Estoy aquí para hablarles de una pregunta inquietante que tiene asimismo una respuesta inquietante. Mis temas son los secretos de la violencia doméstica y la pregunta que abordaré es una pregunta abierta que todos siempre se plantean: ¿Por qué no se marchó? ¿Por qué se queda alguien con un hombre que la golpea? No soy psiquiatra, tampoco trabajadora social ni experta en violencia doméstica. Soy solo una mujer con una historia que contar: Tenía 22 años, era recién graduada de la universidad de Harvard. Me acababa de mudar a Nueva York para ejercer mi primer trabajo como escritora y editora en la revista Seventeen. Tenía mi primer departamento, mi primera tarjeta de American Express y también tenía un gran secreto. Mi secreto era que había tenido esta pistola cargada y apuntando mi cabeza muchas veces por el hombre que alguna vez creí que era mi alma gemela; muchas, muchas veces. El hombre que yo amaba más que a nada en el mundo sostuvo una pistola contra mi cabeza y amenazó con matarme más veces de las que puedo recordar. Estoy aquí para contarles la historia de un amor loco, una trampa psicológica disfrazada de amor. Una de las que miles de mujeres e incluso hombres caen cada año. Inclusive puede ser su propia historia. Yo no me veo como la típica sobreviviente de violencia doméstica Tengo una maestría en Harvard, una maestría en mercadotecnia en una Escuela de Negocios He trabajado toda mi carrera para múltiples empresas incluyendo Johnson & Johnson Leo Burnett y Washington Post. He estado casada casi 20 años con mi segundo esposo y tenemos tres hijos. Mi perro es un labrador negro y manejo una minivan Honda. Así que mi primer mensaje para Uds. es que la violencia doméstica le puede suceder a cualquier persona. De todas las razas, de todas las religiones, estratos sociales y nivel educativo. Está por doquier. Mi segundo mensaje es: Mucha gente cree que la violencia doméstica solo es de mujeres No exactamente. Más del 85 % de los abusadores son hombres y la violencia doméstica sucede solamente en un entorno íntimo, independiente y en relaciones de largo plazo, es decir en las familias, el último lugar en donde esperaríamos algún tipo de violencia. Esta es una de las razones por la cual la violencia doméstica es tan confusa. Yo les hubiera dicho que sería la última persona en la tierra que se quedaría con un hombre violento pero en realidad, yo fui una víctima clásica debido a mi edad. Tenía 22 años y en EE.UU. las mujeres de entre 16 y 24 años tienen el triple de riesgo de violencia doméstica a diferencia de mujeres de otras edades y más de 500 mujeres y chicas de estas edades son asesinadas cada año por parejas abusivas, ya sea esposos o novios en Estados Unidos. Yo también era una víctima muy clásica porque no sabía nada de la violencia doméstica, sus señales ni sus patrones. Conocí a Connor en una noche fría y lluviosa de enero. Él se sentó junto a mí en el metro de Nueva York y empezó a charlar conmigo. Me dijo dos cosas, una era que él también se había graduado de una escuela 'ivy league' y que trabajaba en un banco impresionante en Wall Street. Pero ¿qué me impresionó más en ese primer encuentro? Es que era inteligente y divertido y parecía un chico de granja, tenía unas mejillas ruborizadas esas lindas mejillas de manzana y un bonito cabello rubio y parecía un chico muy dulce. Una de las cosas más inteligentes que hizo Connor desde un principio fue crear la ilusión de que yo era la parte dominante en la relación. Él comenzó al principio a idolatrarme. Comenzamos nuestra relación y amaba todo de mí, que era inteligente, que había ido a Harvard, que era apasionada, que ayudaba a tantas chicas adolescente en mi trabajo. Quería saber todo de mi familia, de mi infancia, de mis esperanzas y sueños. Connor creía en mí como escritora y como mujer como nadie nunca antes había creído. Y también creó una atmósfera mágica de confianza entre nosotros al confiarme su secreto que era que desde muy pequeño a los 4 años había sido abusado físicamente por su padrastro. Y el abuso fue agravándose de tal manera que tuvo que dejar la escuela en el 8° grado a pesar de que era muy inteligente, y pasó casi 20 años reconstruyendo