Buenos días. La escuela de 2014 es igual de arcaica que la medicina de 1750. (Aplausos) La escuela no ha evolucionado desde hace varios siglos. Y hay pequeñas diferencias. Cuando yo iba, la pizarra era negra, ahora es blanca. (Risas) Este inmovilismo de la escuela hoy en día es insostenible, por tres razones. La primera es que ha empezado la guerra de los cerebros. Queríamos una economía del conocimiento. ¡Ya la tenemos! Y en una economía del conocimiento, el único carburante es la neurona, la innovación, el cociente intelectual. En el mundo de los algoritmos se crean desigualdades increíbles entre la gente más innovadora, los más inteligentes, y los menos competentes. Un ejemplo absolutamente caricaturesco resume bien esta situación. WhatsApp: 55 empleados y 4 años de existencia. ¡Tiene un valor de USD 19 000 millones! Peugeot, con más de un siglo y más de 100 000 empleados, ¡equivale a USD 12 000 millones! 55 pequeños genios con un cociente intelectual estratosférico, ¡crean más valor económico en 4 años que más de 100 000 empleados en una empresa con más de un siglo de historia! La segunda razón por la cual el statu quo es completamente insostenible es que después de una salida en falso en los años 60, la robótica y la inteligencia artificial ahora están llegando definitivamente a la madurez. La neurona tiene 550 millones de años. El transistor, 60. El transistor y el microprocesador son 10 millones de veces más jóvenes que nuestras neuronas. En más o menos 40 años el transistor habrá superado las capacidades del cerebro biológico. Hemos perdido la carrera. Entre el ENIAC, tras la guerra, fundado por el brillante Turing, sus 350 operaciones por segundo y el TN2 que realiza 33 millones de miles de millones de operaciones por segundo y se predice que en 2019 se llegará a una infinidad de operaciones, el salto es extraordinario. Esta explosión de la potencia informática permite que hoy emerja una robótica de segunda generación, y Google es el líder mundial de esta robótica. Google ha recomprado 8 de las mejores empresas mundiales de robótica. Google Car es un tipo de robot en particular. Silicon Valley es muy optimista sobre la inteligencia artificial. Ray Kurzweil, el ingeniero principal de Google, nos cuenta que en 2045 la inteligencia artificial será mil millones de veces más potente que nuestros 8000 millones de cerebros juntos. ¡En 30 años! Mucha gente se alarma ante esta situación. Bill Gates, que no es conocido por ser bromista, estima que en 2035, es decir, en 20 años, tan cerca de nosotros como la muerte de François Mitterrand, la mitad de los trabajos se habrán remplazado con autómatas inteligentes, fruto de la fusión de la inteligencia artificial y la robótica. Incluso cita a las enfermeras que prevé que serán sustituidas por autómatas en esa fecha. Empieza a cundir un miedo inmenso. La educación no está adaptada para hacer posible que nuestros hijos luchen frente a los autómatas de segunda generación. La tercera razón por la cual el statu quo es intolerable en la escuela es que la sociedad de mañana ¡ya no aceptará las desigualdades de cociente intelectual! En promedio, en esta sala, tienen un cociente intelectual de 130. La media francesa es de 100. ¡A todo el mundo le parece normal! En realidad, es intolerable. La desigualdad de cociente intelectual es la última de las grandes desigualdades, incluso más que las diferencias económicas. Y las diferencias intelectuales son el origen de todas las desigualdades. Entre los más y los menos inteligentes hay 14 años de diferencia de esperanza de vida, una brecha salarial de 1 a 15, enormes diferencias de categorías sociales de títulos académicos y de acceso a la cultura. En 1750, se aceptaba que un niño pobre muriese en la calle, sin recibir tratamiento. !Hoy en día es inadmisible! Hoy en día aceptamos desigualdades enormes de capacidades intelectuales. La sociedad del futuro habrá dejado de hacerlo. En definitiva, la revolución de las NBIC, es decir, Nanotecnología, Biotecnología, Informática y ciencia Cognitiva, en otras palabras, la inteligencia artificial las neurociencias y la robótica, están a punto de alterar la sociedad y el mercado de trabajo. La escuela, tal y como la conocemos hoy en día, es absolutamente inepta para hacer posible que nuestros hijos se desenvuelvan en un mundo donde los autómatas inteligentes serán omnipresentes en las próximas décadas. ¿Qué hará la sociedad? ¿Qué decidirá la sociedad? En mi opinión, la sociedad exigirá que la escuela emplee todos los recursos de las tecnologías NBIC para responder a estos desafíos. El día de mañana, la escuela usará los CEMA, conocidos como una enseñanza en línea de segunda generación, de tecnologías de dopaje cognitivo, que llamamos el "neuroenhancement". La escuela aceptará el dopaje legal. Aceptará, en el futuro, implantes