Estaba sentada con mis chicas,
y Joy dijo:
"Maldición, ojalá me dejara en paz.
Mi papá, me llama todo el tiempo".
"Tienes suerte de que te llame",
dijo Jasmine.
"Yo no sé nada del mío
desde hace años".
En ese momento supe que las chicas
necesitaban un modo
de conectarse con sus padres.
En Camp Diva, mi organización
sin fines de lucro,
tenemos este tipo de conversaciones
todo el tiempo
como una manera de ayudar
a las chicas afrodescendientes
a prepararse para la edad adulta.
Estas chicas solo necesitaban
un modo de invitar a sus padres
a entrar en sus vidas
en sus propios términos.
Así que le pregunté a las chicas:
"¿Cómo podemos ayudar a otras chicas
a establecer relaciones sanas con sus padres?"
"Organicemos un baile",
gritó una de ellas,
y todas las demás
rápidamente la apoyaron.
Comenzaron a imaginarse la decoración,
las invitaciones, los vestidos
que iban a usar,
y lo que podían y no podían
ponerse sus padres. (Risas)
En un abrir y cerrar
de ojos ya estaba todo listo,
pero aunque hubiera podido frenarlas,
no lo habría hecho,
porque una cosa que he aprendido
en más de una década
de trabajar con chicas,
es que ya saben lo que necesitan.
La sabiduría vive dentro de ellas.
Mientras tengan infraestructura,
tutoría y recursos,
pueden construir lo que necesitan,
no solo para sobrevivir,
sino para prosperar.
Así que organizamos un baile,
y las chicas y sus padres
asistieron en cantidad.
Todos iban muy bien vestidos.
Se portaron muy bien.
(Risas)
Estaban atontados.
Realmente disfrutaron
la compañía mutua.
Fue un gran éxito.
Y las chicas decidieron
convertirlo en un evento anual.
Cuando pasaron las estaciones
y llegó el momento de organizar
de nuevo el baile,
intervino una chica llamada Brianna
y dijo:
"Mi papá no puede venir al baile
y todo esto me pone triste".
"¿Por qué no?", preguntaron las chicas.
"Porque está en la cárcel",
respondió valientemente.
"Bueno, ¿no puede salir por un día?",
preguntó una de las chicas. (Risas)
"¿Para que venga encadenado?
Eso es peor que no tenerlo aquí".
En ese momento, vi la oportunidad
para que las chicas se pusieran
a la altura de la situación
y se convirtieran
en sus propias heroínas.
Así que pregunté: "¿Qué creen
que deberíamos hacer al respecto?
Queremos que todas puedan
ir al baile, ¿verdad?"
Las chicas pensaron por un momento,
y una de ellas sugirió:
"¿Por qué no hacemos
el baile en la cárcel?"
La mayoría puso en duda
esa posibilidad,
y dijo: "¿Estás loca?
¿Quién le va a permitir
a un montón de muchachitas
bien vestidas..." (Risas)
"... entrar a la cárcel y bailar
con sus papás vestidos de Bob Esponja?"
Porque es así que le dicen
al uniforme de presidiario.
Yo dije: "Bien, bien, chicas,
si no preguntan nunca lo sabrán".
Así que escribimos una carta
al comisario de la ciudad de Richmond,
firmada por todas las chicas,
y tengo que decir que se trata
de un comisario muy especial.
De inmediato me contactó y dijo:
siempre que haya una oportunidad
para unir a las familias,
las puertas están siempre abiertas.
Porque de una cosa estaba convencido,
y era que cuando un padre
está conectado a sus hijos,
tiene menos probabilidad
de volver a la cárcel.
Por lo tanto,
16 reclusos y 18 chicas
fueron invitados.
Las chicas fueron vestidas
con sus mejores galas,
y los padres cambiaron
sus trajes amarillos y azules
con camisa y corbata.
Se abrazaron.
Disfrutaron de una comida
con pollo y pescado.
Se rieron juntos.
Fue hermoso.
Padres e hijas tuvieron incluso
la oportunidad de tener un contacto físico,
algo que muchos de ellos no habían tenido
durante mucho tiempo.
Los padres estaban
en un espacio donde podían
dejar jugar a sus hijas,
sacarlas de sus sillas
e invitarlas a bailar.
Hasta los guardias lloraron.
Pero después del baile,
todos teníamos claro
que papá seguiría en la cárcel.
Por lo tanto, teníamos
que crear algo
que pudieran llevar consigo.
Así que trajimos mini videocámaras,
e hicimos que miraran a la cámara
y simplemente se entrevistaran entre sí
—sus mensajes, sus pensamientos—.
Esto iba a ser usado como una referencia
para que cuando empezaran a echarse de menos
y a sentirse desconectados,
pudieran reconectarse
a través de esta imagen.
Nunca olvidaré una chica
que miró a los ojos de su padre
con la cámara y dijo:
"Papá, cuando me miras, ¿qué ves?"
Porque nuestros padres son los espejos
en los que nos vemos
cuando decidimos qué tipo
de hombre nos merecemos,
y cómo nos ven ellos el resto
de nuestras vidas.
Lo sé muy bien
porque yo fui una de las afortunadas.
Yo he tenido...
... mi padre en mi vida siempre.
Incluso está hoy aquí.
(Aplausos)
Y es por eso que es tan especial para mí
asegurarme de que estas chicas
estén conectadas con sus padres,
especialmente las que están separadas
por alambre de púas
y puertas de metal.
Hemos creado una forma
para que las chicas que tienen
serias dudas en su corazón
puedan preguntárselas a sus padres
y que ellos tengan
la libertad de responder.
Porque sabemos que los padres
aún tienen este pensamiento:
¿Qué clase de mujer estoy preparando
para poner en el mundo?
El hecho de que un padre esté encerrado
no quiere decir que deba ser excluido
de la vida de su hija.
(Aplausos)