(Música) (Aplausos) Trevor Copp: Cuando se emitió "Bailando con las estrellas", no tenía ese aspecto. (Risas) Jeff y yo éramos instructores de baile de salón a tiempo completo durante el resurgimiento del éxito del baile de salón en la TV, y esto fue increíble. O sea, un día decíamos "foxtrot", y era como decir zorro -fox- que trota -trot- (Risas) Y al día siguiente nos contaban los detalles de un buen paso de plumas. Eso nos alucinó. Es decir, todo lo que siempre habíamos hecho los nerds del baile de salón, por qué la salsa era diferente de la rumba competitiva, y por qué el tango se mueve diferente al vals, todo eso tomó estado público, y lo cambió todo. Pero en paralelo a este entusiasmo, entusiasmo de que de repente, de alguna manera, éramos cool, (Risas) estaba también esta reserva. ¿Por qué esto y por qué ahora? Jeff Fox: Cuando Trevor y yo nos juntábamos para seminarios de formación o simplemente por diversión, nos sacudíamos, nos mezclábamos, descansábamos de tener que guiar todo el tiempo. Incluso encontramos un sistema para cambiar de guía y acompañante mientras bailábamos, como forma de turnarnos y jugar limpio. No fue hasta usar ese sistema como parte de una actuación en un pequeño festival que recibimos un espaldarazo importante. Lisa O'Connell, dramaturga y directora de un centro de dramaturgia, nos llevó a un lado después del espectáculo y dijo: "¿Tienen idea de lo político que fue eso?" (Risas) Y así nació una colaboración de ocho años de crear una obra que no solo desarrolló nuestro sistema de conmutación sino que también exploró el impacto de estar encerrado en un único rol, y lo que es peor, ser definido por ese simple rol. TC: Porque, claro, el baile latino clásico y el de salón no es solo un sistema de baile; es una forma de pensar, de ser, de relacionarse entre sí que captó los valores de toda una época. Sin embargo, hay algo que se mantuvo consistente: el hombre guía y la mujer acompaña. Salsa urbana, campeonato de tango, es todo lo mismo... él guía, ella acompaña. Era formación de género. Uno no solo aprendía a bailar, aprendía a ser "hombre" y "mujer". Es una reliquia. Y como toda reliquia, no se la desecha, pero hay que saber que es el pasado. No es el presente. Es como Shakespeare: lo respetamos, lo revivimos, ¡genial! Pero sabemos que es historia. No representa lo que pensamos hoy. Por eso nos preguntamos: Si lo analizamos, ¿cuál es el quid de la pareja de baile? JF: Bueno, el principio básico de la pareja de baile es que una persona guía, y la otra acompaña. La máquina funciona igual, sin importar quién juega qué papel. A la física del movimiento en realidad no le importa el género. (Risas) Así que si íbamos a actualizar la forma existente, tendríamos que hacerla más representativa de cómo interactuamos aquí ahora, en 2015. Cuando vemos el salón de baile, no vemos solo lo que hay allí. Vemos lo que no hay. La pareja es siempre un hombre y una mujer. Juntos. Solamente. Siempre. Las parejas del mismo sexo y los inconformistas de género, desaparecen. En la mayoría de las competencias de baile de salón internacionales, rara vez se reconoce a las parejas del mismo sexo y, en muchos casos, las reglas las prohíben por completo. TC: Prueben esto, Google-imagen, "profesional del baile latino" y luego busquen una persona latina real. (Risas) Estarán días buscando. Verán páginas y páginas de parejas rusas blancas, heterosexuales, bronceadas a punto caoba. (Risas) No hay negros, no hay asiáticos, no hay parejas interraciales, básicamente, desapareció la gente que no es blanca. Incluso en el paradigma pareja solo-blanca-heterosexual ella no más alta, él no más bajo. Ella no más audaz, él no más suave. Si tradujéramos un baile de salón en una conversación y colocáramos eso en una película, nosotros, como cultura, nunca permitiríamos esto. Él dicta, ella reacciona. Ninguna relación -- homosexual, heterosexual o cualquiera -- que consideraríamos remotamente saludable o funcional tendría ese aspecto y, sin embargo, lo ponemos en horario central, lo maquillamos un poco, le ponemos brillo, lo ponemos allí como movimiento, no como texto y nosotros, como cultura, sintonizamos y aplaudimos. Aplaudimos nuestra propia ausencia. Hay demasiadas personas que han desaparecido del baile en pareja. (Música) (Aplausos) JF: Ahora, acaban de ver dos hombres bailando juntos. (Risas) Y pensaron que tenía un aspecto un poco extraño. Interesante -- atractivo, incluso -- pero un poquito extraño. Incluso los seguidores ávidos del circuito