Cuando era pequeño,
había una frase que mi madre
me repetía muy a menudo:
"Sal un poco,
estás siempre pegado al ordenador".
Esta frase
la he escuchado millones de veces.
Y es verdad,
hay que entender a mi madre.
Su hijo estaba ahí,
plantado delante de una pantalla,
durante horas y sin moverse.
No salía. No tomaba el sol.
Ella debía de preocuparse
por mi tasa de vitamina D.
No sé... ¡Es una madre!
Sin embargo, en realidad,
estaba de todo menos aislado.
Estaba conectado a más mundo
de lo que la generación de mis padres
jamás lo había estado.
Creaba los vínculos,
y construía, sin saberlo,
los cimientos de mi propio futuro.
Lo que me lleva ante Uds. hoy.
Mi historia comienza en 1999.
Tengo 13 años y todo lo que recuerdo
es que había un ordenador en casa.
Empecé muy joven.
Sin embargo, con 13 años,
empezaba a aburrirme.
Usaba ese ordenador en todos los sentidos.
Y ahora quiero ir más lejos.
Quiero crear.
Quiero crear programas.
Quiero crear páginas web.
Así que,
mi primer reflejo
fue ir a una librería
y buscar un libro para inciarme
en la creación de páginas web.
Llego a la librería,
y ahí me decepciono,
porque detrás de cada uno
de estos libros estaba escrito:
"Esta obra está destinada a
profesionales de la tecnología digital".
Y para un principiante
como yo, no había nada.
Pero no me paré ahí.
Por suerte.
Y escogí uno de estos libros.
De hecho, mis padres
me lo regalaron por Navidad.
Era el tipo de regalos
que me encantaba recibir.
Y así fue cómo aprendí.
Aprendí a crear páginas web.
Pero cuando leía este libro, tenía
una impresión que volvía a menudo.
Y es que era mucho más difícil
de lo que debería haber sido.
Una vez que leí el libro,
lo primero que hice fue reescribirlo,
de la manera en la que me
habría gustado haber aprendido.
En realidad me volví
un poco esquizofrénico.
Me decía: "Toma Matthieu,
esto es lo que tienes que saber.
Empieza con esto, luego haz esto,
si parece complicado
y te lleva mucho tiempo,
no te preocupes, ya te saldrá".
Subí este curso en línea
de manera gratuita, para todos.
Y así, en 1999, nació la Página del Cero.
Era una página abierta a todos.
Al principio evidentemente no había nadie,
solo unos amigos y yo,
que se lo dijeron a sus amigos,
que se lo dijeron a sus amigos.
Y 17 años más tarde, hoy en día,
la página sigue abierta.
Nunca la he dejado.
Por supuesto, le cambié el nombre,
ahora es "Openclassrooms",
y tiene más de 1000 cursos en línea
hechos por una comunidad de aficionados.
Cada mes, más de tres millones
de personas de todo el mundo
viene a esta página para formarse.
Tres millones es mucho.
Y cuando conozco a la gente
que ha visitado la página,
lo que me dice, en general,
es, obviamente, que eso les
ha ayudado a aprender, comprender,
pero también a encontrar trabajo,
incluso, para algunos,
un objetivo en la vida.
Nos cuesta imaginar el impacto
que esto ha podido tener
en la vida de todas estas personas.
Así que les voy a contar
una pequeña anécdota
que me ocurrió hace unos años.
Estaba haciendo las compras
de Navidad, el día de nochebuena,
en el último minuto como siempre,
y ahí me reconoció un joven por la calle.
Se acerca a mí y me dice:
"Muchísimas gracias, es genial,
lo he aprendido todo
gracias a Ud., es genial.
Gracias, gracias, muchas gracias".
Y yo respondí: "Bah, de nada, ¡me alegro!"
Y entonces me dijo:
"No se vaya, voy a darle una cosa.
Enseguida vuelvo, no se vaya".
Así que lo esperé unos minutos,
y efectivamente, el joven había venido
desde África a estudiar en Francia.
Había aprendido en la página web,
y esto le permitió venir a Francia.
También era repartidor
de sushi en su tiempo libre.
Y así fue cómo me ofreció
dos bolsas grandes de sushi,
en nochebuena.
Y es por eso que con mi familia,
aquel año comimos sushi en Navidad.
(Risas)
Tengo mucha suerte,
porque descubrí pronto
lo que me gustaba hacer.
Me encanta enseñar.
Sin embargo, incluso hoy en día,
cuando digo que enseño
y que enseño en línea,
la gente me mira raro.
Porque, para la gente,
enseñar es algo serio.
Eso se da
en una clase
con un profesor, que tiene
el saber, en un estrado,
y que difunde su conocimiento
a un conjunto de alumnos
que toman obedientemente notas.
Así es cómo se enseña hoy en día.
Y también es cómo se enseñaba
hace más de 200 años.
Esto es el Conservatorio de
Artes y Oficios hace 200 años,
lo que demuestra que
no hay mucha diferencia
en comparación a las clases de hoy en día.
Sin embargo, las cosas han cambiado.
El mundo ha cambiado.
La tecnología está
en todas partes hoy en día.
Pero no en las clases.
Y, sinceramente, cuando llega,
a veces es peor.
Se reparten pizarras
digitales interactivas o iPads
a los alumnos,
y se les dice: "¡Tomen! ¡Aprendan!.
Gracias a eso
serán más inteligentes".
Pero no funciona así.
No funciona así.
La tecnología es solo una herramienta.
Es la pizarra, es la tiza.
La tecnología es
formidable y peligrosa a la vez.
Igual que antes, controlar del fuego
era formidable y peligroso a la vez.
Todo depende del uso que se le dé.
Actualmente,
considero que estamos en la prehistoria
de la tecnología en la educación.
