"La dama desaparece" Junior, Búlgaro, doble placer. ¿Bueno? Signorine e signore... - ¿Qué dice, Charters? - Ni idea. Señoras y señores, lo siento muchísimo. El tren está detenido. Si desean pernoctar en mi hotel regístrense de inmediato. ¿Por qué no lo dijo antes? Señoritas, es un honor tenerlas entre nosotros de nuevo. Gusto verte, Boris. Boris, no cambiaste nada desde el viernes pasado. - Sigues sin afeitar. - ¿Todo listo? Todo. No he cambiado nada. Ni las sábanas, lo sabemos. Vamos. No esperaba que volvieran tan pronto. Nos fallaron las piernas. Tuvimos que volver en carromato. Cuánta gente. No me diga que Cook trae turismo de tercera. - ¿Qué ocurre? - ¡La velancha! - ¿La velancha? - Avalancha, Boris. En primavera hay muchas. La nieve hace ¡pum! y todo desaparece. Hasta los trenes desaparecen. Pero me tengo que ir mañana. ¿Cuánto les tomará despejar la vía? Por la mañana. Tiene suerte de poder irse en ese tren. Es mal viento el que sopla hacia ninguna parte. Hablando de eso, no hemos comido desde el amanecer. Súbenos algo de cenar. - Me comería un caballo. - No le des ideas. Algo de pollo y una botella de champaña. Y deprisa. Aquí tendrán un dictador, pero hoy mandamos nosotras. Mientras tanto a nosotros se nos hielan los pies. ¡Qué atropello! Es un país de tercera, ¿qué esperabas? ¿Quiénes serán? Seguramente norteamericanas con dólares todopoderosos. Si no hubiéramos perdido el tren de Budapest... Tú quisiste quedarte hasta el final de su himno nacional. Hay que ser respetuosos. Si hubiera sabido que duraba 20 minutos... Yo creo que la Rapsodia Húngara no es su himno nacional. - Éramos los únicos de pie. - Cierto. Supongo que llegaremos a tiempo. Lo dudo. Las últimas noticias fueron alarmantes: Inglaterra al borde del precipicio. Es sensacionalismo periodístico. El viejo país ya ha sido arrinconado antes. lncluso saliendo a primera hora hay que transbordar; tardaremos mucho. - Cierto. - Alguien nos ayudará. ¿Sabe cuándo sale el tren de Basle a Inglaterra? Vaya, el tipo no habla nuestro idioma. Éste sale de Basle a las 21:20. Sólo hay 2 individuales exteriores o una pequeña doble al interior. - Queremos las individuales. - Muy bien, señor. Deberías haberme consultado. Una pequeña habitación doble aquí... No fuiste tan quisquilloso en París el otoño pasado. Es diferente. La Exposición tenía clase. Entiendo. No hace falta que me lo recuerdes. Queremos un suite privada con baño. - Con vista a la montaña. - Y una ducha, claro. - Agua caliente. - Y servicio privado si es posible. Lo siento, sólo nos queda el cuarto de servicio. - ¿Cómo? - El hotel está al completo. No es posible. ¡No esperará que durmamos en el cuarto de servicio! No se entusiasmen. La mucama no estará ahí. Eso espero. ¿Qué? ¿A qué se refiere? Dormiré en el tren. - No hay colación en el tren. - ¿Colación? Digo, calefacción. Qué increíble. Tomaremos la habitación. Una condición. La mucama irá a la habitación para sacar su ropa. ¡Anna! Es una buena chica y no quiero perderla. Más vale que vayamos a cambiarnos. - Qué humor tan primitivo. - Son como niños. Qué incómoda situación con esa chica. Lástima que no tengamos una para cada uno. Habitaciones, digo. Yo, lris Matilda Henderson, soltera, declaro mi soltería finalizada y el jueves 26 llevaré el velo y el ramo, y cambiaré mi nombre por el de Lady Charles Fotheringail. - ¿No puede cambiárselo él? - Sólo me gusta su bigote. Qué cínica. Me gusta mucho. Me gustan los conejos, pero no los crío. Rudolph, dame una mano. - ¿Conoces eso llamado amor? - Era muy popular. Ya extendieron la alfombra para nosotros en San George's y mi padre ansía tener un escudo de armas. Por la felicidad que Iris deja atrás. Por el talonario de sangre azul con el que se casará. El talonario de sangre azul. No me quejo. He estado por todas partes y he hecho de todo. He comido caviar en Cannes y perritos en el canódromo. He jugado al bacará en Biarritz y a los dardos con el deán. ¿Qué me queda sino casarme? Esta espera me desespera. Si sólo supiéramos qué está pasando en Inglaterra. Mantén la calma. Adelante. - ¿Viste eso? - Sí. Dile que esto ya ha ido demasiado lejos. No cambiar aquí. Fuera. - No me entiende. - Bueno, vámonos. Nada nuevo desde el mes pasado. Y me imagino que no hay telégrafo aquí. Es horrible estar incomunicados en plena crisis. Sí, ¿bueno? ¿Londres? ¿El Sr. Seltzer? Sí, espere. Voy a buscarlo. ¡Londres! Adelante, hazlo. Hola, Londres. No soy el Sr. Seltzer. Me llamo Charters. Ya sé que no me conoce. No se preocupe. Han ido a buscarlo. Dígame, ¿qué está pasando en Inglaterra? ¿Sopla viento fuerte? No me entiende. Pregunto por el partido de Manchester. ¡Cricket, señor! ¿Que no lo sabe? Cómo no va a saber el resultado. - Dice que no lo sabe. - Tonterías. ¿Puede averiguarlo? No tardará nada. Está bien, si no quiere, pues olvídelo. Es una nulidad. Sr. Seltzer, por fin llegó su llamada de Londres. ¿Bueno? Gracias. - ¿Filete a la parrilla? - Suena bien. - Bien cocido, por favor. - El mío casi crudo. Esta gente adora repetir las cosas. Disculpen. Trata de decirles que debido al número de huéspedes, no hay comida. ¿Qué cosa? ¿Qué clase de lugar es éste? ¿Creen que compartiremos un cuchitril con la mucama sin comer siquiera? ¡Qué hospitalidad! ¡Qué organización! Gracias. - Tengo