¿Qué tiene que ver el urbanismo con la comida?, os preguntaréis. Bueno, hoy vamos a preparar un gazpacho de la Ley de Costas y la Ley del Suelo para intentar entenderlo. No es un gazpacho cualquiera, es un gazpacho de límites. Ingredientes para 500 comensales. Un poquito de valor especulativo del suelo, un chorrito de corrupción y una pizca de informes científicos que justifican decisiones político-judiciales. Todos los ingredientes que vamos a utilizar hoy y que luego degustaremos configuran una especie de mapa comestible de estrategias y artimañas utilizadas en esas formas de valor especulativo del suelo. Los límites aparentemente rígidos que la disciplina urbanística se encarga de cocinar son, en realidad, cuchillos de doble filo. Y es necesario que los visualicemos hoy con esta receta para intentar entender la generación de un boom y el estallido de una crisis. Pues bien, los límites territoriales son líneas que se dibujan en los mapas para determinar la tierra y el mar, lo que se urbaniza y lo que no, lo que es natural y lo que no. Deberían ser fáciles de trazar, pero la lucha de intereses detrás de ellos hacen casi imposible su trazado. Aquí tenemos un mapa de los espacios naturales protegidos en España. Pero también nos podríamos preguntar ¿qué papel juega un campo de golf cuando a veces se utiliza como zona verde y a veces como zona urbana? Este otro mapa es el mapa de la costa hoy. El paradigma de lo nunca terminado. Desde la aprobación de la Ley de Costas de 1988 el Ministerio solo ha logrado dibujar la línea de costas al 100% en estas cuatro provincias. En el resto sigue incompleta. Entonces, vamos a empezar con el tomate. (Risas) El tomate viene de América, pero si nos ponemos a mirar hacia atrás e intentamos entender cómo empieza un imperio vemos que este mapa visualiza la idea de un Papa de intentar dividir los recursos y riquezas naturales de todo un planeta a través de unas líneas entre dos potencias militares. Todos los territorios descubiertos al oeste de una línea trazada a x millas desde el Archipiélago de Cabo Verde pertenecerían a España. Y todos los territorios descubiertos al este a Portugal. Pero vemos que esa línea ya se empieza a hacer borrosa cuando la tecnología del siglo XVI no era capaz de dibujar las palabras del Papa. Y aquí tenemos las versiones de la misma línea. El tomate que he traído hoy es un tomate RAF, la abreviatura de "Resistente al Fusarium". Justo a la vez que empezaba un boom inmobiliario en España en los años 60 empezada también otro boom, el hortofrutícola, de las tecnonaturalezas. La peculiaridad de este tomate es que era una selección artificial de tomates naturales y se podía cultivar en terrenos ligeramente salinos porque esa sal no le afecta y, a la vez, mata el tomate, pero es más la sal hace que incremente su nivel de azúcar y con ello su sabor de alguna forma. Así que vamos a ir echando, voy a echar uno yo. (Risa) Tomate RAF. El segundo tomate que vamos a utilizar hoy es otro híbrido, el kumato, con semillas con copyright. Descubierto también por casualidad al ver que los tomates sometidos a estrés hídrico en los secarrales de Almería aumentaban también el índice de fructosa del tomate, haciéndolo más nutritivo. La burbuja hortofrutícola en El Ejido y alrededores en el sur de España, que mueve alrededor de dos mil millones de euros al año, se basa en un prototipo híbrido arquitectónico que configura múltiples límites territoriales, el invernadero. El invernadero no solo convierte el suelo árido en súper fértil, sino que también general nuevos contextos bioclimáticos e incluso olas de agromigraciones transcontinentales dependiendo de dónde venga la mano de obra para trabajar en esos invernaderos. El invernadero tiene como un carácter híbrido entre edificación y chiringuito, que le permite existir a lo largo de la zona de servidumbre de la costa, pero también, es más, a veces requiere de la extracción de arenas de los fondos marinos y de los paisajes de dunas protegidos de alrededor para cultivar el tomate en su interior. Los propios cerramientos semiopacos de los invernaderos alteran también enormemente el sistema de vientos que generan y mantienen las playas. Así que esa línea de costa es cada vez más difícil de dibujar, porque no sabemos dónde acaba la influencia del