intracerebrales para mejorarnos. Y aceptará el eugenismo intelectual por la selección de embriones. En el mundo de mañana, la enseñanza ya no se encargará del saber. Se encargará del cerebro. Tendremos una fusión entre educación, medicina, informática, genética y neurociencias. Y el profesor se convertirá en un "neurohacker", (¡todavía tenemos trabajo por hacer!) (Risas) y se convertirá en un "neurocultor". Este acercamiento entre la educación y la escuela será natural. Y la educación empezará antes del nacimiento. El cerebro es un órgano extraordinario, muy plástico. El entorno, la escuela y la estimulación son fundamentales para desarrollar nuestro cableado neuronal y sináptico. Desgraciadamente, la parte genética de nuestras capacidades intelectuales es importante. Un poco más importante de lo que imaginábamos hace unos años. Los estudios recientes como este suelen mostrar que un 60 % de nuestras capacidades intelectuales son de origen genético, mientras que un gran tercio está vinculado a la influencia de la familia, el entorno educativo y la escuela. Silicon Valley, como siempre, está por delante en este combate, ¡para bien o para mal! Aquí tienen la patente presentada por 23andMe, la filial genómica de Google, dirigida por la exmujer de Sergei Brin, el cofundador de Google, sobre los bebés a la carta y la selección genética de gametos, para hacer bebés más hermosos. Es aún más preocupante respecto a nuestras normas morales que China haya puesto en marcha un gran programa de secuenciación de superdotados dirigido por un superdotado, que pueden ver en la foto, con el objetivo declarado, en la prensa internacional, de usar estos resultados para aumentar el cociente intelectual medio de los chinos en el siglo XXI. ¿Se resistirá la sociedad a emplear estas tecnologías? Cuando sabemos que Bostrom, el universitario inglés, ha demostrado que con estas técnicas podríamos aumentar en 60 puntos en un primer momento, y después en 120, el cociente intelectual medio de un país. Eso haría que Bill Gates y Jacques Attali estuviesen justo dentro de la media en una etapa inicial, ¡y que fuesen intelectualmente deficientes en relación con las normas de esta época en una segunda fase! Por supuesto, todo esto nos parece demasiado lejos de nuestra época. ¡El eugenismo no es para nosotros! Sin embargo ya hemos metido el dedo en el engranaje eugenista. Ya somos eugenistas. Ya estamos en una civilización eugenista. Aquí, en nuestro país, el 97 % de los niños trisómicos se detectan y se abortan. ¡Solo un trisómico de cada 30 detectados sobrevive al cribado! Y en Estados Unidos, el 28 % de los estadounidenses dicen estar preparados para usar las tecnologías de sonograma genético para tener bebés más inteligentes. ¿Qué harán los padres del 72 % restante? Pero la transgresión no termina aquí. Silicon Valley está preparada para ir todavía más lejos. Ray Kurzweil, una vez más, el ingeniero principal de Google, nos explicaba en marzo pasado en Vancouver, en TED, que en 2035, en 20 años, tendremos implantes intracerebrales para conectarnos más rápidamente al conocimiento y ser más inteligentes. Y nos alertaba de que hacía falta que nos preparásemos para tener un pensamiento híbrido, unión de nuestro cerebro biológico con la inteligencia artificial conectada a nuestro córtex. Esto produce un vuelco en nuestras normas morales y políticas. Es el fin de la humanidad 1.0, y la llegada, para retomar la expresión del dirigente de Google, de una humanidad 2.0. Todo esto podría conducir a una neurodictadura, a una neuropesadilla. Por eso, si la escuela NBIC de mañana va a usar sin duda, al lado de los profesores, a ingenieros educacionales, neurocientíficos y genetistas, sobre todo conviene que haya expertos en neuroética, éticos del cerebro, para impedir que la neuroeducación se convierta en neuromanipulación. ¿Qué debemos hacer? ¡No lo sé! Sin embargo, estoy convencido de dos cosas. La primera: no impediremos que Silicon Valley fabrique máquinas más inteligentes que nosotros. Como dice Sergei Brin, el cofundador de Google, haremos máquinas que razonen, piensen ¡y hagan las cosas mejor que nosotros! Ante esta situación, ¿dejaremos que las personas con capacidades cognitivas medias o modestas se queden completamente a la zaga frente a los autómatas de segunda generación, fruto de la fusión de la inteligencia artificial y la robótica? No creo que sea posible. Y mi segunda convicción es que, si decidimos colectivamente, políticamente, en los próximos años y décadas, bloquear las tecnologías que permiten reducir las desigualdades de cociente intelectual, las generaciones futuras nos van a juzgar muy duramente. De hecho, somos todos unos neuroconservadores horribles, y estamos muy satisfechos con intolerables desigualdades de cociente intelectual. Gracias. (Aplausos)