hambre. - No me extraña que se revelen. Pueden comerse lo que queda del queso. No es filete, pero es rico en vitaminas. Gracias. No solemos servir a tanta gente. Bandrika es un rincón sin descubrir. Quizá no haya nada que descubrir. Créame que sí. Por eso me entristece irme. - Después de ti. - Gracias. ¿Vuelve a casa? Mañana. Mis pupilos han crecido. Soy institutriz y profesora de música. Tras seis años en este lugar he llegado a amar este país. Sobre todo las montañas. Son como amables vecinas: Papá y mamá montaña con sus sombreros de nieve y sus sobrinos con sombreros más pequeños; y las pequeñas colinas sin sombrero alguno. - Yo me las imagino así. - ¿De veras? Me gusta contemplarlas en las noches de luna. Me alegra que esta noche haya luna. ¿Oyen esa música? Aquí todos cantan. Son como niños felices, sonrientes y con música en el corazón. No se refleja en su política. No debería juzgar a ningún país por su política. Los ingleses somos muy honestos por naturaleza. ¿Me disculpan? - Buenas noches. - Buenas noches. Qué rara mujer. Algo excéntrica al parecer. Tras seis años, también nosotros lo seríamos. No lo creo. Fue muy considerada con lo del queso. Se comió todos los pepinillos. Buenas noches, lris. Escucha, una serenata. Olvídalo. Nada me desvelará esta noche. Buenas noches. ¿Qué ocurre? ¿Un terremoto? Imposible que sea la música. Qué ruido. ¿Qué estarán haciendo? No sé, pero pronto lo sabré. ¿Bueno? Vaya país musical. Siento mucho que ese pobre cantante tenga que competir con esto. ¿Boris? Soy la Srta. Henderson. Arriba hay alguien jugando a la silla musical con un elefante. Échelos. Necesito dormir. - Eso lo arreglará. - Gracias. Algunos no tienen consideración lo cual dificulta más la vida. ¿No cree? Buenas noches y gracias. - ¿Regresa mañana por la mañana? - Sí. Espero que volvamos a vernos más tranquilamente. - Buenas noches. - Buenas noches. Señorita, por favor, yo lo arreglaré. Más te vale. Quietos. Fabuloso. No se muevan. - Haga el favor, señor. - ¡Largo! Y uno y dos. Por favor, señor, ¿puede parar? Todo el hotel se está quejando. Hacen demasiado ruido. - ¿Demasiado qué? - Demasiado ruido. ¿Quién osa llamarlo ruido? Es la antigua música de las bodas ancestrales. La bailaron sus padres en su boda, si es que es fruto de su boda, cosa que dudo. Mírelos. - ¿Usted es el gerente? - Claro Felizmente estoy acostumbrado a la grosería. - ¿Quién se ha quejado? - La joven inglesa de abajo. Dígale que estoy documentando para la humanidad una danza perdida del centro de Europa y que el hotel no le pertenece. ¡Pero, señor, usted no entiende! Uno y dos. Sabe qué dijo: "¿Acaso se cree una reina? Cree que el hotel es suyo". - ¿No puede librarse de él? - lmposible. - ¿Seguro? - Puede que halle una forma. Ya lo tengo. Tengo una idea. La señora alemana llamará y le dirá: "Esa es mi habitación. Pagué por ella, así que salga ya". - ¿Qué le parece? - Nada mal. Lo sacaremos con una buena... que jamás olvidará. Sólo béisbol. Solíamos llamarlo "rounders". Los chicos lo juegan con una pelota de goma y un palo. Nada de cricket. Los norteamericanos siempre tan desmesurados. Adelante. No soporto esta falta de privacidad. Cerraré con llave. ¿Quién es usted? ¿Qué quiere? - ¿Reconoce la melodía? - ¿Quiere salir? Esta habitación es mucho mejor. Es aceptable. ¿Qué cree que está haciendo? ¡Aléjese! ¿Me lo agarra un momento? Vuelva a poner eso ahí. - ¿De qué lado duerme? - ¿Quiere que lo eche? Entonces, dormiré en medio. Muy inteligente, el soborno. Ojo por ojo y diente... para el cepillo de dientes. Es usted un grosero. Todo lo contrario. Puede dormir en el pasillo si quiere. ¿Bueno? Yo no lo haría. Les diré a todos que usted me invitó a venir. Y cuando digo todos, me refiero a todos. Tengo una voz potente. ¡Salga de ahí! No hasta que le pague al gerente para que me devuelva mi habitación. ¡Salga! ¿Boris? Cambié de opinión con respecto al ático. Que lleven mis cosas arriba, por favor. ¡Usted es el ser más vil que he conocido! Entre nosotros, creo que usted es no es mucho mejor que yo. Si llegamos a tiempo, habrá que ver el último partido. Ojalá el tiempo sea así en Manchester. ¿No es por aquí? Si no te das prisa, Margaret, no estaremos solos. ¿Acaso importa? Aún puedes cambiar de idea. Envíale un telegrama y dile que se acabó. Es demasiado tarde. La semana que viene, estaré ligeramente ruborizada dando el sí. Y no me importará. Buenos días. No encuentro mi maleta. Es una marrón. ¿La han visto? No, claro que no, gracias. Se le cayeron sus lentes. - Aquí tiene sus lentes. - Gracias ¡Cielos! ¿Estás herida? No lo sé. ¿Qué fue eso? Olvide eso. Esa maceta casi mata a mi amiga. - Es cierto. - ¿Qué va a hacer? Dice que no puede retener el tren. - Rápido. Se va. - Estoy bien. ¿Segura? No se preocupen, yo la cuidaré. Qué imprudencia. ¿Seguro que estás bien? - Envíanos el "Times". - Escribe contándolo todo. Buena suerte. Cuídate. Se recuperará enseguida. Quédese tranquila. Póngase agua de colonia. - ¿Se siente mejor? - Sí, gracias. Necesita una buena taza de té. Llamaré al mozo. No, no se moleste. Iré al vagón restaurante y tomaré aire. lré con usted, si no le importa. No, claro que no. Disculpe. Lo siento mucho. Se nota cuando son recién casados. Son tan tímidos. - ¿Qué haces? - No