mar. (Vamos a echar este. Ya está) El gazpacho original no llevaba tomate. Era de la época árabe y durante esa época era, más bien, una sopa de pan para campesinos machacada con las batidoras de la época. Pero si miramos a la relación entre cultura y cultivo de la época de Al-Ándalus, es muy interesante ver cómo, en los territorios cristianos del feudalismo, se cultivaban principalmente cereales. El hecho de que se cultivase trigo y se pudiese almacenar después de una cosecha permitía a los señores de la tierra almacenar plusvalías. Mientras que en la economía musulmana de la época de Al-Ándalus, que se basaba principalmente en verduras perecederas cultivadas en huertos compactos estratégicamente regados, su economía se basaba en un valor perecedero. Esto hacía a la vez una forma mucho más horizontal de gobierno del territorio, limitando el poder de las clases dirigentes si se comparaba con el sistema feudal cristiano. Podríamos decir que ese sistema mucho más horizontal a través del valor perecedero generaba una especie de proto-democracia que ya empezaba. Pero una forma de alterar la caducidad de las plusvalías es hacer que el valor perecedero perdure y se conserve en el tiempo. Entonces por eso, también vamos a echar hoy a nuestro gazpacho de límites unos tomates secos. Y aquí va un kilo de valor acumulado para especulaciones de futuros. También le vamos a añadir vinagre de tomate preservado. Que no es vinagre de vino, sino de tomates secos preservados durante tiempo. Y un poco más que tenemos aquí. La huerta murciana también la vamos a echar entera, con su vasta red de acequias árabes en forma de pepino, aquí va. Es pepino de Murcia. Ya casi está. Va a saber a pepino. El aceite. El aceite lo he comprado en una almazara de un pueblo de Zaragoza. Su alcaldesa, como a lo mejor ya sabéis, estaba acusada de apropiarse unos 24 millones de euros en comisiones urbanísticas. Como buen gobernante local durante la época de la burbuja inmobiliaria se dedicó a reclasificar suelos y convertir terruño en zonas residenciales, industriales y parques de aerogeneradores. Las ganancias del ayuntamientos fueron tales, que hasta decidieron incluso compartirlas con los vecinos, pagándoles cruceros, un museo del aceite, un museo del viento, un museo de la vida, un auditorio, una plaza de toros, un megacentro deportivo y un concierto de Julio Iglesias. (Risas y aplausos) Todo en un pueblo de unos cinco mil vecinos. Así que, podríamos decir, que este es un límite entre la sobreexplotación de recursos y un estado ficticio del bienestar. Ya, ya acaba. (Ríe) Los ajos. Los ajos son ajos morados provenientes de un pueblo de Cuenca, que está enmarcado dentro del sistema de Denominaciones de Origen e Indicaciones Geográficas Protegidas. Estas leyes que empezaron con el proteccionismo francés para hacer que el champán catalán se tuviera que llamar simplemente cava, no hacen sino dibujar un límite paralelo al de especulación urbanística. Es un proceso de ruralización. En lugares donde no se puede especular con hormigón se recurre al 'branding' y marketing de la comida como forma de añadir valor especulativo al suelo. Al final son los comités regionales los que deciden qué ajo pertenece y cumple los requisitos para estar dentro de esa marca y qué territorios pertenecen a esa región y cuáles no. Los límites gastronómicos y todo el conjunto de subvenciones europeas que lo fomentan no hacen sino al final determinar la vegetación que compone nuestros paisajes al fomentar ciertas especies vegetales por encima de otras ya que tienen mayor valor económico. Así que vamos a echar los ajos. No va a repetir. (Risas) Para hablar del agua que voy a echar, conviene pensar en cómo se crea la idea de carencia de agua y quién provee la solución. Tanto las 51 desalinizadoras que se proyectaron en España, como el polémico trasvase del Ebro, lo que hicieron fue reducir la noción de "territorio" a construcción de infraestructuras. Esa instrumentalización de la obra faraónica como forma de poder populista, de alguna forma, desdibuja el límite entre lo necesario y lo innecesario, entre lo privado y lo común. Entonces hoy he traído agua anónima del Mediterráneo, que viene envasada y se puede beber. Y la sal. La sal es interesante porque os voy a contar cómo la sal también puede