(Aplausos) Hace un año, prácticamente día tras día, atravesaba la frontera de Irán hacia Turquía, justo al norte de Siria. A mi derecha, se eleva la inmensa silueta del Monte Ararat. Cuenta la leyenda que el Arca de Noé se encalló allí. 5.167 metros Un cono tal para un piloto de parapente como yo, es como un helado de vainilla, una tarde de verano. Me tomé, entonces, tres días. Tengo muy poco tiempo en internet pero llego a juntar dos informaciones. Una, las condiciones son mágicas para volar. Pero por otro lado, tenía que evitar los guías a toda costa porque corría el riesgo de que me pidieran un pase, imposible de obtener en tan poco tiempo. No lo tengo. La segunda mañana del ascenso, duermo en la mitad de la pendiente, enrollado en el ala del parapente. Aún no había amanecido. Cuando de repente... Oh carajo, ¡Es la guerra! Era justo allí. Entonces, puedo decirles que me tiré directo para esconderme en las rocas. Siete años antes, el 11 de julio de 2008 a las 9:30 am, di la primer pedaleada para una vuelta al mundo en bici, un viejo sueño de mi infancia. Aquellos de quienes están aquí que piensan que el mundo es pequeño, creánme, eso es completamente falso. ¡Es inmenso! Me doy a mí mismo estos 4 años. Lo sé que tendrá consecuencias importantes en mi vida. Tenía un buen trabajo fijo, ingeniero en aeronáutica. De alguna manera, yo suicidaba mi carrera. Tenía una pareja a quien amaba... mi familia, mis amigos. Dejé todo. Suena como otra tontería bien irresponsable, como aquella que recién conté en el Monte Ararat, pero en realidad, era sin dudas, y lo pienso aún hoy, la decisión más responsable de mi vida. Haciendo eso, lo que buscaba en el fondo, más allá de ver el mundo, era tener mi vida en mis manos. Me dejé llevar un poco. Seguía un esquema clásico guiado menos por mis elecciones personales que por las elecciones casi impuestas por la sociedad: estudios, carrera, familia, confort material... No tenía casi noción que esas elecciones no eran las mías. Entonces, por una vez, Me animé a tomar una decisión, que iba a influir enormemente en mi vida. Pero de repente, era primordial que esa elección fuera verdaderamente responsable, que midiera las consecuencias plenamente, sobre mi vida primero, luego a fuerza de reflexiones vinieron otras, los impactos ambientales. De tal forma que decidí que mi vuelta al mundo sería completamente no motorizada. Cero combustible para moverme. Atravesaría el continente en bici, los océanos a dedo en velero. Y para agregar un poco de magia a todo aquello, me llevé conmigo un parapente para ver el mundo desde lo alto. De todo esto salió el proyecto: "En el camino con ala", A-L-A. No había elegido el camino más simple. Para salir victorioso había que organizarlo bien. Bueno, seguí siendo ingeniero a pesar de todo lo que había dejado. Lo tomé como un proyecto real de empresa. Durante seis meses, contacté medios de comunicación, sponsors. Estudié el presupuesto los bártulos que había que llevar. Un verdadero plan de negocios, adoro Excel. me fue muy grato, ¡creánme! (Risas) Luego, pensé en las visas, los inviernos en los Andes, en los Himalaya, las zonas de guerra, para trazar lo siguiente: El itinerario ideal. Sabía que si me equivocaba, iba a asumir las consecuencias. Un hecho tonto por ejemplo. Un día, atravesaba el Pamir en Asia central y cruzo frente a mí un ciclista tan peludo y desgreñando como yo. ¡Les puedo decir que era algo de la época! De pronto, hablamos un poco, y luego me cuenta que él también quería atravesar los océanos a dedo en velero y llegar así a América del Sur y luego Asia... ¡Ay! ¡Me dió un nudo en la panza! Había decidido decirle que aquello no era posible. ¡Los veleros siguen los alisios y hacen la vuelta al mundo hacia el Oeste! Muy raro que sea a la inversa. Y de repente, él va a encontrarse frente al océano presionado a tomar un avión ¡cuando él se mueve como un loco para hacer su viaje desmotorizado! Y yo también, casi iba hacia el Este. Pero, por fortuna, un amigo vino a verme, antes de mi partida, y me dió esta información crucial, y pude ir hacia el otro lado. Y era exactamente el mismo tipo de error en el que estaba el ciclista. Cuando estaba en el Monte Ararat detrás de una piedra, y sobre mi había tiros de F-16, luego del final de las explosiones, creí que era un ejercicio militar, seguí hacia la cima, de la cual despegué al día siguiente para evitar al volar la zona de tiro del día anterior. Aterrizo sano y salvo y recupero mi bici, y llego al primer pueblo donde encuentro por fin a alguien que habla inglés. Allí, me explica que la montaña está cerrada hace tres meses que está llena de rebeldes del PKK y que la armada dispara a todo lo que se mueve. (Risas) (Aplausos) Puse en grave riesgo mi vida por ignorancia. Si me hubiera informado un poco jamás hubiera hecho esa elección completamente irresponsable, Porque, sí, la falta de información conduce a elecciones irresponsables, y también a veces a desastres. Pero a la inversa, el hecho de haber hecho en su mayoría elecciones buenas, responsables, con conciencia de sus consecuencias, me permitió hacer de mi sueño una realidad, y también, ¡ir mucho más allá! Cuatro meses más tarde, el 29 de diciembre de 2015, franqueé la línea de llegada luego de 2.723 días, o sea 7 años y medio en las rutas en vez de los 4 previstos. Atravesé 105.000 kms en regiones increíbles. Encontré personas de todos los horizontes, tuve la suerte de ver maravillas, estaba feliz y había logrado mi apuesta. ¡Fue así como sucedió para mí! ¿Pero qué sucedería si fuera así también para cada uno de nosotros? ¿Qué pasaría si fuera así también a lo largo de nuestro país o de nuestro planeta? ¿Podríamos entonces pensar en una sociedad más consciente, por lo tanto más responsable, y entonces, más libre? Porque una vuelta al mundo, un proyecto de vida o de sociedad, es como un vuelo en parapente. Es un hecho lleno de impedimentos, de riesgos, que nosotros mismos elegimos y por lo tanto hacemos todo para controlar las consecuencias. Una mala lectura del viento, significa la muerte o la parálisis. Pero el vuelo, es ese momento último, ese instante de verdad, en el cual las elecciones deben ser verdaderamente responsables, y nos lleva hacia una libertad enorme. Entonces... ¿echamos a volar? Gracias. (Aplausos)