deben vernos. ¿Crees que todos los abogados del mundo te persiguen? Con uno basta. Creíste que ese mendigo de Damasco era un abogado. Sólo dije que parecía un juez. Huiste en dirección contraria. No es cierto. Buscaba una calle. - Antes no eras tan precavido. - Lo sé. ¿Y qué hay de mí? Robert cree que estoy en un crucero con mi madre. Cuando uno está mareado, lo mejor es sentarse en el vagón central mirando hacia la locomotora. - Té para dos. - Muy bien. Espere. ¿Podrá pedir que lo preparen con éste? No bebo otro. Y asegúrese de que el agua esté hirviendo, ¿entendido? Es una manía mía. Mis queridos padres, que siguen vivos y gozan de buena salud, lo beben. Así que yo sigo su ejemplo. Un millón de mexicanos lo beben. Por lo menos eso dice el paquete. Ha sido muy amable. No nos hemos presentado. Me llamo lris Henderson, voy a casarme. Qué emocionante. Espero que sea feliz. - Gracias. - Tendrá hijos, ¿verdad? Lo cambian todo. Siempre he creído que el estar con niños me rejuvenece. Soy institutriz. Me llamo Froy. - ¿Dijo Freud? - No. O-Y, no E-U-D. Froy. Disculpe, no la oigo. Froy. Rima con soy. Gracias. Por favor, apunte dos personas para comer, si desea acompañarme. No hubo nada raro. No fue fuera. Pero según el árbitro, aún debería seguir bateando. - ¿Qué quieres decir? - Te lo mostraré. Yo lo vi todo. Éste es Hammond, ésta la pelota y éste el árbitro. - ¿Azúcar? - Dos, por favor. Vaya, no hay azúcar. Ahora, observa atentamente. Grimmett lanza la pelota. ¿Me permiten el azúcar? - ¿Qué? - Azúcar, por favor. Muchas gracias. Yo intentaría dormir un poco; se sentirá mucho mejor. Hay un acróstico curiosísimo en la revista. Lo descifraré mientras duerme. Reservaciones para la comida. - ¿Tiene su reservación? - La hizo mi amiga. ¿Vieron a mi amiga? ¿Sabe dónde está? "La signora inglese". ¿Sabe dónde está la señora inglesa? Aquí no había ninguna señora inglesa. ¿Qué? Aquí no había ninguna señora inglesa. Claro que sí. Estaba sentada en esa esquina. Usted habló con ella, estaba sentada a su lado. Fuimos al vagón restaurante y volvió conmigo. Usted fue y volvió sola. Quizá no me entienden. Me refiero a la mujer que me estaba cuidando. ¿Quizá el golpe la hizo olvidar? Si es una broma, no le veo la gracia. - Usted me sirvió té hace un rato. - Sí, señora. ¿Ha visto a la mujer inglesa que estaba conmigo? Usted estaba sola. Debe equivocarse. Tiene que recordarla. Ella pidió el té y lo pagó. No, usted lo pagó. Dice que mire la cuenta. Le dio un té especial, no puede haberlo olvidado. El té era nuestro. No me han dado nada. - Sí, sé que pasó. - La cuenta. Té para uno. No es correcto. - ¿Quiere mirar las cuentas? - No. Todo esto es absurdo. ¿Ha visto pasar a una señora...? ¡Vaya, vieja amiga! De haber sabido que iba en este tren me habría quedado en el hotel. ¿Una señora? No. ¿Por qué? No importa, igual no la habría reconocido seguramente. - ¿Se siente mal? - Es por tu pipa, George. ¿Por qué no botas los calcetines viejos? De todos modos, gracias por tu ayuda. Venga, siéntese. ¿Qué ocurre? - Me cayó algo en la cabeza. - ¿En la niñez? - En la estación. - ¿Puedo ayudarla? No, sólo váyase. Mi padre me enseñó a no abandonar a una dama en peligro. Por eso se casó. ¿Vio anoche a una anciana con traje de lana en el hotel? Vi a una, pero no vestía así. Estaba en mi compartimento, pero no la encuentro. Debe seguir aquí. No hemos parado. - Pues claro que sí. - Nadie ha dicho que no. - Ellos lo dicen. - ¿Quiénes? Los viajeros y el camarero. Dicen no haberla visto. - ¿Todos ellos? - Sí, todos. - ¿Y dice que se golpeó la cabeza? - ¿Qué insinúa? - Tranquila. ¿Habla el idioma? - No. Quizá pensaron que les pedía dinero. Les quitaremos esa idea de la cabeza. Qué comentario más inapropiado. Él es uno de ellos. El hombre misterioso. Disculpen, creo que ha habido un mal entendido. Esta señorita ha perdido a su amiga. Sí, lo oí. El caballero me lo contó todo. Qué curioso. Dadas las circunstancias, creo que deberíamos presentarnos. Soy italiano. Mi esposa y mi hijo. Hola, pequeñín. ¿Qué edad tiene? Promoción 1934. La dama de ahí es la baronesa Nisatona. Conozco a su marido. Dio los premios de folklore. Es ministro de propaganda. Yo soy el Dr. Egon Hartz. Habrá oído hablar de mí. - ¿El neurocirujano? - El mismo. Hace poco fue a Inglaterra a operar a un ministro. - Sí. - ¿Encontró algo? - Una leve contusión cerebral. - Es mejor que nada. Recogeré un caso similar en la próxima estación. Tengo que operarlo esta noche en el Hospital Nacional. Es una fractura de cráneo con hundimiento. ¿Entiende? - Sí, un buen coscorrón. - ¿No ha visto a mi amiga? - Desgraciadamente no. - Hablaré con la baronesa. Scusi, avete visto la signora? No. Non I'ha vista. - ¿Qué dijeron? - Que no la han visto. Pero no es cierto. Estaba justo donde usted está. - ¿Puede describirla? - Es difícil. - Era mayor y normal. - ¿Cómo vestía? Traje de lana, dos tonos de marrón, abrigo con grandes bolsillos, bufanda, sombrero, zapatos marrones, una blusa y un pañuelo azul en el bolsillo de la chaqueta. - No recuerdo más. - Sí que se fijó en todo. ¿Tomaron el té juntas? - Sí. - ¿Vieron a alguien ahí? Supongo. Déjeme pensar. Sí, un inglés nos pasó el azúcar. Eso es. Veamos lo que dice. ¿Puedo acompañarlos? Todo esto es muy interesante. No