ir a juicio. La Ley de Costas define como la "línea de costas" la distancia donde llegó la ola más alta conocida. Pero esto trae mucho problemas, ya que a veces hay que recurrir a la salinidad prehistórica del suelo cercano a la playa para encontrar cualquier rastro de ella. Y esto es lo que pasó en el caso de Las Teresitas en Tenerife, cuando se requirieron la extracción de muestras geológicas para determinar dónde acababa el mar y empezaba la propiedad privada edificable. Incluso más, en otro caso como en las marismas de Cabanes en Castellón, se tuvo que recurrir al límite internacional de salinidad PSS-78, que establece que el agua marina es aquella que supera el tres por mil de salinidad. Entonces es este valor umbral el que genera la controversia. Por un lado, una parte justificaba con un informe científico que las marismas pertenecían a un ecosistema terrestre. Por otro lado, la otra parte con otro informe científico justificaba justamente lo contrario. Al final fue el juez el que decidió cuál era la mejor opción para el desarrollo económico de la región y por tanto decidió hacia qué lado se inclinaba la balanza de la salinidad natural de las marismas. Nuestro gazpacho de límites de hoy va a llevar ese límite de salinidad de tres por mil. Entonces, si nuestro gazpacho pesa ahora... si lo sabemos... no sabemos cuanto pesa... Bueno, si pesara, por los ingredientes que hemos echado, unos 60 kg, que es lo que había calculado, tenemos aquí una euro-calculadora que nos dice que tenemos que echar 180 g de sal. Esta sal procede de las salinas de Torrevieja, de Santa Pola, Cabo de Gata y demás zonas urbanísticamente muy interesantes. (Risas) Si en los últimos años hemos estado sofritos en una burbuja urbanística, de la que ya sabemos las consecuencias, conviene entender esos mecanismos de añadir valor especulativo al suelo para entender su funcionamiento. Igual que un terreno rural puede pasar a ser urbano, incrementando exponencialmente su valor nutritivo, un terreno rural puede pasar a ser híper rural y de marca. Y es justo esa construcción política de los límites la que hace que las líneas se vuelvan más y más borrosas. Cuanta más tecnología tenemos para medirlas en continuidad, más borrosas se trocean. El cambio de suelo rural a suelo urbano era un límite que podían dibujar los alcaldes de los municipios gracias a la ley del todo urbanizable de 1998. Obviamente sabemos que esto ha degenerado en la actual crisis, pero es un hecho que se remonta a la transición democrática de España. Cuando la idea inicialmente positiva de que había que descentralizar el poder del Estado para dar más autonomía a los municipios fue, en realidad, contraproducente. Degenerando en la corrupción, ya sabemos. Este proceso es lo que Naredo llama no como "transición democrática", sino "transacción democrática". Para entender la Ley del Suelo conviene entender qué es "suelo". Porque "suelo" no es solamente la superficie de la Tierra que es a su vez un 75% agua. Suelo deriva de "solar" y "solar" tiene distintos significados. Solar: comunidad elemental de propiedad de la tierra. Solar como la acción de revestir de baldosas o ladrillos. O solar como lo referente a la nobleza o linaje de una casa solariega. Podemos extraer la conclusión inocente de que el suelo tiene una connotación de propiedad, construcción y poder implícitas. Pero, es el suelo un resultado ¿de la propiedad?, ¿de la construcción?, o ¿del poder y soberanía del suelo nacional? En Latinoamérica al suelo se le llama "piso" y al hormigón "concreto". "Piso" es el presente de pisar: yo piso, tu pisas, él pisa. Una acción violenta, agresiva, que impone autoridad. Piso también es el primer, segundo, tercero, cuarto piso de una estructura vertical. Suelo = hacinamiento. O piso también es una vivienda en España. Tierra = mercado inmobiliario. Y "concreto" puede ser una mezcla de arena, agua y cemento, pero también algo preciso, exacto, calculado, lo estable. Lo estable es, por otra parte, lo inmobiliario, pero lo inmobiliario es, supuestamente, lo más volátil. Entonces el suelo es inestable. Y para entender la Ley del Suelo, hacer lo que quiero, conviene entender los propios límites del valor y definición del "suelo". Así que ahora, batidora, y los límites listos para servir. Gracias. (Aplauso)