¿Cuántos han oído hablar del síndrome premenstrual, el SPM? Todos, ¿verdad? Todos saben que las mujeres enloquecen un poco justo antes del periodo, que el ciclo menstrual las arroja a una inevitable montaña rusa hormonal de irracionalidad e irritabilidad. En general se considera que las variaciones en las hormonas reproductivas provocan emociones extremas y que esto afecta a la gran mayoría de mujeres. Estoy aquí para contarles que pruebas científicas afirman que esas suposiciones no son ciertas. Estoy aquí para darles una buena noticia sobre el SPM. Pero antes, echemos un vistazo a lo arraigada que está la idea del SPM en la cultura estadounidense. Si examinan artículos de periódicos o revistas verán lo mucho que se da por sentado que todas tienen SPM. En un artículo de la revista Redbook titulado ''Tú: Libre de SPM'', se informaba de que entre el 80 % y el 90 % de las mujeres sufren de SPM. La revista L.A. Muscle alertaba a sus lectores de que entre el 40 % y el 50 % de las mujeres lo padecen, y de que juega un papel esencial en su salud mental y psíquica. Y hace un par de años, incluso el Wall Street Journal, publicó un artículo sobre el calcio como tratamiento para el SPM y preguntaba a sus lectoras: ''¿Te conviertes en una bruja cada mes?'' Detrás de estos artículos, quizá piensen que hay una enorme investigación que verifica el carácter extendido del SPM. Sin embargo, tras cinco décadas de investigación, no hay un consenso firme en torno a la definición, la causa, el tratamiento o, siquiera, la existencia del SPM. Según la definición de la mayoría de psicólogos, el SPM implica un comportamiento negativo con síntomas cognitivos y físicos desde la ovulación hasta la menstruación. Pero aquí es donde esto se vuelve delicado. Se han aplicado más de 150 síntomas diferentes para diagnosticar el SPM, y aquí solo están apuntados algunos. Pero, quiero que quede claro: No digo que las mujeres no tengan algunos de estos síntomas. Lo que digo es que tener algunos de estos síntomas no equivale a tener un trastorno mental, y que, cuando los psicólogos se encuentran con un trastorno definido tan vagamente, la categorización pierde sentido. Con una lista de síntomas de esta longitud, yo podría tener SPM, Ud. podría tener SPM, ese chico de la tercera fila podría tener SPM, mi perro podría tener SPM. (Risas) Algunos investigadores dijeron que se debían tener cinco síntomas. Algunos dijeron que tres. Otros afirmaron que los síntomas solo eran significativos si molestan notablemente, pero otros indicaron que los síntomas leves eran igualmente importantes. Durante muchos años, como no había un consenso en la definición del SPM, cuando los psicólogos intentaban de los índices de frecuencia, sus cálculos oscilaban entre el 5 % de las mujeres y el 97 % de las mujeres, por lo que, al mismo tiempo, casi ninguna y casi todas tenían el SPM. Las deficiencias de los métodos de investigación han sido significativas. Primero, se pedía a las mujeres que en retrospectiva informaran de sus síntomas; que miraran al pasado confiando en la memoria. Se sabe que esto exagera las cifras del SPM con respecto al análisis prospectivo, que implica llevar un registro diario de los síntomas al menos durante dos meses seguidos. Además, muchos estudios se centran solo en mujeres blancas de clase media, esto dificulta la aplicación de los resultados a todas las mujeres. Sabemos que hay un componente cultural importante en la creencia del SPM por ser casi desconocido fuera de Occidente. En tercer lugar, muchos estudios no utilizaron grupos de control. Si queremos entender las características específicas de las mujeres con SPM, debemos compararlas con aquellas que no lo tienen. Y, por último, se usaron muchos cuestionarios distintos para diagnosticar el SPM, y se centraban en diferentes síntomas, duración e intensidad. Para hacer una investigación fiable sobre cualquier trastorno médico, los científicos deben coincidir en las características específicas que constituyen ese trastorno, de forma que hablen realmente de lo mismo, y, con el SPM, este no ha sido el caso. Sin embargo, en 1994, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, conocido como el DSM, por suerte, (también es el manual para los profesionales de la salud mental), redefinió el SPM como el TDPM: Trastorno disfórico premenstrual. Y