queremos fisgones, pero sea bienvenido. Espere, había alguien más. Al pasar por aquí, ella abrió la puerta por accidente. Había un pareja dentro. Bien, si alguien la ha visto haremos que registren el tren. - ¿Sí? - Ese es el caballero. ¿Recuerda haber visto pasar a esta joven con una mujer inglesa? Me temo que no. ¡Tiene que habernos visto! Casi entró ahí. No puede haberlo olvidado. Piénselo, es importante. Todos dicen que no estaba en el tren, pero la encontraré aunque deba detener el tren. Soy Charters. ¿Puedo pasar? Esa joven del hotel está armando un lío. - No encuentra a su amiga. - No ha estado aquí. - Amenaza con detener el tren. - ¡Dios! Si perdemos el transbordo, no llegaremos a tiempo. - Eso es grave. - Escondámonos. No recuerdo en lo más mínimo. Debe ser un error. No lo recuerda. Busquemos a los otros. ¿Con quién hablabas? Con nadie, sólo era gente discutiendo en el pasillo. Ahí está, ése es el hombre. - Disculpe, ¿podría ayudarnos? - ¿Cómo? Tomé té con una dama inglesa hace como una hora. Usted la vio, ¿verdad? Bueno, estaba hablando con mi amigo. Cierto. Pero estaban en la mesa de al lado y ella les pidió azúcar. - Recuerdo que pasé el azúcar. - La vio entonces. Estaba concentrado en el cricket. ¿El cricket no puede hacerle olvidar que vio a una persona? Si esa es su actitud, no diré más. Vamos, Caldicott. Como si el cricket no fuera importante. Debimos decirle que buscábamos una pelota. Pero él le habló. Debe haber una explicación. La hay. Por favor, perdónenme. Posiblemente me equivoque, pero he visto casos en los que un golpe induce a recuerdos muy claros. Entiendo. Usted no me cree. No se trata de creerle o no. Una contusión puede hacer que alguien imagine muchas cosas. Recuerdo todos los detalles. Se llama Srta. Froy. Qué interesante. Si tuviera tiempo, analizaría sus alucinaciones. - ¿Alucinaciones? - No existe la Srta. Froy. Es un personaje imaginario. Pero la conocí anoche en el hotel. - Lo imaginó. - ¿Y el nombre? Una asociación, por un anuncio o un personaje de novela grabado en su subconsciente. No hay motivo para alarmarse, si permanece tranquila. Muchas gracias. Si me disculpan, aquí es donde sube mi paciente. Permiso. Muy interesante. Estamos parando. Es la primera parada, ¿verdad? La Srta. Froy debe seguir abordo entonces. Mire por esta ventana para ver si sale. Yo iré a la otra. Muy interesante. ¿Cómo vestía? ¿Traje de lana, verdad? - De color marrón. - Sí, era algo con el chocolate. ¿Cuánto tarda un divorcio? ¿Eric? Lo siento. No estaba escuchando. Dije que cuánto tarda un divorcio. Depende. ¿Por qué? Me preguntaba si podríamos ir de luna de miel en primavera. La oficial. Es bastante problemático. Los juzgados están desbordados. Supongo que los abogados no deberíamos quejarnos por eso. De hecho, eso me da grandes posibilidades de llegar a juez. Si no ocurre nada malo. ¿Algo como un divorcio? Sí. En tus primeros arrebatos no te importaba nada. Míralo así. La ley, como la mujer del César, debe evitar toda sospecha. ¿Y si la ley está con la esposa del César? Ya entiendo por qué vas por ahí como un conejillo asustado y por qué mentiste hace un rato. - ¿Yo mentí? - Sí, a esa gente del pasillo. Oí todo lo que dijiste. No quiero involucrarme en una investigación. ¿Sólo porque no encuentran a una mujer? Esa mujer estaba armando un escándalo. Si la dama realmente desapareció y admitía haberla visto, podrían llamarnos de testigos. Mi nombre puede aparecer junto al tuyo en los periódicos. Un escándalo no llevaría a ninguna parte. Sí, supongo que tienes razón. - ¿Nadie? - Nadie. Yo sólo vi dos cáscaras de naranja y una bolsa. La Srta. Froy existe. Es tan real como nosotros. Sé que lo afirma y lo cree, pero nadie más la ha visto. - Yo la he visto. Creo. - ¿De veras? - Una mujer bajita. - Sí. - Con abrigo. - Y bufanda. La vi cuando pasaron. Lo sabía. Pero su marido dijo que no la había visto. No se fijó, pero en cuanto lo mencionó, lo recordé. Usted gana. Actuemos. ¿Lo declarará? Si eso ayuda. Mi paciente acaba de llegar. Es un caso complicado. Esta señora vio a la Srta. Froy. Vamos a buscarla entonces. - Debe buscar otra teoría. - No hace falta. Mi teoría era buena. Los hechos eran confusos. Espero que encuentre a su amiga. Permiso. - Estaré por aquí. - De acuerdo, vamos. Eric... les dije que vi a su amiga. ¿Qué? ¿Perdiste la razón? Todo lo contrario, la he recuperado. ¿Qué insinúas? Si hay escándalo, habrá divorcio. No podrías dejarme. Actuarías con esa falsa decencia que te caracteriza. Olvidas algo muy importante, tu marido se divorciaría, no lo dudo, pero mi esposa jamás lo haría. Parece una locura, pero debe registrar el tren. ¡Ah, signorina! La buscan. Su amiga volvió. ¿Volvió? ¿Qué ocurrió? Pase y vea. Ella se lo dirá. Scusi. Está bien, tranquilo. La crisis acabó. Vamos a verla. - Llegamos. - Srta. Froy. - No es ella. - ¿No? Sé que suena ridículo pero, ¿es la Srta. Froy? No, soy la Sra. Kummer. Dice que la ayudó a subir al tren y se fue con unos amigos. La baronesa dice que como hablaba de una mujer inglesa, no pensó que se refiriera a la Sra. Kummer. Pero no la vi a ella. Era la Srta. Froy. - Traje de lana, pañuelo azul. - Sí, pero no es ella. ¿Cuándo conoció a la Srta. Froy? - Anoche, en el hotel. - ¿lba vestida así? Sí, eso