Tenía 20 años la primera vez que conocí a una superviviente de violación Aún recuerdo aquel día, vívidamente, de tiempo frío y húmedo. Rachel iba vestida de manera informal; podría haber sido cualquiera de mis amigas, mi hermanastra, cualquiera de las mujeres de entre esta audiencia. Rachel hablaba abiertamente de cómo un amigo en quien ella confiaba se convirtió en un agresor sexual. Cómo la arrinconó, y la violó, los vaqueros que él llevaba, el olor de su loción para el afeitado, el grito que no obtuvo respuesta, su preocupación de quedarse embarazada, o contraer alguna ETS, el rechazo de su familia, su humillación, y su esfuerzo por ser tomada en serio por la policía Nada le pasó a este hombre al que una vez llamó amigo. ¿Se lo pueden imaginar? Me sentí apesumbrado, y frustrado. Ya había leído "Unheard Voices" sobre historias de violaciones pero, por primera vez, estaba viendo su cruda realidad y sus consecuencias Esto fue hace más de una década. Conocí a Rachel mientras trabajaba de voluntario en un centro de crisis por violación, para hablar a grupos de hombres en las escuelas, clubes deportivos, en habitaciones como ésta, acerca de violencia de género y sus consecuencias. Crecí con unos padres que tenían una actitud abierta en cuanto al sexo, grandes defensores de los derechos de las mujeres, que me dieron un fuerte sentido de justicia social. Eran quizás demasiado abiertos, cada semana mi madre me pedía que la pusiese al día de mi vida sexual (Risas) Esta educación y mis experiencias como el conocer a Rachel han dado forma a la persona que soy, han impulsado mi trabajo y mis pasiones, me han llevado a investigar la violencia sexual y el rol masculino en su prevención, y a trabajar en los derechos sexuales de hombres y mujeres desde entonces. Me han llevado a creer en un mundo donde mis amigas y futuras hijas no tengan que preocuparse de que alguien en quien confían y a quien aman se convierta en un agresor sexual o de que se las obligue a tener relaciones sexuales sin protección. Y que las mujeres de cualquier edad, tanto aquí en Barcelona, como en Ohio, Dehli, Sudáfrica, puedan caminar por la calle solas, vestidas como ellas elijan sin temor de asalto sexual. (Vítores) (Aplausos) Pero también me han llevado a creer cada día más que el movimiento para promover y proteger los derechos sexuales de las mujeres nunca triunfará hasta que realmente involucremos a los hombres Entonces, ¿cuál es el problema? La salud y los derechos de la reproducción sexual son aún vistos como cosa de mujeres, y ante todo, su responsabilidad y cometido. Actualmente en todo el mundo en hogares y en comunidades, se hace a las mujeres asumir la carga de evitar embarazos no intencionados, asegurando la distancia entre hijos. Actualmente, menos de un cuarto de usuarios de anticonceptivos del mundo son hombres. En Sudáfrica, de donde yo soy, algunas mujeres caminan solas durante horas para poder llegar a la clínica más cercana para conseguir una inyección anticonceptiva. Y otras mujeres que toman la píldora temen cada día que su pareja se entere de que están usando anticonceptivos y reaccionen violentamente. Y esto se agrava por la diferencias de poder lo cual significa que cuando una mujer se acuesta con un hombre, puede ser difícil para ella insistir en que use condones. ¿Dónde están los hombres que apoyan a esas mujeres y que usan anticonceptivos? No hace mucho, en Malawi, conocí a un hombre que me dijo que en el matrimonio él tenía derecho a tener sexo, pero la planificación familiar era responsabilidad de la mujer. Cuando le impugné, me dijo: "Los hombres necesitan más sexo que las mujeres", y eso es lo que "ellas esperan". Este hombre, reflejo del comportamiento y opiniones de tantos otros, puso su propio placer sexual, y su propio deseo sexual, por encima de los derechos y la seguridad de su pareja. Este hombre no pensó que las implicaciones de un embarazo no intencionado, o del VIH/SIDA fuesen su responsabilidad. Y es por esto que creo, cada vez más, que podemos seguir empoderando a las mujeres tanto como queramos, a través de la educación, programas, y otros medios, pero que si estas mujeres vuelven cada noche con el mismo compañero abusador, es posible que hayamos logrado muy poco. De hecho, las hemos puesto en un riesgo mayor. Por mucho tiempo, en nuestros programas, políticas y compromisos, hemos hablado acerca de la salud sexual reproductiva, sin centrarnos explícitamente en los roles de los hombres, el rol de los hombres como pareja con responsabilidad en la contracepción, como clientes de servicios en sus propios derechos, y como agentes de cambio en sus hogares y comunidades. Por ello, hoy quiero decirles, que es hora de enfocar los derechos y la salud de la reproducción sexual de manera diferente. Necesitamos hablar de esto como de algo que nos concierne a todos. Necesitamos enfrentarnos al comportamiento de los hombres y reforzar las actitudes de apoyo que muchos hombres ya están adoptando. Necesitamos también reconocer los intereses y responsabilidades adquiridos del hombre. La violación y embarazos no intencionados también afectan a los hombres. Somos parejas, padres, hijos, maridos, amigos, y amantes de estas mujeres. Pero también debemos interesarnos