La democracia.
En Occidente,
hemos cometido un error
colosal dándola por sentado.
Vemos la democracia
no como la más frágil
de las flores que realmente es,
sino como parte de los muebles
de nuestra sociedad.
Tendemos a pensar en ella
como un bien intransigente.
Creemos erróneamente que el capitalismo
engendra inevitablemente la democracia.
No lo hace.
Lee Kuan Yew de Singapur y sus
grandes imitadores en Pekín
han demostrado más allá
de toda duda razonable
que es perfectamente posible
tener un capitalismo floreciente,
un crecimiento espectacular,
mientras que la política se
mantiene libre de democracia.
De hecho, la democracia está
retrocediendo frente a nuestras narices
aquí en Europa.
A principios de este año,
mientras representaba a Grecia
con el gobierno griego recién elegido
en el Eurogrupo como
su ministro de Finanzas,
me dejaron claro que los procesos
democráticos de nuestra nación,
nuestras elecciones,
no podían interferir
con las políticas económicas
que se están aplicando en Grecia.
En ese momento,
sentí que no podía haber una mayor
reivindicación de Lee Kuan Yew,
o del Partido Comunista de China,
de hecho, algunos amigos
recalcitrantes míos me decían
que la democracia estaba prohibida si
alguna vez amenazaba con cambiar algo.
Esta noche, aquí, quiero presentarles
una alternativa económica
para una auténtica democracia.
Quiero pedirles que me
acompañen a creer de nuevo
que Lee Kuan Yew,
el Partido Comunista de China
y de hecho el Eurogrupo
se equivocan al creer que podemos
prescindir de la democracia,
que necesitamos una auténtica
democracia bulliciosa.
Sin democracia,
nuestras sociedades serían
más desagradables,
nuestro futuro sombrío
y las nuevas y grandes tecnologías vanas.
Hablando de desperdicios,
permítanme señalar una
paradoja interesante
que está amenazando nuestra
economía en estos momentos.
Lo llamo la paradoja
de los picos gemelos.
Un pico entienden,
lo reconocen,
es la montaña de deudas
que lanza una larga sombra
sobre Estados Unidos,
Europa, todo el mundo.
Todos reconocemos la montaña de deudas.
Pero pocas personas disciernen su gemelo.
Una montaña de dinero
en efectivo inactivo
perteneciente a los ahorristas
ricos y a las corporaciones,
demasiado aterrorizados para invertirlo
en actividades productivas
que pueden generar ingresos
desde donde se puede
extinguir la montaña de deudas
y que puede producir lo que necesita
desesperadamente la humanidad,
como la energía verde.
Ahora les daré dos números.
En los últimos tres meses,
en Estados Unidos,
en Gran Bretaña y la Eurozona,
hemos invertido, en conjunto,
USD 3,4 billones
en todos los bienes
de producción de riqueza
como plantas industriales, maquinarias,
edificios de oficinas, escuelas,
carreteras, ferrocarriles,
maquinaria, etc.
USD 3,4 billones parece mucho dinero
hasta que se compara
con los USD 5,1 billones
que se ha evaporado en los mismos países,
de nuestras instituciones financieras,
sin hacer absolutamente nada
durante el mismo período,
excepto inflar las bolsas de valores
y elevar los precios de las casas.
Una montaña de deudas y
una montaña de dinero inactivo
forman picos gemelos que
no pueden anularse entre sí
a través de la operación
normal de los mercados.
El resultado es el
estancamiento de los salarios,
más de un cuarto de las personas de entre
25 y 54 años EE.UU., Japón y Europa
no tienen empleo.
Y, en consecuencia,
baja la demanda agregada
que, en un ciclo sin fin,
refuerza el pesimismo de los inversores,
que, por temor a la baja demanda,
la reproducen al no invertir,
exactamente igual que el padre de Edipo,
que, aterrorizado por
la profecía del oráculo
de que su hijo crecería hasta matarlo,
sin saberlo crea las condiciones
que aseguran que Edipo,
su hijo, lo matara.
Esta es mi pelea con el capitalismo.
Su derroche repugnante,
todo este dinero ocioso,
se debe usar para mejorar la vida,
para desarrollar el talento humano,
y de hecho para financiar
todas estas tecnologías,
tecnologías verdes,
absolutamente esenciales
para salvar el planeta Tierra.
¿Tengo razón al creer que la democracia
podría ser la respuesta?
Eso creo,
pero antes de continuar,
¿qué entendemos por democracia?