creo. Entonces, lo siento. Sí la conoció, pero no en este tren sino en el subconsciente. Superpuso ambas caras. No puede ser, hablé con ella aquí. Hay una mujer que la vio. Si no le importa. Madame... Ah, bon, après vous, madame. ¡Cuántos idiomas conoce usted! - ¿Es la mujer que vio? - No se parecen en nada. Sí, es ella. - No lo es. - ¿Está segura? Por completo. No lo es. Vámonos. Siento haberlos molestado. ¿No vas a decir nada? Podrías alegrarte al menos. ¿Qué debo decir? Lo hiciste para salvar tu propio pellejo. Mintió, lo sé. Todos mienten. ¿Por qué? Siéntese tranquila. ¿Cree esa tontería de la sustitución de caras? Eso no la embellecería. La Srta. Froy estaba aquí y nada me hará cambiar de idea. ¿Tiene que seguirme como perro faldero? Como perro guardián; tienen mejores instintos. Adiós. El doctor tenía razón. Jamás la vi. Ahora lo sé. Me alegro que lo tome así. Olvídelo todo. Deje la mente en blanco. Eso hago yo. No ve qué bien me va. ¿Qué tal algo de comer? - Como quiera. - Está bien, venga. - ¿Quiere aire? - Gracias. - ¿Comerá algo? - Puedo intentarlo. Mañana será una mujer nueva. Espero. No quiero que mi prometido me vea así. - ¿Su qué? - Me caso el jueves. - ¿Segura que no se lo ha imaginado? - No. Me lo temía. Llegó la comida. No podría enfrentarlo. - ¿Puedo hablar mientras como? - Si no hay más remedio. - ¿Quiere que le cuente mi vida? - No. Si insiste. Empezaré por mi padre. Cuántas historias empiezan por los padres. - ¿Algo de beber? - No... Sí, una taza de té. Un té en vez de sopa para ella. Mi padre era un personaje curioso. Entre otras cosas, era adicto a algo que no se imagina. Al té Harriman. No, al whisky. - Un millón de mexicanos lo beben. - Quizá sí, pero mi padre no. Le dio ese té al camarero. - ¿Qué té? - Té Harriman. Dijo que era el único que tomaba. Dijo que dejaría la mente en blanco. Pero es tan real. ¿No lo habíamos acordado? Sí. Lo siento. Hábleme de su padre. Mi padre era un hombre notable. - ¿Tocaba el clarinete? - Sí. No lo soltaba a menos que fuera absolutamente necesario. A la fuerza heredé su amor por la música. - ¿Por qué? - Sólo me dejó eso. Sabe, es usted muy atractiva. ¿Se lo habían dicho? Hablábamos de usted. - Sí, claro. ¿Le gusto? - No mucho. Bueno, pagué sus deudas y me fui antes de que cobraran los cheques. Ahora escribo un libro sobre danzas tradicionales. - ¿Quiere un ejemplar? - Sí. - ¿Cuándo saldrá a la luz? - Dentro de cuatro años. - Es mucho tiempo. - Es un libro muy largo. ¿Sabe por qué usted me fascina? Tiene dos cualidades que admiraba en mi padre. No tiene modales y siempre ve cosas. - ¿Qué ocurre? - ¡Mire! - ¡Desapareció! - ¿Qué cosa? El nombre de la Srta. Froy. Tendría que haberlo visto. ¡Tranquila! Disculpe. Gracias. Tenemos que encontrarla. Algo le ocurrió. Detengan el tren. Hay una mujer en el tren, tienen que haberla visto. La tienen escondida aquí. Les ruego que detengan el tren. Ayúdeme, por favor. Haga que detengan el tren. ¡Haga algo antes de que sea tarde! Sé que creen que estoy loca, pero no es así. Por Dios, detengan el tren. ¡Déjenme en paz! Llegaremos 10 minutos tarde por esa chica. Si hace otra tontería, no llegaremos al partido. - Ella no tiene toda la culpa. - ¿Qué? La gente no desaparece así como así. - Ella sí. - ¿Qué? Desapareció. - ¿Quién? - La anciana. - Sí. - ¿Y bien? - Pero, ¿cómo pudo pasar? - ¿Qué cosa? - La desaparición. - No lo sé. Eso explica lo que digo. La gente no se desvanece así. - Ocurre en la India. - ¿Qué? El truco de la cuerda. Pero nunca sale en las fotos. En 1/2 hora pararemos en Morsken, justo antes de la frontera. Bajaré ahí con mi paciente. Si me acompaña, puede dormir en una estancia privada. Necesita descansar. - Lo siento, no. - ¿Desea algo? Que encuentren a la Srta. Froy. Si no descansa, no respondo por ella. Convénzala usted. Usted le gusta. Tanto como una dosis de estricnina. Mezclada con azúcar, se la tomará. "Té Harriman" Éste es un tren cosmopolita. Hay gente de todas partes. Acabo de ver a un millón de mexicanos en el pasillo. Piense en lo que dijo el doctor. Si cambia de opinión, estaré fuera. ¿Qué ocurre? Ella está aquí. Vi el té que mencionó. Lo tiraron con la basura. Ya estará muerta. Muerta o... Recuerdo que una vez pasé mis vacaciones en Brighton... Registremos el tren. Aquí pasa algo raro. La sección del asesino del baúl. ¿Qué es eso? - Somos nosotros, Sra. Froy. - Apúrese. Quizá es la Srta. Froy embrujada. Me niego a rendirme. Sé que podemos encontrarla. - ¿Sabe algo más sobre ella? - No. Era institutriz y volvía a casa. - ¿Qué será esto? - Ni idea. Tiene que haber algo aquí debajo. - ¡Qué demonios! - El italiano. Ya recuerdo. Espere. Lo tengo. El gran Doppo. - Su tarjeta de presentación. - ¿Qué dice ahí? "El gran Doppo. Mago, ilusionista... "presentará su espectáculo en importantes ciudades. "Vean su gran acto 'La dama... - Desaparece. - La dama desaparece. - Quizá esa sea la explicación. - ¿Qué? - Estará practicando con ella. - Para darse publicidad. No explica la implicación de los demás. - ¿Cuál es su teoría? - ¿Mi teoría? Se la contaré. Cielos, no puedo atraparla. - ¿Dónde está? - Aquí, oliendo a alcanfor. - No le veo. - Estoy por aquí. Aquí estoy. ¿Dónde está? No lo sé. Esto pasa por no decir "abracadabra". ¿Se hizo daño? No mucho. - Venga y