¿Y si les dijera que el tiempo tiene raza,
en la manera contemporánea en que
entendemos el concepto de raza en EE.UU.?
Por lo general, hablamos de raza
en términos de blanco y negro.
En las comunidades afroestadounidenses
de las que yo provengo,
tenemos una broma multigeneracional
sobre lo que llamamos "tiempo de GC"
o "tiempo de la gente de color".
Ahora, ya no nos referimos a los
afroestadounidenses como "de color",
pero perdura esta broma antigua
sobre nuestra demora perpetua
para llegar a la iglesia,
a los picnics, a los eventos familiares,
e incluso a nuestros propios funerales.
En lo personal, soy una purista
de la puntualidad.
Soy casi como mi madre,
que de pequeña me decía:
"No seremos de esas personas
de raza negra".
Por lo que solíamos llegar a los eventos
con 30 minutos de antelación.
Pero hoy, quiero hablar más
sobre la naturaleza política del tiempo,
porque si el tiempo tuviera una raza,
sería blanca.
A la gente blanca le pertenece el tiempo.
Lo sé, lo sé.
Hacer tales declaraciones "incendiarias"
nos hace sentir incómodos:
¿No hemos superado el punto de
la raza como algo importante?
¿No es la raza un concepto cruel?
¿No deberíamos avanzar con nuestro
ser ilustrado y progresista
y relegar conceptos inútiles como raza
a los cubos de basura de la historia?
¿Cómo superar el racismo
si seguimos hablando de raza?
Tal vez deberíamos encerrar los conceptos
de raza en una cápsula del tiempo,
enterrarlos y desenterrarlos en mil años,
mirarlos con la claridad más ilustrada,
versiones sin raza de nosotros mismos
que pertenecen al futuro.
Pero verán allí,
que el deseo de mitigar el impacto
de la raza y el racismo se manifiesta
en la forma en que tratamos
de manejar el tiempo,
en la forma de narrar la historia,
en la forma en que tratamos de empujar
las verdades negativas del presente
al pasado,
en la forma en que tratamos de argumentar
que el futuro que esperamos
es el presente en el que vivimos hoy.
Obama se convirtió en presidente
de EE.UU. en 2008,
muchos estadounidenses declararon
que estábamos en la época postracial.
Pertenezco a la academia,
donde estamos enamorados de lo post-todo.
Somos postmodernos, postestructuralistas,
postfeministas.
"Post" se ha convertido
en un simple apéndice académico
que aplicamos a una serie de términos
para marcar el camino donde estábamos.
Pero prefijos solos no tienen el poder
de convertir la raza y el racismo
en algo del pasado.
EE.UU. nunca fue "preracial".
Por eso, pretender ser postracial cuando
todavía tenemos que lidiar con el impacto
de la raza en los negros,
latinos o los indígenas
es ingenuo.
Justo en el momento en que
nos preparamos para celebrar
nuestro futuro postracial,
nuestras condiciones políticas
se volvieron las más raciales
de los últimos 50 años.
Hoy quiero presentar tres observaciones
sobre el pasado, el presente
y el futuro del tiempo,
en relación a la lucha contra
el racismo y la dominación blanca.
En primer lugar: el pasado.
El tiempo tiene una historia,
y también la tienen los negros.
Pero tratamos el tiempo
como si fuera atemporal,
como si siempre hubiera sido así,
como si no tuviera una historia política
ligada a la expoliación
de las tierras indígenas,
al genocidio de los indígenas
y al robo a los africanos
de su tierra natal.
Cuando hombres filósofos blancos europeos
pensaron en conceptualizar el tiempo
y la historia, se oyó una célebre frase:
"[África] no es parte histórica del mundo".
Lo que en esencia significa
que los africanos eran
personas fuera de la historia
que no habían tenido
ningún impacto en el tiempo
o en el desarrollo del progreso.
Esta idea, que los negros no han tenido
impacto alguno en la historia,
es una de las ideas fundamentales
de la supremacía blanca.
Razón para que Carter G. Woodson creara
la "Semana Negra de la Historia" en 1926.