Aristóteles define la democracia
como la constitución en
el que el libre y los pobres,
siendo la mayoría, controlan el gobierno.
Ahora, por supuesto, la democracia
ateniense excluía a demasiados.
A las mujeres, los migrantes
y, por supuesto, los esclavos.
Pero sería un error
desestimar la importancia de
la antigua democracia ateniense
sobre la base de quién se excluye.
Lo que era más pertinente,
y sigue siéndolo sobre la
antigua democracia ateniense,
es la inclusión de los
trabajadores pobres,
que no solo tenían el
derecho a la libre expresión,
sino lo más importante, sobre todo,
adquirieron los derechos
de los juicios políticos
a los que se les concedía
la misma importancia
en la toma de decisiones
sobre los asuntos de Estado.
Por supuesto, la democracia
ateniense no duró mucho.
Como una vela que arde
brillantemente, se quemó rápidamente.
Y de hecho,
las democracias liberales de hoy
no tienen raíces en la antigua Atenas.
Tienen sus raíces en la Carta Magna,
en la Gloriosa Revolución de 1688,
de hecho, en la Constitución
de Estados Unidos.
Mientras que la democracia ateniense
se centra en el ciudadano sin dueño
y el empoderamiento de
los trabajadores pobres,
nuestras democracias liberales se
basan en la tradición de la Carta Magna,
que era, después de todo,
una carta para amos.
Y, en efecto, la democracia liberal
solo surgió cuando fue posible
separar completamente la esfera
política de la esfera económica,
con el fin de limitar
el proceso democrático
plenamente en la esfera política,
dejando la esfera económica,
el mundo empresarial si lo prefieren,
como una zona libre de democracia.
En nuestras democracias actuales,
esta separación de lo económico
de la esfera política,
justo cuando comenzó,
dio lugar a una inexorable
lucha épica entre ambas,
con la esfera económica
colonizando la esfera política,
devorando su poder.
¿Se han preguntado por qué los
políticos no son lo que solían ser?
No es porque su ADN haya degenerado.
(Risas)
Más bien es porque uno puede estar
en el gobierno hoy y no en el poder,
porque el poder ha migrado desde
la política a la esfera económica,
que es independiente.
Ciertamente,
hablé de mi pelea contra el capitalismo.
Si lo piensan bien,
es un poco como una
población de depredadores,
que tienen tanto éxito en diezmar
a la presa con la que se alimentan
que al final se mueren de hambre.
Del mismo modo,
la esfera económica ha colonizando
y canibalizado la esfera política
hasta tal punto que está
socavándose a sí misma,
provocando crisis económicas.
El poder corporativo es cada vez mayor,
los bienes políticos se están devaluando,
la desigualdad aumenta,
la demanda agregada está cayendo
y los empresarios tienen miedo de
invertir el dinero de sus corporaciones.
Entre más triunfa el capitalismo
en quitar el demos de la democracia,
más altos son los picos gemelos
y mayor es la pérdida
de recursos humanos
y de riqueza de la humanidad.
Está claro que si esto es cierto,
debemos reunir las esferas
políticas y económicas
y es mejor hacerlo con
el demos en el control,
como en la antigua Atenas,
excepto sin los esclavos
o la exclusión de las
mujeres y los migrantes.
Esto no es una idea original.
La izquierda marxista tenía
esa idea hace 100 años
y no le fue muy bien, ¿verdad?
La lección que hemos aprendido
de la debacle soviética
es que solo con un milagro los
trabajadores pobres se reempoderarán
como lo eran en la antigua Atenas,
sin crear nuevas formas de
brutalidad y desperdicios.
Pero hay una solución:
eliminar a los trabajadores pobres.
El capitalismo lo hace al sustituir
los trabajadores con salarios bajos
por autómatas, androides, robots.
El problema es
que mientras las esferas de la economía
y la política sean independientes,
la automatización hace que
los picos gemelos sean más altos,
los desechos más elevados
y los conflictos sociales más profundos,
incluso,
pronto, creo,
en lugares como China.
Tenemos que volver a reconfigurar,
tenemos que reagrupar
lo económico y lo político,
y será mejor hacerlo democratizando
la esfera reunificada,
no sea que nos encontremos con
una hiperautocracia vigilante loca
que haga que Matrix, la película,
parezca un documental.
(Risas)
La pregunta no es si
el capitalismo sobrevivirá
a las innovaciones tecnológicas
que están surgiendo.