siéntese. - ¿Qué es eso? Lo llamamos cabina de desaparición. - Uno entra y desparece. - Lo noté. - lba a contarme su teoría. - Mi teoría. Mi teoría, querido Watson, es que estamos con el agua hasta el cuello. Gracias. Analicemos los hechos con picadura de Baker Street. Primero, una anciana desaparece. Todos los que la vieron lo niegan. - ¿Cierto? - Sí. Pero sí estaba. Así que la vieron y por lo tanto, mienten. - ¿Por qué? - No sé, yo sólo soy Watson. No se refugie en el personaje. Yo se lo diré. No querían implicarse porque la dama sigue en el tren. Eso se lo dije hace horas. Sí. Se merece un cigarro. Sólo queda una salida. Disfrazarse. ¿De qué? - De caballero inglés. - Lo reconocerán. Quizá tenga razón. Vea esto: "Chicos, ¿quién de usted se llevó a la Srta. Froy? Vamos". - Déme eso. - ¿Por qué? - Son de ella. - ¿Segura? Sí. Con montura dorada. ¿Dónde estaban? - En el suelo. Están rotos. - Por el forcejeo. Los cristales. ¿Se da cuenta de que es la primera prueba? Ya está. Por favor, deme esos lentes. Son míos. ¿Suyos? ¿Está seguro? Datemi questi occhiali! Mentiroso. Tiene una nariz muy grande para unos lentes tan pequeños. ¿Con que esas tenemos? Ya verá. Son de la Srta. Froy. Ella estuvo aquí y usted lo sabe. No se quede ahí como si fuera el árbitro, colabore. Patéelo. Vea si su trasero es falso. Eso no ayuda. Jálele las orejas. Retuérzaselas. Lo tengo. ¡Tiene una navaja! Quítesela antes de que me rebane. No llego. Bien hecho. Sabemos cómo funciona. Sal de ahí. Está fuera. Debemos esconderlo. ¿Qué hay aquí? Deprisa antes de que reaccione. Está vacío. ¿Adónde va? - ¿Qué pasa? - Es el ajo. Me recuperaré. - Tenga, tome esto. - Sí. Hay que atarlo. Bueno, ahora sabemos que la Srta. Froy estaba aquí y que nuestro amigo tuvo algo que ver con su desaparición. Esto le detendrá hasta que la encontremos. Qué lucha, pero valió la pena. Veamos la prueba. - ¿La prueba? - Los lentes. Usted los tiene. No, yo no los tengo. Él los tiene. No está. Qué desastre. Tiene doble fondo. - Es contorsionista. - Escapó. Se lo contará a los otros y nos meteremos en un gran lío. No podemos pelear contra todos. Necesitamos aliados. - ¿En quién confiar? - Es difícil. - Qué hay del doctor. - Sí, podría ayudarnos. - Describámosle los síntomas. - Espere. ¿Es éste? No está. Acabo de tener una idea estúpida. No me diga. Suponga que ese paciente es la Srta. Froy. Pero llegó después de la desaparición. Por eso es absurdo. - Busquemos al doctor. - No, espere. ¿Qué ocurre? ¿No ha notado nada raro en esa monja? No. No creo que lo sea. Las monjas no usan tacos altos. Tiene razón. ¿Vio a la Sra. Kummer subir al tren? No. Suponga que escondieron a la Srta. Froy entre el equipaje. En la parada, suben al paciente con la cabeza vendada. Es en realidad es la Sra. Kummer que toma el lugar de la Srta. Froy y ahora la Srta. Froy está en su lugar. Sí, ¿pero por qué secuestrar a una inofensiva institutriz? No es institutriz. Quizá sea algo político. lnvestiguemos. Parlez-vous français? Sprechen Sie Deutsch? Bandrikan? Lo intentaré con mi idioma. ¿Podemos ver al paciente? Gracias. Vigile a la monja. ¿Qué están haciendo aquí? ¿Por qué están aquí? Se trata de un caso muy grave. No tienen nada que hacer aquí. Quítele las vendas para verle la cara. ¿Han perdido el juicio? No tiene rostro. Sólo carne viva. Ha perdido mucha sangre y sólo una transfusión lo salvaría. ¿Quieren que lo asesine? - ¿Seguro que es su paciente? - Creemos que es la Srta. Froy. ¿La Srta. Froy? No hablan en serio. Quién les metió algo así en la cabeza. Es sordo muda. - Quizá sepa leer los labios. - Quizá. En ese caso, los veré en el vagón Comprobaré si el paciente restaurante en un minuto. ¿Cómo lo voy a saber? ha sufrido alguna molestia. - No me dijo que era inglesa. Alguien les habrá dicho algo. Cuando vaya a verlos, - ¿Y qué importa? Yo beberé Chartreuse. Uno de los meseros trabaja para nosotros. Escúchame bien... Ahí está esa chica. Parece que está mejor. Suerte que se solucionó. - ¿Me contarán qué ocurre? - ¿Conoce a su paciente? No, recibí un mensaje para operarle en Morsken. ¿Cómo sabe que no es la Srta. Froy? - Creemos que la reemplazaron. - ¿Creen que alguien la...? Un Chartreuse. ¿Me acompañan? - Un coñac. - ¿Y usted? - Nada. - Le sentará bien. Está agotada. Eso la reanimaría. - Una copa pequeña. - Dos coñacs y un Chartreuse. ¿Sabe algo de la monja que está cuidando a su paciente? Sé que es de un convento cercano adonde ocurrió el accidente. ¿No le parece raro que lleve zapatos de taco alto? ¿De veras? Es bastante raro. Es una conspiración. Eso tiene que ser. Los viajeros lo niegan todo a pesar de haberla visto. Lo sabemos porque en el vagón de equipajes... Ahí va otra vez. Espero que no haga otra escena o tendremos que olvidarnos del partido. Y ese sujeto, Doppo, nos quitó los lentes. Entablamos una buena lucha. - ¿Lucharon? - Lo noqueamos. Parece haberse recuperado rápidamente. Está fingiendo. Grazie. Cómo podría ser parte de una conspiración. Mírenlo, es un viajero inofensivo. Es un artista de gira por Bandrika. El marido de la baronesa es ministro de propaganda. Si ella se lo pide, cancelará su gira. Entiendo. Y los meseros acabarían contra el muro. Hábleme de los dos ingleses. Ellos también niegan haberla visto. Diplomacia británica. El