su vida. Por lo cual el haberse graduado de una escuela tan importante, tener un trabajo en Wall Street y un futuro brillante significaban mucho para él. Si Uds. me hubieran dicho que este chico tan inteligente, divertido y sensible que me adoraba me obligaría un día a maquillarme o no, elegiría el largo de mi falda en dónde vivir, qué trabajos tomar, qué amigos tener y en dónde pasar la Navidad, la verdad no les hubiera creído. Porque no había ni una señal de violencia, control ni enojo en Connor al principio. Yo no sabía que la primera etapa en cualquier relación de violencia doméstica es la de seducir y encantar a la víctima. Tampoco sabía que el segundo paso es aislar a la víctima. Ahora, Connor no vino un día a mi casa y me dijo: Oye, toda esta etapa de Romeo y Julieta ha sido genial pero tengo que pasar a la segunda etapa donde te aíslo de los demás y abuso de ti, así que necesito sacarte de esta departamento donde los vecinos te podrán oír gritar para llevarte fuera de la ciudad así tu familia, amigos y colegas no podrán ver tus heridas. En lugar de eso Connor vino a casa un viernes en la tarde y me dijo que había renunciado a su trabajo, a su trabajo de ensueño y que había renunciado por mí, porque yo lo había hecho sentir tan seguro y amado que ya no necesitaba probarse a sí mismo en Wall Street y solo quería salir de la ciudad y alejarse de su abusiva y disfuncional familia e instalarse en un pequeño pueblo en Nueva Inglaterra en donde pudiera empezar una nueva vida conmigo a su lado. Lo último que quería hacer era dejar Nueva York y mi trabajo de ensueño pero creí que uno debía hacer sacrificios por su alma gemela así que acepté y renuncié a mi trabajo y nos fuimos de Manhattan juntos. No tenía idea de que estaba cayendo en la trampa de un amor loco, que estaba dirigiéndome a una buena trampa psicológica, financiera y física. La siguiente etapa en el patrón es introducir la amenaza de violencia y ver cómo reacciona ella y es aquí donde salieron las pistolas. Tan pronto como nos mudamos a Nueva Inglaterra, el lugar donde Connor se sentía muy seguro compró tres pistolas, dejó una en la guantera del coche, una debajo de nuestras almohadas y guardaba la tercera en su bolsillo a toda hora. Él me dijo que necesitaba esas pistolas por todo el trauma que había experimentado en su infancia, que las necesitaba para sentirse protegido pero esas pistolas eran realmente un mensaje para mí y aunque jamás me había levantado la mano mi vida ya estaba en grave peligro a cada minuto y todos los días. Connor me atacó por primera vez cinco días antes de nuestra boda. Eran las 7 de la mañana, aún tenía puesta mi ropa de dormir, estaba en la computadora tratando de terminar un trabajo independiente y estaba frustrada pero Connor usó ese enojo como una excusa para poner sus dos manos alrededor de mi cuello y apretarlo tan fuerte que no podía respirar ni gritar, y usó esa fuerza para azotar mi cabeza de manera repetida contra la pared. Cinco días después, las heridas en mi cuello ya habían desaparecido y me puse el vestido de novia de mi madre y me casé con él. Independientemente de lo que pasó estaba segura que viviríamos felices para siempre, porque lo amaba. Y él me amaba y estaba muy arrepentido, había tenido mucho estrés por la boda y por la familia que formaría conmigo. Ese fue solo un incidente aislado y jamás volvería a repetirse. Pasó otras dos veces durante la luna de miel. La primera vez yo estaba conduciendo para encontrar una playa secreta y me perdí y me golpeó la cabeza tan fuerte que la parte lateral de mi cráneo golpeó la ventana. Días después regresando a casa de nuestra luna de miel se molestó mucho por el exceso de tráfico por lo que me lanzó una hamburguesa fría en la cara. Connor continuó golpeándome de una a dos veces por semana durante los siguientes dos años y medio de matrimonio. Me equivoqué al pensar que yo era la única que estaba sola en esta situación. Una de tres mujeres Estados Unidos experimentan violencia y acecho en algún punto de sus vidas, y la CDC reporta que 15 millones de niños son abusados cada año, ¡15 millones! Así que en realidad estaba muy bien acompañada. De vuelta a mi