disforia se refiere a un sentimiento de agitación o incomodidad. Y según estos nuevos criterios del SPM, en la mayoría de los ciclos menstruales del año anterior, al menos cinco de los once síntomas posibles deben aparecer en la semana anterior del comienzo de la menstruación; los síntomas deben aliviarse una vez que la menstruación ha comenzado; y deben desaparecer la semana posterior al final de la menstruación. Uno de los síntomas debe ser uno de esta lista: marcados cambios de humor, irritabilidad, ansiedad o abatimiento. Los demás síntomas pueden ser de la primera diapositiva o de la segunda, incluso síntomas como sentirse fuera de control y cambios en el sueño o el apetito. El DSM también establecía ahora que los síntomas se asociaran a una angustia clínicamente significativa, como algún tipo de alteración en el trabajo, en la escuela o en las relaciones sociales, y que los síntomas y su severidad quedaran registrados en un diario durante al menos dos ciclos consecutivos. Y, finalmente, el DSM establecía que la perturbación emocional fuera algo más que una simple exacerbación de un trastorno ya existente. Así que, científicamente hablando, esto es un avance. Ahora tenemos un número limitado de síntomas que deben tener una gran repercusión en la actividad diaria; y el registro y control de los tiempos de los síntomas son muy específicos. Bueno, pues usando estos criterios y analizando los estudios más recientes, comprobamos que entre el 3 % y el 6 % de las mujeres sufren el TDPM. No todas las mujeres, no la gran mayoría de las mujeres, ni siquiera muchas mujeres: entre un 3 % y un 8 %. Para todos las demás, variables como momentos estresantes o felices o incluso el día de la semana son indicadores de ánimo más poderosos que un momento del mes, y esta es la información que la comunidad científica tiene desde los 90. En 2002, publiqué un artículo con mis compañeros en el que describíamos la investigación sobre el SPM y el TDPM, y hay muchos artículos semejantes en revistas de psicología. La cuestión es, ¿por qué no ha llegado esta información al público? ¿Por qué persisten estos mitos? Bueno, la verdad es que la avalancha de mensajes que las mujeres reciben de libros, televisión, películas, Internet sobre que todas tienen SPM contribuye a que se convenzan de que debe ser cierto. Investigaciones afirman que cuanto más crea una mujer que todas tienen SPM, más alta es la probabilidad de que afirme, erróneamente, que ella lo tiene. Déjenme explicar qué quiero decir con ''erróneamente''. Puede que le pregunten: ''¿Tienes SPM''? y ella diga que sí, pero entonces, cuando pides que registre diariamente los síntomas psicológicos por dos meses, no existe correlación alguna entre sus síntomas y el momento del mes. Otra razón por la que persiste el mito del SPM está relacionada con la importante limitación del rol femenino. Psicólogas feministas como Joan Chrisler han sugerido que con la etiqueta del SPM se pueden expresar de una forma que, que de otra manera, podría considerarse impropia de señoras. La definición casi universal de la buena mujer es aquella que es feliz, cariñosa, comprensiva con los demás, y que se siente satisfecha de tener este papel. El SPM se ha convertido en el permiso para estar enfadada, irritada o para quejarse, sin por ello perder el título de buena mujer. Sabemos que es más probable que las variables alrededor de una mujer la hagan enfadarse que sus hormonas, pero cuando ella atribuye su enfado a las hormonas, es absuelta de responsabilidad o crítica. ''No es ella realmente. Está fuera de control''. Y aunque pueda ser una herramienta útil, también sirve para invalidar sus emociones Cuando la gente responde al enfado de una mujer pensando: ''Es solo ese momento del mes'', su capacidad para ser tomada en serio o efectuar cambios se limita seriamente. Así que ¿quién más se beneficia del mito del SPM? Puedo decirles que el tratamiento para el SPM se ha convertido en una industria próspera y rentable. Actualmente, ''Amazon.com'' ofrece más de 1 900 libros sobre su tratamiento. Una rápida búsqueda en Google devolverá una gran cantidad de clínicas, talleres y seminarios. Prestigiosas fuentes de Internet de información médica, como WebMD o la Mayo Clinic registra el SPM en la lista de trastornos conocidos. No es un trastorno conocido, pero