Está bien, si los individuos
que pican son los machos..."
Luego no lo tuvo tan claro
porque eso habría significado
que los machos también fueran los que
cuidaban de los jóvenes en la colonia,
y para él esto parecía algo
completamente imposible.
Así concluyó de que tal vez las abejas
tuvieran órganos de ambos sexos
en el mismo individuo,
idea que no es tan descabellada,
ya que algunos animales hacen eso,
pero en realidad nunca supo resolverlo.
Y saben, incluso hoy en día,
mis alumnos por ejemplo,
llaman a todos los animales que ven,
incluso a los insectos, machos.
Y cuando les digo que los feroces
soldados del ejército de hormigas
con sus mandíbulas gigantes,
que suelen a defender la colonia
son todas hembras,
no parecen fiarse de mí del todo.
(Risas)
Y claro, todas las películas,
"Antz", "Bee Movie",
retratan al personaje principal
de los insectos sociales como macho.
Bueno, ¿qué importancia tiene esto?
Solo son películas. Son ficción.
Salen animales que hablan.
¿Qué importancia tiene si hablan
como Jerry Seinfeld? (Risas)
Creo que sí importa,
y es un problema que en realidad
es parte de algo más profundo
que tiene consecuencias
para la medicina y la salud
y muchos otros aspectos de la vida.
Todos saben que los científicos usan
lo que llamamos sistemas de modelo,
que son criaturas
--ratas blancas o moscas de la fruta--
que son una especie de sustitutos
para el resto de los animales,
incluidos los humanos.
Y la idea es que lo que
es válido para una persona
también es cierto para la rata blanca.
Y por lo general, es así.
Pero la idea de un sistema de modelo
puede llevarse demasiado lejos.
Y creo que hemos usado
a los machos de cualquier especie
como representantes del sistema modelo.
Ellos son la norma.
Dictan la forma de hacer las cosas.
Y se ha considerado a las hembras
como una especie de variante...
algo aparte que solo se estudia
después de tener las bases asentadas.
Bueno, de vuelta a los insectos.
Creo que eso significa
que la gente simplemente no entendió
qué tenía delante de ellos.
Porque supusieron que el mundo
estaba poblado en gran parte por machos
y que las hembras solo
tenían un papel menor.
Pero al hacer eso, perdemos de vista
realmente lo que es la naturaleza misma.
Y también podemos perder de vista
cómo los seres vivos, incluidos
los humanos, pueden variar.
Y creo que por eso hemos
usado machos como modelos
en un gran número de
investigaciones médicas,
algo que ahora sabemos
que es un problema
si queremos que los resultados se
apliquen tanto a hombres como a mujeres.
Y, por último, lo que me
encanta en los insectos
es algo que mucha gente encuentra
desconcertante en ellos.
Tienen unos pequeños, diminutos cerebros
con muy poca capacidad cognitiva,
por lo menos tal y como nosotros
percibimos dicha capacidad.
Tienen un comportamiento complicado,
pero carecen de cerebros complicados.
Por eso, no podemos pensar en ellos
como si fueran algo insignificante
porque no hacen las
cosas a nuestra manera.
Me gusta que sea difícil
antropomorfizar a los insectos,
mirarlos y solo pensar que son
criaturas insignificantes
en exoesqueletos y con 6 patas.
(Risas)
De hecho, hay que aceptarlos
en sus propios términos,
porque los insectos nos hacen dudar
de lo que se considera normal o natural.
Ya saben, la gente escribe ficción
y habla de universos paralelos.
Especula sobre lo sobrenatural,
y tal vez sobre espíritus de difuntos
que caminan entre nosotros.
El encanto del otro mundo
es parte de la razón por la que la gente
quiere adentrarse en lo paranormal.
Pero en lo que a mí respecta,
¿porqué querer ver gente muerta
cuando se pueden investigar
unos insectos vivos?
Gracias.
(Aplausos)