Me llamo Rian.
En mi comunidad se me conoce como
el hombre del compost.
Esto es el compost.
En el pasado fue Sloppy Joes y palitos
de tostadas francesas.
En el fondo está mi director de 3º.
Pasé demasiado tiempo en su despacho
cuando era un crío.
Estos niños están viendo por primera vez
el fruto de su trabajo.
Han pasado el curso entero
enseñando a sus compañeros
cómo separar los restos de su comida.
Este es su momento "¡ajá!".
Este es el momento en el que se dan cuenta
de que todo forma un círculo.
Mi momento ¡ajá! fue cuando
me mudé a San Francisco en 2007
y estudié permacultura.
Permacultura significa literalmente
agricultura permanente.
Es un sistema diseñado
para no crear desperdicio
porque lo ve como un recurso.
En este curso, lo que me caló más
fue que teníamos que escribir
un diario.
En ese diario, teníamos que escribir
lo que hacíamos todos los días.
¿Habíamos conducido al trabajo?
¿Qué habíamos comido?
¿Qué marca comprábamos de papel higiénico?
Hacía que estuvieras totalmente
concentrado en lo que hacías.
Te otorgaba la capacidad de ver
qué impacto, ya fuera positivo o negativo,
tenías en el medio ambiente a diario.
Y así cambié.
Como todo el que realizó el curso,
ahora tenía un filtro permanente.
Ahora miras el mundo de un modo distinto.
Al momento empecé a realizar
pequeños cambios en mi vida.
Vendí mi coche, recorría 22 km
hasta el trabajo en bici,
empecé a elaborar compost,
planté mi primer jardín.
En ambos casos terribles fracasos
en mis primeros intentos.
Mi compost parecía sopa.
Tuve que recorrer un largo camino.
Pero esto nos inspiró
a realizar pequeños cambios
en nuestra vida diaria
y a percatarnos de que esto
sí sumaría con el tiempo.
Además, estaba en una comunidad
en San Francisco
que apoyaba este tipo de mentalidad.
En San Francisco hay un local de perritos
calientes orgánicos llamado "Underdog"
fuera en el barrio de Outer Sunset.
Nunca olvidaré un día que fui allí
y vi a una niña;
una niña que enseñaba a sus padres
a separar sus desperdicios.
Había una zona con tres contenedores.
En Nueva Inglaterra nunca había visto
esta idea de los 3 contenedores.
Había una opción de compost, una
de reciclaje y una de vertedero.
Lo sorprendente de este establecimiento
es que los dueños, Max y Reeza
solo vendían productos compostables.
Y en ese momento yo no entendía
qué significaba eso.
Todos sus utensilios: tenedores,
cuchillos, cucharas,
estaban hechos
de fécula de maíz y patata
y todo lo que vendían era
o reutilizable o compostable
Así que realmente no producían
desperdicios lo que me encantó.
Lo que también era increíble
en San Francisco es que
tenías la opción de dejar tu basura
orgánica junto al bordillo.
Recogían carne, lácteos, huesos
y toda la poda de tu jardín.
Nunca había visto algo así,
y simplemente me dejó alucinado.
Y al final también me hizo decir:
"¿Por qué narices no estamos
haciendo esto en el resto del mundo?"
Es ridículo. Deberíamos
hacerlo en todas partes.
¡Es fantástico!
Cuando volví a casa,
tenía mi filtro encendido.
El primer trabajo que conseguí
fue en una pequeña cafetería local.
Y cuando tienes este filtro,
no ves el mundo igual.
Empecé a ver pequeñas
cosas en la cafetería
que podíamos hacer para reducir
nuestro impacto.
Una cosa de la que nos dimos cuenta
cuando empezamos a fijarnos
en el modo en el que los clientes
interactuaban allí
era que hay un mostrador
al que los clientes
van después de comprar su sándwich.
Y ves cómo la gente, casi como robots,
tiran tenedores, cuchillos, cucharas,
sal y pimienta en una bolsa
y luego salen por la puerta.
Y tú te sientas y dices,
"Dios, cómo me gustaría ver a esa persona
comiéndose el sándwich con una cuchara.
Eso sería algo alucinante.
No tengo ni idea de
por qué cogen todo eso".
Y de lo que te das cuenta
es de que tiene esta costumbre
de hacer cosas automáticamente.
Así que empezamos a cambiar esto, primero
quitando los utensilios de plástico;
colocándolos detrás del mostrador.
Y si los querían podían tenerlos.
No estábamos diciendo:
"No puedes volver a usar esto".
También enseñamos al personal a preguntar
¿Para tomar aquí o para llevar?
Una pregunta muy simple pero importante.
Significa una taza
o un vaso de papel con tapa.
¿De verdad necesitas una bolsa
para llevar tu sándwich
que está ya envuelto por la calle?
No, no lo necesitas.
Así haces pensar a la gente,
y empezamos a reducir el impacto
de la fuente de desperdicio,
es decir, nosotros.
Y también acostumbrar
a los clientes que venían,
a pensar sobre lo que creaban.
Con eso, empezamos a ahorrar
cientos de dólares al mes.
Además, comprábamos al por mayor,
así teníamos menos envoltorios pequeños.
Paramos de tirar litros de leche
como hacía el anterior jefe
porque las porciones
se organizaban correctamente.
