Entre las diferencias que pueden haber
entre hermanos biológicos,
no pensamos que la diferencia racial
pueda estar en lo más alto de la lista.
Sin embargo, en los últimos años
ha habido bastante interés,
incluso un frenesí mediático,
sobre las familias y parejas
que en todo el mundo
han tenido hijos de diferentes razas.
Yo estoy muy interesada en este asunto;
estoy intrigada por la presencia
de estas parejas de hermanos.
En muchos casos, son gemelos biológicos
de lo que se denomina "diferente raza".
He estado recopilando fotografías
y artículos sobre estas parejas,
he leído sobre sus vidas,
me ha sorprendido
cómo los medios los representan:
como proezas de la humanidad,
maravillas de la ciencia;
y todo porque tienen
una apariencia racial diferente.
Pero lo que es incluso más fascinante
que las propias fotografías
ha sido la reacción pública hacia ellos.
Algunas personas ven las fotografías
como una prueba de que el racismo acabó.
Otros, por otro lado, sienten
como si el racismo no hubiera acabado,
pero que la mezcla racial como esta
podría llevarnos al final del mismo.
Bien, como socióloga,
discrepo de ambas ideas,
pero creo que podemos aprender
dos lecciones importantes de estas fotos:
la primera es que pienso
que estas parejas de hermanos
son el ejemplo perfecto sobre cómo sabemos
que la raza es una construcción social.
Sí es verdad, estos hermanos
son diferentes en el color de piel,
e incluso en la textura de pelo,
pero estas diferencias superficiales
no justifican la creación
de categorías raciales.
No hay fundamentos biológicos
para esta cosa que llamamos "raza".
Pero aunque digo esto como socióloga,
sé que raza y racismo son importantes.
Son importantes en nuestra sociedad.
Cuando hablo de "racismo",
de lo que estoy hablando
es de la destribución desigual
de los recursos económicos,
políticos y educacionales.
Pero yo estudié la raza en la familia.
Estoy interesada particularmente en cómo
la raza puede entrar en las familias.
Esta es la parte importante;
cómo la raza puede llevar,
en una misma familia,
a la destribución desigual
del amor y el afecto.
Así que el modo en que los padres
tratan a sus hijos;
cómo los abuelos
tratan a sus nietos;
cómo los hermanos interactúan entre ellos,
puede estar afectado por el racismo.
La cuestión que impulsa mi trabajo
es si puede o no ser verdad
que el amor en la familia
pueda depender de tu aspecto.
La premisa básica de esta charla
desafía lo que muchos de nosotros
creemos fundamentalmente
es verdad acerca de nuestras familias.
Tenemos un tipo de inversión colectiva
en creer que la familia es nuestro cobijo.
Por eso tenemos frases como:
"Uno es de donde pace, no de donde nace",
"No hay lugar como el hogar",
creo que Dorothy lo dijo mejor.
"Hogar, dulce hogar".
Todas estas frases resuenan
con la importacia que damos a la familia.
Lo que sugiero hoy,
y los reto a hacer,
es que piensen en cómo las familias
son mucho más complejas y contradictorias
de lo que jamás les hemos dado crédito.
En lo que se refiere a la raza en concreto,
las familias pueden proteger
a sus miembros contra el racismo,
pero también pueden reproducirlo.
Cuando las emociones entran en juego,
sabemos que uno es de donde pace,
pero uno también puede ser
de donde se encuentre el dolor.
Para mí y para mi investigación,
en término de estudiar raza,
amor y emociones,
me atrajo un país increíble,
y ese fue Brasil.
Lo que muchos de ustedes
quizá no sepan sobre Brasil
es que la mezcla entre poblaciones
africanas, indígenas y portuguesas
ha dado lugar a algunas de las familias
racialmente más diversas en el mundo.
En Brasil, tener un hijo
es un poco como jugar a la ruleta racial
debido a la incertidumbre
sobre qué rasgos raciales pueden salir
en la lotería genética.
Aunque es verdad que la mezcla racial
es muy elevada en Brasil,
el racismo también existe,
la piel clara todavía está sobrevalorada,
y el destino de una persona
y sus oportunidades de vida
siguen estando determinadas
por su proximidad física a la palidez.
Entonces, ¿qué quiere decir esto?
El color de piel de una persona,
la textura del pelo
y los rasgos faciales
pueden determinar cómo serán sus vidas;
pero esto me lleva de nuevo
a la pregunta con la que comencé.
Sabemos que la apariencia racial
es importante para la sociedad
pero, ¿puede también serlo
para la familia de las personas?
¿Cómo puede impactar la apariencia racial
la forma en que se trata a las personas
dentro de sus propias casas
y con sus relaciones familiares?
Pueden estar pensando:
"Bien, parece un proyecto interesante",
y, sí, Brasil era la localización perfecta
para este proyecto.
no me lo pensé dos veces,
pero hubo algunos obstáculos
en mi trabajo:
Primero, tuve que aprender portugués.
Tras superar esta barrera,
tuve que lidiar con mi propio escepticismo
sobre si sería posible
observar algunas de las dinámicas
de las que estoy hablando.
En uno de mis primeros viajes a Brasil,
conocí a una mujer que se llamaba Ana.
Ana era una estudiante local
en la universidad.
Cuando le dije que me interesaba
estudiar la raza, el amor y la familia,
me respondió lo siguiente;
dijo: "Sí, en una familia,
la gente está feliz por tener niños.
Tienen el oscuro primero,
pero todo cambia cuando llega el blanco.
Al blanco se le trata bien
y al oscuro se le olvida.
El negro es castigado porque
se dice que tiene 'a cara dum escravo',
la cara de un esclavo".