en las propias necesidades de los hombres. No somos muy buenos mirando por nuestra propia salud sexual. Tendemos a ir a los servicios sanitarios sólo cuando estamos muy enfermos, y evitamos la salud sexual y las clínicas de planificación familiar. De hecho, en África, tasas bastante menores de hombres que de mujeres acceden a servicios de tratamiento y pruebas del VIH. Pero esto también es un problema aquí, en Europa y en España. Me pregunto cuántos hombres en esta habitación se han sometido recientemente a un test de salud sexual, o han apoyado a su pareja para acceder a estos servicios. He trabajado en clínicas de planificación familiar en Bangladesh donde el 98% de los clientes son mujeres. Los hombres en esa comunidad me dijeron que este servicio no era para ellos, que no respondía a sus necesidades, que los hombres de verdad no miraban por su salud o la de sus parejas. Pero después, estos mismos hombres me hablaron en privado sobre sus preocupaciones de salud sexual. Sus preocupaciones sobre mantener una erección, sus miedos a infecciones, su falta de compresión de sus propios cuerpos o de los cuerpos de sus parejas. Estos hombres permitieron que la idea tradicional de masculinidad les previniese de acceder a los servicios que necesitaban. Esto es malo para los hombres, pero también para las mujeres. Por ello tenemos que desafiar a los hombres y apoyar a aquellos que ya tienen un comportamiento responsable, pero también debemos preocuparnos por las propias necesidades de la salud de los hombres, y trabajar juntos con hombres y mujeres para la salud sexual y reproductiva de todos. Este es mi trabajo. Trabajo para Sonke Gender Justice en Sudáfrica. Trabajamos para construir la capacidad de los individuos, la sociedad, y el gobierno, para promover la igualdad entre géneros, prevenir la violencia sexual y el VIH, y mejorar los derechos y la salud sexual y reproductiva. Somos hombres y mujeres de todo tipo de razas y sexualidades trabajando juntos. En Zambia, junto con los activistas juveniles Levy Wire, y otros, trabajamos con hombres para modificar sus actitudes hacia los derechos y la salud sexual y reproductiva a través del suministro de servicios específicos y la divulgación. Y hemos visto asombrosos resultados Tomemos a Henry Kunda: Antes de nuestro trabajo, Henrly creía que la planificación familiar era responsabilidad de su mujer únicamente. Pero ahora apoya a su mujer en estas cuestiones, se comunican en cuanto a salud sexual. Él cuida de su propia salud y es defensor de estos asuntos para otros hombres y mujeres en su comunidad mediante la difusión y otras actividades. También apoyamos a la próxima generación de líderes de la justicia de géneros en África como Danny Gotto, en Uganda. Danny ha apoyado recientemente uno de nuestros cursos de formación de liderazgo. Y nosotros le estamos ayudando con su increíble trabajo, de atender y ampliar la defensa de los servicios de aborto seguro para las mujeres en Uganda. Y en Sudáfrica, la campaña "Un hombre puede" de Sonke ha llegado a miles de hombres y mujeres, por todo el país, y les ha permitido actuar para la igualdad de género en sus casa, en sus relaciones, y en sus comunidades. Y a través de nuestra coordinación de la red africana MenEngage trabajamos con hombres y mujeres para ampliar este trabajo por todo África y para crear un Movimiento para el cambio a nivel África. No estamos haciendo este trabajo sólo en comunidades, sino que también trabajamos para involucrar a los gobiernos, para asegurar que estas intervenciones se reflejen en las leyes y políticas. Los hombres como yo no deberían estar agradecidos por hacer este trabajo. Debemos convertir este trabajo en una parte importante de nuestra identidad, de nuestra educación, de nuestras carreras. Por lo que necesitamos apoyar a los hombres y asegurarnos de que son parte de la solución. ¿Qué hay de Uds.? ¿Son parte de la solución? ¿Siguen viendo la desigualdad de géneros, y la necesidad de avanzar en los derechos y la salud sexual reproductiva como un viejo problema que nunca cambiará, y se ven abrumados por la magnitud del desafío? ¿O actuarán ahora? Rachel me inspiró hace más de una década a nunca quedarme callado. Aquí está mi reto para Uds.: hombres, escuchen a las mujeres sobre por qué esto es importante, hablen claro de los derechos sexuales de la mujer, apoyen a su pareja, hombre o mujer, a acceder a los anticonceptivos que necesiten y cuiden su propia salud sexual. Mujeres, no se callen nunca. Les reto a continuar hablando de vuestros derechos, y a permitir a los hombres que les ayuden en ello. Hablen con su pareja, ayudenla, y alienten a los hombres a ser más responsables acerca de los derechos y la salud sexual reproductiva, para su beneficio, y para el suyo propio. Y reto a todos Uds. a trabajar juntos, para que la salud y los derechos sexuales y reprodutivos no tengan que ser vistos como un asunto sólo de mujeres, sino que consideremos la implicación del hombre, su apoyo y acceso a los servicios como una parte central de garantizar la salud y los derechos sexuales y reproductivos de todos. Soy Tim Shand. Soy un hombre que lucha por la igualdad de géneros. Como todos nosotros, soy un hombre en progreso. (Vítores) (Aplausos)