Es la razón por la que seguimos
celebrando el Mes de Historia Negra
en EE.UU. cada mes de febrero.
También vemos que esta idea
de que los negros son gente
fuera de los límites del tiempo
está anclada en el pasado,
en un escenario en el que,
por mucho que yo haga ahora,
un negro se levanta e insiste en que
el racismo sigue siendo importante,
y una persona, generalmente blanca,
le dice:
"¿Por qué estás anclado en el pasado?
¿Por qué no lo puedes superar?
Tenemos un presidente negro.
Estamos más allá de todo eso".
William Faulkner dijo la famosa frase:
"El pasado nunca está muerto.
Ni siquiera es pasado".
Pero mi buen amigo,
el profesor Kristie Dotson dice:
"Nuestra memoria es más larga
que nuestra vida".
Llevamos encima, todos nosotros,
esperanzas y sueños,
familiares y comunales.
No nos damos el lujo
de dejar atrás el pasado.
Pero a veces,
nuestras condiciones políticas
son tan preocupantes
que no sabemos si estamos
viviendo en el pasado
o en el presente.
Pongamos como ejemplo,
cuando los manifestantes
de las Vidas Negras importan
salieron a protestar por los homicidios
injustos de ciudadanos negros
a manos de la policía.
Las imágenes de la protesta
parece que podrían ser de hace 50 años.
El pasado no nos deja seguir.
Pero aún así, proseguiremos
nuestro camino hacia el presente.
En la actualidad, argumentaría
que las luchas raciales
que estamos viviendo
son los enfrentamientos
con el tiempo y el espacio.
¿Qué quiero decir?
Bueno, ya he dicho que a los blancos
les pertenece el tiempo.
Tienen el poder de dictar
el ritmo de la jornada laboral.
Dictan cuánto dinero
vale nuestro tiempo en realidad.
Y el profesor George Lipsitz dice
que los blancos, incluso dictan
el ritmo de la inclusión social.
Dictan el tiempo que llevará en realidad
a los grupos minoritarios obtener los
derechos por los que han venido luchando.
Déjenme rebobinar el pasado
rápidamente y poner un ejemplo.
Si se piensa en el movimiento
de derechos civiles
y los gritos de sus líderes
de "Libertad Ahora",
desafiaban la lentitud blanca
para la inclusión social.
Para 1965, el año en que se aprobó
la Ley de Derecho al Voto,
habían pasado 100 años
entre el final de la Guerra Civil
y la concesión del derecho al voto
en las comunidades afroestadounidenses.
A pesar de la urgencia de una guerra,
todavía pasaron 100 años hasta
producirse la integración social real.
Desde 2012,
legislaturas de estados conservadores
de EE.UU. han intensificado los intentos
por hacer retroceder los derechos
del voto afroestadounidense
aprobando leyes restrictivas
de identificación de votantes
y reduciendo las oportunidades
de votación anticipada.
En julio, un tribunal federal anuló
la ley de identificación de votantes
de Carolina del Norte diciendo
que "apunta a afroestadounidenses
con precisión quirúrgica".
La restricción de la inclusión
afroestadounidense en el cuerpo político
es una forma primaria que intenta
gestionar y controlar a las personas
mediante la gestión
y el control del tiempo.
Sin embargo, otro lugar donde vemos
esos enfrentamientos espacio-temporales
es en ciudades de gentrificación
como Atlanta, Brooklyn,
Filadelfia, Nueva Orleans
y Washington, DC.
Lugares que han tenido poblaciones negras
durante generaciones.
Pero ahora, en nombre de
la renovación urbana y el progreso,
estas comunidades
son empujadas a salir de ahí,
en pos de llevarlos al siglo XXI.
El profesor Sharon Holland preguntó:
¿Qué pasa cuando una persona
que existe en el tiempo
se encuentra con alguien
que solo ocupa espacio?
Estas luchas raciales
son batallas entre los que se perciben
como usurpadores de espacio
y los que son percibidos
como hacedores del mundo.
Quienes controlan el flujo
y el trascurso de la historia
son considerados hacedores del mundo
que poseen y gestionan el tiempo.
En otras palabras: los blancos.