Se pueden imaginar
lo impactante que es una declaración así,
pero también me hizo sentir
como si no estuviera equivocada
con este interés que tenía de capturar
la raza, el amor
y la emoción en las familias.
En mi libro, "The color of love",
empleo alrededor de 16 meses
para trabajar con familias,
entrevistando a unas 100 personas
de 10 núcleos familiares en Brasil
para poder estudiar estas dinámicas,
para poder estudiar cómo la raza,
el amor y la familia funcionan juntos.
Efectivamente, me encontré con ejemplos
que resonaban en lo que había dicho Ana
acerca de "la cara de un esclavo".
Primero conocí a una mujer
que se llamaba Dona Elena.
Dona Elena, durante la entrevista,
revela que cuando parió
un bebé de tez oscura
y su marido lo vio por primera vez,
la respuesta de este fue:
"¿De dónde has sacado ese bebé negro?
Levá la de volta".
"Llévatela de vuelta".
Corina tenía una historia similar.
Me contó sobre la vez
que parió a su hijo mayor.
Su pareja y la madre de este
fueron a visitarla.
Echaron un vistazo
a los orejas negras del bebé
y decidieron que su pareja
no reconocería a este niño.
Su suposición fue que el niño al crecer
acabaría teniendo la tez oscura;
así que por esa razón
decidieron que no era posible que su hijo
fuera padre de un niño con la piel oscura.
Después tenemos un tercer ejemplo,
una niña de nueve años llamada Hegany.
Es, sin duda, mi entrevistada favorita
durante mi estancia en Brasil.
Era brillante, escandalosa,
efervescente;
tenía esa clase de sinceridad honesta,
esa clase de vulnerabilidad
que muchos de nosotros
solemos perder cuando crecemos.
Casualmente, durante el tiempo
que entrevisto a Hegany y su familia,
su madre da a luz a una niña.
Esta niña es vista de modo unánime
como perfecta: piel blanca y pelo liso.
Le pregunto a Hegany:
"¿Cómo se siente al ser la hermana mayor?
¿Cómo es?"
Y su respuesta fue la siguiente:
"Eu tenho medo de perder
o carinho dos meus pais".
"Tengo miedo de perder
el cariño de mis padres".
Así que le pregunté a Hegany:
"¿Por qué te sientes así?
¿Por qué crees que eso pueda pasar?"
Me miró y dijo:
"Por el bebé. La viste, ¿verdad?
Nació limpia, con el pelo liso.
Tengo miedo de que la quieran más.
Su pelo no les dará tantos problemas.
Todo el mundo lo dice.
Ella tendrá todo
y yo no tendré nada".
Hegany se cubre la cara
con sus manos y comienza a sollozar.
Lo más devastador de esta entrevista
es que ella solo tiene nueve años,
pero incluso a esa edad
entiende cómo los rasgos raciales
pueden impactar la manera
que su familia interactúa con ella,
el nivel de amor y afecto
que puede que reciba en su familia.
A lo largo de las semanas y meses
que estoy con esta familia,
observo a Hegany,
y veo cómo se muestra celosa de la bebé.
Está constantemente,
casi obsesivamente,
observándola,
esperando ver cambios
en el color de su piel,
esperando a que se vuelva más oscura,
esperando a que el pelo de la bebé
se vuelva más rizado;
pero algo más ocurre.
También veo cómo Hegany
abraza a la bebé, meciéndola
y ejerciendo el papel de hermana mayor.
Lo que esto quiere decir
es que el retrato honesto
de las familias era parcial,
que había numerosas maneras
de que las familias pudieran
reproducir el racismo
y resistirse a él.
Dona Elena, a quien he mencionado antes,
tenía una hija con la piel oscura,
pero ella veía su tez
como una evidencia de que su hija
poseía una belleza negra verdadera.
Otras familias desarrollaban
un personaje alternativo antirracista.
El mejor ejemplo de esto es un padre
que insistía en que le llamaran
"Pantera Negra".
Se llamó así a sí mismo en honor
a los Panteras Negras de los EE. UU.,
y tenía una agenda política radical
que implicaba un aumento
de la conciencia racial
de las personas en su barrio.
Me presentó a su mujer,
a quien llamaba "Panterona",
"La gran pantera",
quien también estaba comprometida
con el aumento de la conciencia racial.
Bien, ¿qué nos dice todo esto,
todas estas narrativas,
sobre el racismo
en EE. UU. y en Brasil?
Cualquier esfuerzo
para erradicar el racismo
tiene que aprovechar el poder
y la influencia de las familias
y comunidades;
pero no solo eso,
también debe promover
políticas públicas concretas,
acciones legislativas concretas
que lleven a cambios estructurales
en nuestra sociedad.
Me encanta el ejemplo de “Pantera negra”
porque muestra la importancia
de los vínculos globales,
en su caso,
construido sobre los Panteras Negras.
Los movimientos sociales contemporáneos
de hoy en día, como “Black lives matter”,
tienen un éxito excepcional
porque son relevantes en un contexto local
así como en un contexto global.
La mejor parte de su mensaje
es que es relevante para los blancos
y también para la gente de color,
que puede que hayan interiorizado
el racismo hacia los negros.
¿Hacia dónde vamos desde aquí?
Frederick Douglas dijo:
“El poder no concede nada
sin una demanda”.
Los aliento a cada uno de ustedes
a animar a sus familias y comunidades
a trabajar juntos
para articular demandas
que puedan llevarnos a forjar
un futuro mejor,
una sociedad antirracista que nos dirija
a la erradicación del racismo
en EE. UU, en Brasil
y en el resto del mundo.