Y entonces pude,
porque me fascina
esto de la permacultura,
ir a mi jefe y decirle:
"Oye, estamos ahorrando dinero,
¿podemos probar ahora lo del compost?"
En esa época nadie en Portsmouth
elaboraba compost.
Tan pronto como empezamos,
empezamos a separar
un 90 % o más de nuestros
restos del vertedero.
Esto entre el compost y el reciclaje.
Ahora sacábamos la basura
cada 2 semanas, simple.
Así, con este proceso me percaté de que
había una gran necesidad en la comunidad
de un servicio de recogida de compost.
Así empezamos a elaborar
compost en Mr. Fox.
Empezamos con una camioneta
y un camión de la basura.
Y era un acto de amor, lo explicaré.
Dos tipos, arrastrando bolsas de 13 kg
de compost al maletero de una camioneta.
No tuvimos el ingenio yanqui
de conseguir una carretilla.
Lo hacíamos todo a mano.
Y rápidamente creció.
Actualmente atendemos
más de 100 comercios.
Atendemos 15 escuelas, asilos,
hospitales, restaurantes y cafeterías.
Tenemos varios miles de residentes
con los que trabajamos.
También tenemos proyectos municipales,
en los que los habitantes llevan
los restos de comida al ayuntamiento.
En el lugar de recolección,
lo recolectamos,
y cobramos una pequeña cuota.
Estos municipios
están ahora ahorrando dinero.
La parte más importante, y una de las
razones por las que empecé la compañía,
era el efecto de expansión.
Todos en estos comercios
van diariamente a trabajar,
e inician el proceso.
Y van a ir a casa después del trabajo
o después de clase y decir:
¿Por qué no hacemos esto en casa?
¿Por qué no hacemos esto en el colegio?
Así consigues un efecto dominó
entre los estudiantes
y la gente de los restaurantes
a los que hemos entrenado
que nunca mirarán
al mundo del mismo modo.
Siempre se preguntarán:
"¿por qué no hacemos compost?
Sería lo lógico".
Así es cómo lo hacemos.
Me alegro de que se haya
acabado el invierno
pero eso nos dejó con este vehículo.
Dobla los MPG que tienen
la mayoría de camiones de la basura.
Y es totalmente diésel, nunca
verán que emitan gases negros
por su tubo de escape.
Lo llevamos a nuestro local.
Lo combinamos con una fuente de carbono,
principalmente restos de la poda.
Y lo metemos en una batidora
que hizo una empresa local.
Y luego ocurre la magia.
La mayoría nos preguntará
cómo funciona el compost.
Dicen: "¿añaden un elemento
calorífico externo?
¿Es el Sol?"
No, son los microbios.
Me emociono mucho con esto.
Cuando imparto charlas, decimos: "Son
Pac-Man y señora haciendo su trabajo.
Se van a la ciudad".
Yo fui al colegio del compost.
Sí, existe algo así.
(Risas)
Y lo que me impresionó más
fue un compostador,
tú creas un espacio para propiciar
que crezcan los microbios.
Tras escuchar aquello, me quedé como:
"Bien, ahora entiendo, tiene sentido".
Eres un alquimista.
Necesitas la cantidad adecuada de
carbono; que es la cosa marrón muerta.
La cantidad adecuada de nitrógeno;
que es la cosa verde viva.
La cantidad adecuada de oxígeno,
y la cantidad adecuada de humedad:
como una esponja estrujada.
Al hacer esto creas un ambiente para
que se desarrollen los microbios.
Cuando esos microbios se desarrollan,
crean tal calor en esa caja
que rompen la materia compostable
que viene del maíz.
Son capaces de matar patógenos
y bacterias nocivas
encontradas en carne, lácteos,
huesos y alimentos cocinados;
las cosas que no puedes
compostar en tu jardín.
Realmente no debes,
salvo que quieras un festival
de plagas en tu vecindario.
Este es el aspecto de compost
de 14 supermercados.
Son 12 700 kilos.
Este compost es diferente al que
recolectamos en los restaurantes.
Estos son bonitos.
Y ahora me voy a poner raro,
pero esto se podría comer.
Podrían tomar un melón de ese montón,
abrirlo y comerlo.
Hay un gran problema en este país
con respecto al desperdicio.
Generamos demasiado.
El 40 % de la comida se desperdicia.
¡Es ridículo!
Estos productos son buenos, del mercado,
que quizá no tenían buen aspecto,
o quizá por razones legales
no llega a nuestras bocas.
Tenemos que cambiar esto
La alternativa de los
desechos alimenticios
si no es acabar en una instalación
de compost, es el vertedero.
Un 60 % de los desperdicios
van al vertedero
y emite un 20 % del total
de las emisiones de metano.
El metano es 22 veces
más potente que el CO2.
Les enseño esta foto a los niños,
y les pido que me den una palabra
para describir cómo les hace sentir.
Y escucho: "enfermo",
"asqueado",
"triste",
"derrochador"
e "impotente".
Necesitamos cambiar esto.
Este es el director de mi instituto,
radiante de orgullo.
Es parte de mi recorrido.
Pero este es su compost.
Este es uno de sus momentos "ajá".
Les pongo el filtro,
y les ayudo a plantar
las semillas del cambio,
y juntos, podremos solucionar
este problema.
Muchas gracias.
(Aplausos)