Cuando Hegel dijo la famosa frase de que
África no era un continente histórico,
dio a entender que no era más
que una masa de tierra voluminosa
que ocupaba espacio
en la parte inferior del globo.
Los africanos eran usurpadores de espacio.
Hoy los blancos siguen controlando
el flujo y el transcurso de la historia,
mientras que muy a menudo
nos tratan a las personas negras
como si fuéramos usurpadores de espacio
a los que no tenemos derecho.
El tiempo y la marcha del progreso
se usa para justificar
un impresionante grado de violencia
hacia las poblaciones más vulnerables,
percibidas como usurpadoras de espacio
y no como hacedoras del mundo,
son trasladadas
fuera de los lugares donde viven,
en pos de llevarlos al siglo XXI.
La reducción de la esperanza de vida
en función del código postal es solo
un ejemplo de las formas que el tiempo
y el espacio confluyen de manera injusta
en la vida de las personas de raza negra.
Los niños que nacen en Nueva Orleans
con código postal 70124,
donde hay un 93 % de blancos,
tienen una esperanza de vida
en más de 25 años superior
a los niños nacidos en Nueva Orleans
con código postal 70112,
donde hay un 60 % de negros.
Los niños nacidos en Washington DC,
en los suburbios ricos de Maryland,
tienen una esperanza de vida
de un total de 20 años más
que los niños nacidos
en los barrios del centro.
Ta-Nehisi Coates dice que
"La característica definitoria
de ser confinado en la raza negra
es el ineludible robo de tiempo".
Experimentamos discriminación de tiempo,
nos cuenta,
no solo estructural,
sino en lo más personal:
en momentos perdidos de alegría,
en momentos perdidos de conexión,
en calidad de tiempo perdida
con los seres queridos
y pérdida de años
de calidad de vida saludable.
En el futuro ¿ven a la gente negra?
¿Las personas negras tienen un futuro?
¿Qué pasaría si Uds. pertenecieran
a la misma raza de personas
que siempre ha confrontado con el tiempo?
¿Y si pertenecieran a un grupo para
el que nunca se imaginó un futuro?
Estos choques de tiempo-espacio,
entre los manifestantes y la policía,
entre gentrificadores y residentes,
no presentan un cuadro muy bonito
de lo que EE.UU. espera
para el futuro de la gente negra.
Si el presente es un indicador,
nuestros hijos contarán
con menos nivel de educación,
las enfermedades van a pasar factura
y la vivienda seguirá siendo inasequible.
Así que, si estamos realmente
dispuestos a hablar sobre el futuro,
tal vez deberíamos empezar por admitir
que estamos fuera del tiempo.
Nosotros, los negros siempre
hemos estado fuera del tiempo.
El tiempo no nos pertenece.
Nuestras vidas son
vidas de urgencia perpetua.
El tiempo se utiliza para desplazarnos
o por el contrario,
se nos insta a la complacencia
a través de exhortaciones sin fin
a que seamos pacientes.
Pero si el pasado es prólogo,
aprovechemos las formas donde siempre
estamos fuera del tiempo de todos modos
para exigir con urgencia
libertad ahora.
Creo que el futuro es
lo que hacemos de él.
Pero primero, tenemos que decidir
que el tiempo es de todos.
No, no todos tenemos el mismo tiempo,
pero podemos decidir que el tiempo
que obtenemos es justo y libre.
Podemos dejar de hacer del código postal
el principal determinante
de nuestra vida.
Podemos acabar con el robo de tiempo
de aprendizaje de los niños negros
debido al uso excesivo de
suspensiones y expulsiones.
Podemos dejar de robar
el tiempo de la gente negra
debido a largos períodos de
cárcel por delitos no violentos.
La policía puede dejar de robar
el tiempo y las vidas de los negros
mediante el uso de fuerza excesiva.
Creo que el futuro
es lo que hacemos de él.
Pero no podemos llegar allí gracias
al tiempo de la gente de color
o al tiempo blanco
o a su tiempo
o incluso a mi tiempo.
Es nuestro tiempo.
El nuestro.
Gracias.
(Aplausos)