dicho dice: No saltes algo si puedes sentarte encima. Lo que no entiendo es por qué querrían secuestrar a la anciana. Eso también nos confunde. Pero estaba aquí y ahora no está. Si es verdad, todo el tren está contra nosotros. ¿Qué vamos a hacer? En vista de los hechos, le quitaré las vendas a mi paciente. No debemos levantar sospechas. Compórtense como si no pasara nada. Beba, se calmará. Por nosotros. Y que nuestros enemigos, si existen, no nos descubran. Debemos darnos prisa. Vamos, bébaselo. Esperen aquí. Entren. - ¿Algún problema? - Ninguno. Sólo que notaron tus zapatos. Pero eso no cambia nada. Llegaremos en tres minutos. Qué viajecito. ¿Y bien? Sí, es la Srta. Froy. Bajará del tren dentro de tres minutos. lrá al hospital y allí será operada. Pero la operación no saldrá bien. Quizá deba decir que yo la operaré. Estoy implicado en esta conspiración, como la llamó. Son una parejita muy observadora, pero es inútil que busquen una solución. Lo que acaban de beber contenía hidracina. Es una droga poco conocida que, en una pequeña dosis, paraliza el cerebro y deja inconsciente a la víctima durante un buen rato. En dosis mayores, lleva a la locura. Pero su dosis era normal. Pronto se reunirá con su amiga. Debo decir que siento mucho lo melodramático del asunto. Pero su persistencia me obligó a esto. ¿Está bien? Se desmayó. Van a matarla. Debemos actuar ya antes de que la droga haga efecto. El movimiento nos despertará. Está bien, venga. Está cerrado. No podemos ir por ahí. Nos verán. - ¡No! - Está al lado. Haga flexiones, ejercítese, haga lo que sea necesario para no dormirse. Siga, no tema. Es la Srta. Froy. No los drogué. Me dijo que lo hiciera, pero no lo hice. ¿Quién demonios es usted? Eso no importa, si quiere salvarla debe darse prisa. Hartz volverá en un minuto. ¿Qué pasará entonces? Retengámoslo hasta pasar Morsken, la frontera está cerca. Todavía hay tiempo. ¿Sólo 500? Doppo tutto quello che io ho fatto? La chica me mordió la oreja. Llegamos. ¿Terminó? Vamos, Srta. Froy. No está drogada, Ya se lo explicaré. - Abracadabra. - ¡Srta. Froy! - ¡No puedo creerlo! - Muchas gracias. Cuidado. ¿Lista? Sí. - ¿Está bien? - Sí, gracias. Es como la hora punta en el metro. Nos estamos deteniendo. Siento que haya tenido un viaje tan incómodo, Srta. Froy. Vuelve adentro. Ojalá salga todo bien. ¿No se están demorando mucho? La ambulancia se va. Saldremos dentro de poco. Cruzaremos la frontera muy pronto. Me pagaron bien e hice el trabajo sucio, pero esto era un asesinato y es inglesa. - Y usted, bandrikiana. - Mi esposo lo era, yo soy inglesa. lban a matarla a sangre fría. Su distracción no sólo nos obliga a eliminar a la mujer sino también a los otros dos. No pueden hacerlo. Sería estúpido dejar vivir a alguien en quien no confiamos. No se atreverán. Sé demasiado. Por eso mismo. Creo que estamos cruzando la frontera. Salga, Srta. Froy. - Qué viajecito. - Olvídelo. Puede sentarse aquí el resto del viaje. Eso es. Ahora que todo acabó, explíquenos qué ocurre. ¿Un grito? - Parecía el silbato del tren. - No, era una mujer. Tenga cuidado. Nos desviaron y desarticularon el tren. ¡Cielos! ¿Por qué llegan tan lejos para atraparla? No tengo ni idea. Soy institutriz Creo que cometen un grave error. ¿Por qué nos persiguen? Diga la verdad. Nos involucramos en esto, confíe en nosotros. No lo sé. Yo... - ¿Quedará alguien más aquí? - Sólo queda el vagón restaurante Pero no debe haber nadie ahí. ¿Es la hora del té? Quizá los ingleses estén ahí. Echaré un vistazo. Vamos. Permanezcamos juntos. Apareció la anciana. Mucho ruido y pocas nueces. Habrá perdido la cabeza. Tengo algo que decirles. Escúchenme. Intentaron secuestrar a esta dama y creo que lo intentarán de nuevo. ¿Qué tonterías dice? Si no me creen, miren por la ventana. Desviaron el tren. ¿De qué habla? Secuestro, desvíos... - Es la verdad. - No me interesa. Ya nos ha fastidiado bastante con sus ridículas historias. Debe haberse equivocado. - Esas cosas no ocurren. - No estamos en Inglaterra. - No veo la diferencia. - Nos detenemos. Esos carros son para llevarse a la Srta. Froy. Tonterías. Dos personas bajaron. Es obvio que vinieron a recogerlas. ¿Por qué nos han desacoplado entonces? - ¿Desacoplado? - A partir del coche cama. Nuestras maletas están en primera. Ya no. ¿Quiere verlo? Si es una broma, no es graciosa. ¡Dios mío! Traiga un poco de coñac. ¿No creerás en esa historia, Caldicott? Parece algo rara. Nadie va por ahí amordazando monjas. Gracias. Alguien viene. No nos pueden hacer nada. Somos ciudadanos británicos. Vine a disculparme. Se ha producido un grave incidente. Alguien ha intentado confundirse entre los pasajeros. Las autoridades han sido informadas. Si me acompañan hasta Morsken, le avisaré a su embajada de inmediato. Los carros están a su disposición. Qué suerte, alguien que habla inglés. Estuve en Oxford. ¿De veras? Yo también. ¿Qué año? Esta mujer intenta decir algo. No entiendo su idioma. Puede ser importante. ¿Podría ayudarme? Desde luego. Así aprenderá. Sólo estará aturdido. - ¿Por qué hizo eso? - Yo estudié en Cambridge. ¿Y eso qué tiene que ver? ¿Oyó lo que dijo? Oí lo que ella dijo: era un truco para sacarnos del tren. No le creo; en cambio su historia sí era creíble. Puede provocar la guerra. Voy