de baile de salón del mismo sexo dan fe, si bien el baile de pareja del mismo sexo puede ser dinámico, fuerte y emocionante, no parece encajar del todo. Estéticamente hablando, si Alida y yo hacemos el clásico abrazo del baile de salón, se considera hermoso. (Risas) Pero ¿por qué no esto? (Risas) Vean, la imagen estándar de que el líder debe ser más grande y masculino y la acompañante más pequeña y femenina, es un punto de tropiezo. TC: Así que queríamos ver esto desde un ángulo totalmente diferente. Entonces, ¿qué tal si manteníamos la idea de guiar y acompañar pero desechábamos la idea de relacionarlo con el género? Además, ¿qué tal si una pareja pudiera liderar y acompañar y luego alternar? ¿Y luego cambiar otra vez? ¿Qué tal si pudiera ser como una conversación, escuchando y hablando por turnos, como hacemos en la vida? ¿Y si pudiéramos bailar así? Lo llamamos "Baile de Guía Líquida". JF: Probemos esto con un baile latino, la salsa. En la salsa, hay un paso de transición clave, llamado "dile que no". Lo usamos como puntuación para romper la improvisación. Puede ser un poco difícil de detectar si uno no está acostumbrado a buscarlo, así que aquí está. Una vez más para los asientos baratos. (Risas) Y aquí está la acción una vez más, agradable y lenta. Ahora bien, si aplicamos guía líquida a este paso de transición, el dile que no se vuelve un punto en el que la guía y el acompañamiento se intercambian. La persona que acompaña puede elegir guiar, o la persona que guía puede dejar de hacerlo, y en esencia hacer un contra dile que no. Así es en cámara lenta. Y así es cuando bailamos en el baile de apertura. Con este simple cambio, el baile pasa de ser un dictado a una negociación. Cualquiera puede guiar. Cualquiera puede acompañar. Y, más importante, uno puede cambiar de opinión. Es solo un ejemplo de cómo se aplica esto, pero una vez que se encienden las luces, todo puede suceder. TC: Veamos cómo podríamos aplicar la guía líquida a un vals clásico. Porque, claro, no es solo un sistema de cambio de guía; es una forma de pensar que puede hacer más eficiente al propio baile. Entonces, el vals. El vals es un baile de giros. Esto significa que la guía, que pasa la mitad del baile viajando hacia atrás, está completamente a ciegas. Y dada la posición de quien acompaña, básicamente, nadie puede ver hacia dónde va. (Risas) Por lo que estamos aquí en el suelo, y luego imaginen que viene hacia uno. JF: ¡Raaaaaah! (Risas) TC: En realidad, se producen muchos accidentes como resultado de este punto ciego. Pero ¿y si las parejas permitieran cambiar de postura solo un momento? Podrían evitarse muchos accidentes. Incluso si una persona guiara el baile pero permitiera este cambio, sería mucho más seguro y, al mismo tiempo, ofrecería una nueva estética al vals. Porque a la física en realidad no le importa el género. (Risas) JF: Hemos bailado guía líquida en clubes, centros de convenciones y como parte de "First Dance" la obra que creamos con Lisa, en escenarios de América del Norte y Europa. Y nunca deja de atraer. Digo, más allá de lo inusual de ver dos hombres que bailan juntos, siempre evoca y atrae. Pero ¿por qué? El secreto está en lo que hizo a Lisa ver nuestra demostración inicial como "política". No era solo que estábamos cambiando entre guiar y acompañar; sino que manteníamos la consistencia en nuestra presencia y personalidad y en el poder, sin importar qué rol estábamos desempeñando. Seguíamos siendo nosotros. Y ahí radica la verdadera libertad... no solo la libertad de cambiar de rol, sino la libertad de ser definido por el rol que se está jugando, la libertad de seguir siendo siempre fiel a uno mismo. Olviden cómo se supone que debe ser quien guía o acompaña. Sea un acompañante masculino o una guía femenina, sean Uds. mismos. Obviamente, esto se aplica a la pista de baile también, pero en el suelo, nos da la oportunidad perfecta para actualizar un viejo paradigma, revitalizar una antigua reliquia, y hacerla más representativa de nuestra época y de nuestra manera de ser. TC: Jeff y yo bailamos en pareja todo el tiempo con mujeres y hombres y nos encanta. Pero bailamos con una conciencia de que esta es una forma histórica que puede producir el silencio y la invisibilidad en todo el espectro de identidad que hoy disfrutamos. Inventamos la guía líquida como una forma de quitarnos todas las ideas que no nos pertenecen y de llevar el baile de pareja a lo que en realidad siempre fue: el fino arte de cuidar el uno del otro. (Música) (Aplausos)