Una pregunta más interesante
es si el capitalismo será reemplazado
por algo parecido a una distopía Matrix
o algo mucho más cercano a
una sociedad como Star Trek,
donde las máquinas sirven
a los seres humanos
y los humanos gastan sus
energías en explorar el universo
y disfrutando de largos debates
sobre el significado de la vida
de una manera antigua, como en un
ágora de Atenas de alta tecnología.
Creo que podemos darnos
el lujo de ser optimistas.
Pero ¿qué haría falta,
cómo sería
tener esta utopía Star Trek
en lugar de la distopía Matrix?
En términos prácticos,
les compartiré brevemente,
un par de ejemplos.
A nivel de la empresa,
imaginen un mercado de capitales,
donde ganan capital
a medida que trabajan,
y donde su capital los sigue
de un trabajo a otro,
de una compañía a otra,
y la empresa,
con quien sea que trabajen
en ese momento,
es propiedad exclusiva de aquellos
que trabajen ahí en ese momento.
Entonces todos los ingresos por el
capital, a partir de las ganancias,
y el propio concepto de trabajo
asalariado se vuelven obsoletos.
No hay separación entre aquellos que
poseen, pero no trabajan en la empresa
y los que trabajan pero no
son propietarios de la empresa;
no más guerra entre
el capital y el trabajo;
ninguna brecha entre inversión y ahorro;
de hecho, no hay imponentes
picos gemelos.
En el ámbito de la
economía política global,
imaginen por un momento
que nuestras monedas nacionales tienen
un tipo de cambio de libre flotación,
con una moneda universal,
global, digital,
emitida por el
Fondo Monetario Internacional,
el G-20,
en beneficio de toda la humanidad.
E imaginen además
que todo el comercio internacional
se realiza en esta moneda,
vamos a llamarla "cosmos",
en unidades de cosmos,
con todos los gobiernos acordando
a pagar a un fondo común
una suma de cosmos proporcional
al déficit comercial del país,
o al superávit comercial de un país.
E imaginen que ese fondo se usa
para invertir en tecnologías verdes,
especialmente en partes del mundo
donde la financiación es escasa.
Esta no es una idea nueva.
Es lo que, efectivamente,
John Maynard Keynes propuso
en 1944 en la Conferencia
de Bretton Woods.
El problema es
que en ese entonces no tenían
la tecnología para llevarla a cabo.
Ahora la tenemos,
especialmente en el contexto de una
esfera político-económico reunificada.
El mundo que estoy describiéndoles
es al mismo tiempo libertario,
en que se da prioridad a
las personas empoderadas,
marxista,
ya que se ha confinado
al basurero de la historia
la división entre capital y trabajo,
y keynesiano,
keynesiano global.
Pero por encima de todo,
es un mundo en el que
vamos a ser capaces de imaginar
una auténtica democracia.
¿Sería el amanecer del mundo?
¿O vamos a caer en una distopía Matrix?
La respuesta está en la decisión política
que tomemos colectivamente.
Es nuestra elección,
y será mejor que lo
hagamos democráticamente.
Gracias.
(Aplausos)
Bruno Giussani: Yanis,
tú te describiste como
marxista libertario.
¿Cuál es la relevancia del
análisis de Marx hoy en día?
YV: Bueno, si lo que acabo de
decir tiene alguna relevancia,
entonces Marx es relevante.
Porque la idea de reunificar
la política y la económica,
si nosotros no lo hacemos,
entonces la innovación
tecnológica va a crear
una caída masiva de la demanda agregada,
lo que Larry Summers llamaba
estancamiento secular.
Con esta crisis migratoria
de una parte del mundo,
como hoy en día,
desestabilizará no solo
nuestras democracias,
sino también en el mundo emergente que
no es tan dado a la democracia liberal.
Así que si este análisis es importante,
entonces Marx es absolutamente relevante.
Pero también lo es Hayek,
es por eso que soy
un marxista libertario,
y también Keynes,
así que por eso estoy
totalmente confundido.
(Risas)
BG: En efecto y posiblemente
también lo estamos.
(Risas)
(Aplausos)
YV: Si no estás confundido,
no estás pensando, ¿cierto?
BG: Es algo muy de
filósofos griegos decir eso.
YV: Lo dijo Einstein, en realidad.
BG: Durante tu charla mencionaste
a Singapur y China,
y ayer en la cena con los oradores,
expresaste una opinión muy fuerte
sobre cómo Occidente mira a China.
¿Quieres compartir eso?
YV: Bueno, hay un alto
grado de hipocresía.
En nuestras democracias liberales,
tenemos una apariencia de democracia.