afuera a disculparme y a arreglarlo todo. - Tenía razón. ¿Puedo? - Desde luego. Esto se pone feo. Será un conflicto internacional. Ya ocurrió antes. - Ya llegan. - Que no entren. Nos matarán. No nos dejarán marchar. - Les ordeno que se rindan. - Ni hablar. Si se acercan, disparo. Cúbranse, esto va a empezar. - Mal asunto. No me gusta nada. - ¿Tiene balas? - Muchas. - Bien. - Agáchate. - No lucharé. Es una locura. Mejor quejarse a cubierto. lntentan rodearnos. Son una panda de locos. ¿Qué posibilidades tenemos? Lo dijo la Madre Superiora. Si nos rendimos, se acabó. Ya no llegaremos al partido. Dámela. ¡Dámela! - ¿Qué sucede? - Tiene una pistola. ¿Por qué no? No colaboraré. No creo en la lucha. ¿Pacifista? Como los cristianos devorados por los leones. Vamos, démela. No tengo miedo de usarla. Debería disparar yo. Una vez gané una caja de cigarros. Bromea. Es un gran tirador. Espero no haber perdido destreza. Debe existir una explicación lógica para todo esto. Mal tiro, le ha rozado la cabeza. ¿Podemos hablar un momento? - ¿Ahora? - Por favor, es muy importante. - Aguántemela, ¿quiere? - Vigilaré el fuerte. Aquí es más seguro. Venga usted también. Agache la cabeza. Sólo quería decirles que debo irme. No podrá. Le dispararán. Debo arriesgarme. Escúchenme bien, si no tengo suerte y ustedes sí, deben llevar un mensaje al Sr. Callendar del Foreign Office en Whitehall. - Así que es una espía. - Qué palabra tan horrible. ¿Cuál es el mensaje? Es una melodía. Contiene la cláusula vital de un pacto secreto entre dos países europeos. - Debe memorizarla. - Adelante. Empieza así. Mejor la escribiré. ¿Tienen papel? No se preocupe. Soy músico. Puedo memorizarla. Muy bien. La señora se volvió loca. No me extraña. Acéptenlo. Esos cerdos seguirán disparando hasta matarnos a todos. Cielos, cállate, Eric. Así es. Ahora hay dos oportunidades. - ¿La recordará? - No dejaré de silbarla. - Supongo que saldré por aquí. - Sí. Aunque lo logre la detendrán en la frontera. - No puede irse. - Hay demasiados riesgos. En este trabajo uno debe arriesgarse. Les agradezco lo que han hecho. Rezaré por su seguridad y para que volvamos a reunirnos. Yo también lo espero. - Buena suerte. - Buena suerte. - ¿Me ayuda? - Claro. Aguante, con fuerza, eso es. Adiós. - ¿Le han dado? - No lo sé. - Acabé con las 12. - No quedan muchas más. Sólo queda una cosa por hacer. Mover el tren. Regresar a la línea principal e intentar cruzar la frontera. Algo complicado, ¿no? Los maquinistas no querrán. Les engañaré con la pistola. ¿Quién viene? - Yo voy. - Y yo. No podemos ir todos. Quédense aquí. Si podemos detener el tren, saltará y cambiará las agujas. Está bien. Estúpidos, están buscando que les maten. Ya tuve bastante. Por intentar sobrevivir, me acusan de pacifista. Prefiero que me llamen rata a morir como una. Piénsenlo, si nos entregamos, no osarán matarnos a sangre fría. - Habrá un juicio. - ¡Basta, Eric! Nadie te escucha. Está bien, toma tu camino, yo tomaré el mío. - ¿Qué se propone? - Haré lo único sensato. Déjelo si eso quiere. Por favor. ¿Por qué no nos vamos? ¿Por qué no? Dijeron que nos iríamos. ¿Por qué no ocurre? Si pudiera sacarnos de aquí. ¡Debe hacerlo! Sólo queda una. La guardaré. Se alejan de los coches. Se acercan. - Lástima no tener más balas. - Qué gracioso. Al irme le dije a mi marido que no volvería a verle. Gilbert. ¡Gilbert! - Nos movemos. - Nos queda una oportunidad. Vamos, adelante. - ¿Sabe qué hacer? - Vi cómo lo ponía en marcha. Una vez conduje una locomotora de juguete. Haré el cambio de agujas. Nos persiguen. Miren. No debe faltar mucho. Hora de cambiar las agujas. Gracias a Dios llegaremos a territorio neutral. Eso no será necesario. Lo siento, pero las agujas no cambiarán. Siéntense. Ahí están. ¿Sabrá detenerlo? Eso espero. Quietos hasta que me lleguen mis amigos. Si alguien se mueve, dispararé. Hay algo que no sabe, capitán. Sólo hay una bala; si me dispara, tendrán una oportunidad. - Su situación es difícil. - Siéntese. Está bien. ¿Dónde diablos está Charters? Adelante. Lo consiguió. Estoy bien. Sólo fue en la pierna. O como se dice en su idioma, buena suerte. Me alegro de que se haya acabado. ¿Qué dirá el gobierno? - Nada de nada. Lo encubrirán. - ¿Qué? Suelte eso. Debo recordar la melodía. ¿Recordar? - ¿Mozo, señor? - No, gracias. Llegamos a casa, Gilbert. Deja de tararear. Debes saberla de memoria. No pienso arriesgarme. - ¿Charles vendrá a buscarle? - Eso espero. Estarás muy ocupada entre ahora y el jueves. Podríamos ir a comer o a cenar, si quieres. Lo siento, no era por eso. De hecho, debo entregar esta melodía de la Srta. Froy. Luego, me iré a Yorkshire, a terminar mi libro. Entiendo. - ¿Lista? - Sí. Podremos coger el de las 6:50 a Manchester después de todo. "El partido se suspende por inundación" - ¿Alguna señal de Charles? - No, no le veo. Bueno, debemos despedirnos. ¿Qué sucede? ¿Charles? Sí, bestia descorazonada y alocada. ¿Van a algún sitio? Al Foreign Office. - ¿Y la luna de miel? - En un lugar tranquilo. Sin trenes. El Sr. Callendar les recibirá ahora. - Espera. ¡Se me olvidó! - ¿El qué? - La melodía. - ¡No! Espera. Deja que me concentre. No, ésa es la marcha nupcial. Es horrible. No he hecho más que tararearla y la olvidé por completo. - ¡Srta. Froy! - Que me aspen.