Como Uds. pueden imaginar,
ninguna mujer nace feminista.
Yo tampoco nací feminista.
Y les voy a decir cómo
me convertí en feminista.
Yo vivía en Brasil,
estaba exiliada por la dictadura militar,
hacia 1979,
y había ocurrido un hecho trágico.
Una maravillosa mujer de Minas Gerais,
el lugar donde yo vivía,
había sido ultimada a tiros en la playa
de Búzios por su compañero
que alegó infidelidad.
Un día, yo estaba asistiendo
a un programa de televisión,
y me encuentro con que una periodista
le hace una entrevista al abogado
defensor del homicida.
El abogado defensor es una figura
prominente del derecho penal brasileño.
Entonces, la periodista le preguntó
cómo iba a encarar
la defensa del homicida.
Y nuestro abogado, muy suelto
de cuerpo, dijo que era muy sencillo
-- por supuesto lo dijo en portugués --
muy sencillo;
legítima defensa del honor.
Por eso la había matado.
Como Uds. pueden imaginar,
eso me conmocionó;
yo que era una justiciera
en todos los sentidos,
que abogaba por la equidad
de todas las gentes,
me di cuenta de que me faltaba
un capítulo esencial a mí misma,
y por lo tanto, me obligué
a estudiar, a repensar
qué había pasado con las mujeres.
¿Qué había pasado con
las mujeres en la historia?
Y allí, entonces, me encontré,
me deparé con el sistema patriarcal
que es un sistema de exclusiones.
Pero no solo de las mujeres.
No solo de las mujeres.
El sistema patriarcal también excluye
a las otredades que no tienen
la misma cartilla masculina.
En esa búsqueda, obviamente,
me deparé con, sobre todo,
lo que había pasado en el siglo XIX
-- que es un siglo de mucha
exclusión para las mujeres --
Entonces, fuimos
al Código Napoleónico, 1804,
código completamente
imitado por nuestros países,
que inferiorizaba a las
mujeres jurídicamente;
las mujeres no podían educarse,
ni trabajar,
ni ser gerentas de sus propios bienes.
Pero voy a recordar,
que de la misma manera que hay
un régimen de exclusión tan prominente,
muchísimos varones comenzaron
a acompañar el reclamo de las mujeres;
surgió el feminismo.
Y voy a recordar que en 1848
se hizo tal vez la primera asamblea
de las feministas y fue en Seneca Falls,
cerca de Nueva York,
en una iglesia metodista
y allí, en esa ocasión, hubo
30 % de varones acompañando
los reclamos de igualdad de derechos.
El siglo XIX, he dicho, fue
especialmente duro para las mujeres;
era muy común pensar
que las mujeres éramos mucho menos
inteligentes que los varones.
Voy a recordar a Gustave Le Bon
un sociólogo francés que decía
que la inteligencia femenina
se parecía con la de un gorila,
y había que ver.
Entonces, me parece
que hemos andando un largo camino,
pero que faltan muchísimas cosas
para conquistar la completa
equidad entre los sexos.
Voy a enunciar cuatro dimensiones,
a mi juicio fundamentales,
para conseguir la equidad.
En primer lugar necesitamos parar,
ocluir definitivamente,
la violencia contra las mujeres.
En Argentina, ya ha habido
tres grandes movilizaciones:
el movimiento "Ni una menos",
ha sido decisivo;
y en estos días tuvimos...
(Aplausos)
tuvimos tal vez la primera experiencia
histórica de una huelga de mujeres.
Sí, tal vez en el pasado,
en la literatura haya;
pero esto fue notable.
En segundo lugar me gustaría decir
que es absolutamente fundamental
la participación idéntica
de mujeres y varones
en diferentes tareas.
¿Por qué tiene que haber
tareas solo para mujeres?
¿Por qué los varones
no pueden cuidar niños,
arreglar la casa?
¿Por qué las mujeres
no pueden desempeñarse
en las tareas típicas de los varones?
Recordaré que el mercado laboral
es muy tremendo con
relación a las mujeres;
la masa salarial femenina representa
solo el 70 % de los varones.
La tercera cuestión fundamental
que quisiera recordar
es que necesitamos paridad.
Paridad en la representación de la
ciudadanía, en los órganos parlamentarios
y necesitamos equidad en
todas las instituciones.
Las mujeres apenas pueden
llegar a los altos cargos.
Hay alrededor de 30 % de mujeres
que se desempeñan como CEO,
directivas y demás.
Ni las universidades han sido
generosas con la equidad.
Y por último, me gustaría
reflexionar con Uds.
acerca de la idea fundamental
de soberanía de nuestros cuerpos.
La de los varones y de las mujeres.
Las mujeres tienen que ser
soberanas de su cuerpo;
pueden decidir ser madres,
llevar adelante embarazos,
o no llevar adelante
embarazos que no desean.
(Aplausos)
Necesitamos despenalizar
el aborto en Argentina.
(Aplausos)
Finalmente, quiero transmitirles
mi íntima convicción;
la convicción de las feministas,
que es un destino mucho mejor
para la condición humana.
Se trata de la dignidad de las personas,
varones, mujeres,
y de las otredades sexuales,
de la diversidad de la sexualidad
que requiere para cada uno de nosotros
vidas dignas de ser vividas.
Esa es mi apuesta.
(Aplausos)