El poder del todavía.
He oído hablar de
una escuela en Chicago,
donde para graduarse hay que pasar
un cierto número de cursos
y si no lo consiguen, se les
califica con "todavía no".
Lo que me pareció fantástico,
porque frente a un fracaso
uno piensa que no es nada,
pero con un "todavía no"
entiende que está
en proceso de aprendizaje.
Te abre un camino hacia el futuro.
El "todavía no" me ayudó a entender
un incidente de principios de mi carrera
que fue un verdadero punto de inflexión.
Quería ver
cómo lidian los niños con
los retos y las dificultades,
así que mande a niños de 10 años
a resolver problemas
un tanto difíciles.
Algunos reaccionaron
sorprendentemente bien.
Decían cosas como:
"Me encantan los retos",
o "Me esperaba algo positivo".
Entendieron que así pueden
desarrollar sus habilidades.
Tenían lo que yo llamo
una "mentalidad de desarrollo".
Mientras que otros lo vieron
como una tragedia, un desastre.
Desde la posición de una mentalidad fija
pusieron a prueba su inteligencia
y fracasaron;
en lugar de prosperar con
la ayuda del poder del todavía,
se quedaron atrapados
en la tiranía del ahora.
Entonces, ¿qué es lo que harán?
Les diré lo que harán.
Algunas encuestas dicen
que probablemente harán trampa
en lugar de estudiar más
si fracasan en alguna prueba.
En otro estudio, tras el fracaso,
buscaron a quienes
consiguieron peores resultados
para sentirse mejor con ellos mismos.
Y un estudio tras otro demostraron
huir de las dificultades.
Los científicos midieron
la actividad eléctrica del cerebro
mientras los estudiantes
se enfrentaban a errores.
A la izquierda se ven los
estudiantes con mentalidad fija.
No hay casi actividad.
Huyen del error.
No se ocupan de él.
A la derecha, tenemos estudiantes
con una mentalidad de desarrollo,
la idea de que las habilidades
se pueden desarrollar.
Estos alumnos se involucran a fondo.
Sus cerebros no dejan
de pensar en el "todavía".
Están muy comprometidos.
Procesan el error.
Aprenden de ellos y los corrigen.
¿Cómo criamos a nuestros hijos?
¿Los educamos en el espíritu
del "ahora" o del "todavía"?
¿Estamos criando niños obsesionados
con conseguir una nota máxima?
¿Estamos criando niños que
no saben soñar a lo grande?
¿Es su mayor objetivo conseguir
la nota máxima en la siguiente prueba?
¿Arrastran con ellos esta necesidad
constante de aprobación
para toda la vida?
Tal vez, porque los empleadores
se me acercan y me dicen:
hemos formado toda una generación
de jóvenes trabajadores que
no pueden trabajar un día
sin alguna recompensa.
Entonces, ¿qué podemos hacer?
¿Cómo construimos
el puente hacia el todavía?
Estas son algunas ideas.
Primero, hay que elogiar con sabiduría,
no la inteligencia o el talento,
porque esto no ha dado resultados.
No lo hagamos más.
Hay que elogiar el proceso
en el cual el niño se involucra:
su esfuerzo, sus estrategias,
su enfoque, su perseverancia,
su progreso.
Alabando el proceso
se crean niños fuertes y resistentes.
Hay otras maneras
de recompensar el todavía.
Hemos colaborado recientemente
con investigadores del juego
de la Universidad de Washington,
para crear un nuevo juego matemático
en línea, que premia pensar el "todavía".
En este juego, fueron premiados por
el esfuerzo, la estrategia y el progreso.
El típico juego matemático
recompensa las respuestas
correctas obtenidas ahora,
pero este juego recompensará el proceso.
Y se nos respondió con más esfuerzo,
más estrategias,
mayor compromiso durante largos períodos,
y mayor perseverancia frente
a problemas realmente muy difíciles.
Nos encontramos que solo las
palabras "todavía" o "aún no",
daban a los niños una mayor confianza,
les mostró el camino hacia el futuro
y mejoró la insistencia.
Y podemos realmente cambiar
la mentalidad de los estudiantes.
En un estudio les enseñamos
que cada vez que daban un paso
fuera de su terreno conocido
para aprender algo nuevo y difícil,
las neuronas de sus cerebros pueden
crear nuevos vínculos más fuertes,
y con el tiempo pueden
llegar a ser más inteligentes.
Vean lo que pasó: en este estudio,
estudiantes a los que no se les
enseñó esta mentalidad de crecimiento,
recibieron notas cada vez más bajas
durante esta difícil etapa escolar,
pero a los que se les
enseñó esta lección,
mejoraron notablemente
en las evaluaciones.
Hemos demostrado esto ahora,
este tipo de mejora,
en miles y miles de niños,
especialmente con dificultades.
Vamos a hablar de la igualdad.
En nuestro país, existen
grupos de estudiantes
que obtienen resultados
consistentemente bajos,
por ejemplo, los niños
de los barrios pobres,
o los de las reservas aborígenes.
Y han fracasado tanto tiempo
que la gente piensa que es inevitable.
Pero cuando los educadores crean aulas
donde la mentalidad de crecimiento
genera la cultura del todavía,
brota la igualdad.
Aquí tengo algunos ejemplos.
En solo un año, una clase
infantil en Harlem, Nueva York,
pasaron la prueba del examen
nacional en un 95 %.
Muchos de estos niños no sabían sostener
un lápiz cuando llegaron a la escuela.
En un año,
estudiantes del 4º de primaria del sur
del Bronx, en desventaja,
se convirtieron en la clase de 4º de primaria
número 1 del estado de Nueva York
en el examen estatal de matemáticas.
En un año, año y medio,
estudiantes indígenas en una
escuela de la reserva aborigen
saltaron del último al primer
lugar en su distrito,
el mismo círculo que incluía a los
barrios ricos de Seattle también.
Así que los niños aborígenes
superaron a los chicos Microsoft.
Esto se debe a que los conceptos
de esfuerzo y de dificultad
se han redefinido.
Antes, el esfuerzo y la dificultad
les hacían sentirse estúpidos
y les daban ganas de renunciar,
pero ahora, el esfuerzo
y la dificultad,
hacen que sus neuronas
formen nuevas conexiones,
lazos más fuertes.
Y se vuelven más inteligentes.
Hace poco recibí una carta
de un niño de 13 años.
Me decía: "Estimada profesora Dweck,
agradezco que su material se base en
una investigación científica sólida,
y es por eso que decidí
ponerlo en práctica.
Pongo más esfuerzo en mis estudios,
en mi relación con mi familia,
y las relaciones con los
compañeros en la escuela,
y me di cuenta de mi enorme
progreso en todos estos campos.
Ahora me doy cuenta de que desperdicié
la mayor parte de mi vida".
No desperdiciemos más vidas,
porque una vez que sabemos
que las habilidades son
capaces de tal crecimiento,
eso se convierte en un derecho humano
fundamental para todos los niños,
de vivir en lugares que
crean este crecimiento,
de vivir en lugares
llenos de todavías.
Gracias.
(Aplausos)