lo incluyen. Y también anotan los fármacos que los médicos han prescrito para tratarlo, como antidepresivos u hormonas. Curiosamente, ambas webs afirman, sin embargo, que el éxito de la medicación al tratar los síntomas del SPM varían de una mujer a otra. Bien, eso no tiene sentido. Si se trata de un trastorno claro con una causa clara, como supuestamente lo es el SPM, entonces el tratamiento debería aliviar a un elevado número de mujeres. No ha sido el caso de estos tratamientos, y la normativa de la FDA expone que, para que un fármaco se considere efectivo, una gran parte de la población meta debería tener una mejoría clínicamente significativa. Y eso no ha sucedido, en absoluto, con estos supuestos tratamientos. Sin embargo, los beneficios económicos de perpetuar el mito de que el SPM es un trastorno mental común y de que es tratable, son bastante importantes. Cuando se prescribe a mujeres medicamentos como antidepresivos u hormonas, el protocolo médico exige que se realice un seguimiento médico cada 3 meses. Eso son muchas visitas al médico. Las compañías farmacéuticas obtienen beneficios incalculables cuando las mujeres creen que deben tomar un medicamento durante toda su vida reproductiva. Medicamentos sin receta como Midol aseguran incluso tratar síntomas del SPM como la tensión y la irritabilidad, aunque solo contengan un diurético, un analgésico y cafeína. No es que yo quiera discutir los poderes mágicos de la cafeína, pero reducir la tensión no es uno de ellos. Desde 2002, Midol ha puesto a la venta Teen Midol para las adolescentes. Se dirigen a muchachas jóvenes para convencerlas de que todas tienen el SPM y de que las hará monstruos, pero, espera, hay algo que puedes hacer: Toma Midol y volverás a ser humana. En 2013, Midol ingresó casi 45 millones de dólares en ventas. Si el perpetuar el mito ha sido lucrativo para algunos, esto entraña algunas consecuencias serias para las mujeres. Primero, contribuye a la medicalización de la salud reproductiva de la mujer. El ámbito médico tiene experiencia a la hora de conceptualizar procesos reproductivos femeninos como enfermedades tratables, y esto ha supuesto grandes costes, incluso demasiadas cesáreas, histerectomías y tratamientos hormonales prescritos que más que mejorarla han dañado la salud de la mujer. Segundo, el mito del SPM también contribuye al estereotipo de que las mujeres son irracionales y demasiado sensibles. Cuando el periodo menstrual se describe como montaña rusa hormonal que convierte a las mujeres en fieras iracundas, es fácil cuestionar la capacidad de todas las mujeres. Las mujeres han dado grandes zancadas en el mundo laboral, pero aún es minúsculo el número de ellas en las altas esferas en ámbitos como el gobierno o los negocios, y cuando pensamos en la figura de un buen director ejecutivo o senador, alguien con cualidades como la racionalidad, la constancia o la competencia se nos vienen a la cabeza, y en nuestra cultura, eso suena más a hombre que a mujer; y el mito del SPM contribuye a ello. Los psicólogos saben que el humor de hombres y mujeres es más parecido que diferente. Un estudio analizó a hombres y mujeres entre 4 y 6 meses y reveló que el número de cambios de humor que tuvieron y la severidad de esos cambios de humor eran los mismos. Y, por último, el mito del SPM impide a las mujeres tratar con los asuntos que de verdad les provocan malestar emocional. Cuestiones como la calidad de las relaciones o las condiciones laborales o temas sociales como el racismo, el sexismo o el yugo cotidiano de la pobreza están muy relacionadas con el humor diario. Meter las emociones bajo la alfombra del SPM impide a las mujeres entender la causa de sus emociones negativas, pero también les quita la oportunidad de hacer algo para cambiarlas. Así que la buena noticia sobre el SPM es que, aunque algunas mujeres tienen síntomas por su ciclo menstrual, la gran mayoría no tiene ningún trastorno mental. Van al trabajo o a la escuela, cuidan de sus familias, y llevan una vida normal. Sabemos que las emociones y el humor de hombres y mujeres son más parecidos que diferentes, así que dejemos el cansino y anticuado mito del SPM sobre las mujeres-brujas y acojamos la realidad de una actividad altamente emotiva y profesional desempeñada por la mayoría de las mujeres cada día. Gracias. (Aplausos)