Elegí una profesión que me permite ir donde Uds. no pueden ir. Soy fotorreportera. Mi trabajo también consiste en hacerles ver lo que a veces no quieren ver. Paradójicamente, mi trabajo consiste en hacerles ver el gris. Para mí todo empezó en Afganistán en 2004. Al llegar tenía prejuicios, la cabeza llena de ideas preconcebidas, y, sinceramente, me iba muy bien. El año siguiente estuve en un atentado suicida. Salí indemne de milagro pero la realidad me abofeteó en plena cara. En 2006, embarqué con los soldados estadounidenses. No los conocía pero no podía verlos, los odiaba. Para mí eran unos brutos que maltrataban a los afganos. Y luego, atrapados juntos, esperamos. Esperamos hasta que suceda algo, y por fuerza, empiezo a encontrarlos simpáticos, graciosos, y hasta empiezo a encariñarme con ellos. Pero una noche, Mike, con apenas 19 años, se ríe a carcajadas y me cuenta: "Un día lancé un misil a un chico. Pensaba que era un talibán. Se transformó en una antorcha viva y corrió como un pollo loco". Todos se desternillan de risa. A mí no me hace reír, pero entiendo que por fuerza la guerra deshumaniza al enemigo y que el de delante ya no es nada. Sin embargo, a este de delante lo conocí. Junto con Eric de la Varenne y Claire Billet, fuimos los primeros occidentales que conocieron a los talibanes. Claire y yo tuvimos que ponernos nuestro burka. Yo, para superar la visión cuadriculada, tengo un pequeño truco divertido. Pongo el iPod a tope con "Like a Virgin" de Madonna. Es mi pequeña revancha. Después de un largo camino recorrido en silencio y con un calor asfixiante, aquí están por fin, son ellos. Los jóvenes combatientes se precipitan hacia nosotros y nos acogen con pasteles y zumos de fruta, y luego se ponen a hacerse selfies con nosotros riéndose. Nos sacan su pequeño repertorio de inglés, terminamos todos relajándonos y luego, de repente, (Música) el tono de llamada de uno de sus móviles. (Risas) ¿Eran ellos, los talibanes? Entonces, de hecho, me chocaron más los puntos en común que había entre los jovénes G.I. estadounidenses y los jóvenes combatientes insurgentes. Tomé la decisión, quizá sorprendente, perturbadora, pero que a mí me parece pertinente, de poner de relieve las similitudes de estos enemigos, estos enemigos que con todo ya ni se consideran personas. Pero es una guerra, y en una guerra hay víctimas. El 18 de agosto de 2008 mataron a 10 soldados franceses y su intérprete en una emboscada en Uzbin. Me mandaron allí para que cubriese el lado afgano. Por experiencia sé que después de cada ataque hay un contraataque aéreo. Tres pueblos cerca del lugar de la emboscada fueron bombardeados. Hubo víctimas, víctimas civiles. Tenía que apersonarme en el lugar, pero la zona estaba controlada por los talibanes. Tenía que pedirles su autorización, y en este momento empieza todo. Un burka, un largo camino, un escolta, y luego los nervios, tengo miedo. Y de repente, unas siluetas bajan por la ladera. Son ellos. Se lo explico al jefe de mi proyecto, pero me dice que no. Insisto, y luego me doy cuenta de que uno lleva un arma que me parece muy moderna. Le pregunto qué es, me responde que la sacaron del cuerpo de uno de los soldados muertos. De hecho, sin saberlo, estoy delante de los insurgentes responsables de la emboscada. Por haber sacado estas fotos que acaban de ver, me amenazaron de muerte. Mis padres recibieron cartas verdaderamente desagradables e incluso perdieron amigos. Me acusaron de haber pagado 50 000 euros a los talibanes. Bueno, evidentemente es estúpido y totalmente irrealista. Por una parte, nunca pagamos a las personas que fotografiamos por razones éticas. Por otra, nuestros reporteros nunca llevarían tal cantidad. También me acusaron de hacerles propaganda. No nos dejemos engañar. Desde el momento en que un grupo, sean los talibanes o incluso el ejército, decide dedicar tiempo a una periodista, es que tienen un mensaje que comunicar. También me acusaron de ser antipatriótica o de traicionar a mi país. ¿Por qué? Porque me atreví a mostrar el rostro del enemigo? Creo que no falté el respeto a los soldados caídos, incluso entiendo que haya podido ser difícil para sus familias, pero algunos padres me dieron las gracias porque tenían sed de verdad, aunque fuera dolorosa. En ningún caso intentaré justificar los viles actos cometidos por los talibanes. Solo quiero darles un máximo de información para que puedan juzgar con conocimiento de causa. Es verdad, sería mucho más sencillo si en el mundo solo hubiera buenos y malos, pero se trata de una guerra y, en una guerra, ocurre