Cuando la gente va a aprender en línea,
piensan al principio
que van a ver vídeos en YouTube en bucle.
Y es cierto, una parte de la pedagogía
en línea se basa en esto.
Hay gente que mira vídeos y aprende.
Pero los que se hayan formado
recientemente en línea,
saben que esto va mucho más lejos.
No solo se pueden apuntar
a un curso de formación
completo,
que les dará un empleo,
sino que además, hoy en día
están reconocidos
por el Estado y las empresas,
y les darán diplomas
estrictamente equivalentes
a los de la formación clásica.
Además de eso,
estarán continuamente
acompañados por un mentor.
¿Quién es el mentor?
Es un experto del sector, un profesional,
y en muchos aspectos,
es también psicólogo.
Es la persona a la que verán
por videoconferencia,
una vez a la semana,
en privado.
La primera vez les preguntará:
"Hola, ¿quién eres?
¿A qué te dedicas?
¿Cuál es tu objetivo para la formación?"
Después intentará averiguar su nivel.
Y después les dará objetivos,
como: "Lee esta lección
para la semana que viene
e intenta hacer este ejercicio".
Y durante esa semana, Uds. van a trabajar,
e intentar hacer lo que les han pedido.
Si tienen problemas, se comunicarán
con otros alumnos en los foros y chats,
hasta que consigan hacer el ejercicio.
Y al cabo de una semana
volverán a ver a su mentor
por videoconferencia,
y evaluará su trabajo.
"Bueno, ¿cómo ha ido?"
Y a partir de ahí, hay dos posibilidades.
O que hayan conseguido hacerlo todo
sin problema y el mentor se dé cuenta
y diga: "Genial, podemos acelerar
para no perder tiempo, avancemos".
O que, si han tenido problemas,
el mentor tome más tiempo
para volver a explicárselo,
o les dará ejercicios más sencillos
para que puedan solidificar sus bases.
Eso se llama "adaptive learning".
Lo más formidable del mentorado,
es que se están derribando
muchas barreras:
barreras geográficas, evidentemente,
porque aquí un francés
puede ser mentor de un suizo,
un suizo de un marroquí
y un marroquí de un canadiense.
Pero también las barreras de la edad
se están derrumbando.
Miren la diversidad
de los alumnos que vienen a formarse.
Entre ellos, miren por ejemplo
a Karim, mentor de Florentin,
padre de dos niños,
que se ha pasado al desarrollo web.
O Stéphane, de 51 años,
que es también profesor de ingeniería
y mentor de Justine,
de formación agrónoma,
que se ha pasado
a la gestión de proyectos,
Y esto funciona.
En seis meses, Jean, que estaba
a punto de ser despedido por PSA,
ha conseguido recuperarse
y crear su propia compañía de desarrollo
de aplicaciones para el móvil.
Sin embargo,
a pesar de todo este lado
aparentemente milagroso,
no hemos inventado nada.
En los años 80,
un famoso investigador en educación,
Benjamin Bloom, descubrió
una técnica de formación
extremadamente eficaz,
la más eficaz que pudo encontrar
hasta el día de hoy,
Y combina dos técnicas.
Una técnica de "Mastery Learning"
en la que el alumno
no pasa al siguiente nivel
hasta que haya dominado el nivel inferior,
algo que parece evidente pero
que no siempre pasa en las clases,
y una técnica de mentorado privado.
Al combinar estas dos técnicas,
Benjamin vio
resultados totalmente impresionantes.
Mientras que en una clase
las notas de los alumnos están
normalmente repartidas así,
combinando estas dos técnicas,
Benjamin observó que
las notas se repartían así.
Por término medio, un alumno era mejor
que el 98% de los alumnos
en una clase clásica.
el 98% es mucho.
Ya sé lo que piensan.
"Sí, está muy bien, pero es
demasiado bueno para ser verdad.
Aquí hay gato encerrado".
Y tienen razón, hay gato encerrado.
Y es que el mentorado privado es caro.
En los años 80, Benjamin Bloom
se puso en un aprieto
porque dijo:
"El mentorado privado es genial
pero es demasiado caro.
Tengo que encontrar
otra solución igual de eficaz".
Y esto se ha convertido en un problema
en educación: "Bloom's 2 Sigma Problem",
que jamás ha podido ser resuelto.
Jamás, salvo hoy en día,
gracias a las tecnologías,
un alumno y su mentor se pueden relacionar
más rápida y eficazmente,
de manera menos cara.
Lo que hay que comprender
es que, por sí sola, la tecnología
no habría solucionado nada.
Al combinar una buena destreza pedagógica
y una buena destreza tecnológica,
las posibilidades se disparan.
Algunos dirán que puedo ser utópico.
Sin embargo, yo vivo
esta realidad todos los días.
Cada vez más alumnos se forman así.
Para mí, son los precursores
que viven la educación del mañana.
Son las personas que me inspiran,
que me preguntan cosas como
Roli, uno de nuestros
estudiantes de Gabón,
que un día me preguntó:
"¿Sería posible relacionarme
con otros alumnos
de la misma región que yo?"
Y eso me hizo reflexionar.
Me dije: "Sería fantástico que,
gracias a la tecnología,
Roli pudiera conocer a su vecino,
con el que tal vez no haya hablado nunca,
con el que va a encontrar
intereses en común
y con el que se podrá
comunicar y aprender".
Me gustaría comprometerme con Uds. hoy.
Mi compromiso,
es que la tecnología nunca más
sea vista como un obstáculo,
como algo confuso
de lo que hay que deshacerse,
sino como algo simplificador.
¿Y si, en el fondo, este fuera
el objetivo de la tecnología?
Reconectar a los individuos para
poder desaparecer por completo al final.
Gracias.
(Aplausos)