La primera vez que estuve
en el campus de Penn State,
como estudiante de secundaria,
me enamoré de la gente.
Me enamoré de la comunidad
y del campus.
Pero echando la vista atrás,
de lo que me enamoré
fue de la identidad de Penn State.
Me enamoré de lo que quería decir
ser un "Penn Stater".
Como estudiante de comercio
y miembro de la comunidad de
la facultad de negocios de Smeal
desde el primer día nos enseñan
cuáles son los pilares de la facultad:
nuestro código de honor.
El código dice que nosotros,
la comunidad Smeal College of Business,
aspiramos a los más altos
estándares éticos
y nos mantendremos fieles a ellos.
No realizaremos ninguna
acción impropia
o que parezca impropia
en nuestra vida académica,
y lo mismo pretendemos hacer
en nuestras vidas profesionales.
Esta es la identidad de Smeal.
Y es una identidad que está en cada
pared de nuestro edificio,
una identidad que nuestros profesores
defienden y predican,
y es una identidad a la que todos
nos adscribimos y hacemos nuestra.
Desgraciadamente, cada año,
una compañía llamada Altria
dona miles de dólares a mi facultad.
A cambio, Altria recibe el título
de socio corporativo.
Altria es la empresa matriz
de Philip Morris EE.UU.:
la mayor productora de productos
derivados del tabaco en este país.
Solo el año pasado,
murieron 480 000 fumadores activos
y alrededor de 42 000 fumadores pasivos.
Con 1 de cada 5 muertes en este país
causada por derivados del tabaco,
entendí que la identidad de esta compañía
no se ajusta a la de mi universidad;
que, aunque conseguimos que
nuestros alumnos sean fieles
a nuestro código de honor,
no somos capaces
de serlo nosotros mismos,
nuestra institución ni nuestros socios.
Hace un par de semanas,
mientras estudiaba para un examen,
en una clase de ética comercial
y responsabilidad social corporativa,
supe que había que hacer algo;
que tenía que defender mi facultad
porque es mi facultad.
Comencé una petición,
"Enfrentarse a Altria",
pidiendo al decano que no renueve
la asociación corporativa con Altria
y que rechace todas sus donaciones.
También impide que reciban
cualquier tipo de patrocinio
o apoyo de mi escuela.
Eso es lo que obtiene ahora
como socio corporativo.
Pero algo esencial que no les impide
hacer es reclutar en el campus,
porque, a fin de cuentas,
es responsabilidad de mis compañeros
tomar por sí solos la decisión ética
de trabajar para compañías como Altria.
Los últimos días
he recibido mucho apoyo.
Cientos de estudiantes de la facultad
y de la comunidad de Penn State
han firmado mi petición:
de profesores a empleados,
e incluso el personal de mantenimiento.
Todos han dicho que no quieren
el dinero de Altria
y que la identidad de Altria
no encaja con la de Smeal.
Pero junto con el apoyo recibido
también ha habido críticas.
Mucha gente ha dicho que al estar
en una faculta de negocios
y dado que Altria crea un producto
que el público demanda,
no debería importar
que sean nuestros socios.
Otros han dicho que es
una pendiente resbaladiza:
¿Dónde pones el límite entre
las compañías que rechazas
y las compañías que admites?
Yo digo que es importante entender
que el tabaco no tiene un uso seguro,
mientras que los bancos,
aunque son cómplices de la crisis,
tienen un uso seguro.
Y que los contratistas militares,
aunque fabrican armas,
son necesarios para la defensa nacional.
He decidido plantarle cara a Altria
porque creo que su identidad
no concuerda con la de mi facultad.
He venido a TEDxPSU hoy
no para pedirles que firmen mi petición,
o para pedirles que se unan a mí
para recoger más firmas.
He venido hoy aquí
porque creo que es importante
pensar quiénes somos y qué defendemos.
¿Cuál es su identidad?
¿Concuerdan los valores que Uds.
defienden y en los que creen
con los de las organizaciones
e instituciones por las que se interesan?
Si no es así, luchen por lo que creen.
Luchen por su identidad.
He decidido pedirle cuentas a mi facultad
porque es mi facultad.
Es mi identidad.
Gracias.
(Aplausos)