pregunta ¿Por qué me quedé? La respuesta es muy fácil. No sabía que estaba abusando de mí, a pesar de que apuntó esas pistolas cargadas contra mi cabeza, me empujó por las escaleras, amenazó con matar a nuestro perro, quitó la llave del coche mientras iba manejando derramó café en mi cabeza mientras me vestía para una entrevista laboral, nunca me consideré a mi misma como una esposa maltratada, en su lugar yo era una mujer muy fuerte enamorada de un hombre profundamente problemático y a su vez la única persona que podía ayudarlo a enfrentar sus demonios. La otra pregunta que todos se hacen es: ¿Por qué no se fue? ¿Por qué no me fui de casa? Hubiera podido irme cuando quisiera. Para mí esta es la pregunta más triste y dolorosa que hace la gente porque nosotras las víctimas sabemos algo que Uds. comúnmente no saben, es muy peligroso dejar a un abusador. Porque el paso final en el patrón de la violencia doméstica es matarla. Más del 70 % de los asesinatos derivados de la violencia doméstica suceden después de que la víctima ha terminado la relación. Después de que la víctima ha escapado porque entonces el abusador no tiene nada que perder. Otros escenarios incluyen acecho de larga duración, incluso después de que el abusador se vuelve a casar. La negación de recursos económicos junto a la manipulación de la Corte de Justicia Familiar para atemorizar a la víctima y a sus hijos que normalmente están forzados por esta para pasar un tiempo bajo ningún tipo de supervisión con el hombre que golpea a su madre. Y todavía nos preguntamos: ¿Por qué uno no se va? Yo pude irme debido a una fuerte golpiza que terminó con mi negación, y me di cuenta de que el hombre al que amaba tanto me iba a matar si lo dejaba, así que rompí el silencio. Le conté a todos, a la policía, vecinos, amigos y familia, a completos extraños; y estoy aquí el día de hoy porque todos Uds. me ayudaron. Tendemos a estereotipar a las víctimas como personas torpes, mujeres autodestructivas y dañadas y por la pregunta ¿por qué se queda?, que es interpretada por muchas personas como "Es tu culpa si te quedas". como si las víctimas de manera intencional nos enamorásemos de hombres que quieren destruirnos. Pero desde que estudio todo lo relacionado a los amores locos, he escuchado tantas historias de mujeres y hombres que también se salieron de la situación, que aprendieron una lección invaluable de todo lo que pasaron que reconstruyeron vidas alegres y felices como empleadas, esposas y madres. Vidas completamente libres de violencia como yo. Y resulta que soy una típica víctima de violencia doméstica; una típica sobreviviente. Me volví a casar con un hombre muy bueno y tenemos tres hijos. Tengo ese labrador negro y tengo una minivan. Lo que nunca volveré a tener jamás es una pistola cargada contra mi cabeza por alguien que dice amarme. Ahora quizá están pensando, guau, esto es fascinante o guau, que estúpida fue, pero todo este tiempo de hecho he estado hablando sobre Uds. y les prometo que hay muchas personas escuchándome en este momento que están siendo abusadas o que fueron abusadas durante su infancia o que son abusadores. El abuso puede estar afectando a su hija, a su hermana o a su mejor amiga justo ahora. Yo pude terminar mi propia historia de loco amor al romper el silencio, aún estoy rompiendo el silencio. Esta es mi manera de ayudar a otras víctimas y esto es lo último que les pediré: Hablen de lo que han escuchado aquí el día de hoy, el abuso se desarrolla solo en el silencio, Uds. tienen el poder de terminar con la violencia doméstica simplemente para poner luz sobre ella. Nosotras como víctimas necesitamos que todos, que todos Uds. entiendan los secretos de la violencia doméstica. Muestren el abuso y expónganlo a la luz al hablar sobre ello con sus hijos, sus compañeros de trabajo sus amigos y su familia, reclasifiquen a los sobrevivientes como personas maravillosas y amorosas con brillantes futuros, reconozcan las primeras señales de violencia, intervengan conscientemente y muestren la salida a las víctimas. Juntos podemos hacer que nuestras camas, nuestras mesas y nuestras familias sean el oasis pacífico y seguro que deben ser. Gracias. (Aplausos)