pocas veces. Una guerra no es ni blanca ni negra, es sucia, es gris. Además, estas zonas de gris las he encontrado en muchos otros países. Sobre todo, en el delta de Níger. Una zona corrompida por el petróleo. Ya no crece nada, ya no hay nada para pescar, mientras que los potentados locales se llenan los bolsillos. Es ahí donde llegó el MEND, Movimiento de Emancipación del Delta de Níger. Se esconden en los manglares y lo suyo es el secuestro, los ataques a las plataformas petroleras y el control del mercado negro del petróleo. Manon Quérouil, la periodista con quien trabajo, y yo teníamos muchas ganas de conocer a Ateke, uno de los grandes líderes de estos supuestos Robin Hood modernos. Y luego en lugar de Robin Hood, ¿se dan cuenta?, nos encontramos con un pequeño gordinflón falto de carisma. Tumbado en el sofá, nos recibió con una botella de Veuve Clicquot templada. De hecho, desde hace un tiempo, es mucho más sencillo para ellos porque les pagan directamente las compañías petroleras para que no les ataquen. Así que tienen mucho dinero, se aburren como una ostra y ya está. Las chicas de alrededor, atraídas por la gallina de los huevos de oro, van a distraer a estos señores. Además este pequeño gordinflón echó el ojo a mi amiga. Yo tuve que hacer de hermana mayor, explicarle que en Francia, antes de ir a la cama, nos casamos. Bueno, parecía dudar un poco, pero al final aceptó volvernos a mandar a la ciudad para que nosotras pudiésemos hacer nuestras compras de chicas. Digamos que Ateke todavía espera a su prometida robada. Ateke, durante mucho tiempo el enemigo público número uno y actualmente uno de los amigos íntimos del nuevo presidente, Jonathan Goodluck, y, por lo que parece, uno de los hombres más ricos del país. En cuanto a los Robin Hood, ¿estos bandidos son como los demás? El blanco y negro es para los cuentos; la vida auténtica está en color. Es más perturbador, más complicado, pero es más interesante. Además, sobre la complejidad de situaciones, Nigeria conoce mucho. Todavía pude darme cuenta en un reportaje en el norte, siguiendo las huellas de Boko Haram. Manon y yo no pudimos encontrarles, pero nos dimos cuenta de que las raíces de Boko Haram eran mucho más complejas y mucho más antiguas de lo que parecía. De hecho, desde hace más de 10 años ahora, una auténtica guerra hace estragos entre el ejército nigeriano y Boko Haram. Y es una guerra sin cuartel, es ojo por ojo, diente por diente. El ejército nigeriano incendia madrazas, Boko Haram quema escuelas. El ejército nigeriano se lleva a mujeres y niños que sospecha que están vinculados a los miembros de la secta, Boko Haram se lleva a chicas jóvenes. La verdad es que el norte del país ha sido completamente abandonado por el gobierno del sur. Los del norte, dejados de lado, naturalmente se han vuelto unos amargados. Boko Haram ha sabido usar este rencor para atraer a los jóvenes, y el comportamiento casi criminal de este ejército corrompido ha conducido a una serie de abominaciones unas más trágicas que otras, hasta el secuestro, nos acordamos de 219 chicas estudiantes, lo que por fin nos ha llamado la atención. Nos tenemos que entender bien. Nada de lo que hayamos podido descubrir justifica el secuestro y la esclavización de las jóvenes. Ir a encontrarse con el enemigo no significa excusarle, y no quiero hacerme la portavoz de los talibanes, del MEND o de Boko Haram. No quiero intentar justificar o excusar en ningún caso sus actos abyectos, lo único que quiero es hacer que los conozcan mejor, para que puedan pensar sabiéndolo, con conocimiento de causa. Porque creo que a veces, conocer mejor, comprender mejor es ayudar a resolver, y muchos errores se habrían podido evitar conociendo mejor a la gente y el territorio. Está claro que el blanco y negro no funciona, porque en Afganistán, los jóvenes que luchan en ambos bandos no son tan diferentes al fin y al cabo. Porque el MEND y otros Robin Hood son bandidos como los otros. Porque las raíces de Boko Haram son mucho más complejas. Es verdad que el blanco y negro es más bonito, más elegante, pero es simplista y sobre todo es falso. El color es menos absoluto, más impreciso, pero más verdadero. Yo quiero seguir haciendo que conozcan a los insurgentes, estos revolucionarios, estos terroristas, para que Uds. puedan hacerse una idea con total conocimiento de causa. Nosotros, los reporteros, estamos allí para eso, y a veces arriesgando la vida. Ir donde Uds. no pueden ir, hacerles ver lo que a veces no quieren ver. Tienen derecho a la verdad, por lo tanto, exíjanla. (Aplausos)