Es porque hemos limitado,
como decía en mi charla,
la democracia a la esfera política,
dejando la esfera donde
está toda la acción,
la esfera económica,
como una zona completamente
libre de democracia.
En un sentido,
si se me permite ser provocador,
China hoy en día está más cerca
de la Gran Bretaña del siglo XIX.
Porque recuerda,
solemos asociar
el liberalismo con la democracia,
eso es un error, históricamente.
El liberalismo, liberal,
es como John Stuart Mill.
John Stuart Mill era particularmente
escéptico sobre el proceso democrático.
Lo que estamos viendo ahora en
China es un proceso muy similar
al que tuvimos en Gran Bretaña
durante la Revolución Industrial,
especialmente la transición
de la primera a la segunda.
Y castigar a China
por hacer lo que Occidente
hizo en el siglo XIX,
huele a hipocresía.
BG: Estoy seguro de que mucha gente aquí
se pregunta sobre tu experiencia
como Ministro de Finanzas de
Grecia a principios de este año.
YV: Lo veía venir.
BG: Sí.
BG: Seis meses después,
¿cómo vez la primera mitad del año?
YV: Extremadamente interesante,
desde un punto de vista personal,
y muy decepcionante,
porque tuvimos la oportunidad
de reiniciar la Eurozona.
No solo Grecia, la zona euro.
Para alejarnos de la complacencia
y la negación constante
de que hay una falla,
y hay una falla masiva en la arquitectura
en la Eurozona,
que amenaza, masivamente, a la totalidad
del proceso de la Unión Europea.
Tuvimos una oportunidad con
base en el programa griego
que, por cierto,
fue el primer programa
en manifestar esa negación,
para poner las cosas bien.
Y, desafortunadamente,
los poderes de la Eurozona,
en el Eurogrupo,
optaron por mantener la negación.
Pero ya sabes lo que pasa.
Es la experiencia de la Unión Soviética.
Cuando intentas mantener vivo
un sistema económico que
arquitectónicamente no puede sobrevivir,
a través de la voluntad política
y a través de autoritarismo,
puedes tener éxito en extenderla,
pero cuando se produce el cambio
sucede muy abrupta y catastróficamente.
BG: ¿Qué tipo de cambio prevés?
YV: Bueno, no hay duda
de que si no cambiamos la
arquitectura de la Eurozona,
esa zona no tiene futuro.
BG: ¿Cometiste errores cuando
eras Ministro de Finanzas?
YV: Todos los días.
BG: ¿Por ejemplo?
YV: Cualquiera que mira hacia atrás...
(Aplausos)
No, pero en serio.
Si hay algún ministro de hacienda
o de cualquier otra cosa,
que dice al cabo de seis
meses en un trabajo,
especialmente en una
situación estresante,
que no se ha equivocado,
es gente peligrosa.
Por supuesto que cometí errores.
El mayor error fue firmar la solicitud
para la ampliación de
un contrato de préstamo
en el final de febrero.
Me imaginaba
que había un interés genuino
en el lado de los acreedores
para encontrar un terreno común.
Y no lo había.
Estaban simplemente interesados
en aplastar nuestro gobierno,
solo porque no querían
tener que enfrentar las
fallas en la arquitectura
que hay en la Eurozona.
Y porque no quieren admitir
que durante cinco años se aplicó
un programa catastrófico en Grecia.
Hemos perdido una tercera
parte del PBI nominal.
Es peor que la Gran Depresión.
Y nadie ha llegado limpio
de la troika de prestamistas
que han impuesto esta política
a decir: "Fue un error colosal".
BG: A pesar de todo esto,
y a pesar de la agresividad
de la discusión,
pareces bastante proeuropeo.
YV: Por supuesto.
Mira, mi crítica a la
Unión Europea y a la Eurozona
viene de una persona que
vive y respira Europa.
Mi mayor temor es que
la Eurozona no sobreviva.
Porque si no sobrevive,
las fuerzas centrífugas que se desataron
serán demoníacas
y van a destruir a la Unión Europea.
Y eso sería catastrófico
no solo para Europa
sino para toda la economía mundial.
Somos probablemente
la mayor economía del mundo.
Y si nos dejamos
caer en una ruta de
lo posmoderno de 1930,
que me parece que es
lo que estamos haciendo,
entonces será perjudicial
para el futuro de los europeos
y no europeos por igual.
BG: Definitivamente espero que
estés equivocado en ese punto.
Yanis, gracias por venir a TED.
YV: Gracias.
(Aplausos)